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Una verdad inspiradora que los abortistas deberían conocer

REESE ZOELLNER, MELISSA BARREIRO/LA TROMPETA

Una verdad inspiradora que los abortistas deberían conocer

Es una cuestión fundamental sobre el valor de la vida humana.

La histórica decisión de la Corte Suprema en el caso Roe contra Wade de 1973 estableció un derecho federal especial para que las mujeres pudieran matar a sus bebés no nacidos. Ese “derecho” inconstitucional se terminó con las nuevas sentencias de la Corte Suprema en junio.

Vivimos en la era de la exposición. Muchas verdades sobre nuestro mundo moderno están siendo reveladas de formas fenomenales. Esta batalla en la guerra actual sobre el aborto es otro ejemplo sorprendente e importante.

Mucha rabia y mucha verdad oculta han quedado ahora al descubierto cuando los izquierdistas han reaccionado a la anulación de Roe contra Wade expresando sus verdaderos y fuertes sentimientos radicalmente impíos. Se han lamentado. Se han afligido. Han gritado. ¿Por qué? Porque la Corte Suprema dijo que los votantes de cada Estado deben determinar si pueden seguir matando a los niños no nacidos.

Han reaccionado con una rabia absoluta y descontrolada. Han exigido el “derecho” a matar a los bebés hasta el momento del nacimiento, e incluso inmediatamente después. Una presentadora de televisión izquierdista reaccionó diciendo a los espectadores: “No me importa que seas cristiano. No me importa lo que dice la Biblia. Me siento como si fuera un espectáculo de payasos sentada aquí tratando de descifrar lo que su pequeño libro mítico tiene que decir sobre estas cuestiones políticas muy reales”. Después de utilizar un improperio, añadió: “Estoy tan cansada de tener conversaciones sin parar sobre lo que la Biblia dice. (…) No me importa. No creo en ella, y tengo el derecho basado en nuestra Constitución de no creer en ella”.

Ahora está siendo expuesto. Vemos lo que los izquierdistas piensan realmente sobre Dios, sobre la Biblia, sobre la vida humana misma.

¿Sí o no?

Cada año en Estados Unidos, más de un millón de bebés son asesinados en el vientre materno, más de una cuarta parte de todos los niños no nacidos. Y una gran mayoría de estas muertes se producen porque los padres dicen que “no podían darse el lujo de cuidar a un bebé”, que “no estaban listos para la responsabilidad” o que “simplemente no lo querían”.

Pero los defensores del aborto dicen que esto no es un problema, porque el aborto es sólo un procedimiento médico, tal vez no más grave que sacarse una muela.

Pero ¿y si el aborto es un asesinato? ¿Están esas personas absolutamente seguras de que no lo es?

Hillary Clinton, destacada defensora del aborto, dijo que éste debería ser “seguro, legal y raro, y por raro quiero decir raro”. Pero si el aborto no es asesinato, ¿por qué debería ser raro?

Cualquier mujer que se plantee la posibilidad de abortar se enfrenta a un angustioso dilema. No sirve de nada discutir lo “seguros” que son los métodos, o decirle que es una “cuestión individual”. ¡Ella necesita saber si está bien o si está mal!

No es una cuestión de opinión. Hay una respuesta definitiva y correcta a su dilema. Un feto es un ser humano separado de su madre o no lo es. No hay término medio. Si está separado, el aborto es un acto que pone fin a la vida de una persona y, por tanto, es un asesinato. Seguro que todos estamos de acuerdo en que el asesinato está mal, ¿verdad?

La persona que dice que el asesinato está mal, pero cree que el aborto es permisible, tiene que demostrarlo.

Si una mujer no está segura de si su bebé ya es una persona o no, nunca debería simplemente “arriesgarse”. Sin embargo, la mayoría de los médicos honestos, los asesores de planificación familiar, los políticos y los jueces de la Corte Suprema admiten abiertamente que no están seguros de cuándo un bebé se convierte en una persona. Y siguen instando a las mujeres a luchar por el derecho a abortar a sus bebés.

