(JULIA GODDARD/LATROMPETA)
Un arma para transformar Estados Unidos
Veamos una situación hipotética: digamos que su plan es derribar y reconstruir la nación más grande del mundo. ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo derrumbar todo ese poderío militar y económico, la fortaleza institucional, la cohesión social y el patrimonio cultural? Usted no puede destruir los portaaviones, ni las legislaturas, ni los bancos, ni la policía, ni los tribunales ni las iglesias. Las personas tienen demasiados derechos, demasiado poder. Y usted está realmente perdido cuando ellos eligen a un líder con el valor de enfrentarse a su plan.
Pero usted —y muchas otras élites empresariales, tecnológicas y de gobierno— creen profundamente en la destrucción de esta nación. Si puede usar algo para infectar sus mentes y actitudes, puede destruir los derechos de las personas y romper los lazos entre las familias, entre grupos, entre razas, dentro de las instituciones, incluso dentro del ejército. Pero va a necesitar un virus fuerte para hacerlo. Ese virus tendrá que debilitar los principios y las relaciones de las familias, de los propietarios de pequeñas empresas, de los funcionarios locales, de los administradores electorales, de los oficiales militares y de las tropas.
Antes del 12 de septiembre de 2019, alguien o algo salió de las instalaciones del Instituto de Virología de Wuhan, en la China Comunista. En él o dentro de él, había un virus anormalmente potente, el cual pronto infectaría a su primera víctima en Wuhan y luego se extendería a suficientes personas en todo el mundo para ser clasificado como una pandemia.
Y algunas personas lo han manipulado para crear el catalizador necesario para desmantelar a una superpotencia. Cada vez está más claro que ese era su plan; no hipotéticamente, sino literalmente.
Ganancia de función
En septiembre de 2019, casi nadie había oído hablar de la covid-19. Lo más cercano que la mayoría habíamos conocido eran los brotes comparativamente pequeños de sars, gripe porcina, gripe aviar y la gripe estacional en humanos. Pero los científicos del Partido Comunista Chino (PCCh) en Wuhan sabían todo sobre la covid-19, como también lo sabían el director de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, Anthony Fauci, el Dr. Peter Daszak, altos funcionarios de la Organización Mundial de la Salud y altos funcionarios del PCCh. ¿Por qué? Porque estaban intentando frenéticamente encubrir el hecho de que habían diseñado mediante bioingeniería un coronavirus virulento, al tiempo que se extendía rápidamente por todo el mundo.
Mientras tanto, fuera o no diseñado intencionalmente para promover la agenda de los radicales, exactamente para eso lo utilizaron. Una colección de aminoácidos del otro lado del mundo que no tenía nada que ver con EE UU, con la Constitución, con su negocio, su familia o sus libertades, de repente tiene todo que ver con ellos.
Las élites liberales llevan más de un año ignorando, restando importancia, burlándose o censurando la creencia de que la covid-19 se filtró desde Wuhan y fue creada allí. Sin embargo, un informe ampliamente investigado y compilado por el Personal de Minorías del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes cita múltiples pruebas que apoyan estas conclusiones. Medios como cnn, msnbc, abc News, nbc News y cbs News no cubrieron este informe porque era de autoría republicana, pero muchos demócratas admiten ahora que las pruebas demuestran que la teoría de la fuga del laboratorio es cierta. Pero no dejan que eso les impida utilizar el virus y la manipulación de los radicales para avanzar la agenda marxista.
¿Cómo podemos resolver la amenaza que supone el virus? Sorpresa: La solución, según los socialistas y comunistas, es imponer lo que los socialistas y comunistas vienen exigiendo desde hace décadas. Con la ayuda del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE UU, la Alianza EcoSalud y la Universidad de Carolina del Norte, estos izquierdistas han creado un virus que los demócratas están utilizando para encerrar a las personas en sus casas, alejarlas de su trabajo, asfixiar la actividad económica, empobrecer a 200.000 pequeñas empresas, enriquecer enormemente a las industrias tecnológicas y farmacéuticas, robar una elección presidencial, formar un Estado de vigilancia y confundir y asustar a millones de estadounidenses para que renuncien a sus derechos.
Sí, el plan está en marcha para desmantelar la fortaleza de Estados Unidos de América y lo que queda de sus fundamentos bíblicos y constitucionales y volver a ensamblar sus componentes en una tecnocracia autoritaria.
Disolviendo los cimientos de EE UU
El gobierno de EE UU dio un paso sin precedentes y antiestadounidense al bloquear su propia economía en marzo de 2020. Apaciguó los ánimos de los estadounidenses prometiendo que se necesitarían 15 días de sacrificio obligatorio para frenar la propagación de la covid-19 y volver a su vida normal y a sus derechos constitucionales. Ya hemos pasado más de 600 días para frenar la propagación. Los meses de encierro han provocado, como era de esperar, la peor desaceleración económica desde la Gran Depresión.
