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Traicionando a Israel en su hora de necesidad

JACQUELYN MARTIN/POOL/AFP VÍA GETTY IMAGES

Traicionando a Israel en su hora de necesidad

Las expresiones de apoyo de Estados Unidos son meras palabras. Fíjese en sus acciones.

El mundo ha cambiado desde el 7 de octubre de 2023. Para que no lo olvide: Ese día, monstruos fuertemente armados y con planes detallados le dispararon a la gente en sus coches; le dispararon por la espalda a los que huían a pie de un concierto; arrojaron granadas a familias; ataron, torturaron, violaron, le rompieron los huesos y asesinaron a mujeres; mutilaron a ancianos; dispararon y quemaron a niños; cortaron pies, dedos de las manos, dedos de los pies, senos; sacaron ojos; quemaron viva a la gente; decapitaron a adultos y bebés, al menos a uno lo sacaron al abrirle el vientre a su madre. Lo grabaron todo y lo subieron a la Internet para jactarse ante el mundo de lo que habían hecho. Y gran parte del mundo los aclamó e incluso se unió a ellos para amenazar y atacar a judíos de todo el planeta.

¿Cómo respondió la superpotencia aliada de Israel?

Días después, Joe Biden reconoció las atrocidades del ataque de Hamás y su conexión con el odio histórico contra el pueblo judío; pidió que la respuesta de Israel fuera “rápida, decisiva y abrumadora”; advirtió a otros enemigos de Israel que pudieran estar tentados de unirse a la lucha: “No lo hagan”; desvió un portaaviones a la región; y ordenó entregas de suministros de armamento a Israel.

Pero esta respuesta es engañosa.

En primer lugar, Joe Biden actuando como presidente de EE UU es un engaño. Las elecciones de 2020 fueron robadas, y la Constitución que legitima y da poder a la presidencia fue usurpada. Y además, este aspirante a la presidencia ni siquiera está realmente en el poder. Es un señuelo controlado por Barack Hussein Obama (lea Estados Unidos bajo ataque).

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La respuesta de Biden y Obama a la masacre de Hamás está revestida de aún más engaño. Sí, Biden ha gastado dólares de los contribuyentes para los misiles interceptores de cohetes de Israel. ¡Pero también ha dirigido el gasto de los dólares de los contribuyentes que los terroristas utilizan para lanzar los cohetes en primer lugar! Revirtió una política del presidente Donald Trump y reanudó el envío de cientos de millones de dólares a los palestinos, incluyendo a Hamás. Obama, durante su presidencia y ahora a través de Biden, salvó al régimen islamista radical, dictatorial, patrocinador del terrorismo de Irán de al menos un levantamiento popular del pueblo iraní, de las sanciones lideradas por EE UU y de la ruina financiera y económica por medio de una serie constante de decisiones espantosas. Éstas han incluido unos 2.000 millones de dólares en efectivo en 2015 y 2016; el infame acuerdo nuclear del 16 de enero de 2016; 6.000 millones de dólares prometidos en el aniversario del 11-S en 2023; y 10.000 millones más liberados en noviembre de 2023.

Biden y Obama también han incurrido en una retórica equivalente a “ambos bandos tienen la culpa”. Biden fue acusado de hablar de una manera a los partidarios islamistas demócratas y de otra a los partidarios judíos demócratas. También salió a la luz que el gobierno estadounidense estaba obligando a Israel a retrasar su invasión terrestre en Gaza y sus bastiones de Hamás. Al mismo tiempo, Kamala Harris desvió la atención hacia una “estrategia nacional para contrarrestar la islamofobia”. Obama, aunque emitió declaraciones que parecían apoyar a Israel, también dijo cosas que claramente socavaban ese apoyo. En una entrevista del 4 de noviembre de 2023, por ejemplo, dijo: “Si quiere resolver el problema, entonces tiene que aceptar toda la verdad. Y entonces tiene que admitir que nadie tiene las manos limpias, que todos somos cómplices hasta cierto punto”. Dijo que “lo que les está ocurriendo a los palestinos es insoportable”. También advirtió que el contraataque de Israel “podría acabar siendo contraproducente”. Sin duda, esto resultará cierto si tiene algo que decir al respecto.

