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Tres visiones del futuro

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Tres visiones del futuro

¿Podemos construirnos un mundo mejor a través de la innovación y el ingenio?

La acelerada Era de la Información avanza a toda velocidad. Algunos de los futuristas más imaginativos del pasado se quedarían boquiabiertos ante los artilugios y la tecnología que el ciudadano promedio tiene hoy. Portamos o llevamos puestos ordenadores extremadamente pequeños y potentes y nos conectamos instantáneamente a cantidades ilimitadas de datos e información. Nos sumergimos en fantasías cada vez más realistas e interactivas en el cine, la televisión y los videojuegos. Trabajamos, aprendemos, jugamos y hacemos transacciones bancarias desde cafés y sofás. Pedimos lo que queremos y nos lo traen a nuestra puerta.

Mientras nosotros nos damos lujos tecnológicos, a un promedio de ocho horas diarias, millones de robots ensamblan vehículos, abastecen almacenes, fabrican alimentos, desinfectan, controlan, formulan, sueldan, fabrican, mecanizan, pintan, recubren, cargan, empaquetan, construyen y conducen. Nuestro afán por utilizar el ingenio humano, la fuerza de voluntad y la creatividad para liberarnos de nuestros problemas y hacernos felices ha dado lugar a un mundo de tecnología tan deslumbrante que nadie puede comprenderla del todo. Y cada vez es más avanzada, a un ritmo más rápido.

Los ordenadores procesan cada vez más datos, cada vez más rápido, proporcionando cada vez más bienes y servicios a más personas cada vez y de formas cada vez más inesperadas. Una cantidad inimaginable de información se ha introducido en sistemas informáticos cuyos resultados digitalizados casi parecen salidos de mentes humanas.

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Los avances en informática, robótica, energía, materiales y otras tecnologías prometen vehículos autoconducidos por tierra, mar y aire, viajes de un día en cohete al espacio, dispositivos de comunicación implantados, realidad aumentada, localizadores y monitores de salud, aplicación automática de la ley, resurrección de especies extinguidas, fusión de cerebros humanos con ordenadores, erradicación de enfermedades e incluso cura instantánea de problemas mentales.

Visiones del futuro

Esta es una visión del futuro. Herbert W. Armstrong la incluyó como una de tres en su folleto The Wonderful World Tomorrow—What It Will Be Like (El maravilloso Mundo de Mañana: cómo será; disponible en inglés). Es una utopía de ocio, lujo y licencia. Como lo resumió el escritor Aldous Huxley: “El mundo está destinado, dentro de una o dos generaciones, a convertirse en una especie de gigantesca Disneylandia, en la que la raza humana encontrará la felicidad perpetua jugando con un surtido interminable de juguetes mecánicos cada vez más ingeniosos”.

Los futuristas de la época de Huxley y del Sr. Armstrong preveían un sinfín de tecnologías que transformarían la vida humana en los próximos años y décadas, algunas de las cuales ya se han desarrollado y otras no: órganos artificiales, cerebros conectados a ordenadores, alimentos sintetizados, eliminación del cáncer, clonación de humanos, fármacos que aumentan la inteligencia, ingeniería genética y de la herencia, y más.

Pero la segunda visión del futuro, entonces y ahora, es mucho más siniestra. “Además de la aniquilación nuclear, existen al menos otros cinco medios por los que la humanidad podría ser destruida de la faz de la tierra: la guerra química, la guerra biológica, la sobrepoblación y la hambruna resultante, enfermedades epidémicas y la contaminación medioambiental. (…) Los principales científicos contemplan este panorama mundial y dicen estar francamente asustados”.

Estos peligros están en nuestro mundo actual y en nuestro futuro. También lo están muchos otros, no siendo menor el de los seres humanos que usan las tecnologías increíblemente poderosas que han inventado para engañar, degradar, manipular, controlar y destruir a otros seres humanos.

Desde el momento en que se escribieron estas predicciones hasta ahora, la humanidad se ha movido en ambas direcciones, hacia un vertiginoso avance tecnológico y hacia un desastroso peligro moral y físico, al mismo tiempo. ¿Adónde iremos a partir de ahora?

Por ahora, es seguro que seguiremos confiando en nuestras propias mentes, energías, herramientas y tecnologías para solucionar nuestros problemas, alejar las amenazas, fabricar lujos e intentar inventar de algún modo nuestro camino hacia un mundo mejor.

