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¡Una forma de gobierno que funciona!
A lo largo de la historia la gente se ha dado cuenta que la sociedad necesita un gobierno; de lo contrario, todo hombre se gobierna a sí mismo. Los fuertes se aprovechan de los débiles; los malvados se aprovechan de los demás. La sociedad desciende al caos. Pero el problema es que los gobiernos humanos traen sus propios problemas.
La razón principal por la que los sistemas de gobierno de este mundo fallan, es que son inventados y administrados por seres humanos bajo la influencia de Satanás el diablo, un ser malvado que odia apasionadamente a Dios, y que odia el gobierno de Dios. Satanás no solo ha sometido a la humanidad a gobiernos opresivos, ineptos y egoístas durante milenios, sino que nos está engañando para que odiemos y rechacemos todas las formas de autoridad; especialmente el gobierno de Dios. Mire a su alrededor. La sociedad de Satanás emite sin cesar mensajes descaradamente antigubernamentales. Los medios describen al esposo y padre como un debilucho inmaduro; al jefe en el trabajo, como a un idiota; en el gobierno, los funcionarios son ridiculizados salvajemente. ¡Debemos darnos cuenta cuán anti-Dios son realmente todas estas ideas sobre el gobierno!
También es importante que nos demos cuenta de cuán diferente es el gobierno de Dios de cualquier otro. Dios tiene un sistema perfecto de gobierno, revelado en las Escrituras. Y muy pronto, será la autoridad en toda la Tierra.
El autor del gobierno
En su libro El misterio de los siglos, Herbert W. Armstrong llamó a Dios el “Autor del gobierno”. Dios es el único Legislador supremo y perfecto (Santiago 4:12), y “El hecho mismo de la ley, presupone gobierno”, escribió el Sr. Armstrong. “El gobierno es la administración y aplicación de la ley por parte de una autoridad. Esto requiere un liderazgo con autoridad, uno al mando” (El misterio de los siglos). Incluso entre Dios el Padre y Jesucristo, el Hijo habló claramente de cómo el Padre tiene una autoridad superior (ej. Juan 14:28).
El gobierno es simplemente un sistema organizado de administración y aplicación de la ley. La ley nos dice cómo vivir; el gobierno administra y hace cumplir esa ley. Los gobiernos de los hombres administran las leyes del hombre; el gobierno de Dios administra la ley de Dios. Un gobierno que no hace cumplir la ley de Dios, no es el gobierno de Dios.
“El gobierno de Dios es necesariamente un gobierno de arriba hacia abajo”, continuó el Sr. Armstrong. “No puede ser un ‘gobierno por consentimiento de los gobernados’. Sus leyes se originan en, y son transmitidas por Dios; pero nunca son legisladas por el pueblo, ni dictadas por los gobernados sobre cómo el gobierno debe regir sobre ellos”.
“[E]l gobierno de Dios se basa en la ley de Dios, que es la forma de vida de amor altruista, cooperación y preocupación por el bien de los gobernados. Y esta ley de Dios produce paz, felicidad y cooperación a través de la obediencia”. La Biblia revela que esa ley puede resumirse en la palabra amor; subdividida en amor hacia Dios y amor hacia el prójimo (Mateo 22:36-40). “Jesús magnificó esta ley al mostrar cómo su principio se expande para cubrir prácticamente todas las infracciones humanas posibles. Es tan perfecta que, aplicando su principio, es una ley completa” (ibíd).
Cuando Jesucristo regrese a la Tierra con supremo poder y gloria, esa ley será enseñada y aplicada en todo el mundo (Isaías 2:2-4). Los resultados serán un mundo con familias fuertes y felices, un mundo sin asesinatos y odio, un mundo de honestidad y verdad, de dar y de satisfacción, de prosperidad y armonía, un mundo unido en conocer y adorar al único Dios verdadero.
“¡El contraste entre los hermosos resultados del gobierno de Dios y los miserables resultados de los gobiernos del mundo de Satanás, no podría ser más marcado!”, escribió el jefe editor de la Trompeta, Gerald Flurry, en un reciente número de nuestra revista complementaria Royal Vision. “Sin embargo, la naturaleza humana, bajo la influencia de Satanás, se rebela contra y rechaza el gobierno de Dios. Afortunadamente, esto cambiará cuando Cristo regrese. El diablo será encarcelado y sus ondas transmisoras anti-Dios cesarán (Apocalipsis 20:1-3). Los ojos de los hombres serán abiertos a los beneficios gloriosos de ser gobernado por Dios, y lo aceptarán”. Luego él se refirió a la profecía en Hechos 3:20-21 acerca de ese tiempo siendo llamado “la restitución de todas las cosas”. “Dios anhela restaurar Su gobierno a la Tierra”, escribió. “Ése es el aspecto más importante de esta próxima ‘restitución de todas las cosas”.
