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¿Y ahora quiénes son los Patriotas?

Usted vive en un país en donde los izquierdistas tratan a los padres conservadores como terroristas.

¿Qué significa ser patriota estadounidense? Algunos creen que es patriótico creer en los principios de los fundadores de Estados Unidos y en los ideales elevados que ellos esperaban que su posteridad alcanzara. Pero, algunos creen que es “patriótico” tratar a ese tipo de personas como terroristas.

En 2021, la realidad del “patriotismo” en Estados Unidos nos enseña si es correcto ver el ejemplo de nuestros fundadores e incluso más allá, hacia esos ideales elevados que ni siquiera ellos pudieron alcanzar; pero que soñaban que nosotros sí alcanzaríamos.

Hace veinte años, 19 terroristas islámicos asesinaron a 2.977 estadounidenses en Nueva York, Washington D.C. y Pensilvania. En respuesta, la mayoría de los miembros del Congreso, republicanos y demócratas, apoyaron y aprobaron una ley nueva, y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, la firmó. La nueva ley reforzó drásticamente la seguridad nacional de Estados Unidos al ampliar la autoridad de las fuerzas del orden y de los agentes de inteligencia para rastrear e interceptar las comunicaciones. Se denominó la Ley Patriótica.

Muchos estadounidenses que se consideraban patriotas la apoyaron. Pero algunos, que estudiaron a los patriotas estadounidenses originales y se apegaron a las intenciones originales de la Constitución de Estados Unidos, advirtieron en contra de esa ley. En la clase de Relaciones Internacionales del Herbert W. Armstrong College, el difunto Gary Rethford advirtió que la Ley Patriótica, a pesar de su nombre, era peligrosamente inconstitucional. Dijo que el gobierno federal inevitablemente abusaría de esta ley utilizándola contra los propios estadounidenses para espiar a opositores políticos y a ciudadanos del común. Yo era un estudiante en esa clase, y fui escéptico ante esa afirmación. Recordaba haber visto por televisión el derrumbe de las Torres Gemelas. Estaba seguro de que el presidente Bush estaba haciendo lo necesario para evitar otro 11 de Septiembre.

Durante mi segundo semestre de Relaciones Internacionales, el senador de Illinois Barack Obama empezó a hacer campaña para la presidencia. Prometió ponerle un alto a la recopilación de datos de ciudadanos estadounidenses por parte de George Bush porque, según él, era un error. Algunos pensaron que este tipo de ataques a leyes como la Ley Patriótica eran antipatrióticos, un regalo para los islamistas. Sin embargo, una vez elegido, Obama utilizó la Ley Patriótica y otros medios, constitucionales e inconstitucionales, para ampliar la vigilancia del gobierno sobre los ciudadanos estadounidenses. Los agentes de Obama vigilaron ilegalmente a periodistas, miembros del Congreso, la campaña presidencial de Trump, la propia presidencia de Trump y a millones de ciudadanos estadounidenses. Obama era y es un tipo de tirano especial, y nadie debería confundir su agenda con el patriotismo. Pero no habría podido hacer todo lo que hizo sin la Ley Patriótica. Ahora, esta medida teóricamente “patriótica” está construyendo el estado de vigilancia más poderoso que el mundo jamás haya visto, al nivel de, o quizás superior a la China comunista.

A través de su antiguo vicepresidente, Joe Biden, Obama sigue ejerciendo su influencia sobre el estado de vigilancia. Como predijo el Sr. Rethford, está utilizando la Ley Patriótica para abusar del pueblo estadounidense. Por eso gran parte de los esfuerzos del Departamento de Justicia y de otras agencias federales están enfocados hacia personas a las que Obama y Biden se oponen. Personas como los padres estadounidenses preocupados, republicanos o no, no están violando la Constitución, ni siquiera la Ley Patriótica. Pero se encuentran en la mira como si fueran terroristas de Al Qaeda por hacer algo tan constitucional y patriótico como usar su libertad de expresión para oponerse al adoctrinamiento comunista de sus propios hijos.

En septiembre, la Asociación Nacional de Consejos Escolares, de carácter izquierdista, instó a Biden a que investigara y enjuiciara, en virtud de las leyes federales antiterroristas, a los padres preocupados que se manifestaran en contra de la teoría racial crítica en las reuniones de los consejos escolares. Esto no es una exageración. El fiscal general Merrick Garland negó posteriormente que el Departamento de Justicia fuera a tratar a los padres como terroristas, pero un correo electrónico filtrado recientemente demuestra que estaba mintiendo. Un informante anónimo del gobierno federal ha filtrado un correo electrónico de la Oficina Federal de Investigación a los republicanos del Comité Judicial de la Cámara de Representantes. El correo electrónico del 20 de octubre, firmado por el director adjunto de la División de Contraterrorismo, Timothy Langan, y el ex director adjunto de la División Penal, Calvin Shivers, revela que el fbi creó un mecanismo para etiquetar como “amenaza” y rastrear a padres que expresaran preocupación y criticaran a los consejos escolares con comentarios que los agentes federales consideran amenazantes.

Esta política no está diseñada para proteger a los profesores de la violencia. Está destinada a intimidar a los padres para que guarden silencio. Pretende convertir en un ejemplo a aquellos que se atreven a hablar, ¡acusándolos potencialmente de enemigos del Estado! Incluso el principal autor de la Ley Patriota, F. James Sensenbrenner, ha identificado acertadamente que se trata de un ataque directo a las familias. Escribió en el Wall Street Journal: “La administración Biden está abusando de las leyes y agencias federales como instrumentos de represión política”.

