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Hitler y el Sacro Imperio Romano (quinta parte)
Continuación de Hitler y el Sacro Imperio Romano (cuarta parte)
Un sujeto dispuesto
“A Hitler no le gustaba que le dijeran que los caminos de Dios no siempre se le revelaban a él. En una ocasión un auxiliar hizo notar que ‘Dios no permite que las personas vean las cartas que Él tiene en mano’. Hitler inmediatamente irrumpió en un arrebato de furia que él mismo temió que le diera un ataque cardíaco. Dio órdenes de que el auxiliar nunca más repitiera esa frase ofensiva.
“el sentimiento de que él estaba siendo guiado en forma especial desde lo alto se hizo más intenso a través de los años. El 16 de septiembre de 1935, dijo: ‘Lo que fue negado a millones de hombres nos fue dado a nosotros por la Providencia, y nuestra labor será recordada por los últimos miembros de la posteridad’. En un discurso en Linz, su pueblo natal, el 12 de marzo de 1938 dijo: ‘Cuando salí de esta ciudad, llevé conmigo la misma confesión de fe que me llena hoy (…). Si la Providencia una vez me llamó a salir de esta ciudad (…) entonces la Providencia me debe haber dado una misión’…”.
“Sus convicciones fueron reforzadas por milagrosos escapes de intentos de asesinato. Después del fracaso del complot con bomba el 20 de julio de 1944, le dijo a un edecán naval, ‘El Omnipotente una vez más les ha detenido sus manos [las de los asesinos]” (Waite, op. cit.).
A comienzos de octubre de 1923, “Mientras conducía su nuevo automóvil a través de las colinas de Baviera con Rosenberg y los Hanfstaengls, quedaron inesperadamente envueltos por una niebla en la carretera y el Mercedes rojo convertible dio un tumbo en una zanja. Nadie habló en el camino de regreso a Munich, luego él se volvió a Elena y le dijo: ‘Noté que no te asustaste para nada por nuestro percance. Yo sabía que no nos dañaríamos. Este no será el único accidente del que saldré ileso. Pasaré por todos ellos y tendré éxito en mis planes” (Toland, op. cit.).
En un discurso en Munich el 14 de marzo de 1936, Hitler dijo: “Yo voy por el camino que la Providencia dicta para mí con toda la seguridad de un sonámbulo” (Waite, op. cit).
Esta es una declaración muy perturbadora, si uno entiende a Satanás y sus poderes. ¡Hitler no tenía ningún control real de su propia mente! ¡Él dependía totalmente de la guía de su dios!
Esto es muy común en la historia. Satanás gobierna este mundo a través de personas. Como Hitler estaba totalmente rendido a Satanás, le fue dado gran poder.
“Su efectividad como demagogo está avalada por casi todos los que le oímos. Los reportes de la policía de Munich de noviembre de 1919 describe su desempeño como orador del Partido como algo ‘magistral’, y hace notar que una y otra vez fue recibido con ‘aplausos enardecidos’. Ernst Hanfstaengl, un sofisticado graduado de Harvard, encontró a Hitler ‘absolutamente irresistible (...) maestro de la oratoria’. Konrad Heiden, en ese tiempo un estudiante universitario y oponente político de Hitler, quien lo había oído docenas de veces, [dijo]: “Repentinamente este hombre que había estado torpemente parado por ahí (…) comenzaba a hablar, llenando la sala con su voz, suprimiendo interrupciones o contradicciones con su actitud dominante, causando escalofríos entre los presentes por la ferocidad de su declaración, llevando cada uno de los temas de conversación a la luz de la historia (…) el oyente se llenaba de un sentimiento de temor, sintiendo que un nuevo fenómeno había entrado en la sala. Este estruendoso demonio no estaba allí antes; este no es el mismo hombre tímido de hombros contraídos. Él es capaz de esta transformación en una entrevista personal y enfrente de una audiencia de medio millón de personas’.
“Otros oponentes observaron el mismo fenómeno: un débil hombrecillo cambió a una fuerza de un poder arrollador, el flujo de la oratoria lo endureció, ‘igual como una corriente de agua endurece una manguera’” (ibíd.).
El Sr. Waite dice que en su juventud, Hitler se comía un kilo de chocolates al día. También seguía generalmente una dieta vegetariana. Hitler fue físicamente débil a lo largo de su vida. Pero durante sus discursos, él hablaba con un imponente poder.
Después de un discurso en el Reichstag, un observador inglés, el Mayor Francis Yeats-Brown, dijo esto acerca de Hitler: “Durante los retóricos pasajes su voz llegaba al extremo del delirio: era un hombre transformado y poseído. estábamos en presencia de un milagro” (Toland, op. cit.). ¡Era un milagro sobrenatural!
Hitler era un hombre “poseído”. Estos eventos sólo pueden ser interpretados por Dios. Los escritores normalmente atribuyen este poder a Hitler el hombre. Pero están mortalmente equivocados. Este era un poder más allá del territorio humano.
Los observadores vieron su “comportamiento dominante” y notaron que un “nuevo fenómeno había entrado en la sala”. “¡Este estruendoso demonio no estaba allí antes!” Él estaba “poseído”, y era un “milagro”. ¡Un “débil hombrecillo cambió a una fuerza de un poder arrollador!”
Los hombres vieron el efecto pero no entendieron la causa. Deberían haberlo hecho. Todo lo que tenían que hacer era creerle a Dios y Su Palabra.
Pronto otro hombre va a aparecer en escena con un poder aún mayor que el de Hitler. Él va a estar poseído por un Satanás lleno de ira, un diablo que sabe que tiene poco tiempo antes de que Cristo vuelva (Apocalipsis 12:12). Lo que Hitler hizo fue suave comparado con lo que el siguiente hombre hará.
“Y al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas”. (Daniel 8:23). ¡Él tendrá un “rostro feroz” y unos ojos fuertes, dominantes, aterradores e hipnóticos!
“Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos”. (vers. 24). Él tiene un espantoso poder, pero no es “por su propia fuerza”. ¡Es el poder de Satanás! ¡Y Satanás está lleno con la peor ira que jamás haya tenido!
Él va a “causar grandes ruinas”, con gran poder. El pueblo santo de Dios (los judíos espirituales) es su blanco principal.
Pero qué glorioso final tiene esta negra noche. “Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso [por paz] destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana” (vers. 25). Él parece querer paz. Pero eso es sólo un engaño para destruir súbitamente a sus amantes. Jesucristo va a destruir para siempre a este imperio del mal.
¡Es tiempo que los hombres despierten de su sueño y sepan con certeza qué es lo que viene! Ese tiempo ya casi está aquí. ▪
Continúa en Hitler y el Sacro Imperio Romano (sexta parte)