Más adelante en el artículo veremos más de los resultados que esta “restitución de todas las cosas” logrará. Pero primero, estudiemos algunos de los detalles que la Biblia nos enseña sobre la forma de gobierno de Dios. La ley de Dios no sólo muestra cómo amar a Dios y al prójimo, sino que también incluye muchas disposiciones que explican cómo administrar y hacer cumplir esa ley adecuadamente. Les dice a los líderes cómo liderar de una manera de acuerdo a Dios. También les dice a los seguidores cómo seguir de manera excelente. Cuando se obedece la ley espiritual eterna de Dios, se produce una relación hermosa y armoniosa entre el líder y el seguidor, el gobierno y los gobernados.
Liderazgo divino
El principio del gobierno de Dios se basa en el hecho de que Dios está en la cima. Es un gobierno para el pueblo, pero no por el pueblo. La autoridad emana de Dios, y Él la delega a quien Él elija para administrar y hacer cumplir Su ley.
En los primeros cuatro capítulos de Deuteronomio, Moisés pronunció un sermón a los israelitas sobre su historia. Deuteronomio 1:9-10 muestra cómo Moisés estaba actuando como el único representante de Dios, administrando Su gobierno, pero el trabajo era demasiado grande para él. La solución de Dios fue crear un sistema organizado de líderes que trabajaran bajo Moisés en una estructura piramidal (versículos 13-15). Este es el patrón para el gobierno de Dios en toda la Biblia. Es el gobierno de arriba hacia abajo, con Dios en la cima, trabajando a través de un hombre, y personas ocupando varios cargos bajo ese hombre. La estructura piramidal del gobierno por sí sola no lo convierte en el gobierno de Dios—muchas organizaciones mundanas usan esa estructura piramidal. ¡Lo que lo convierte en el gobierno de Dios es que tiene a Dios en la cima!
En una carta a los miembros del 2 de mayo de 1974, el Sr. Armstrong habló sobre esta administración del gobierno de acuerdo a Dios: “Aquí está el gobierno desde arriba (Dios) hacia abajo. (…) Bajo el Eterno Dios en autoridad estaba Moisés. Bajo Moisés varios gobernantes, cada uno sobre miles (podría haber varios miles debajo de cada gobernante). Debajo de cada gobernante de mil, gobernantes sobre cientos. Debajo de cada gobernante de cien, gobernantes de cincuenta, y debajo de cada uno de ellos gobernantes de decenas. Era un gobierno de arriba hacia abajo —es decir, desde Dios— ¡era el gobierno de Dios!”.
Para implementar ese gobierno, cada individuo en el cargo debe ser una persona justa que exhiba un carácter de acuerdo a Dios. Muchas personas han llegado a creer que el carácter de un líder no importa—lo que importa es que él o ella sepan cómo liderar. Para Dios, esta noción es ridícula.
A lo largo de la Biblia, Dios Mismo se preocupa, sobre todo, del carácter, no del talento, el carisma, la ambición, ni alguna “habilidad mágica para liderar”. Estudie, por ejemplo, las calificaciones para el ministerio que el apóstol Pablo analiza en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9. ¿De qué sirven otras cualidades de liderazgo si el líder extravía a las personas con un ejemplo personal corrupto?
La solución a los gobiernos fallidos de toda la humanidad, influenciados por Satanás, es el Reino de Dios. Ese gobierno de acuerdo a Dios consistirá en seres Dios con carácter perfecto que están sometidos a Dios. ¡Nada más funcionará! Los gobiernos humanos a menudo actúan en sus propios intereses. Es por eso que tienden a hacerse cada vez más grandes, exigiendo más y más recursos de las personas. El gobierno de Dios es diferente: ¡No actúa en su propio interés porque Dios está en la cima y Dios es amor! Dios tiene preocupación altruista en beneficio de aquellos bajo Su autoridad.
Cuando Jesucristo estaba entrenando a Sus discípulos para posiciones en el gobierno, al menos en una ocasión comenzaron a discutir políticamente sobre quién debería tener un cargo más alto. Jesús aprovechó la oportunidad para mostrarles cuán diferente y completamente altruista es el gobierno de Dios. Él dijo: “En este mundo, los reyes y los grandes hombres dominan a su pueblo, pero son llamados ‘amigos de la gente’. Pero entre ustedes será diferente. Aquellos que son los más grandes entre ustedes deben tomar el rango más bajo, y el líder debe ser como un sirviente. ¿Quién es más importante, el que se sienta a la mesa o el que sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero no aquí! Porque yo estoy entre ustedes como uno que sirve” (Lucas 22:24-27; Nueva Traducción Viviente). El liderazgo de acuerdo a Dios es servicio. Quienes lo implementan viven y gobiernan de acuerdo a la ley de amor de Dios. Si ellos ponen primero sus propios intereses, están violando esa ley (Mateo 22:36-40).
