(KENT NISHIMURA / LOS ANGELES TIMES VIA GETTY IMAGES)
Ucrania revela el orgullo quebrantado de Estados Unidos
El 12 de marzo se [cumplió] el 75º aniversario del inicio de la Guerra Fría. El presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, anunció el 12 de marzo de 1947 que Estados Unidos lucharía para ponerle un alto a la expansión comunista en Europa. Esta “Doctrina Truman” puso a Estados Unidos directamente en contra de Joseph Stalin y de la Unión Soviética. Este conflicto no terminó hasta la desintegración de la Unión Soviética en 1991.
Tras la invasión de Ucrania por parte del presidente ruso Vladimir Putin, los medios de comunicación afirman que se trata del inicio de una nueva Guerra Fría:
“Comienza una nueva guerra fría con la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin” (Telegraph)
“Surge una nueva guerra fría con el lanzamiento de una invasión a gran escala en Ucrania por parte de Rusia” (Conversation)
“Qué está alimentando la ‘Nueva Guerra Fría’: en Rusia y en nuestro país” (Hill)
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lleva bastante tiempo en la política. Ha sido senador desde 1973, en plena Guerra Fría. Antes de que estallara la crisis actual, muchos pensaban que Biden estaría bien preparado para enfrentarse a Rusia. Un artículo del 8 de febrero en el Wall Street Journal calificó a Biden como “un presidente para la nueva Guerra Fría”. El Journal lo etiquetó como “el hombre adecuado para su tiempo”. Antes de la reunión de alto nivel entre Putin y Biden en Suiza el año pasado, la revista Time presentó a Biden como un “hombre robusto” dispuesto a enfrentarse a Putin.
Biden takes on Putin https://t.co/8o1tsTV7LD pic.twitter.com/TQGYoSYDF6
— TIME (@TIME) June 11, 2021
Rusia no es un país fácil de tratar. Estados Unidos y Rusia son las dos superpotencias nucleares más importantes del mundo, así que cualquier escalada en la relación entre estas dos potencias puede conducir a una guerra nuclear. Global Firepower clasifica los ejércitos de Estados Unidos y de Rusia como el primero y el segundo más poderosos del mundo, respectivamente. Incluso dejando de lado la amenaza nuclear, un choque entre Washington y Moscú podría ser catastrófico.
Esto no ha impedido a los presidentes estadounidenses enfrentarse a Moscú antes.
¿Cómo le está yendo a Biden en comparación con sus predecesores?
Uno de los primeros enfrentamientos importantes entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue el bloqueo de Berlín. Tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas (Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia) dividieron a Alemania en cuatro zonas de ocupación. Berlín se encontraba totalmente dentro de la zona de ocupación soviética. Pero como como era la capital de Alemania, la ciudad también fue dividida en cuatro zonas de ocupación. Los sectores estadounidense, británico y francés se convirtieron en una isla en medio de lo que los soviéticos convertirían en la Alemania Oriental comunista.
A Stalin no le gustaba tener un puesto de avanzada occidental en medio de lo que consideraba “su territorio”. Así que el 24 de junio de 1948 puso en marcha un bloqueo de Berlín Occidental. Los soviéticos cerraron todas las carreteras, ferrocarriles y vías fluviales que conectaban Berlín Occidental con Alemania Occidental. Los berlineses occidentales se encontraron sin alimentos, carbón, medicinas y otros suministros necesarios. Stalin esperaba expulsar a los aliados occidentales de Berlín Occidental. Quería todo Berlín —y los aproximadamente 2,5 millones de residentes en los sectores occidentales— para él.
¿Qué hizo el presidente Truman al respecto?
“Nos quedamos en Berlín, y punto”, les dijo a los miembros de su gabinete. “Estamos en Berlín por los términos del acuerdo, y los rusos no tienen derecho a sacarnos ni por presión directa ni indirecta”.
El 28 de junio, Truman autorizó un puente aéreo de suministros a gran escala hacia Berlín Occidental. Los aviones militares sobrevolarían el espacio aéreo controlado por los soviéticos para llevar suministros a Berlín Occidental. Y lo harían mientras los soviéticos continuaran con el bloqueo. Llegó al punto de que un avión aterrizaba cada 45 segundos en el aeropuerto berlinés de Tempelhof. Al final del puente aéreo, en septiembre de 1949, las tropas estadounidenses y británicas lograron entregar unas 2.323.738 toneladas de alimentos y otros suministros a Berlín Occidental.