Declaraciones como éstas retratan a Israel como parte del problema y no como la clara víctima de la carnicería racista y genocida. ¿Se imagina al presidente Franklin Roosevelt respondiendo a la Kristallnacht [la Noche de los cristales rotos] pregonando una “estrategia nacional para contrarrestar la germanofobia” y diciendo a los judíos que “nadie tiene las manos limpias”?

‘Solución de dos Estados’

Desde que el presidente Bill Clinton impulsó los Acuerdos de Oslo i en 1993 en el jardín de la Casa Blanca con el primer ministro israelí Yitzhak Rabin y el terrorista palestino Yaser Arafat, el gobierno estadounidense ha presionado repetidamente a Israel para que libere prisioneros y ceda tierras y control a sus insurgentes islamistas: Jericó y Gaza (1994); Belén, Yenín, Nablus, Qalqilya, Ramala y Tulkarm (1995); Hebrón (1997); más zonas de Cisjordania (1998); el sur de Líbano (2000); el resto de Gaza (2005); y más, con terroristas suicidas y otros asesinos que matan salvajemente a civiles continuamente. Como ha escrito mi padre, el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, Oseas 5:13 demuestra que este “proceso de paz”, supuestamente diseñado para curar la herida, es la herida. (Lea más sobre esto en el Capítulo 2 de su folleto Jerusalén en profecía. Encuéntrelo en laTrompeta.es).

La política israelí de Obama está ahondando esta herida. Está tratando a Israel, una democracia parlamentaria con libertad para todas las religiones, y a Gaza, una tiránica teocracia islámica radical, como si fueran equivalentes. Esto no tiene sentido hasta que uno se da cuenta de que, por muy viles que sean las acciones de los palestinos, Obama busca forjar en Israel un Estado palestino islámico radical soberano.

Recuerde el infame discurso de Obama en El Cairo. Su primer gran discurso sobre política exterior en Oriente Medio en 2009 rechazó la legitimidad de los asentamientos israelíes y subrayó que los palestinos “soportan las humillaciones diarias, grandes y pequeñas, que conlleva la ocupación. Que no quepa ninguna duda: la situación del pueblo palestino es intolerable. Y EE UU no dará la espalda a la legítima aspiración palestina de dignidad, oportunidades y un Estado propio”.

Esta retórica altisonante desafía la realidad. Hamás no da a su pueblo dignidad ni oportunidades, les roba dinero y suministros, los utiliza como escudos humanos, los mata cuando desobedecen y arroja a sus rivales políticos palestinos desde los tejados. Sus estatutos declaran explícitamente que toda la organización (una extensión de la proscrita Hermandad Musulmana de Egipto), existe para “borrar” a Israel. Sin embargo, Obama dirige la política exterior estadounidense, a través de Biden, a favor de esta organización que es la definición misma de un régimen terrorista.

“Obama-Biden y otros, quieren una solución de dos Estados para Israel y los palestinos”, escribió Mark Bradman. “Creo que todos los esfuerzos están en marcha para explotar el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023 para avanzar en esa agenda. [El primer ministro israelí Benjamin] Netanyahu está siendo cuidadosamente puesto en una posición en la que la supervivencia de Israel estará supeditada a la aceptación de esta solución de dos Estados, que esencialmente significa, a largo plazo, la eliminación del Estado israelí” (Conservative Treehouse, 19 de octubre de 2023).

Por eso Obama y Biden están enviando 100 millones de dólares a los palestinos, por no hablar de las decenas de miles de millones de dólares y de una vía hacia las armas nucleares para el rey del terrorismo islámico, Irán. Necesitan apuntalar a Hamás y mantener a Israel y al primer ministro Netanyahu débiles el tiempo suficiente para forzar la tan ansiada “solución” de dos Estados. Sin embargo, esta “solución” destruiría a Israel.

Hamás no quiere la paz. Esta verdad inequívoca quedó marcada de la forma más monstruosa imaginable el 7 de octubre. Como Hamás ha dicho desde ese fatídico día, quiere tierra, armas, dinero, cobertura diplomática. El oficial de Hamás Ghazi Hamad proclamó en una entrevista el 24 de octubre que el 7 de octubre “es sólo la primera vez, y habrá una segunda, una tercera, una cuarta” hasta que Israel sea completamente aniquilado. “El 7 de octubre —el 10 de octubre, el millón de octubre— todo lo que hagamos estará justificado”.

Hermandad rota

La presión de Barack Obama a favor de un Estado palestino incluso después del 7 de octubre está rompiendo la hermandad que ha unido a EE UU e Israel por décadas. Muchos judíos están reconociendo que ya no pueden confiar en que EE UU les proteja del islamismo radical.