En la decisión mayoritaria de Roe contra Wade, que dio lugar a decenas de millones de abortos, la Corte Suprema dijo: “No necesitamos resolver la difícil cuestión de cuándo un niño no nacido se convierte realmente en una persona humana con el derecho legal a vivir”. Se mostraron abiertamente inseguros. Eludieron abiertamente esta cuestión de vida o muerte y la responsabilidad de las monumentales consecuencias de su decisión con esta declaración “Cuando aquellos formados en las respectivas disciplinas de la medicina, la filosofía y la teología son incapaces de llegar a algún consenso, el poder judicial, en este punto del desarrollo del conocimiento del hombre, no está en posición de especular sobre la respuesta”.

En los casi 50 años en que Roe fue considerado ley, según algunas estimaciones, más de 63 millones de bebés fueron asesinados legalmente en EE UU. Eso equivale a cerca del 19% de la población actual de EE UU.

Ese es el peligro de la incertidumbre. Ese es el problema de no tener educación sobre este tema. Al no “especular sobre la respuesta” de si el aborto es correcto o incorrecto, el tribunal tomó, de hecho, una decisión definitiva que afecta a millones de madres, exterminando la vida de millones de no nacidos.

Lo que realmente piensan

Los jueces de la Corte Suprema no sabían si estaban autorizando el asesinato de bebés. Los legisladores de Nueva York no sabían si un bebé en el vientre materno es un ser humano o cuándo lo es. Sin embargo, en 2019, aprobaron una ley que esencialmente despenaliza los abortos hasta el momento del nacimiento. Otros Estados tienen leyes similares. A algunos legisladores se les ha preguntado directamente si las leyes que apoyan permitirán matar a un bebé cuando esté empezando a nacer. ¿Su respuesta? ¡Sí!

Cuando era gobernador de Virginia, Ralph Northam dijo en la radio que si un aborto fallaba y un bebé nacía vivo, la madre y el proveedor de salud podían “hablar” sobre si dejaban vivir al bebé.

Explicando hasta qué momento se podría abortar a un bebé, Northam dijo: “Si una madre está en el parto, puedo decirle exactamente lo que sucedería: El bebé nacería; lo mantendrían cómodo; lo reanimarían —si es lo que la madre y la familia desean— y luego se produciría una conversación entre los médicos y la madre”.

El lenguaje siempre suena reflexivo, inteligente, tranquilo. ¡Pero no confunda lo que dijo! Él está describiendo a un niño que ya ha nacido, vivo. Está diciendo que habrá una conversación para determinar si se deja vivir a ese bebé o se le mata.

Hace toda una vida, la izquierda abandonó el reino del bien y el mal absolutos cuando se comprometió con el aborto. Desde entonces, han razonado y hecho promesas de campaña para abrirse camino a través de la lógica. El aborto debe hacerse por una buena razón, dijeron. Debe producirse en las primeras fases del embarazo, decían. Debe ser poco frecuente, decían hace apenas tres elecciones presidenciales. Pero como no hay ninguna etapa entre la concepción y la primera respiración de un bebé en la que de repente se convierte en un ser humano, cambiaron sus exigencias. No en la dirección de hacer el aborto más temprano y menos frecuente, sino cada vez más hacia la luz al final del canal de nacimiento.

Y ahora, incluso después de eso.

El gobernador Northam habló con una terminología tan humana, mantener al bebé cómodo y eso… antes de matarlo.

Esto es infanticidio. Es asesinato.

Esto es lo que ocurre cuando llegamos a considerar la vida humana como nada más que materia, átomos que chocan entre sí. Esto es lo que sucede cuando decimos que no hay nada sagrado en la vida humana.

He aquí una realidad inconfundible: Muchos defensores del aborto tienen una perspectiva despreocupada, incluso hostil, de la vida humana.

A esta tendencia se oponen quienes consideran que la vida humana es muy especial, digna de ser preservada y protegida.

Estas dos perspectivas no podrían ser más diferentes. ¿Cuál es su punto de vista? ¿Y de dónde viene esa opinión en última instancia?