En Deuteronomio 17:14-20, Dios dio algunas leyes para la monarquía de Israel. El versículo 15 muestra que el rey debía ser la elección de Dios. Dios no instituyó nada parecido a la democracia—todavía era el gobierno de Dios. Este versículo también muestra que Dios no quiere que los israelitas sean gobernados por no israelitas. En el versículo 16, Dios le ordena al rey que no confíe en su ejército. EE UU ha violado ambas leyes en tiempos recientes.
El versículo 17 resalta la preocupación de Dios por el carácter del gobernante. Él quería que el rey tornara su corazón hacia Él y no que fuera desviado por el deseo de tener mujeres o riquezas. Esto nuevamente apunta a la contraparte del Nuevo Testamento donde Dios exige que un ministro sea “el marido de una sola mujer (…) no codicioso de ganancias deshonestas” (1 Timoteo 3:2-3). Un líder que es codicioso de dinero es susceptible a la corrupción, y puede abusar de su posición a expensas de la gente. A ojos de Dios, tal debilidad descalifica a un individuo para liderar.
En los versículos 18-20, Dios ordenó que el rey fuera un estudiante diligente de Su ley. Esto tiene mucho sentido cuando recordamos que el gobierno de Dios es un sistema de administración e implementación de la ley de Dios. Esto es cierto donde sea que se administra ese gobierno, ya sea dentro de una familia, iglesia o nación. Pronto será cierto en toda la Tierra.
Este es esencialmente el alcance de lo que el gobierno de Dios hará en el Mundo de Mañana: 1) educar a las personas en la ley de Dios; enseñando a las personas cómo llevar una vida feliz, prosperar y ser bendecidos—individualmente, en sus familias, con sus vecinos y en sus naciones; y 2) administrar y hacer cumplir la ley de Dios, asegurando la justicia entre las personas al juzgar de acuerdo con esa ley. (Esto implica llevar a los criminales a juicio y proteger a las personas de los agresores externos. Dentro de la nación de Dios, esto en última instancia incluye destruir a los agresores extranjeros.) Dentro de una iglesia o nación, el gobierno de Dios también opera un sistema centralizado de adoración.
El propósito del gobierno de Dios es extraordinario por su hermosa simplicidad. Necesitamos darnos cuenta de cuán revolucionario es en comparación con todos los sabores de gobierno en el mundo de Satanás.
Lo que el gobierno de Dios no hace
Antiguamente, cuando los israelitas exigieron un rey, Dios le dio a Samuel importantes aclaraciones sobre los peligros de los gobiernos humanos, los que Samuel transmitió al pueblo (1 Samuel 8:10-18). Dios advirtió que un gobierno dirigido por humanos sería opresivo. Introduciría gravosos impuestos, se haría presuntuoso y centralizado. Eso es lo que los gobiernos dirigidos por los humanos tienden a hacer: se hacen más grandes a medida que acumulan poder, propiedad y riqueza—riqueza que debería permanecer en manos de los ciudadanos.
El gobierno de Dios es mucho más generoso, mucho menos intrusivo y mucho más interesado en la prosperidad y felicidad de la gente. Considere algunas cosas que el gobierno de Dios no hace—cosas que se vuelven muy problemáticas cuando los gobiernos las hacen.
El gobierno de Dios no administra el dinero de las personas—ni para atención médica ni para jubilación. (Esos programas están derribando a EE UU y a muchas otras naciones occidentales. La mentalidad socialista—de que el gobierno le proveerá a usted—contraviene la ley de Dios. Por eso falla.) El gobierno de Dios no posee ni administra negocios que compiten con negocios administrados por la industria privada. El gobierno de Dios facilita la creación de riqueza en lugar de interferir con ella.
El gobierno de Dios no legisla nuevas leyes. Dios sólo tiene alrededor de 600 leyes. Los gobiernos del hombre, por el contrario, constantemente crean nuevas leyes. En el sistema de administración de Dios, no hay legislatura. En el antiguo Israel, si Moisés necesitaba orientación en un asunto que no podía discernir de la ley existente, apelaba a Dios, quien le daba juicios de acuerdo con la ley existente. Así era en el antiguo Israel, ¡y así será en el Mundo de Mañana! Santiago 4:12 dice que hay un Legislador: Dios. Los puestos gubernamentales bajo el Legislador son administrativos—administrando la ley de Dios que ya existe.