Más gente debió haber visto esto venir. El difunto instructor de Relaciones Internacionales y escritor de la Trompeta, Ron Fraser, nos enseñó a los estudiantes que hay dos teorías generales del pensamiento político: el realismo y el utopismo. Un realista acepta que la naturaleza humana es básicamente malvada, una verdad revelada en versículos bíblicos como Jeremías 17:9. Un utopista cree que la naturaleza humana es básicamente buena. Los utopistas razona que, si se les da suficiente conocimiento (y poder), los gobiernos humanos pueden resolver todos los problemas humanos.

Los autores de la Constitución de Estados Unidos eran realistas. Comprendieron que no sólo el rey Jorge iii era malvado. La propia naturaleza humana es malvada, porque los seres humanos son débiles y están influenciados por la maldad. Creían que el Creador de los seres humanos creó a cada individuo en un estado de naturaleza con derechos inalienables. Creían que Él los creó para necesitar un gobierno. Por lo tanto, creían que un gobierno es legítimo cuando se dejan los derechos individuales en manos del individuo y se gobierna por el consentimiento general de los gobernados. Buscaban proteger los derechos individuales otorgados por Dios con un sistema de controles y balances para mantener el poder fuera de las manos de una sola rama del gobierno, o peor aún, de un solo individuo.

James Madison, quien en gran medida fue autor de la Constitución, escribió la que quizás sea la mejor explicación del sistema constitucional en el Federalista n.º 51: “Hay que hacer que la ambición contrarreste la ambición. El interés del hombre debe estar conectado con los derechos constitucionales del lugar. Que haya necesidad de tales medidas para controlar los abusos del gobierno puede ser un reflejo de la naturaleza humana. Pero, ¿qué es el gobierno en sí mismo sino el mayor de todos los reflejos de la naturaleza humana? Si los hombres fueran ángeles, no sería necesario ningún gobierno. Si los ángeles gobernaran a los hombres, no serían necesarios los controles externos ni internos del gobierno”.

Al momento de ser ellos quienes asumieron el poder, los jacobinos franceses, los bolcheviques rusos, los comunistas chinos y los progresistas estadounidenses abolieron los mecanismos para controlarlo y así lograr revolucionar sus sociedades. Sólo en el siglo xx, estos “utópicos” asesinaron a más de 100 millones de personas. Los patriotas realistas que creen en los derechos individuales considerarían cada una de esas vidas tan valiosa como la de Maximilien Robespierre, o la de Vladimir Lenin, o la de Joseph Stalin, o la de Mao Zedong, y considerarían la destrucción de cada una de esas vidas una tragedia. Las élites utopistas consideran que 10 millones aquí y 20 millones allá son un sacrificio necesario en su noble búsqueda de abolir la pobreza, la injusticia y la guerra para toda la humanidad. Para edificar y construir su torre de Babel del “progreso” ellos están dispuestos a utilizar cualquier método, llámese “patriotismo” o no, y sea mortal o no.

James Madison se habría opuesto a la Ley Patriótica por la misma razón que Gary Rethford. Esta ley le otorgó a una sola rama del gobierno el poder para espiar a millones de personas sin ningún tipo de control, balance, separación de poderes o supervisión. Lo único que impedía que el gobierno abusara del amplio poder autoritario que otorgaba la Ley Patriótica era el carácter personal del presidente y su gabinete. Durante la administración Bush, este carácter fue suficiente para evitar muchos abusos. Pero, como comprendió el Sr. Rethford, pronto un presidente de carácter diferente utilizaría ese mismo poder para espiar y abusar de los padres, de otros estadounidenses, de sus representantes y de cualquier otra persona cuyo poder y derechos quisiera confiscar. En Estados Unidos del siglo xxi, al igual que en los despojos carbonizados del xx, el mal demostrable utiliza palabras que suenan bien, como “patriota”.

Esta guerra civil fría en la que ahora se encuentran los estadounidenses se remonta a estos dos motivos. Y estos dos motivos se remontan a algo más antiguo: a las decisiones fundamentales del ser humano. Los fundadores poseían una gran percepción sobre la naturaleza humana. Ellos querían elevarnos por encima de ella. Pero hoy, los utopistas radicales e incluso los patriotas realistas ignoran o rechazan esa elección que marcó el rumbo de la propia naturaleza humana. Olvidan totalmente o sólo hablan por hablar sobre los derechos inalienables otorgados por su Creador. Esa es la única razón por la que los derechos pueden ser inalienables. Esa es la única razón por la que un gobierno debe respetar los derechos. Esa es la única razón por la que existen los derechos. Sin embargo, tanto los utopistas como los realistas niegan o sólo comprenden vagamente que los derechos tienen un origen, al igual que los males (como matar a 100 millones de personas) tienen un origen. Consideran una fábula el hecho real, documentado e histórico de la elección humana fundamental que se presentó a los primeros seres humanos y a su posteridad. Un ser les dijo que confiaran en Él, que creyeran en Su revelación, que se sometieran a Su ley, que evitaran la autoconfianza, que rechazaran la rebelión y que se comprometieran a obedecer y aprender de su Creador cada siete días. El otro ser les dijo que abrieran los ojos y confiaran en sí mismos. Ellos y su posteridad, religiosos y no religiosos, patriotas y patriotas sólo de nombre, han obedecido al segundo ser. Creyeron lo que dijo: “seréis como Dios”.

La elección fundamental era, y sigue siendo: ¿yo o Dios?

Para más información sobre esta elección fundamental, lea Human Nature: What Is It? [Naturaleza humana, ¿qué es?; disponible sólo en inglés] por el editor ejecutivo de la Trompeta Stephen Flurry, y Just What Do You Mean … Conversion? [¿Qué significa la conversión?; disponible sólo en inglés] por Herbert W. Armstrong. 

Este artículo fue traducido del artículo “Who Are the Patriots Now?” de theTrumpet.com.


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