Santidad de la vida humana

¿De dónde viene la idea de la santidad de la vida humana en primer lugar? Podemos pensar que el valor inherente y precioso de la vida humana es evidente. Pero, como nos enseña el ejemplo de los abortistas, no es así.

La mayoría de la gente no se detiene a pensar en ello, y a esa comentarista de izquierda no le gustará; pero nuestra alta valoración de la vida humana proviene de la Biblia.

Este Libro revela que los seres humanos fueron creados por Dios. Su primer capítulo describe a Dios renovando la faz de la Tierra, creando un bello entorno que sostendría la vida: primero las condiciones atmosféricas y geológicas, luego la vida vegetal en una variedad espectacular, después la vida animal en los cielos y en los mares, y luego las criaturas terrestres de todo tipo, “bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie” (Génesis 1:24). ¿Por qué hizo Dios todo esto? ¡Por la vida humana! Como Su creación física suprema, “dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (versículos 26-27).

El primer capítulo de la Biblia muestra que los seres humanos son diferentes a cualquier otra creación: estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Además revela que Dios nos dio dominio sobre todas las demás criaturas.

Si descartamos la Biblia, tal vez la mayoría, o todos nosotros, consideraríamos la vida humana como un producto de la evolución ciega y totalmente insignificante, por lo tanto desechable.

El resto de la Biblia revela por qué Dios hizo al hombre y cuál es Su propósito para nosotros, y es una verdad muy inspiradora. Dios se tomó la molestia de revelarla para darnos esperanza, inspiración y motivación para vivir vidas productivas, morales y con propósito.

La mayoría de la gente no entiende la Biblia. Pero si la abren en casi cualquier página, verán la evidencia de lo especial que es la vida humana y su propósito.

El rey David escribió: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria?” (Salmos 8:3-4). De toda Su vasta creación, ¿por qué Dios se preocupa tanto por los seres humanos? “Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar (…) ¡Oh [Eterno], Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (versículos 5-9). David estaba sobrecogido por la creación de Dios y por el hecho de que Dios coronara a los seres humanos con tal honor a la cabeza de todo ello.

Un autor del Nuevo Testamento citó el salmo de David: “Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: “¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él?” (Hebreos 2:6). Citó los versículos sobre Dios poniendo la creación bajo el dominio humano, y luego los amplió. Herbert W. Armstrong explicó en su libro El misterio de los siglos: “Pero el escritor del libro de Hebreos fue inspirado a ampliar la profecía de David añadiendo algo radicalmente diferente, ¡algo que sucederá en el mundo venidero!”.

“Este conocimiento revelado del propósito de Dios para el hombre, del increíble y asombroso potencial humano, sobrepasa los límites de la imaginación. La ciencia no sabe nada de ello, ninguna religión lo revela (hasta donde yo sepa) y, ciertamente la educación superior lo ignora totalmente”.

“Sin embargo, es lo que Dios dice que tiene preparado para los que le aman (1 Corintios 2:9-10)”.

El Sr. Armstrong mostró que el pasaje de Hebreos 2 revela claramente el propósito de Dios: ¡Dios hizo a los seres humanos para que le ayudaran a gobernar no sólo la Tierra, sino el universo! ¡Describe a Dios coronando a Jesucristo “de gloria y de honra”, y luego con la intención de traer “muchos hijos a la gloria” de la forma en que llevó a Su Hijo Jesucristo a la gloria!

¡La verdad sobre el propósito de Dios para los seres humanos es asombrosa y maravillosa! El Sr. Armstrong escribió un libro entero sobre ello, llamado El increíble potencial humano, que muestra que este propósito inspirador está en la Biblia de principio a fin (solicite un ejemplar gratuito). Dios quiere que entendamos esta verdad. Le da a nuestras vidas sentido y dirección.

Y nos da una perspectiva crucial de por qué es tan importante proteger y preservar la vida.

