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Un camino seguro hacia la sanidad y la salud

ISTOCK.COM/DRUVO

Un camino seguro hacia la sanidad y la salud

La mayoría de la gente pone una enorme fe en la industria médica para librarse de las enfermedades. A continuación encontrará un propósito más sólido para su fe.

Gracias al coronavirus, la industria médica ha dominado nuestras vidas en los últimos años. En 2020, el gasto en salud de EE UU ascendió a 4,1 billones de dólares. Esto supone casi el 20% del producto interior bruto de la nación: ¡uno de cada cinco dólares! La gente confía enormemente en los médicos para que curen sus enfermedades y dolencias.

El problema es que hemos visto cómo se han politizado muchas de nuestras instituciones sanitarias más célebres. Se ha demostrado que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (cdc), la Administración de Alimentos y Medicamentos (fda) y los Institutos Nacionales de Salud (nih) están profundamente influenciados por el dinero de las empresas farmacéuticas, y están tomando decisiones que les benefician a ellos a expensas de la salud pública. Se observan problemas similares incluso con los médicos locales: a menudo recetan medicamentos o recomiendan procedimientos por interés económico, no por salud.

Esto debería hacer tambalear nuestra fe en la ciencia médica, ¿no es así? Pero parece que la mayoría de la gente sigue confiando plenamente en ella.

¿Sabía usted que Dios desea profundamente que usted tenga una salud física vibrante? Él inspiró al apóstol Juan a escribir: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2). Note que esta escritura muestra que hay una condición. Dios quiere que usted prospere en salud física, así como usted tiene una vibrante salud espiritual (eso es lo que quiere decir con “tu alma”). Él quiere que realmente miremos hacia Él para que pueda darnos una fuerte salud física y espiritual.

Cuando se trata de la salud y la sanidad, Dios quiere estar presente en nuestras vidas. En cuanto a su propia salud, ¿dónde está su fe y su confianza?

Dios ‘lo levantará’

A veces Dios permite que suframos pruebas de salud, pero incluso entonces Su deseo es sanarnos. Lea esta maravillosa promesa inspirada por Dios en Santiago 5:14-15: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados”.

En última instancia, Dios quiere que usted reciba vida inmortal. Él quiere “levantarle”, ¡resucitarlo a la gloria eterna! Y lo que aprendemos de la Biblia es que la vida física es un tipo de la vida espiritual, ¡y la sanidad física es un tipo de la resurrección! Este pasaje de Santiago se refiere a la sanidad física, pero básicamente está hablando de la resurrección a la gloria.

“Si ha cometido pecados” se refiere a lo que podemos llamar pecado físico. El pecado espiritual es quebrantar la ley espiritual de Dios, como los Diez Mandamientos. El pecado físico es quebrantar las leyes físicas establecidas por nuestro Creador, las leyes que regulan el funcionamiento apropiado del cuerpo, como descuidar la buena nutrición o tomar drogas autodestructivas. Cuando nos enfermamos o nos lesionamos, es porque nosotros, o alguien más, ha quebrantado una ley física. Dios dice que perdonará esos pecados y nos sanará.

Dios está hablando en términos espirituales, pero siempre quiere sanarnos. ¡Dios sana! Este pasaje se refiere tanto a los problemas de salud física como a los problemas espirituales. Dios quiere que todos tengamos una vida real y abundante hoy y por toda la eternidad.

“Y la oración de fe salvará al enfermo” es una promesa tremenda. Note que tiene más condiciones: debe orar, y debe tener fe. ¡Pero esta es una promesa de Dios, para usted! ¿Comprende que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, Jesucristo en imprenta? ¿Se da cuenta de que le muestra la voluntad de Dios para su vida? La Biblia está llena de promesas de Dios, y muchas de ellas se refieren específicamente a la salud y la sanidad. ¿Ha leído estas promesas por usted mismo? ¿Las ha comprobado? ¿Sabe y cree realmente que Dios nunca romperá una sola promesa?

Es maravilloso entender esto. Pero se necesita mucha fe para creer. Es por esa razón que muchas personas malinterpretan o ignoran Santiago 5:14-15 y tantas otras escrituras que declaran las promesas de Dios. Muchos dicen: Bueno, sé que Dios puede sanarme, pero no sé si es Su voluntad. Hay una manera de saberlo: la Biblia expresa la voluntad de Dios, y si usted entiende la Biblia, ¡sabe que es Su voluntad sanarle!