Pero El maravilloso Mundo de Mañana: cómo será presenta una tercera visión del futuro, más inspiradora de lo que ningún futurista haya imaginado jamás.

Mesías médico

Nuestra generación vive en un mundo de pulsar botones. Sin embargo, los problemas fundamentales que los futuristas intentaban solucionar no han hecho más que empeorar. Nuestra tecnología es más avanzada de lo que imaginaron nuestros predecesores, pero estos artilugios no están resolviendo nuestros problemas.

El ocio, el entretenimiento y la comodidad no proporcionan felicidad y alegría. Por el contrario, nuestra sociedad está más sola, más deprimida y más depravada.

Persiguiendo una utopía libre de dolencias, enfermedades, depresión e incluso muerte, los seres humanos han inventado y vertido vidas y recursos incalculables en la ciencia de la medicina.

Un ejemplo de tecnología médica futurista es la manipulación del arnm. En el cuerpo, las moléculas de arnm ordenan a las células que creen proteínas específicas mediante sus procesos naturales. El arnm artificial, que ya se ha probado experimentalmente en cientos de millones de personas como “vacunas” covid-19, simula un virus natural en un intento de entrenar al sistema inmunitario para que se dirija a ese virus cuando entre en el cuerpo. Muchos ven esta herramienta de terapia genética como el futuro de la lucha contra las enfermedades.

Los futuristas también han esperado que los científicos alteren el “código” genético de nuestros cuerpos para prevenir enfermedades hereditarias e incluso mejorar o perfeccionar nuestras características físicas. Hoy, esta controvertida tecnología empieza a tomar forma con el nombre de Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Espaciadas (crispr, por sus siglas en inglés). Algunos piensan que traerá la utopía médica. Otros creen que sus consecuencias desconocidas plantean serias cuestiones éticas. El problema es que la única forma de averiguarlo es editar embriones, permitirles sobrevivir si pueden y observar los efectos. Como muchas otras tecnologías, los subproductos y efectos secundarios pueden ser escalofriantes, pero a menudo son ignorados.

Mesías computarizado

Otra tecnología revolucionaria que promete un cambio revolucionario es la de blockchain [cadena de bloques]. El uso más famoso de blockchain es en bitcoin, la primera moneda digital generalizada, pero este tipo de código y sistema informático es usado en muchas otras aplicaciones, desde la banca hasta las aduanas, el mantenimiento de registros, los contratos, los historiales médicos, la logística, las elecciones o la guerra. Al proporcionar un registro permanente del movimiento de bienes y servicios a lo largo de la cadena de suministro, promete ser un sustituto virtual de la honradez humana.

Por ejemplo, el Banco de Pagos Internacionales, llamado el “banco de los bancos centrales”, puso a prueba una tecnología de blockchain llamada mBridge para conectar las monedas digitales de los bancos centrales y ayudar a prescindir de los dólares estadounidenses en el comercio mundial. Algunos dicen que la tecnología podría utilizarse para ayudar a los países y las personas más pobres. También podría concentrar un mayor poder sobre el comercio en menos manos, que podrían utilizarlo para los fines que consideren oportunos.

Otro ejemplo de cómo estamos utilizando los ordenadores para intentar resolver nuestros problemas es el intento, ya en marcha, de fusionar literalmente al hombre con la máquina.

Un artículo de 2017 titulado “Melding Mind and Machine: How Close Are We?” (Fusionando mente y maquina: ¿Qué tan cerca estamos?) argumentaba: “Al igual que los antiguos griegos fantaseaban con el vuelo, las imaginaciones actuales sueñan con fusionar mentes y máquinas como remedio al molesto problema de la mortalidad humana. ¿Puede la mente conectarse directamente con la inteligencia artificial, los robots y otras mentes mediante tecnologías de interfaz cerebro-ordenador (ico) para trascender nuestras limitaciones humanas?”. (The Conversation, 9 de abril de 2017).

Una empresa llamada Neuralink ya ha solicitado permiso a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos para probar su implante cerebral en seres humanos. Al parecer, la solicitud fue denegada por temor a los efectos secundarios desconocidos. Pero el implante, ya probado en animales, promete hacer caminar a los paralíticos y ver a los ciegos, y convertir a los humanos en organismos cibernéticos.

