OURIA TADMOR/COPYRIGHT: EILAT MAZAR
Una rica historia
Las excavaciones arqueológicas en Ofel se han llevado a cabo de forma intermitente desde mediados del siglo xix . Pero sólo en años recientes se han descubierto estructuras reales en Jerusalén que se correlacionan estrechamente con las descripciones bíblicas de los enormes proyectos de construcción del rey Salomón en los libros de Reyes y Crónicas.
Este verano pasado, en la fase más reciente de las excavaciones en Ofel realizadas por la Universidad Hebrea de Jerusalén, Eilat Mazar y su equipo se propusieron descubrir más restos del periodo salomónico; y lo lograron. Pero nadie esperaba que el descubrimiento más sorprendente de todos llegara en la primera semana de excavación, después que los excavadores apenas habían atravesado la superficie de la nueva área.
Allí, a sólo unos pocos centímetros debajo de los escombros modernos, éstos comenzaron a exponer un tesoro de monedas raras de oro, de plata y joyas de oro. Y entre estos tesoros había una joya real arqueológica: un gran medallón de oro ornamentado con una menorá, el icónico símbolo judío del candelabro de siete brazos.
“Esto sucede sólo una vez en la vida”, dijo la Dra. Mazar.
Esta fantástica colección fue descubierta a escasos 45 metros al sur del Monte del Templo, dentro de una estructura bizantina que data del siglo sexto. Es probable que haya sido empacada y cuidadosamente escondida por un prominente grupo de judíos durante la conquista persa de Jerusalén al comienzo del siglo séptimo d.c.
Al igual que las enormes piedras que usó el rey Salomón para construir su complejo real (ver artículo en este número) este tesoro recién descubierto, después de haber estado enterrado por 14 siglos, revive un testimonio fascinante y poderoso de un olvidado capítulo de los 3.000 años de historia antigua de la Jerusalén judía.
Un hallazgo fantástico
Este es el más reciente de una serie de hallazgos extraordinarios que la Dra. Mazar ha descubierto en los últimos años. Trabajando en representación de la Universidad Hebrea en Jerusalén, ella ha estado revelando la historia de Jerusalén por décadas. En 2009 ella reanudó su trabajo en Ofel, al pie del Monte del Templo, donde una vez había excavado con su abuelo, el Profesor Benjamín Mazar, en la década de 1970. Una segunda fase de la excavación en 2012 le dio su más reciente y notable hallazgo: una pieza de cerámica con la inscripción alfabética más antigua encontrada hasta la fecha en Jerusalén (ver artículo en este número).
Este pasado 22 de abril la Dra. Mazar y su equipo volvió al terreno para continuar la segunda fase de las excavaciones revividas de Ofel. A los cinco días de esta fase las trabajadoras Caridad French y Ahinoam Meyers estaban excavando en una estructura de la era bizantina cuando descubrieron un gran arete de oro. El hallazgo fue especialmente sorprendente por su proximidad a los escombros modernos. Al seguir excavando, apareció el segundo arete y después comenzó a emerger una cantidad de monedas de oro esparcidas por el área.
La excavación subsiguiente llevada a cabo por el equipo (incluyendo a la Dra. Mazar), reveló el medallón de la menorá enterrado en una depresión en el suelo y una colección de artículos de joyería escondidos debajo de éste. Los residuos de tela encontrados en los artículos indican que en algún momento éstos estuvieron guardados por separado en dos saquillos de tela.
El primer grupo, con el medallón de la menorá y otras joyas, fue encontrado intacto donde había sido escondido cuidadosamente en el suelo calizo. El segundo tuvo un destino más dramático. Sus artículos fueron hallados esparcidos por el suelo; aparentemente no hubo suficiente tiempo para enterrarlos.
La Dra. Mazar y su equipo cree que el medallón de la menorá, que cuelga de una cadena de oro, y los otros artículos de joyería encontrados con éste probablemente eran usados para adornar un rollo de la Torá, lo cual es una conocida costumbre milenaria de los judíos. Si así fuera, el medallón y los artículos que lo acompañan serían los adornos más antiguos conocidos de un rollo de la Torá alguna vez descubiertos. El relieve de la Torá en el propio medallón parece corroborar esta apreciación. Un medallón similar que muestra un rollo de la Torá junto con una menorá se encuentra en exhibición en el Museo Judío de Londres, aunque sus orígenes son desconocidos.
El segundo saquillo tenía 36 monedas de oro, dos aretes de oro, un colgante roto de plata bañado en oro y un lingote de plata pura, lo que probablemente eran artículos que un judío residente de la ciudad tenía intención de usar como pago.
Lior Sandberg, un experto en numismática quien examinó las monedas, concluye que la última fecha posible para su acuñación es el año 602 d.c. Por lo tanto, las monedas de oro y los elementos que las acompañan debieron haber sido abandonados en algún momento después de esta fecha. La Dra. Mazar considera que el tesoro fue abandonado alrededor del tiempo de la conquista persa de Jerusalén en 614 d.c.
¿Por qué fue abandonado?
Circunstancias históricas nos dan claves de por qué tal tesoro pudo haber sido dejado en Jerusalén.
Después que la ciudad cayó bajo el control persa, los judíos acudieron en tropel a Jerusalén con intenciones de regresar y reconstruir su patria. Sin embargo, la historia relata que a medida que el poder de los persas menguaba, igualmente su apoyo a la población judía. Para apaciguar el creciente poder de la cristiandad, los persas traicionaron a los judíos y los expulsaron de Jerusalén.
Sandberg escribió: “La colección de joyas fue abandonada después del 602 d.c., muy probablemente después de la conquista persa de Jerusalén, y después de que los persas cambiaran su actitud hacia los judíos y permitieran su expulsión de la ciudad. El hecho que el oro no fue escondido apropiadamente ni llevado de vuelta da testimonio de las trágicas circunstancias que llevaron a su abandono”.
En su nuevo libro, El descubrimiento del tesoro de la menorá a los pies del Monte del Templo, la Dra. Mazar plantea la teoría de que la colección de adornos del rollo de la Torá y el saquillo que contiene las monedas y otros medios de pago, acompañaban a un grupo de judíos prominentes enviados como representantes de su comunidad para construir una sinagoga en Jerusalén.
La Dra. Mazar escribió que, “No es inconcebible que esto estuviera destinado como una contribución hacia la reconstrucción del templo mismo. Esto no lo podemos saber (...) Lo cierto es que su misión, la que hubiera sido, no tuvo éxito. El tesoro fue abandonado, y sus propietarios nunca pudieron volver a recogerlo”. ▪