Algunas personas sufren pruebas de salud; algunas incluso mueren. Pero si han orado en fe, Dios cumplirá Su promesa y los sanará en la resurrección, ¡no sólo a la vida física sino a la vida espiritual inmortal! Pero aquí en Santiago 5, Dios está hablando principalmente de ser sanado ahora mismo, hoy. ¡Él quiere que usted tenga salud! Quiere perdonarle sus pecados físicos y salvarlo del sufrimiento físico. ¡Quiere que usted tenga la mejor salud!

Cómo reclamar esta promesa

¿Cómo puede tener la buena salud que desea y que Dios desea para usted? En primer lugar, debe rendirse verdaderamente a Dios. Esto es más que sólo aceptar el hecho de que Él existe. Luego tiene que orar fervientemente, y tiene que creer y saber que está llegando a Dios en la oración. La oración de este tipo “puede mucho” (Santiago 5:16). ¡Le da energía espiritual y física! Le ayuda a conocer a Dios. Le ayuda a entender lo que es la fe; no es algo que usted intenta conseguir, sino algo que Dios le da. Y mientras toma decisiones y sigue su día, debe rendirse a Dios y permitirle que guíe su vida. Al hacer estas cosas, estará prosperando espiritualmente.

Parte de esto es someterse a la voluntad de Dios para su salud, lo que significa arrepentirse de sus pecados físicos, ya sean estos la dieta, los medicamentos, el tabaco o cualquier otra cosa. Pero si usted se arrepiente de sus pecados físicos y cumple con las otras condiciones de Dios en Santiago 5:14-15, Dios promete perdonarle sus pecados físicos.

Un gran problema que tenemos hoy es cómo envolvemos nuestras vidas en posesiones materiales. Dedicamos gran parte de nuestros pensamientos y emociones a las posesiones y los placeres más que a Dios (2 Timoteo 3:4). Esto afecta nuestra salud, ¡porque acaba con nuestra fe! Y si usted no tiene fe en lo que Dios le dice en Su Palabra, no está cumpliendo la condición que Él le da para la sanidad milagrosa. Jesucristo dijo: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8). La fe real es muy rara, especialmente en un mundo materialista. Pero necesitamos esa fe para que Dios pueda responder a nuestras oraciones para ser sanados y para recibir Sus bendiciones de muchas otras maneras.

Evite idolatrar las posesiones y cometer otros pecados. Crea lo que Dios le dice a través de Su Palabra, ¡y Él cumplirá Sus promesas cada vez! ¡Nunca falla! ¡Traerá más alegría y felicidad a su vida de lo que usted puede imaginar!

¿Qué es la fe?

Hebreos 11:1 define así la fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Es posible tener una fe verdadera. Pedro, Esteban, Felipe, Pablo y otros hombres de la Biblia eran hombres comunes y humildes. Sin embargo, ¡llegaron a tener la misma fe que tenía Jesucristo! Dios hizo grandes milagros a través de ellos, particularmente milagros de sanidad. ¿Cómo fue posible? Porque se rindieron a Dios, estudiaron Su Palabra, oraron fervientemente, obedecieron y confiaron en Dios, y Él les dio la misma fe que Jesucristo tenía y cumplió Su promesa.

Eso es algo que todos podemos hacer, y es algo que todos podemos tener. ¡Necesitamos un estudio bíblico intenso y una oración rendida, sumisa y sincera ante Dios!

Compruebe la Biblia. Luego créala; crea cada palabra de ella. De eso se trata Hebreos 11:1: cuando lea lo que Dios promete, tenga la seguridad de que Él lo cumplirá, aunque no pueda ver cuándo o cómo. Simplemente crea lo que dice la Biblia. ¡Eso es la fe! ¡Su evidencia de que Dios responderá sus oraciones, y que usted será sanado, es esta Palabra de Dios! Usted debe creer en esa evidencia, incluso por encima de otras evidencias, como sus experiencias, sus ideas, sus impresiones, sus sentimientos, o lo que pueda ver, oír o tocar con sus sentidos físicos.