Cuando rechazamos esta verdad, como lo ha hecho la sociedad secular moderna, no podemos ver nada particularmente especial en la vida humana. El humanismo y otras ideologías y religiones proporcionan pobres sustitutos. Al quedarnos con las manos vacías, caemos en el pensamiento vil y el culto a la muerte que se ve en la cultura del aborto en Estados Unidos.

La ley de Dios protege la vida

Habiéndonos creado para un propósito maravilloso, Dios se toma en serio la protección de la vida humana. Para ello, redactó varias leyes, la más poderosa de las cuales es el Sexto Mandamiento: “No matarás” (Éxodo 20:13).

A lo largo de la historia, las sociedades que más se han alejado del pensamiento de acuerdo a Dios han llegado a considerar el asesinato no como un pecado o un crimen, sino como una valiosa herramienta para conseguir lo que quieren. Sólo en el siglo xx, los gobiernos encabezados por Mao Zedong, Adolfo Hitler, Josef Stalin, Hirohito, Pol Pot y Ho Chi Minh adoptaron una visión muy barata de la vida, y mataron a millones de millones de personas en pos de sus objetivos políticos.

Dios considera la vida humana tan valiosa que ordena: “El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá” (Éxodo 21:12). ¿Sabía usted que esta es la única ley que se repite en los cinco libros del Pentateuco? (vea también Génesis 9:6; Levítico 24:17, 21; Números 35:16-18, 31; y Deuteronomio 19:11-13). Muchas personas creen que la pena de muerte es injusta e hipócrita, que de alguna manera degrada la vida humana. ¡Dios dice que en realidad muestra el valor supremo de la vida humana! Demuestra por la fuerza lo preciosa que era la vida de esa víctima inocente al exigir el más severo de los castigos para aquel que la quitó.

(No se puede entender la vida humana y el plan de Dios para ella sin entender las enseñanzas de la Biblia sobre la vida después de la muerte. La Biblia revela que Dios resucitará a todos los pecadores que nunca Lo han conocido, incluyendo a los asesinos que fueron ejecutados. Cada persona recibirá la oportunidad de arrepentirse y vivir para siempre, p. ej., Apocalipsis 20:11-12. Así que la ejecución por un crimen no es una sentencia de muerte eterna).

Dios no se complace en la muerte de los malvados. Pero exigió la pena de muerte, no sólo para acabar con la miseria de un asesino (y reservarlo para la resurrección), sino también para que otros oyeran y temieran, y así evitar que se quitaran más vidas inocentes. Un mandato tan serio que protege la vida tiene un poderoso efecto disuasorio: menos personas cometen asesinatos, lo que significa menos víctimas de asesinatos y menos asesinos ejecutados.

En la ley que Dios dio al antiguo Israel, incluso el castigo por el homicidio involuntario, el asesinato accidental, era severo: el asesino tenía que desarraigar su vida y huir a una ciudad de refugio, donde permanecería hasta que el sumo sacerdote muriera (Números 35). Esto también engendró un profundo respeto por la vida del prójimo.

La ley de Dios incluso ordena que un animal que mate a un ser humano debe ser sacrificado (Éxodo 21:28-32). Muchos otros códigos legales antiguos abordan el asunto de un animal que hiere o mata a un ser humano, pero sólo en la ley de Dios el animal estaba sujeto a la pena de muerte y su carne ya no era apta para el consumo humano. En Babilonia, por ejemplo, la principal preocupación era proteger la propiedad de los ricos y poderosos. En la ley de Dios, la santidad de una vida humana, formada a imagen y semejanza de Dios, era lo primordial.

Lo más relevante para los acontecimientos recientes es que Dios incluso dio una ley para proteger la vida de un niño no nacido en el vientre materno.

En los versículos 22-23, la versión New King James dice: “Si unos hombres se pelean y hieren a una mujer embarazada, de modo que dé a luz prematuramente, pero sin que se produzca ningún daño [es decir, sin que el feto sufra ninguna lesión], sin duda será castigado de acuerdo con lo que el marido de la mujer le imponga; y pagará lo que los jueces determinen”. El agresor sólo debía pagar una indemnización por las molestias o dificultades que pudieran haber sufrido los padres. “Pero”, continúa, “si se produce algún daño, entonces darás vida por vida”. En otras palabras, si sus acciones causaban la muerte del niño no nacido, ¡era sentenciado a muerte!