David McCullough escribió en su biografía Truman: “Estaba convencido de que el futuro de Europa Occidental estaba en juego en Berlín”. La amenaza de guerra con la Unión Soviética por el puente aéreo era real. McCullough señala que las tres potencias aliadas tenían unos 6.500 soldados en Berlín. Los soviéticos tenían 18.000, con 300.000 más en el resto de Alemania oriental. “Si queríamos permanecer [en Berlín], tendríamos que hacer una demostración de fuerza”, escribió Truman. “Pero siempre existía el riesgo de que la reacción rusa pudiera llevar a la guerra. Teníamos que afrontar la posibilidad de que Rusia eligiera deliberadamente hacer de Berlín el pretexto para la guerra.”
Las circunstancias eran diferentes en 1948. Estados Unidos acababa de empezar a desarrollar bombas atómicas y los soviéticos aún no las tenían. Pero el presidente Truman seguía dispuesto a entrar en guerra con Stalin por Berlín. Y Truman ganó el enfrentamiento.
“El puente aéreo de Berlín fue (…) uno de los logros estadounidenses más brillantes de la posguerra”, escribe McCullough. Fue un éxito masivo. Demostró que Washington estaba dispuesto a enfrentarse a la otra superpotencia mundial para proteger a Europa.
También cabe destacar que la Unión Soviética no estaba lejos de conseguir sus propias armas nucleares. Aunque un ataque nuclear soviético no era factible en 1948, sí lo sería en un futuro próximo. Sin embargo, Truman estaba dispuesto a intensificar las circunstancias contra una superpotencia nuclear en desarrollo, todo para proteger a Europa.
Y ésta no fue la única victoria contra los soviéticos que tendría Estados Unidos en la Guerra Fría. La crisis de los misiles en Cuba de 1962 se considera lo más cerca que estuvieron las dos superpotencias de una guerra nuclear. El presidente John F. Kennedy llevó a Estados Unidos a la victoria al detener los planes de Moscú de mantener a Estados Unidos a punta de pistola nuclear.
Harry Truman era demócrata, al igual que John F. Kennedy. Pero hoy en día no vemos este tipo de liderazgo por parte del demócrata en la Casa Blanca.
La invasión de Ucrania por parte de Putin está afectando a mucha más gente que el bloqueo de Stalin. Se trata literalmente de una guerra en Europa. Y Estados Unidos se comprometió a proteger a Ucrania de los ataques extranjeros en el Memorando de Budapest de 1994. Muchos países de Europa —incluidos los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte— se preguntan si ellos serán los siguientes.
¿Cuál ha sido la respuesta de Biden hasta ahora?
No mucho.
“Tenemos dos opciones”, dijo Biden en una entrevista publicada el 26 de febrero. “Empezar una tercera guerra mundial; ir a la guerra con Rusia físicamente. O dos, asegurarnos de que un país que actúa de forma tan contraria al derecho internacional acabe pagando el precio por haberlo hecho”.
La respuesta principal de Biden hasta ahora son las sanciones. Las sanciones son una forma de vida para Putin. Cada vez que emprende una nueva aventura —ya sea la anexión de Crimea en 2014 o el envenenamiento de la figura de la oposición Alexei Navalny en 2020— se imponen nuevas sanciones a rusos destacados o a Rusia conjuntamente. Las últimas sanciones pueden ser mayores que las anteriores, pero siguen sin ser algo a lo que Moscú no esté acostumbrado. Putin probablemente esperaba sanciones de Washington. Biden le dio a Putin un precio que estaba dispuesto a pagar.
Existían otras formas en las que Biden le hubiera podido devolver el golpe a Rusia sin iniciar la Tercera Guerra Mundial. Podría haber enviado tropas de la otan a Georgia, otro antiguo Estado soviético que Putin está desesperado por mantener alejado de Occidente. Podría haber pinchado al aliado de Rusia en Cuba. Podría haber hecho algo que Putin no tuviera ya previsto en sus planes. Tal vez algunos consideren que se trata de provocaciones innecesarias. Pero la trayectoria de Putin demuestra que respeta la fuerza. Responder a lo que Foreign Policy denomina “la mayor prueba de Occidente desde la Segunda Guerra Mundial” con sanciones económicas no es fuerza.
El propio Biden admite que las sanciones no fueron diseñadas para detener a Putin. “Nadie esperaba que las sanciones impidieran nada”, dijo el 24 de febrero. “Esto podría llevar tiempo y tenemos que demostrar determinación”.