Los economistas han calculado que el costo de la pandemia para la economía estadounidense asciende a la asombrosa cifra de 16 billones de dólares, y el grueso de estos costos ha recaído sobre las personas del común y las pequeñas empresas. Esto no es el subproducto de un intento de buena fe de contener un virus. Se trata de un plan deliberado. Los propietarios de pequeñas empresas y los trabajadores particulares son más independientes del gobierno que los que trabajan para el gobierno o las élites corporativas. Simplemente son demasiados para controlarlos. Así que había que destruirlos sistemáticamente y reincorporarlos a una estructura corporativa.
Los cierres disolvieron unas 200.000 pequeñas empresas estadounidenses. Las que han sobrevivido se ven ahora pulverizadas por la crisis de la cadena de suministro. En The War on Small Business: How the Government Used the Pandemic to Crush the Backbone of America[La guerra contra las pequeñas empresas: cómo el gobierno usó la pandemia para aplastar la columna vertebral de EE UU], la autora Carol Roth escribe que el gobierno federal y la Reserva Federal están en realidad trabajando juntos “para supervisar la mayor transferencia de riqueza de la historia, de las pequeñas empresas hacia las mega corporaciones”.
Los cierres impuestos por el gobierno están haciendo imposible que las pequeñas empresas sigan funcionando, cuando los paquetes de estímulo aprobados por el gobierno apuntalan a las mega corporaciones. “Cuando los historiadores miren hacia atrás y vean las decisiones tomadas a partir de marzo de 2020 y que aún siguen vigentes, este período será recordado como la “Gran Consolidación”; la aceleración de una histórica transferencia de riqueza y concentración de poder de las manos de la clase media hacia aquellos con poder y conexiones políticas”, escribió Roth para Newsweek.“Los ‘conectados’ forman un poderoso bloque compuesto por el gran gobierno, las grandes empresas y los grandes intereses especiales” (24 de octubre de 2021).
Además, ella escribió que estos grandes poderes políticos y financieros están controlados por un pequeño número de élites poderosas que obtienen beneficios a expensas del estadounidense común. Las secuelas han dejado al descubierto la fea verdad de que los políticos de ambos partidos adoran las mega corporaciones con las que pueden trabajar para aumentar su riqueza personal y su control sobre la economía. Esta es la razón por la que los salones de belleza, por ejemplo, fueron cerrados “para su protección”, mientras que grandes tiendas como PetSmart fueron decretadas “esenciales” durante la pandemia y continuaron realizando operaciones “esenciales” como arreglar el pelo de las mascotas. No se trata de seguridad o de salud, ni siquiera de economía. ¡Se trata de centralizar el poder en manos del gobierno!
El robo de la presidencia de EE UU
Además de transformar fundamentalmente la economía de EE UU, la covid-19 también transformó fundamentalmente las elecciones. Esto parece contradictorio, a no ser que se dé cuenta que un partido político estadounidense se dedica a “transformar fundamentalmente a Estados Unidos de América”, como dijo Barack Obama durante su campaña.
La mayoría de los países desarrollados toman la medida obvia de prohibir el voto por correo para evitar el fraude. Sin embargo, antes de las elecciones presidenciales de 2020, 37 estados de la nación cambiaron sus procedimientos de voto por correo para facilitar que la gente votara desde casa, con el pretexto de evitar el virus. Algunos, o muchos, de estos cambios eran ilegales según las constituciones estatales. Apenas dos meses antes de las elecciones, el fiscal general Bill Barr dijo a Wolf Blitzer de cnn que la gente “está jugando con fuego” en lo que respecta al voto por correo generalizado, porque el potencial de fraude era muy grande. Sin embargo, el gobierno siguió enviando 100 millones de papeletas por correo en todo el país.
Esto no hubiera sido posible si la covid-19 no hubiera sido concebida, filtrada desde un laboratorio, difundida por todo el mundo y amplificada incesantemente por una campaña de miedo, política y mediática sin precedentes.
El Dr. Peter Navarro, un ex asesor comercial de la Casa Blanca, ha documentado cómo los demócratas utilizaron una doble estrategia para robar las elecciones presidenciales de 2020. Primero, aumentar el número de votos por ausencia y por correo. Segundo, disminuir el nivel de escrutinio de dichas papeletas para inundar los estados con votos no verificados. Esta estrategia funcionó sorprendentemente bien en Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, donde el número de votos potencialmente ilegales superó el margen de “victoria” de Joe Biden en un orden de magnitud. Por lo tanto, no es exagerado decir que Biden no estaría avanzando en la agenda radical desde la Casa Blanca hoy en día si no fuera por los extremos a los que llegaron el Dr. Fauci, el Dr. Daszak y el Partido Comunista para encubrir los verdaderos orígenes de la covid-19.