Las posibilidades que se abren al conectar un cerebro humano a ordenadores, Internet y hardware robótico son asombrosas. Harvard Business Review escribió: “Las ico pueden conectarse al cerebro humano interna o externamente. Leen la actividad cerebral y la procesan en información, y también pueden comunicar información de vuelta al cerebro. Las ico tienen el potencial de amplificar la inteligencia humana a niveles sobrehumanos, lo cual es emocionante para tecnólogos y empresarios, pero plantea la pregunta: ¿Estamos nosotros, nuestras empresas y nuestros sistemas tecnológicos preparados para este cambio?” (28 de septiembre de 2020).

¿Utopía o distopía?

Desde el principio, los seres humanos nos hemos enfrentado a problemas y hemos intentado resolverlos aplicando nuestras energías mentales y físicas y, a menudo, desarrollando herramientas y otras tecnologías. Llevamos miles de años intentándolo y seguimos creyendo que los problemas actuales están a un invento más de resolverse.

Muchos de los futuristas del pasado, y del presente, tienen un notable elemento de ingenuidad en la forma en que esperan que se desarrollen y utilicen las nuevas tecnologías. A medida que algunas de estas herramientas se han hecho realidad, ha ido dominando un sabor más distópico. En lugar de vivir en un futuro como el de Los Supersónicos, parece que poco a poco nos estamos quedando atrapados en las páginas de 1984 de George Orwell.

Una organización cuyo objetivo es dar forma al futuro es el Foro Económico Mundial. Uno de sus videos más infames proclamaba que en un futuro próximo uno “no poseerá nada y será feliz”. En lugar de poseer electrodomésticos, por ejemplo, los alquilará y recibirá la entrega por dron. En vez de poseer un terreno, una casa o incluso un vehículo, vivirá en una “ciudad de 15 minutos”, donde todo lo que necesite estará cerca. Mientras tanto, los hospitales insertarán en las personas órganos impresos en 3D y los puertos espaciales enviarán a seres humanos a vivir a Marte. También se comerán “carnes de sustitución”, creadas a partir de células extraídas de animales vivos, o tal vez de insectos triturados. Sus pensamientos serán escaneados y controlados, y no sólo a través de un seguimiento detallado de su uso de Internet.

“La próxima fase es la vigilancia bajo nuestra piel”, afirma Yuval Noah Harari, del Foro Económico Mundial. “No es sólo distópico. También es utópico. Este tipo de datos también puede permitirnos crear el mejor sistema sanitario de la historia.”

Algunos piensan en ella como la “Cuarta Revolución Industrial”. Algunos la ven como una utopía. Otros la ven como una pesadilla. Pero piense lo que piense, un futuro en el que los problemas serán abordados por personas poderosas que manejan tecnologías poderosas se acerca rápidamente.

Universo y más allá

Algunos de los hombres con más éxito del mundo intentan ahora construir nuevas sociedades enteras con nuevas ideologías en nuevas ciudades construidas desde cero. Algunos han abandonado cualquier intento de salvar a la humanidad en la Tierra, y en su lugar creen que la utopía aguarda en los cielos y depende de que construyamos nuevas tecnologías para llegar allí.

El programa Artemis de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, está diseñado para devolver al hombre a la Luna y establecer una presencia humana a largo plazo. Tras la creación del programa en diciembre de 2017, el presidente Donald Trump declaró: “La directiva que firmo hoy volverá a enfocar el programa espacial de Estados Unidos en la exploración y el descubrimiento humano. Marca un primer paso para devolver a los astronautas estadounidenses a la Luna por primera vez desde 1972, para su exploración y uso a largo plazo. Esta vez, no sólo plantaremos nuestra bandera y dejaremos nuestras huellas, sino que estableceremos los cimientos para una futura misión a Marte y, quizás algún día, a muchos mundos más allá”.

El programa, de 6.000 millones de dólares, utilizará el sistema de lanzamiento de cohetes más potente jamás creado por la humanidad, con una altura de 30 pisos. Tiene múltiples etapas para llevar miles de toneladas de equipos y suministros a la Luna y preparar un viaje a Marte. El programa incluye cápsulas habitables, vehículos de exploración, fuentes de energía solar y una estación espacial lunar. El objetivo final es que haya humanos en Marte en la década de 2030.