Esto es difícil de entender para algunas personas, ¡pero la fe sólo tiene que ver con la Palabra de Dios!

Como escribió Herbert W. Armstrong en La pura verdad acerca de la sanidad divina, “Alguien una vez expresó bien esto, diciendo: ‘La fe es la seguridad de que las cosas dichas por Dios en Su Palabra son verdaderas, y la seguridad de que Dios actuará conforme a lo que ha dicho en Su Palabra. Esta seguridad, esta confianza en la Palabra de Dios, ¡esto es fe!”. ¡Sí, lo es! Es una definición bíblica. Esa confianza o seguridad que usted tiene al confiar en Su Palabra, ¡eso es fe!

Usted puede saber cuál es la voluntad de Dios leyendo y entendiendo la Biblia. Y la Biblia dice enfáticamente que la voluntad de Dios es sanarle, y punto. Dios quiere sanarle. Dios está buscando su fe, y si cree en Su Palabra y en todas Sus magníficas promesas.

Más promesas

Aquí hay otra promesa de Dios: “… Si oyeres atentamente la voz de [el Eterno] tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy [el Eterno] tu sanador” (Éxodo 15:26).

Dios le dijo eso a Israel en la antigüedad, y lo dice hoy. Él mantendrá las enfermedades, como el coronavirus o cualquier otra cosa, lejos de cualquier nación que haga lo que dice aquí. ¡Qué promesa tan poderosa! ¿Puede usted creerla?

“[El Eterno] tu sanador” se traduce del nombre hebreo Yahweh-Rafah. Dios nuestro sanador, ¡es uno de los nombres de Dios! Dios es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8). ¡Depende de usted creer que Dios es como Él se llama!

“… Y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti”, promete explícitamente Dios en Éxodo 23:25. Lea Deuteronomio 7:15. Lea el Salmo 103:3, que dice que Dios “perdona todas tus iniquidades” y “sana todas tus dolencias”. ¿Cree usted lo que David, un hombre según el corazón de Dios, escribió aquí, inspirado por Dios para expresar Su voluntad? Los cristianos creen que Dios perdona todos nuestros pecados. Pero no se dan cuenta, o rechazan, lo que sigue después: que si hacemos lo que dice, ¡Él quiere y promete sanar todas nuestras enfermedades!

Sí, hay pecado físico, y hay pecado espiritual. ¡Dios es nuestro Sanador! Dios es un Dios sanador, ¡y la sanidad es el perdón del pecado físico!

¡Las medicinas y los fármacos modernos no curan ni pueden sanar! Incluso los médicos honestos le dirán eso. Pero Dios, y sólo Dios, puede sanar y promete sanar.

El precio del pecado

¿Cómo puede Dios perdonar el pecado físico? De la misma manera que puede perdonar el pecado espiritual: por el sacrificio de Jesucristo.

Los cristianos saben que Cristo murió para que pudiéramos ser perdonados por nuestros pecados. Leen que Dios lo prometió en el Antiguo Testamento y lo cumplió en el Nuevo Testamento. Pero cuando leen Isaías 53, leen sólo por encima “por su llaga fuimos nosotros curados” (versículo 5). ¿Qué “llagas”? Antes de ser crucificado, Jesús fue golpeado salvajemente. Es por esa paliza y esas “llagas” de carne arrancadas de Él que somos curados.

En el Nuevo Testamento, 1 Pedro 2:22-24 hace la misma declaración: “El cual no hizo pecado (…) y por cuya herida fuisteis sanados”. En 1 Corintios 11:23-30 se describe a los cristianos guardando el memorial que Cristo ordenó. Toman vino, que simboliza la sangre de Cristo derramada en Su muerte, pero antes de eso toman pan, símbolo de Su cuerpo quebrantado, de Su tortuosa paliza.

Cristo Mismo dijo que el pan representaba “mi cuerpo, que por vosotros es partido” (versículo 24). Cristo fue partido por usted, para sanarle de su pecado físico, así como fue muerto para reconciliarle con Dios por su pecado espiritual. ¡Qué sacrificio sin paralelo! ¿Cómo podemos despreciar el precio tan grande que se pagó por nuestros pecados? ¿Nos ama Dios? ¡Ni siquiera se puede describir ese amor! “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” para que fuéramos sanados físicamente y salvados espiritualmente (Juan 3:16). Todo opera sobre el mismo principio. Cristo pagó la pena por su pecado físico en lugar de usted antes de pagar la pena por su pecado espiritual.