A los ojos de la ley de Dios, la vida humana es sagrada. Y la vida de un niño no nacido es igual a la de un adulto.

Esta ley establecía la pena por matar accidentalmente a un feto. ¿Cómo cree que el Dios que hizo esa ley ve a los médicos que practican abortos con fines lucrativos, o a los servicios de asesoramiento que presionan a las mujeres embarazadas para que maten a sus bebés, o a los jueces que deciden que es “legal”, o a los políticos, grupos de presión y activistas que fomentan esas leyes y debaten los méritos de dejar morir intencionadamente a un recién nacido en una mesa de hospital?

La vida comienza en la concepción. Esto no sólo es cierto desde el punto de vista bíblico, sino que también es el único punto de vista científicamente viable. El asunto no puede responderse satisfactoria y definitivamente de otra manera. Después de la concepción, no hay ninguna etapa del desarrollo del niño, ningún momento de maduración, que lo convierta de repente en un ser humano. Es un ser humano desde la concepción. La única razón por la que habría un desacuerdo sobre este punto es que la gente quiere seguir con su vida sin un niño no deseado, no nacido, y por lo tanto quiere justificar su asesinato.

El peligro del razonamiento humano

Este mensaje sobre el valor supremo de la vida humana es consistente en toda la Biblia. Es cuando ignoramos esa revelación de nuestro Creador que empezamos a racionalizar actos de brutalidad hacia otros seres humanos, incluso el asesinato.

Los defensores del aborto siempre utilizan un lenguaje que suena noble, como “libertad”, “elección”, “atención de la salud”, “igualdad”, “derechos de la mujer”, “salud de la mujer”. (No llegarían muy lejos proclamando las virtudes de la “fornicación”, el “envenenamiento” y el “desmembramiento”). Sin embargo, cuanto más se analiza la verdadera realidad del aborto, más chocante y grotesca resulta. Una vez que la gente elimina a Dios de la escena, una vez que descarta los absolutos y comienza a viajar por ese camino en su pensamiento, termina justificando acciones que son cada vez más horribles.

Cuando los seres humanos descartan la verdad de que Dios es nuestro Creador, y plantean la hipótesis de que Su vasta, espectacular y hermosa creación es un accidente cósmico sin significado, propósito o valor inherente, cuando rechazamos la revelación de Dios y comenzamos a razonar nuestro camino a través de las cuestiones de la vida y la muerte, entonces aumenta la racionalización para todo tipo de comportamiento destructivo, incluso el asesinato.

Dios dice que el aborto es asesinato. La sociedad discrepa vehementemente. Tras la anulación del caso Roe contra Wade, los defensores del aborto se han expresado con renovada pasión. Utilizan el lenguaje de los “derechos” y la “libertad”, incluso, irónicamente, de la “salud”, pero están promoviendo agresivamente el asesinato.

Un documental de 2006, titulado Lago de fuego, incluía imágenes de un abortista sosteniendo una bañera con el contenido de su última intervención. Está lavando una bañera con intestinos, huesos, órganos y manos diminutas, asegurándose de que lo ha evacuado todo correctamente. Mide la longitud de un pequeño pie cortado para evaluar el grado de desarrollo del niño. Y este es el lenguaje que sale de su boca: “Bueno, la atención de los medios de comunicación siempre se dirige al feto y a las partes sangrientas, si se quiere, de la realización del procedimiento, cuando lo realmente importante es que hemos podido ayudar a esta joven mujer a seguir con su vida. Ella tiene planeado ir a la escuela y no tiene que asumir las responsabilidades de la maternidad. Y aquí, en sólo unos minutos, somos capaces de facilitar su decisión de no ser madre en este momento”.

