Tribunal Supremo: El ‘Estado profundo’ es inconstitucional
En el caso Loper Bright Enterprises contra Raimondo decidido el 28 de junio, el Tribunal Supremo de EE UU sostuvo 6-3 que las agencias del poder ejecutivo ya no pueden interpretar su propia aplicación de una ley. Anuló la “doctrina Chevron”, una decisión del Tribunal Supremo de 1984 que permitió a las agencias ejecutivas interpretar ambigüedades en sus propios estatutos y exigir que los tribunales acataran esas interpretaciones. Esta nueva sentencia disminuye el poder de las agencias ejecutivas y devuelve el poder al poder legislativo y a los tribunales, y puede aumentar el poder de la presidencia sobre el resto del poder ejecutivo. Es un paso enorme hacia el desmantelamiento del llamado Estado profundo que se ha apoderado de la nación.
Según la Constitución, el Congreso elabora las leyes (Artículo 1), el presidente las hace cumplir (Artículo 2), los tribunales federales juzgan la aplicación de las leyes federales a casos específicos (Artículo 3). La mayoría de los poderes están reservados a los Estados (Artículo 4) o al ciudadano individual (Enmiendas 1-10). Sin embargo, el gobierno federal ahora domina a los Estados, el poder ejecutivo domina al gobierno federal y las agencias burocráticas dominan el poder ejecutivo, incluyendo, en gran parte, a la presidencia.
Este estado burocrático no está sancionado en ninguna parte de la Constitución, sin embargo, ha acumulado poderes legislativo, ejecutivo y judicial dentro de sí mismo y ejerce más control sobre los ciudadanos estadounidenses que los otros tres poderes.
“El Estado profundo es, de hecho, algo muy real”, escribió en 2017 el pronosticador geopolítico George Friedman. “Esta entidad se llama servicio civil, y fue creada para limitar el poder del presidente. Antes de 1871, el presidente podía seleccionar empleados federales. (…) Carl Schurz, un general del Ejército de la Unión nacido en Alemania propuso la idea de un servicio civil no político”.
El plan de Schurz pretendía crear una administración pública profesional y limitar el favoritismo político, pero terminó creando una cuarta rama del gobierno que ni era elegida por el pueblo ni le rendía cuentas. Presidentes progresistas como Woodrow Wilson y Franklin Roosevelt aumentaron dramáticamente el tamaño de la administración pública incluso cuando el Congreso seguía delegando más autoridad regulatoria a estas burocracias.
Los registros del gobierno muestran que desde 1976, los representantes elegidos por el pueblo en el Congreso han aprobado 12.340 leyes. Mientras tanto, el Servicio de Impuestos Internos, la Agencia de Protección del Medio Ambiente y otros departamentos y agencias ejecutivas han emitido 215.405 normas y reglamentos. Por cada ley aprobada por los representantes electos, los burócratas no electos añaden 17 reglamentos. Estados Unidos ha pasado de ser una república constitucional a una tecnocracia dirigida por burócratas y agentes de inteligencia.
Esto es lo que hace que el fallo Loper sea tan significativo. Si se implementa, ayudará a obligar al estado burocrático a regresar a su lugar constitucional: hacer cumplir las leyes aprobadas por el Congreso. El fallo no desmantela por completo la cuarta rama de gobierno de EE UU. Sin embargo, sí implica que las agencias ejecutivas tienen ahora que demostrar que el Congreso les dio autoridad para dictar una resolución concreta, en lugar de esperar que el sistema judicial se remita automáticamente a su microgestión de la nación. Hace retroceder a la nación hacia el modelo constitucional original, en el que los representantes elegidos por el pueblo en el Congreso hacen las leyes, los jueces nombrados por los funcionarios elegidos determinan su aplicación en disputas concretas, y el presidente las hace cumplir, con un control total sobre quienes lo asisten.
Cuadro de llamadas, página 12
Este estado burocrático no está sancionado en ninguna parte de la Constitución, sin embargo, ha acumulado poderes legislativo, ejecutivo y judicial dentro de sí mismo y ejerce más control sobre los ciudadanos estadounidenses que los otros tres poderes.