Incluso la revista Time admitió que la “covid-19 cambió todo sobre las elecciones de 2020” y “obligó a muchos estados a cambiar rápidamente la forma en que la gente obtiene y presenta sus votos, con resultados impredecibles y potencialmente desastrosos” (6 de agosto de 2020).
Pero en lugar de admitir que los votos por correo abren la puerta al fraude y volver a unas elecciones seguras, los demócratas radicales están luchando por aprobar uno de los proyectos de reforma electoral más extremos e ilegales de la historia. El proyecto de ley H.R. 1, el cual los demócratas llaman “Ley para el pueblo”, básicamente legalizaría el fraude cometido durante las elecciones presidenciales de 2020, haciendo posible que los demócratas roben todas las futuras elecciones estadounidenses. El proyecto de ley ordena que se permita votar a los delincuentes condenados. Prohíbe que los estados intenten purgar de los registros de votantes a los ciudadanos extranjeros (que son inelegibles para votar según la Constitución). Obliga a registrarse el mismo día, a votar anticipadamente de forma obligatoria, a disponer de papeletas de voto por correo en todo el país y a recoger papeletas de forma ilimitada. Normalmente, el pueblo estadounidense nunca se contemplaría tales medidas, por lo que los demócratas radicales tuvieron que utilizar la covid-19 como pretexto. No sólo fue el medio para robar la presidencia y muchos escaños en el Congreso, sino que ahora que controlan las palancas del poder, lo utilizan para tratar de consagrar sus prácticas electorales ilegales con un barniz de legalidad.
Estableciendo un Estado de vigilancia
Ahora que los oligarcas corporativos controlan la economía y los demócratas radicales el gobierno, los líderes de EE UU están preparando a los ciudadanos comunes para que acepten el hecho de que serán obligados a obtener “pasaportes de vacunación” para entrar a restaurantes, tiendas, gimnasios y otros establecimientos cerrados. Estos son los mismos líderes que afirman que es racista pedirle a alguien una identificación antes de votar. No se trata de salud pública. Se trata de poder político.
Grandes empresas como Disney y Walmart ya exigen a sus empleados que se vacunen, así que la coacción gubernamental probablemente no esté lejos. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, anunció que los pasaportes de vacunación se introducirán gradualmente a lo largo de varias semanas. Joe Biden anunció que utilizará la Administración de Seguridad y Salud en el Trabajo para obligar a los empresarios del sector privado a que sus trabajadores se vacunen, se sometan a pruebas semanales o sean despedidos. El objetivo es obligar a 100 millones de estadounidenses no vacunados a vacunarse.
Estos mandatos autoritarios no son un medio para proteger la salud pública. Los científicos de Pfizer, una mega corporación farmacéutica que fabrica una vacuna contra la covid, han sido grabados admitiendo en privado que la inmunidad natural contra la covid es mucho más eficaz que la vacunación. Y dos tercios de los epidemiólogos advierten que las mutaciones podrían dejar sin efecto las actuales vacunas contra la covid en un año o menos. Los mandatos de vacunación y los pasaportes covid son en gran medida ineficaces para contener un virus, pero extremadamente útiles para establecer un estado de vigilancia al estilo comunista en EE UU.
Los estadounidenses hoy no viven en la nación de sus Padres Fundadores o incluso de sus propios padres. El gobierno de la nación está dejando de ser una república constitucional para convertirse en una tecnocracia autoritaria.
Desde febrero de 2020, los ciudadanos chinos tienen que utilizar “códigos sanitarios” digitales en plataformas como WeChat y AliPay para acceder al transporte público, restaurantes y centros comerciales. Sin embargo, estos “códigos sanitarios” son algo más que pases de admisión para los vacunados. WeChat y AliPay colaboran estrechamente con el gobierno chino para recopilar datos sobre sus ciudadanos que pueden utilizar para asignarles una puntuación de crédito social. Si un ciudadano se niega a vacunarse, hace una publicación política en Internet sin permiso o cuestiona una decisión del gobierno, su crédito social baja y la policía puede aparecer en su puerta. Ahora un sistema autoritario similar podría llegar a EE UU.