En su carta a la iglesia de Corinto, Pablo dijo que la gente sufría de mala salud e incluso estaba muriendo porque no entendía ni aplicaba la verdad sobre la sanidad (1 Corintios 11:30).

¿Dónde va a poner usted su fe? Ponga verdaderamente su fe en Dios, y nunca se equivocará.

‘Yo soy la resurrección’

Juan 11 contiene un relato sorprendente de Jesús yendo a un hombre que ya había muerto. Había gente allí que creía profundamente que Él era el Cristo y que lo seguía. Estaban tristes de que no hubiera llegado a tiempo para salvar al hombre de la muerte. Jesús lloró. Quiero que entienda por qué.

Cuando Cristo se enteró de la muerte del hombre, dijo a Sus discípulos: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle” (Juan 11:11). Jesús sabía que Lázaro estaba muerto, ¡pero iba a resucitarlo como si estuviera simplemente dormido! Luego dijo que se alegraba de que Lázaro hubiera muerto porque así podría aprovechar la oportunidad de edificar la fe de ellos (versículos 14-15).

Cuando Cristo y los discípulos llegaron, todos lloraban. Cristo les dijo que Lázaro volvería a vivir. Sabían que “despertaría” en la resurrección, pero Jesús les dijo, ¡Voy a resucitarlo de entre los muertos hoy mismo! Yo soy la resurrección (versículos 24-25). No podían creerlo. Pero resucitar a alguien de entre los muertos no es difícil para Dios. De hecho, ¡Él va a resucitar de entre los muertos a toda la humanidad que ha vivido! (Puede leer sobre las resurrecciones en Apocalipsis 20; para saber más, solicite nuestro artículo reimpreso gratuito “Las tres resurrecciones”).

Entonces Cristo fue al sepulcro y dijo, ¡Lázaro, ven fuera! ¡Y Lázaro resucitó frente a los ojos de todos! (Juan 11:43-44).

Estas personas conocían las enseñanzas de la Biblia pero no creían como debían. Debemos tener una fe más fuerte que la que ellos tenían. Necesitamos una fe real, una fe que vivamos diariamente. Pablo escribió: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Esta es la fe del Hijo de Dios. Esta es la fe que Dios le da cuando Él le conduce a Su única y verdadera Iglesia, el Cuerpo espiritual de Cristo. Es dentro de ese organismo espiritual que usted puede llamar a los ancianos de la Iglesia. Es allí donde es posible “confesar vuestras ofensas unos a otros, y orar unos por otros, para ser sanados” (Santiago 5:16). Con los verdaderos cristianos guiados por el Espíritu de Dios, “La oración eficaz del justo puede mucho”.

Como miembro del Cuerpo de Cristo, usted puede compartir sus problemas de salud con otros miembros de la Iglesia y ellos pueden orar por usted. Ciertamente lo hacemos con nuestra gente; oramos unos por otros, y Dios honra esas oraciones y las responde. que funciona, ¡y ha funcionado a lo largo de mi vida! Experimentamos muchas sanidades en nuestra Iglesia.

El folleto del Sr. Armstrong sobre la sanidad es uno de los mejores folletos que él escribió. Puede solicitarlo en línea (laTrompeta.es) o llamarnos y le enviaremos un ejemplar gratuito. Si lo lee junto con su Biblia, entonces entenderá la fe como nunca antes la había entendido.


LA PURA VERDAD ACERCA DE LA SANIDAD DIVINA

¿Ha quedado atrás la época de los milagros? ¿Continúa el Dios vivo, hoy día, sanando a los enfermos, por virtud de la fe y de la oración? ¿O es que las curaciones milagrosas sólo fueron efectuadas por Cristo y los apóstoles originales? ¿Acaso Dios es responsable de haber hecho surgir la profesión médica para nuestros días? ¿Qué decir de los que actualmente afirman poder efectuar curaciones por la fe y de los servicios públicos religiosos de sanar?