“Durante la mayor parte de la última década, EE UU ha seguido una política exterior diseñada para fortalecer a Irán y permitirle formar una fuerte esfera de influencia en la región”, escribió el periodista israelí Liel Leibovitz. “Cuando se defiende a Irán; cuando se le envía dinero a él y a sus subsidiarios; cuando se recompensa la violencia palestina; cuando se desvían de su camino para retratar a Bibi [Netanyahu] como un fascista peligroso; cuando se financia y se defiende a los oponentes contribuyendo a una mayor inestabilidad y disturbios; cuando se le entregan las claves de inteligencia estadounidense a agentes iraníes; cuando se hace que sus portavoces lo declaren como ‘desinformación’ para que la gente conecte puntos obvios; cuando se hace todo esto, se sabe lo que va a pasar. Quieren que pase”. (Tablet, 7 de octubre de 2023).

Continuó expresando lo que mucha gente se está dando cuenta: “Aquí está hoy, pues, el desafío para los líderes de Israel: ¿Puede usted aceptar que esto es lo que está ocurriendo? ¿Puede imaginar un futuro para el Estado judío desvinculado de EE UU? Pues debería hacerlo”.

Este triste estado de las cosas fue profetizado en la Biblia. El profeta Isaías describió un dramático desmoronamiento en la relación entre EE UU e Israel que ocurriría antes de la llegada del Mesías.

“Del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel (…) Manasés [devorará, versión New King James] a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá” (Isaías 9:12, 21). Estos versículos describen un tiempo en que Israel está bajo el ataque de los sirios en el norte y de los filisteos en el sur. Sin embargo, en lugar de unirse, las tribus israelitas de Manasés (Estados Unidos) y Efraín (Gran Bretaña) se devoran mutuamente y atacan a la tribu de Judá (Israel).

Esto es lo que la mayoría de los analistas de política exterior no entienden. Creen que Obama quiere una solución de dos Estados porque desea sinceramente que los judíos convivan en paz al lado de Hamás y los palestinos. Pero la Biblia revela que EE UU estará “contra Judá” en el tiempo del fin; Obama está contra Judá y ha estado reorientando drásticamente la política exterior estadounidense a favor de los palestinos e Irán.

Perdiendo Jerusalén Este

Con base en profecías como las de Zacarías 11:14 y Oseas 5:13, la Trompeta lleva muchos años prediciendo la división entre EE UU, Gran Bretaña y los judíos. En el primer versículo mencionado, Dios dijo que rompería “la hermandad entre Judá [el Estado de Israel] e Israel [principalmente EE UU y Gran Bretaña]”. En el segundo versículo, Dios predice que cuando Judá ve finalmente que EE UU y Gran Bretaña no le proporcionan ninguna ayuda, se volverá hacia Asiria (Alemania).

Mi padre señaló además en 2004 que Zacarías 11:14 profetiza una ruptura entre EE UU y Judá, “una que dejaría a Judá muy sola, justo antes de que la mitad de Jerusalén sea tomada por los árabes”. Especuló que el deterioro de la fuerza de voluntad de EE UU podría ser la causa de esta ruptura. Sin embargo, sorprendentemente, ahora parece que el gobierno estadounidense de Obama y Biden está intentando deliberadamente incitar a los palestinos a hacerse con el control de Jerusalén Este.

Las decisiones de Obama en política exterior prepararon el terreno para el terrorismo y la guerra actual entre Hamás e Israel, y la Biblia dice que Israel acabará perdiendo Jerusalén Este, incluido el Monte del Templo, pero no mediante una negociación. ¡Una insurgencia islámica radical tomará la mitad de la ciudad por la fuerza!

“He aquí, el día de [el Eterno] viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad” (Zacarías 14:1-2).

Se trata de una profecía del tiempo del fin, como dejan innegablemente claro los versículos 3 y 4: “Después saldrá [el Eterno] y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur”.

Israel ha perdido a EE UU, está a punto de perder Jerusalén Este y está a punto de perder su tierra y la vida de muchos de sus habitantes. Pero hay esperanza. Las mismas Escrituras veneradas tanto por judíos como por cristianos profetizan que estos angustiosos eventos ocurrirán, ¡pero ocurrirán justo antes de que el Mesías regrese… a Jerusalén!