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Una computadora creó nuestra imagen de portada

LA TROMPETA

Una computadora creó nuestra imagen de portada

La tecnología está dando rienda suelta a la imaginación. ¿Es esto algo bueno?

Recientemente me enteré de MidJourney, un generador de imágenes de inteligencia artificial (IA). A los pocos minutos de probarlo, mi mandíbula estaba en el suelo y mi cabeza daba vueltas. Me hizo repensar el mundo que me rodeaba.

Cree una cuenta, escriba lo que quiera ver y luego haga clic. “Un ratón marrón bordado vestido con una enagua, estilo Pixar”. “Mapa cartográfico del cielo exquisito, extremadamente detallado y etiquetado, estilo Da Vinci”. “Pájaro de ala de cera bohemio etéreo, Bombycilla garrulus”. El resultado: impresionantes imágenes originales de una calidad sorprendentemente profesional, en menos de un minuto.

La imagen de portada de este número de Trompeta proviene de esta aplicación. Escribimos: “Retrato fotográfico de cuerpo entero de la silueta de un niño observando, en una luz brillante; en el fondo una ciudad brillante y borrosa, el futuro Times Square”, y eso es lo que nos dio, instantáneamente.

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Es increíble, y, bueno, espeluznante, cuán hábilmente un programa de computadora económico ahora puede simular no sólo la experiencia técnica, sino también la creatividad humana y la imaginación artística. Este y otros programas de imágenes de IA, como Dall-E 2 de Open AI, Stable Diffusion de Stability AI y media docena más, pueden arrojar “fotografías” asombrosamente convincentes de prácticamente cualquier cosa: “Una hamburguesa con la forma de un cubo de Rubik, fotografía profesional de alimentos”; “Un velociraptor trabajando en un puesto de perritos calientes, 35MM”; “Drácula caminando por las calles de la ciudad de Nueva York en la década de 1920, foto en blanco y negro”. En un mundo que ya está atacando, erosionando y redefiniendo la realidad, distinguir lo real de lo falso se ha vuelto mucho más difícil.

Las ramificaciones para las bellas artes, el arte comercial, la fotografía, el cine, las publicaciones, el vestuario y cualquier otro campo visual son incalculables. ¿Qué efectos tendrá esto en los artistas visuales actuales y futuros? Los artistas protestan porque estos programas de aprendizaje automático están entrenados en colosales tesoros de trabajo creativo protegido por derechos de autor, sin permiso, sin crédito y sin compensación. El plomero de su vecindario puede “crear” nuevas obras de arte al estilo de los ilustradores, diseñadores y fotógrafos vivos, sin costos. Las controversias éticas abundan.

Unas semanas antes, me enteré de ChatGPT, una extraordinaria interfaz de IA que puede hablar con conocimiento y facilidad sobre un espectro infinito de temas. Usted puede tener una conversación con ella, y ella le enseñará y aprenderá de usted al mismo tiempo. La gente está usando esta aplicación para crear códigos de computadora, componer letras de canciones, escribir tarjetas de condolencias y notas de amor, y muchas otras actividades que siempre han sido realizadas por humanos.

A medida que los avances en la tecnología de IA continúan acelerándose a un ritmo vertiginoso, se vuelve cada vez más claro que debemos abordar los peligros potenciales que plantean estas poderosas herramientas. Desde la posibilidad de armas autónomas hasta el potencial de desplazamiento laboral y perturbación económica, los riesgos asociados con la IA son reales y no se pueden ignorar. Debemos adoptar un enfoque proactivo para garantizar que estas tecnologías se desarrollen e implementen de manera responsable.

Yo no escribí ese último párrafo. Fue generado por ChatGPT, según mi comando: “Escribe un párrafo en estilo de comentario periodístico conciso sobre los peligros de la tecnología de IA”.

A medida que la poderosa y ampliamente accesible IA se propaga y mejora por milisegundos, las preguntas se multiplican. ¿Quién la controlará? ¿Cómo la usarán? ¿Cómo nos afectará, ya sea con o sin intención? A la tecnología no le importa. Ella avanza. La adoptamos. Nos hacemos dependientes de ella. Dejamos que las viejas habilidades mueran. Y nuestro mundo conectado avanza implacablemente hacia un futuro desconocido.

El avance de la tecnología nos influye y nos moldea de maneras que ni siquiera nos damos cuenta. Cada nuevo desarrollo en la historia, la imprenta, la radio, Internet, ha confirmado una vieja verdad: nuestras tecnologías no mejoran el carácter humano. Lo amplifican.

Usada correctamente, la tecnología puede ser muy beneficiosa, vemos eso todos los días. Pero cuando el carácter humano está equivocado, cuanto más poderosa es la tecnología, más envalentonados están sus elementos más bajos. El hombre que habla la verdad puede llegar a miles en la radio, a millones en la televisión, a miles de millones en línea. Pero también pueden hacerlo el mentiroso, el estafador, el pornógrafo y el derrochador. Es indiscutible que muchas de nuestras tecnologías nos han permitido volvernos más perezosos, más indulgentes, más derrochadores y más autodestructivos. Si queremos tomar atajos, engañar, robar, codiciar y lujuriar, las herramientas más poderosas lo hacen más fácil que nunca. Un determinado avance tecnológico puede ser, en sí mismo, moralmente neutral. Pero herramientas más poderosas significan resultados más poderosos, y sin un carácter fuerte, resultados más perniciosos.

Al inspeccionar un canal de MidJourney con flujos de nuevas imágenes que se muestran continuamente a instancias de los textos introducidos por los usuarios, uno no puede evitar pensar: “y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Génesis 11: 6). Lo que hace que esto sea especialmente preocupante es que hoy en día, nuestros vertiginosos avances técnicos van en la dirección opuesta a nuestro carácter. Estas herramientas están rompiendo las restricciones de nuestra imaginación en un momento en que la sociedad también se ha deshecho violentamente de las restricciones morales y ha dejado de lado la brújula del bien y del mal que Dios nos dio. Con el diablo a nuestro lado, perseguimos todo lo que nos apetece, seguimos nuestros corazones engañosos adonde nos lleven.

La humanidad, sin las barandas de los lineamientos divinos, le está confiando a la tecnología en general y ahora a la inteligencia artificial en particular cada vez más responsabilidad, no sólo para crear nuestro arte y comunicarse por nosotros, sino para diagnosticar nuestras enfermedades, decodificar nuestros genes, conducir nuestros autos, volar nuestros aviones, diseñar nuestras máquinas, guiar nuestras armas y más. Al carecer de un amarre espiritual seguro, esta tecnología ya se está escapando de nuestro control. Las consecuencias finales, apenas podemos imaginarlas.

EL INCREÍBLE POTENCIAL HUMANO

Este es el asombroso relato del verdadero mensaje evangélico de Jesucristo—y de cómo la dimensión faltante fue retenida y el mundo entero engañado.