También existen muchas salvedades en las sanciones de Biden. Las sanciones no afectan las exportaciones de combustibles fósiles de Rusia, a pesar de que los combustibles fósiles son las exportaciones más rentables de Rusia y por mucho. En 2019, los combustibles fósiles representaron más de la mitad de los ingresos de exportación de Rusia. Muchas empresas rusas de petróleo y gas son propiedad del Estado, por lo que los ingresos de las exportaciones van a parar al gobierno ruso. La industria de los combustibles fósiles está financiando al ejército de Putin. Sin embargo, Biden se negó a sancionar a esa industria.
En una conferencia de prensa del 19 de enero, Biden dijo que no castigaría severamente a Rusia si ésta realizaba una “incursión menor” en Ucrania. Aparentemente, una invasión total cuenta como una incursión menor.
Las acciones de la administración de Biden siguen un patrón extenso de debilidad estadounidense, que se remonta a su retirada catastrófica de Afganistán el verano pasado y a la debilidad del presidente Barack Obama con respecto a Rusia años atrás.
Es muy probable que Putin no hubiera iniciado una invasión si hubiese creído que Biden respondería con firmeza.
A Estados Unidos solían llamarlo el “líder del mundo libre”. ¿Qué pasó con el liderazgo de este país?
El difunto teólogo Herbert W. Armstrong demostró en su libro Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía que los pueblos de habla inglesa —incluido Estados Unidos— descienden de las tribus perdidas de Israel (solicite su ejemplar gratuito). Dios le dijo al patriarca Abraham, antepasado de los israelitas, que haría de sus descendientes una “nación grande” (Génesis 12:2). Dios prometió: “De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo” (Génesis 22:17). A través del profeta Moisés, Dios les dijo a los israelitas: “[El Eterno] derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti” (Deuteronomio 28:7). Moisés también escribió: “Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros perseguirán a diez mil…” (Levítico 26:8).
El Sr. Armstrong escribió: “[Los enemigos de Estados Unidos] fueron destruidos a partir de 1803 cuando Dios derramó su bendición sobre Estados Unidos y Gran Bretaña, y durante las dos guerras mundiales”. Aunque no fue una guerra, se podría añadir el puente aéreo de Berlín como una victoria otorgada por Dios.
Sin embargo, esas victorias ya son cosa del pasado.
El Sr. Armstrong escribió que todo cambió en “el momento decisivo de la guerra de Corea a finales de 1950. Sin embargo, desde entonces, ¡sus bendiciones les están siendo quitadas!; desde ese tiempo ¡ni Estados Unidos ni Gran Bretaña han salido airosos de alguna escaramuza mayor!”.
Dios prometió bendiciones para Estados Unidos y Gran Bretaña por la obediencia a Su ley. También prometió maldiciones por la desobediencia. El Sr. Armstrong basó su análisis en profecías sobre estas maldiciones. Una de ellas está registrada en Levítico 26:19, donde Dios advierte: “Quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo”. Estados Unidos todavía tiene mucho poder. Pero tiene demasiado miedo de usarlo. La crisis de Ucrania lo demuestra.
Aunque no ha habido una victoria militar importante desde 1950, Dios sí le ha concedido a Estados Unidos victorias que no implican una guerra a gran escala. La crisis de los misiles en Cuba fue una de ellas. Pero, ¿por qué no tenemos líderes como Harry Truman o John F. Kennedy en Washington en la actualidad?
He aquí otra de estas maldiciones profetizadas: “Porque he aquí que el Señor [Eterno] de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá (…) el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador. Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores” (Isaías 3:1-4). Dios prometió quitar el liderazgo fuerte. Esto describe perfectamente al Estados Unidos de hoy. La forma en que Joe Biden manejó la crisis en Ucrania es un cumplimiento de esta profecía.
La Biblia contiene bastante información sobre el Estados Unidos moderno, más de lo que la mayoría se imagina. Como muestran las profecías de Isaías y Levítico, hay bastantes noticias adversas para Estados Unidos a corto plazo. Pero también hay mucha esperanza que necesitará para sobrellevar el caos en Ucrania y los eventos que vendrán más adelante. Para saber más, solicite un ejemplar gratuito de Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía. También lea nuestro artículo de Tendencias “EE UU ha ganado su última guerra” para saber más sobre cómo encaja la historia moderna de Estados Unidos con la profecía bíblica.
ESTADOS UNIDOS Y GRAN BRETAÑA EN PROFECÍA
La gente del mundo occidental estaría sorprendida y boquiabierta, ¡si lo supieran! Los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australasia y África del Sur pondrían en marcha gigantescos programas de protección, ¡si lo supieran! ¡Ellos podrían saberlo! ¡Pero, no lo saben! ¿Por qué?