Qué compasivo. Qué magnánimo y qué noble es, mientras sostiene con sus dedos una pequeña cabeza decapitada. No se enfoque en las partes sangrientas, dice. Enfóquese en el hecho de que la estamos ayudando a vivir su vida de la manera que ella quiere. Y mire, sólo se tarda unos minutos en convertir esa vida en una bañera con pedazos de cuerpo.

Esto es lo que realmente celebran las personas que aprueban estas leyes. No los “derechos reproductivos”. No la “protección de la salud de la madre”. Están celebrando que una mujer obtenga la libertad de deshacerse de la maternidad (de tomar la misma terrible decisión que puede tomar un hombre irresponsable) asesinando a su hijo.

¿Cómo pueden haberse vuelto tan insensibles? ¿Qué hay realmente detrás de ese pensamiento? La Biblia expone su verdadero origen: “El dios de este siglo”, un espíritu malévolo que odia a los seres humanos y quiere destruirnos, y que sin embargo gobierna este mundo (2 Corintios 4:4). “Él ha sido homicida desde el principio, y… no hay verdad en él. … es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44). Al infundir en el aire hostilidad hacia el Creador, es el “príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2).

Sí, ese espíritu asesino y mentiroso “ahora opera” en un mundo cada vez más lleno y gobernado por “hijos de desobediencia”.

Si observamos el tema del aborto, el contraste es asombrosamente claro entre la visión y la influencia de ese ser malvado y la del bondadoso Creador.

El apóstol Pablo profetizó en 2 Timoteo 3:1-4 que “en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos [egoístas, centrados en sí mismos] (…) desobedientes a los padressin afecto natural (…) intemperantes [sin autocontrol], crueles [brutales] … amadores de los deleites más que de Dios”.

Estamos viviendo en estos profetizados “postreros días”. Nuestro mundo está plagado de las actitudes que Pablo predijo: actitudes que conducen al sexo ilícito y a bebés no deseados; a abortos brutales a escala masiva. Y a luchar fervientemente para perpetuar esta macabra realidad.

Dios ya nos está corrigiendo por estos pecados, y esa corrección seguramente será mucho más severa. Sin embargo, un día, gracias a esa corrección, la gente se reencontrará con el Creador al que ha dado la espalda. Y aprenderán a valorar la santidad del don de la vida.

¡Un Dios de vida!

¡Dios es un Dios de vida! Él creó la vida, creó a los seres humanos y protege a los seres humanos de otros seres humanos. Dios ama a los seres humanos y quiere lo mejor para nosotros. Esta es una hermosa verdad que los defensores del aborto no reconocen. Cuando creemos en la verdad y la revelación de Dios, cuando aceptamos Su guía, cuando seguimos Sus leyes, somos bendecidos por ello. Nuestras vidas se llenan de propósito y esperanza. Nuestro pensamiento se vuelve más limpio, más brillante y más positivo. Una sociedad que respeta Su creación y Sus leyes también respeta la vida, en todas sus formas.

Si usted está abierto a la verdad bíblica sobre este tema, lea “Is Abortion Really Murder?” (¿Es el aborto realmente un asesinato?, disponible en inglés en theTrumpet.com/65). Además de las pruebas físicas, ¡ofrece una perspectiva espiritual convincente e inspiradora sobre lo precioso de una vida por nacer! Darse cuenta de lo que el Creador de los seres humanos está haciendo con la concepción y el nacimiento físico y espiritual le dejará atónito y le conmoverá.

Dios nos dice en Deuteronomio 30:19, “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”. ¡Dios quiere que vivamos! ¡Él nos da Su verdad y Su ley para que nosotros y nuestros hijos podamos vivir!

Y nos dice claramente, nos suplica: No elijas la muerte. No sigas tu propio camino. No razones tu camino en esto. Sígueme. Obedéceme. Aprende a pensar como Yo pienso. Aprende a ver la vida humana como Yo la veo. Aprende mi maravilloso propósito para ti y para tus hijos. ¡Y elige la vida!


¿EXISTE DIOS?

¿Se puede demostrar científicamente la existencia de Dios? ¿Cómo se originó la primera vida? ¿Podemos saber si existe un Dios inteligente?