Elon Musk fundó SpaceX con el “objetivo final de hacer posible que la gente viva en otros planetas”. Hasta ahora, la tecnología no ha estado a la altura de los sueños. Musk y otros científicos quieren “terraformar” Marte para hacerlo más parecido a la Tierra redirigiendo la luz solar e introduciendo microorganismos para crear oxígeno. Pero por ahora, esta tecnología es sólo un sueño.

Se gastan miles de millones de dólares intentando crear una utopía en el cosmos. Los esfuerzos por colonizar otros planetas ponen de relieve la imaginación expansiva de la humanidad, pero también reflejan la desesperanza ante la situación en la Tierra. Éste es un último intento desesperado de utilizar la tecnología para salvarnos de nuestros problemas… y de nosotros mismos.

Consecuencias imprevistas

A lo largo de la historia de la humanidad, nos hemos enfrentado a nuestros problemas, ya sean físicos, materiales, mentales o espirituales, desarrollando nuevas herramientas. Bien sea que se trate de una mega torre en la llanura de Sinar (Génesis 11) o de insertar en nuestros cuerpos plásmidos con proteínas sintéticas de espiga y códigos genéticos, está y siempre ha estado en nuestra propia naturaleza solucionarlo con tecnología.

Estos intentos de solución han generado una serie de consecuencias, intencionadas y no intencionadas. Muchas han sido imposibles de producir sin manipular y forzar a otras personas. A lo largo de la historia, incluso en la actualidad, gran parte de la minería, la fabricación, la mano de obra y otros esfuerzos necesarios para resolver los problemas de un grupo de personas han procedido de la esclavización de otro.

Al mismo tiempo, se han fabricado herramientas, se han construido edificios, se han desarrollado ciudades, se han desechado grandes volúmenes de residuos, se han aprobado inventos con poca reflexión y se ha tenido aún menos moderación para abordar nuevos problemas.

En generaciones anteriores, el rendimiento de las cosechas era bajo, las enfermedades eran amenazadoras, las incursiones y las guerras nunca estaban demasiado lejos y el conocimiento de cómo vivir estaba oculto. Hemos inventado numerosas herramientas, algunas de las cuales han tenido efectos beneficiosos, pero ninguna ha resuelto nuestros problemas fundamentales. Ahora, bien entrado el siglo xxi, nuestros problemas se multiplican e intensifican. El hambre, la sequía y las catástrofes meteorológicas han aumentado en la última década. La guerra hace estragos en Europa, África, Asia, Oriente Medio y más allá. En 2021 se produjo un exceso de 15 millones de muertes por causas desconocidas. El aumento de dispositivos de Internet y de medicamentos recetados, aclamados como tecnologías fantásticas, ha ido acompañado de un aumento de la depresión y la ansiedad. La conectividad a Internet, las cámaras y otros monitores, las monedas digitales y las tecnologías blockchain prometen comodidad y eficiencia, pero también dan a los gobiernos un control tiránico sobre nuestro dinero.

No cabe duda de que hemos logrado desarrollar tecnologías poderosas. Pero esto no debe engañarnos, como ha engañado a tantos, haciéndonos creer que por ser avanzadas pueden resolver las fuentes fundamentales de nuestros problemas: egoísmo, pereza, celos, odios, corrupción y más. Con esas fuentes fundamentales decididamente sin resolver, cuanto más avanzadas y poderosas son nuestras tecnologías, más peligrosas resultan. Al igual que una carrera armamentista entre superpotencias, el rápido avance de nuestras tecnologías industriales, médicas, electrónicas y de otro tipo sólo ha conseguido aumentar drásticamente lo que está en juego.

Observe la sociedad y el mundo que lo rodea y pregúntese: ¿estamos progresando o retrocediendo?

La fantástica tecnología a nuestro alcance no siempre causa problemas, pero debemos afrontar el hecho de que nuestros problemas han aumentado al menos tan rápido como nuestras tecnologías. Y debemos preguntarnos por qué.

La dimensión que falta en la tecnología

A lo largo de la historia de la humanidad, hemos cometido el mismo error. Nos enfrentamos a problemas, tanto físicos como espirituales, que en última instancia se remontan a un pensamiento erróneo y respondemos: lo arreglaremos con tecnología. ¡Esa solución está condenada al fracaso y siempre lo ha estado! La producción de acero no puede resolver la codicia. El silicio y el cristal no pueden crear plenitud. Las cámaras no pueden hacer justicia. El código informático no puede producir el mismo resultado que la honradez humana.