El gobierno de Dios es muy simple. Enseña la ley, la administra y hace cumplir esa ley. Es por eso que todo el gobierno de Dios—ya sea sobre una iglesia, una nación o el mundo entero—puede operar con un presupuesto tan limitado. Se mantiene al margen del negocio de las personas mientras se esfuerzan por cumplir la ley. En el Milenio, las personas diezmarán y darán ofrendas igual que el pueblo de Dios lo hace hoy en la Iglesia de Dios. La riqueza va a crecer. ¡La justicia, la equidad y la paz se extenderán!
Como el gobierno de Dios enseña, administra y hace cumplir la ley de Dios—Su camino de vida—el mundo entero podrá disfrutar del afecto y el amor, la cooperación, la armonía, la forma de vida de servicio y ayuda, ¡la forma que Dios y el Verbo han disfrutado por siempre!
Los frutos hermosos
Jesucristo está a punto de regresar y tomar Su lugar como Rey de reyes, gobernando toda la Tierra. Usted puede leer sobre esto en la maravillosa profecía de Isaías 9:6: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado [gobierno] sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. ¡Qué títulos tan maravillosos! Qué maravilloso cuadro de la bendición que será este gobierno.
“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de [el Eterno] de los ejércitos hará esto” (versículo 7). ¡Dios es celoso de esto! El Sr. Armstrong dijo que “la restauración del gobierno de Dios es el único gran propósito más importante en la mente de Dios”.
La Biblia está llena de profecías hermosas que describen las condiciones que resultarán cuando este gobierno sea restaurado. El Sr. Armstrong lo describe con detalles inspiradores en The Wonderful World Tomorrow—What It Will Be Like (El maravilloso mundo de mañana—Cómo será, disponible en inglés. Solicítelo gratis).
“¡Ahora note cómo funcionará el nuevo gobierno mundial!”, escribió en el Capítulo 4: “El nuevo gobierno mundial”. “Todos los funcionarios serán nombrados—y por el Cristo divino, que lee y conoce los corazones de los hombres, su carácter interior y las habilidades o la falta de éstas. Usted encontrará una descripción de la visión sobrenatural de Cristo sobre el carácter mismo de los demás en Isaías 11:2-5. (…) Piense en eso—no se desperdiciará dinero en campañas políticas. No habrá divisiones en los partidos políticos con disputas y odios. ¡No habrá partidos políticos!”.
Cristo y Su Familia gobernante ocasionarán esta utopía a través de dos cursos básicos de acción, continuó el Sr. Armstrong: “1) Todo crimen y rebelión organizada serán sofocados por la fuerza—fuerza divina sobrenatural. 2) Cristo entonces pondrá Su mano para reeducar y salvar, o convertir espiritualmente, al mundo”.
En el primer punto, el paso más importante que Cristo tomará es deponer y encarcelar a Satanás el diablo, “el dios de este siglo [presente]”, cuya influencia maligna se manifiesta en la naturaleza humana en todas las interacciones de la humanidad (2 Corintios 4:4; Apocalipsis 20:1-2). El final de su transmisión malévola cambiará de inmediato el curso del mundo. Pero lo que quede de la terquedad y obstinación del hombre, Cristo la enfrentará gobernando con una “vara de hierro” (Apocalipsis 19:15).
En cuanto a la segunda acción, una vez que la naturaleza humana sea eliminada, Dios podrá poner Su ley en la mente de las personas y escribirla en sus corazones (Jeremías 31:33; Hebreos 8:10; 10:16). “Cuando las leyes de Dios estén en nuestros corazones, cuando amemos los caminos de Dios, y en nuestros corazones queramos vivir por ellos, la naturaleza humana será sometida, ¡y la gente querrá vivir de la manera que es la causa de la paz, la felicidad, la abundancia y el alegre bienestar!”, continuó el Sr. Armstrong.
Con el Príncipe de Paz supervisando un gobierno de líderes justos e incorruptibles que administran una ley perfecta de amor, con las ondas de transmisión satánicas detenidas y la verdadera educación universal (Habacuc 2:14), con todas las personas en todo el mundo desarrollando una relación amorosa y personal con el único Dios verdadero, ¡resultará un mundo verdaderamente utópico! Las Escrituras describen ampliamente la vida rebosante de agua pura, alimentos nutritivos, clima favorable, desiertos fértiles, abundancia agrícola, salud sólida, trabajo satisfactorio, economías eficientes, alfabetización universal, ciudades elegantes, arquitectura espectacular, energía limpia, familias felices y comunidades armoniosas. ¡El gobierno de Dios producirá todas estas condiciones y llevará a todos los seres humanos a realizar plenamente su increíble potencial dado por Dios! ▪