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Hitler y el Sacro Imperio Romano (cuarta parte)
Continuación de Hitler y el Sacro Imperio Romano (tercera parte)
Hitler escuchó voces
Hitler consideró que los judíos eran el diablo personificado. En verdad, los judíos han sido especialmente comisionados para conservar los oráculos de Dios (Romanos 3:1-3). Los oráculos incluyen el calendario sagrado, el conocimiento de la semana bíblica, incluyendo el séptimo día (el Sábado), y las Escrituras del Antiguo Testamento.
Los judíos sufrieron a manos de Hitler más que cualquier otra raza. Históricamente, las principales víctimas del Sacro Imperio Romano han sido los judíos espirituales, o Iglesia de Dios (Apocalipsis 6:9-11; 17:5-6).
Así que el odio de Hitler hacia los judíos es mucho más profundo de lo que el mundo alguna vez ha imaginado. ¡La fuerza principal de esta emoción es el odio de Satanás hacia Dios!
“Algo hizo un clic en el Hospital Pasewalk. Esto fue a finales de 1918 y empezando 1919 cuando Hitler resolvió su problema de identidad y alcanzó lo que él llamó ‘la resolución más decisiva de mi vida’. En ese momento, finalmente fue que él supo quién era y qué es lo que debía hacer. Él era el líder enviado por el destino. Debía contestarle a las ‘voces’ que me dijo que oía (igual que Juana de Arcos) llamándolo claramente mientras estaba en su cama de hospital. Las voces le dijeron que rescatara su Tierra Madre de las manos de los judíos que la habían violado” (Waite, op. cit.).
En la página 29 de su libro, Waite escribió: “Él le dijo a un ayudante que durante el otoño anterior, cuando yacía herido en un hospital militar, había recibido una visión sobrenatural que le ordenaba salvar a Alemania”.
Hitler oyó voces. Tuvo una “visión sobrenatural que le ordenó salvar a Alemania”. ¿Qué le ordenó? Por supuesto que él en verdad causó la destrucción de Alemania, pero sólo porque Dios intervino.
¡Él obedeció la orden de su falso dios! ¡Él escuchó e hizo caso de la voz sobrenatural de Satanás! Hitler sabía que esa voz no era de los hombres. ¡Pero la mayoría de las personas no lo sabe! Y aun así, la mayoría se niega a entender. ¿Cuándo vamos a despertar y entender al dios de este mundo? ¿Cuánto sufrimiento más se necesitará?
Los ojos de Hitler
¿Por qué tenía Hitler unos ojos tan brillantes con un “curioso efecto hipnótico”? “El rasgo más impresionante de su tosco y bastante común rostro eran sus ojos. Eran de un color extremadamente azul claro, con un débil toque de gris verdoso. Casi todos los que lo conocieron mencionaban sus extrañamente convincentes ojos. Esto incluye a Robert Coulondre, el embajador francés, y el dramaturgo alemán Gerhart Hauptmann quien, cuando le presentaron a Hitler por primera vez, miró fijamente sus famosos ojos y más tarde dijo a sus amigos, ‘¡Fue el momento más grande de mi vida!’ Marta Dodd, hija del embajador americano, no quedó defraudada de los afamados ojos, y los encontró ‘llamativos e inolvidables…’.
“Él conocía el poder de sus ojos ligeramente sobresalientes y brillantes, cuyos párpados sin pestañas se agregaban a su curioso efecto hipnótico” (ibíd.).
Un amigo de la infancia de Hitler dijo que sus “ojos eran tan extraordinarios, que uno no notaba nada más. Nunca en mi vida he visto a alguna otra persona cuya apariencia… cómo puedo decirlo, fuera tan absolutamente dominada por los ojos (…). Era extraño cómo esos ojos podían cambiar su expresión, sobre todo cuando Adolfo estaba hablando (…). De hecho, Adolfo hablaba con sus ojos, e incluso cuando sus labios estaban en silencio uno sabía lo que él quería decir. Cuando vino por primera vez a nuestra casa y le presenté a mi madre, ella me dijo por la tarde: ‘¡Qué ojos tiene tu amigo!’ Y recuerdo bastante bien que había más miedo que admiración en sus palabras. Si me preguntaran dónde uno podría percibir, en su juventud, las cualidades excepcionales de este hombre, sólo podría responder, ‘en los ojos’” (Kubizek, op. cit.).
Waite continúa en su libro: “Las mujeres en particular continuamente se impresionaban y se atemorizaban con sus ojos. La hermana de Nietzsche, como era característico, quedó fascinada y perturbada por ellos: ‘Ellos (…) me exploraron de lado a lado’. La penetrante cualidad permaneció hasta el final. Un joven militar ayudante que vio a su Führer poco antes de que se suicidara en 1945 quedó profundamente impactado por la apariencia de ‘un viejo enfermo, casi senil’. Pero los ojos todavía estaban vigentes: ‘Sólo en sus ojos había un indescriptible resquicio de brillo (…) y la mirada que él me dio fue extrañamente penetrante’” (ibíd.).
H. S. Chamberlain, después de conocer a Hitler, más tarde le dijo: “Es como si sus ojos estuvieran provistos de manos, porque ellos atrapan a un hombre y lo apresan” (ibíd.).
Waite escribió que, “Los ojos de Hitler eran particularmente importantes para él, y otros comenzaron a notar esto en su temprana adolescencia. Su maestro de la escuela secundaria, el Dr. Gissinger, describió los ojos de Adolfo como ‘brillantes’”.
No es natural tener ojos brillantes que puedan lanzar semejante hechizo. Cualquiera que conoce la Biblia sabe que él estaba poseído por Satanás o por un demonio.
En Ezequiel 28:11-14, Dios se refiere a un rey malo y a Satanás alternadamente. Eso es porque el rey estaba poseído o totalmente controlado por Satanás; el dios de este mundo. Satanás ha engañado al mundo entero acerca de su poder (Apocalipsis 12:9).
De las citas anteriores, encontramos que los ojos de Hitler eran “extrañamente convincentes”, “brillantes”, “llamativos e inolvidables”, ellos causaban temor, “miedo” y perturbaban a las personas. Sus ojos “podían atrapar a un hombre y apresarlo”. Tenían un “curioso efecto hipnótico”.
Sus ojos no eran normales. ¿Por qué? La primera señal física para indicar posesión demoníaca es a través de los ojos. ¿Cómo podría no afectar intensamente los ojos tan horrenda experiencia?
A través de los ojos se puede mostrar amor. Así también el odio. La Biblia describe a las mujeres malas de Israel como teniendo “ojos lascivos” (Isaías 3:16). En hebreo esto significa que ellas están “engañando con sus ojos”. También “sus rostros testifican contra ellos” (vers. 9). Nada del cuerpo humano es más revelador que los ojos.
Las personas en este mundo ven tanto de Satanás y saben tan poco de él. Él puede estar mirándolos fijamente y ellos no tienen ningún indicio de que él está allí. ▪
Continúa en Hitler y el Sacro Imperio Romano (quinta parte)