Una torre colosal para resistir las inundaciones no puede producir el mismo resultado que la obediencia a Dios.

La mayor parte de la tecnología no es intrínsecamente mala, de hecho, puede utilizarse de forma beneficiosa y productiva para la raza humana. El problema es que la tecnología se ocupa puramente de lo material, mientras que las verdaderas causas radican en la dimensión espiritual invisible.

El Sr. Armstrong explicó esta realidad en El maravilloso Mundo de Mañana: cómo será: “Repetimos, hay una causa para cada efecto. Si la delincuencia ha de ser reducida considerablemente, y luego erradicada, hay que encontrar lo que la causa. Y aunque la gente tenga muchas conjeturas, opiniones y teorías al respecto, la respuesta es: la naturaleza humana. ¿Cuál es la causa de las guerras? La respuesta es: la naturaleza humana. ¿Por qué la gente roba, asesina, comete adulterio, fornica y codicia lo ajeno? Por la naturaleza humana. Si no se produce un cambio de la naturaleza humana, nunca tendremos utopía en la Tierra”.

Nunca encontraremos la utopía aplicando soluciones tecnológicas materiales a problemas espirituales.

Cuando Dios puso a Adán y Eva en el Jardín de Edén, les dio a elegir entre dos modos de vida: el árbol de la vida, que simbolizaba el modo de vida de Dios, o el árbol de la ciencia del bien y del mal, que simbolizaba el modo de vida de Satanás. Adán eligió este último, sentando así las bases de nuestra civilización actual (Génesis 2-3). El Sr. Armstrong escribió en El misterio de los siglos: “Adán se arrogó el derecho de determinar qué era bueno y qué era malo. Sin embargo, se trataba solamente de bondad humana en nada superior al nivel carnal y humano del espíritu humano dentro de él. Él rechazó la confianza en Dios y confió en su propio conocimiento, capacidades y poder, todo ello limitado al plano humano y carnal y sujeto al engaño y la orientación del pervertido Satanás”.

Toda nuestra civilización se desarrolló sobre esta fundación. El primer niño que nació desarrolló herramientas para forzar la tierra. Sus descendientes inmediatos desarrollaron otras herramientas, instrumentos, armas, ciudades, sistemas y enfoques para resolver sus problemas a su manera. Sin embargo, sus problemas se multiplicaron e intensificaron hasta el punto de que su Creador se llevó las vidas que había creado en un diluvio universal para detener nuestra aceleración hacia la autodestrucción total. Pero poco después del Diluvio, los seres humanos intentaron resolver incluso ese problema, no abordando el problema mental y espiritual y obedeciendo a Dios, ¡sino desarrollando los sistemas gubernamentales, religiosos, laborales y tecnológicos necesarios para construir una torre “a prueba de inundaciones”!

Ahora, al igual que entonces, nuestra civilización desciende de Adán y Eva, Caín y Nimrod. Está influenciada y gobernada por Satanás el diablo (Apocalipsis 12:9; 2 Corintios 4:4), el “dios de este mundo” que difunde la naturaleza humana en las mentes de la humanidad (Efesios 2:2). La decisión de Adán sentenció a toda su progenie a sintonizarse automáticamente en la longitud de onda del egoísmo de Satanás y significó que todos nuestros empeños dependerían únicamente del esfuerzo humano.

El Sr. Armstrong continuó: “Así se desarrolló un mundo, una civilización, a partir de Adán y Eva. Cuando Dios impidió el acceso al árbol de la vida, este acto señaló la fundación del mundo, un mundo fundado sobre el rechazo a Dios, en desobediencia a Su ley que define su camino de vida. Y el resultado ha sido el cúmulo de males, penas, dolor y sufrimiento en estos 6.000 años de civilización humana”.

Pero ¿qué pasaría si, con la ayuda de Dios, dejáramos de intentar utilizar la tecnología para arreglar actitudes erróneas y abordáramos por fin las causas fundamentales de nuestros problemas?

