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Alex Jones

Sean P. Anderson

Un golpe a la libertad de expresión en EE UU

Las grandes compañías “Big Tech” tecnológicas están decidiendo qué información debería estar disponible para los ciudadanos estadounidenses.

La revista Trompeta depende de la libertad de expresión. La libertad de expresión está garantizada por la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos. Pero también depende del deseo general de los estadounidenses a escuchar las voces de fuera de la corriente principal. La verdad de Dios definitivamente está fuera de la corriente principal. Trompeta vigila atentamente las formas en las que la libertad de expresión está siendo reprimida y censurada. Entre ellas hay desafíos legales contra la libertad religiosa, despidos draconianos de empleados con puntos de vista “políticamente incorrectos”, exclusión de oradores inconformistas invitados en los campus universitarios, llamados a la vergüenza pública y al ostracismo, incluso violencia con el objetivo de intimidar y silenciar.

Ahora, las compañías tecnológicas están aumentando esta tendencia.

El 5 y 6 de agosto, Apple, Facebook, Google, Pinterest, Spotify y varias otras firmas de tecnología se unieron para prohibir el contenido de Alex Jones, el locutor alborotador y comentarista de la radio. Apple eliminó cinco de los seis podcasts de Jones el 5 de agosto. Temprano el 6 de agosto, Facebook retiró cuatro páginas controladas por Jones, y Google prohibió el Canal Alex Jones de YouTube. Pinterest también eliminó su tablero InfoWars, y Spotify eliminó todos los episodios de The Alex Jones Show.

Jones tiene algunos puntos de vista muy poco ortodoxos, incluyendo teorías erróneas de conspiración. También resulta ser un crítico abierto de muchos políticos, agencias y políticas gubernamentales que estas compañías tecnológicas tienden a apoyar.

Todas afirman que Jones violó sus políticas de odio. Un representante de Apple le dijo a BuzzFeed News que: “Apple no tolera el discurso de odio, y tenemos pautas claras que los creadores y desarrolladores deben seguir para garantizar que proporcionamos un entorno seguro para todos nuestros usuarios”. Facebook también publicó una declaración de prensa detallada sobre el asunto: “Como resultado de los informes que recibimos, la semana pasada, eliminamos cuatro videos en cuatro páginas de Facebook por violar nuestras políticas de intimidación y discurso de odio”.

A pesar de estas razones para censurar las opiniones de Jones, no hay una sola explicación de porqué las cinco compañías de repente eligieron el mismo lapso de dos días para silenciarlo. La acción parece haber estado coordinada ya sea por ejecutivos de redes sociales o por funcionarios del gobierno.

El senador Chris Murphy, un demócrata de Connecticut, expresó su firme apoyo a estas medidas y pidió a Silicon Valley que prohibiera incluso más sitios de la Web. “Sé que Facebook, Apple y YouTube se han vuelto tan grandes que a veces parecen ser el gobierno. Pero no lo son. Son compañías privadas que no deben divulgar a sabiendas mentiras y odio. Hoy dieron un buen primer paso al eliminar InfoWars”, tuiteó Murphy el 6 de agosto. “InfoWars es la punta de un iceberg gigante de odio y mentiras que utiliza sitios como Facebook y YouTube para destrozar a nuestra nación. Estas empresas deben hacer algo más que eliminar un sitio web. La supervivencia de nuestra democracia depende de ello”.

La retórica de Jones a menudo es controvertida e incendiaria. Pero lo que le sucedió a InfoWars es sólo el último ejemplo del problema más amplio relacionado con la censura de Silicon Valley. Como dice el senador Murphy, Apple, Facebook, Google, Pinterest y Spotify son técnicamente compañías privadas. Pero su poder sobre el flujo de información ahora es enorme. Y la línea entre ellos y el gobierno es borrosa, en el mejor de los casos. Las compañías tecnológicas de Silicon Valley gastaron más de 49 millones de dólares de lobby en el Congreso, agencias federales y la Casa Blanca el año pasado. Y muchos de sus ejecutivos han tomado posiciones gubernamentales superiores. El lobby corporativo les da a las grandes compañías tecnológicas (Big Tech) poder e influencia sobre la política y el comportamiento del gobierno, lo que les permite establecer monopolios digitales.

Los magnates de la Internet ahora están lo suficientemente seguros como para restringir descaradamente la libertad de expresión.

Los gobiernos autoritarios en China e Irán regulan a qué información online pueden acceder sus ciudadanos. La Primera Enmienda prohíbe al Congreso promulgar leyes de censura similares. Pero eso no impide que estas compañías tecnológicas tomen decisiones con efectos similares. Siendo que ellos gastan 49 millones de dólares para mejorar sus relaciones con legisladores y burócratas en Washington, D.C., permitir que la gente critique al gobierno que usa su plataforma sería desperdiciar aquel dinero.

“Las compañías enumeran reiteradas violaciones de sus políticas como la razón por la cual el material de Jones ya no está en sus sitios”, escribió Holly Scheer para el Federalist. “Pero esto no se trata de que si a usted le gusta Jones o que si piensa que él es un ser humano reprensible. Por el contrario, se trata de lo que significa para nuestra sociedad si unas pocas empresas tecnológicas deberían poder decidir por todos, qué información está disponible, y qué es lo que se pasa de la raya” (7 de agosto).

A medida que la “Nueva Moralidad” de Estados Unidos se vuelve más fanática, poderosa, estricta y hostil a la moralidad bíblica, Trompeta, al mantenerse firme, se encuentra más al borde. Amós 7:10, una profecía del tiempo del fin, describe un tiempo cuando el mensaje de Dios es marginado, cuando “la tierra no puede soportar todas sus palabras”. Estamos viendo a la sociedad moverse inexorablemente más cerca de ese momento.

Pronto, el antagonismo público se combinará con la fuerza política para abolir este mensaje. “He aquí vienen días, dice [el Eterno] el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de [el Eterno]” (Amós 8:11).

Preste atención al mensaje de Dios —y actúe en consecuencia— mientras haya tiempo para escucharlo. 

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