En julio de 2021, PayPal anunció una asociación con el Centro Legal para la Pobreza del Sur para investigar el papel de los “supremacistas blancos” y los agitadores “anti-gobierno” en la protesta del 6 de enero en el Capitolio de EE UU y esa información recogida por PayPal también se compartirá con otras empresas financieras y políticos. Cualquiera que sea etiquetado como extremista podría ser vetado del uso de PayPal y servicios similares. “El alcance potencial del sistema de crédito social blando que se está construyendo es enorme”, informó Hill. “Las mismas empresas que pueden rastrear sus actividades y darle recompensas corporativas por un comportamiento obediente podrían utilizar sus poderes para bloquear transacciones, añadir recargos o restringir el uso de productos. ¿En qué momento la libertad de expresión —ya sea en contra de que los varones biológicos practiquen deportes de niñas, o cuestionando los efectos secundarios de las vacunas o defendiendo los derechos a tener armas— convierte a alguien en un objetivo en este nuevo sistema? ¿Cuándo se cancela su tarjeta de débito por unos tuits antiguos, se niega el préstamo de su casa por educar a sus hijos en casa o se invalida su cuenta de eBay porque un amigo lo ha marcado por publicar una bandera de Gadsden?” (3 de agosto de 2021).
No costaría mucho vincular este sistema de crédito social a los pasaportes de vacunas y empezar a prohibir el acceso a los restaurantes a las personas que no estén vacunadas o que hayan hecho una publicación política en Internet sobre el robo de las elecciones. Una vez más, el pueblo estadounidense normalmente nunca consideraría tales medidas, ¡pero la amenaza percibida por la covid-19 ha asustado a millones de personas para que entreguen sus derechos constitucionales a los funcionarios de salud pública!
Borrando el nombre de Israel
Los estadounidenses hoy no viven en la nación de sus Padres Fundadores o incluso de sus propios padres. El gobierno de la nación está dejando de ser una república constitucional para convertirse en una tecnocracia autoritaria.
El redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, explicó en “¿Quién es el Jeroboam de los tiempos modernos?” (laTrompeta.es) que Donald Trump es un tipo del rey israelita Jeroboam ii. Antiguamente, bajo el reinado de Jeroboam, Israel expandió sus fronteras y tomó el control de las rutas comerciales que conectaban con Asiria y Egipto. Sin embargo, mientras él estaba en las guerras, una nueva clase de élites se enriqueció comerciando con aceite de oliva, vino y caballos de guerra. Usaron su riqueza para explotar a su propio pueblo (Amós 6:1-7), por lo que Dios utilizó al profeta Amós para condenarlos, diciendo que ellos explotan a los menesterosos, y arruinan a los pobres de la tierra (Amós 8:4-7).
Los principales organizadores que están detrás de la pandemia de covid-19 se presentan como defensores de los pobres, pero no son muy diferentes de la aristocracia que gobernaba a Israel en tiempos de Jeroboam. El objetivo de estas élites es usar las crisis para enriquecerse y mantener a las masas dependientes del gobierno.
Una profecía relacionada en 2 Reyes 14:26-27 dice: “Porque [el Eterno] miró la muy amarga aflicción de Israel; que no había siervo ni libre, ni quien diese ayuda a Israel; y [el Eterno] no había determinado raer el nombre de Israel de debajo del cielo; por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo de Joás”.
Cuando se observan todas las formas en que la izquierda radical ha usado la pandemia de covid-19 para atacar a EE UU y transformarlo en un Estado comunista, está claro que está sufriendo una amarga aflicción. De hecho, la aflicción es tan amarga que, si Dios no interviniera, la misma gente que encubrió los verdaderos orígenes del coronavirus podría amañar todas las elecciones en el futuro previsible y gobernar EE UU como una aristocracia feudal.
La infección de EE UU con una cepa fatal de socialismo radical se remonta no sólo a un laboratorio de Wuhan, a comisionados comunistas, a un médico y un presidente estadounidense, sino a la agenda y la motivación que extrañamente los une. Ese motivo se remonta a un espíritu real y activo que busca destruir a EE UU y a las naciones relacionadas porque esas naciones han sido (y serán) utilizadas por Dios.
Afortunadamente, Dios promete intervenir milagrosamente una última vez y salvar a EE UU de la izquierda radical. Lo hará específicamente con el propósito de dar a los estadounidenses una última oportunidad de aprender la lección de la pandemia de covid-19 y la toma de poder por parte de los tecnócratas. Si volvemos a nuestros asuntos como de costumbre y no nos arrepentimos de los pecados que permitieron a una camarilla de ejecutivos corporativos, políticos y burócratas del “Estado profundo” tomar el control, entonces Dios no lo tolerará más (Amós 7:8-9). No nos dará otra oportunidad. ¡La nación tendrá que ir al cautiverio antes de que su gente aprenda el verdadero significado del arrepentimiento y finalmente deje que Dios les muestre cómo llevar una vida que valga la pena vivir! ▪
Este artículo fue traducido del artículo “A Weapon to Transform America” de theTrumpet.com.