El futurismo de la Biblia

Esta tercera visión del futuro sólo se encuentra en las páginas de un libro escrito hace miles de años, y sin embargo es el texto más moderno y actualizado que se puede encontrar. La Biblia registra a Jesucristo enseñando la solución a nuestros problemas modernos. En Mateo 24, Él dijo que habría guerras y rumores de guerras (versículo 6), hambres, pestes y terremotos en todo el mundo (versículo 7). De hecho, predijo que la humanidad cometería un cosmicidio, aniquilando a todo ser humano, ¡si Él no intervenía! (versículo 22).

“En ese momento culminante, cuando una demora significaría la aniquilación de toda la vida del planeta, Jesucristo regresará”, continuó el Sr. Armstrong. “Visualice esto: a Cristo glorificado que viene con todo el esplendor, todo el poder sobrenatural y la gloria del Dios todopoderoso; que viene a rescatar a la humanidad, a detener la escalada de guerras, la destrucción nuclear masiva, el dolor y el sufrimiento humano; que viene a introducir la paz, el bienestar abundante, la felicidad y la alegría para toda la humanidad.”

Se acerca un nuevo gobierno mundial que traerá la paz, la felicidad y la realización de nuestro potencial humano. Pero no vendrá de la manera que la humanidad quiere o piensa. ¡Jesucristo construirá una nueva civilización desde los cimientos! Abordar la naturaleza humana resolverá los problemas que la tecnología ha prometido repetidamente solucionar, pero que no ha podido.

Dios abolirá la naturaleza humana ejerciendo la autoridad divina de este nuevo gobierno mundial y mediante un proceso de reeducación. Cada ser humano es un agente moral libre que tendrá que elegir entre vivir el modo de vida de Dios que produce los buenos resultados que todos deseamos, o continuar el miserable camino de la naturaleza humana hasta que se produzca la muerte. La ley de Dios, encapsulada en los Diez Mandamientos, ¡será la ley nacional de toda la Tierra!

Imagine un mundo gobernado por un Dios perfectamente justo y amoroso, donde nuestra propia naturaleza cambia gradualmente de ser egoísta a ser altruista, como nuestro Creador. Con la raíz espiritual corregida, podemos avanzar hacia un futuro verdaderamente revolucionario. Permita que el Sr. Armstrong le ayude a imaginar esta utopía futura:

“En un mundo donde todos amaran y adoraran a Dios con toda la mente, con todo el corazón y todas las fuerzas, donde todos se preocuparán por el bienestar del prójimo tanto como por el propio, no habría divorcio, ni hogares y familias desintegradas, ni delincuencia juvenil, crimen, cárceles, prisiones ni policía (salvo para fines de dirección y vigilancia pacíficas, como un servicio público para todos); tampoco habría guerras ni instituciones militares. Además de la ley espiritual, Dios también ha puesto en acción leyes físicas que operan en nuestros cuerpos y nuestras mentes. No habría, pues, enfermedades, malestar, dolor ni sufrimiento. Por el contrario, la gente gozaría de una salud vigorosa y vibrante, y estaría llena de dinamismo e interés por la vida; habría entusiasmo e interés por actividades constructivas que producirían felicidad y alegría. Habría limpieza, actividad, verdadero progreso. No existirían barrios marginales, ni degeneración de las razas, ni retraso en parte alguna del mundo”.

Esta es la promesa de Dios para el futuro. Y sólo podrá ocurrir cuando nuestro ciclo perpetuo de autosuficiencia condenada al fracaso se rompa definitivamente. Parte de la tecnología actual alcanzará por fin todo su potencial una vez que se garantice su uso correcto porque la naturaleza del hombre ha cambiado. Finalmente, todo el poder innovador de la mente humana se combinará con el Espíritu Santo (Romanos 8:14; Hechos 2:17). Unidos a nuestro Creador, alcanzaremos el propósito para el que fuimos creados.

“¡Qué glorioso! Será el amanecer de un nuevo día. Pronto vendrá la paz. Los hombres dejarán el camino del ‘obtener’ y seguirán el camino del ‘dar’; el camino divino del amor. Entonces, ¡una nueva civilización abrazará a la Tierra!”. (ibíd.). El amanecer de esta utopía y de un nuevo capítulo en la historia de la humanidad no está lejos. Puede tener verdadera esperanza en esta promesa de futuro. Capte esta visión del mañana y transformará su vida a partir de hoy.

EL INCREÍBLE POTENCIAL HUMANO

Este es el asombroso relato del verdadero mensaje evangélico de Jesucristo—y de cómo la dimensión faltante fue retenida y el mundo entero engañado.