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Ser o no ser… británico
A muchos británicos no les importa ser británicos; así lo revelaron unos artículos recientes en el Telegraph y el Guardian . Los británicos sinceros dicen que ni siquiera pueden definir lo que es la identidad británica .
Eso no suena bien. Las crisis de identidad paralizan a las naciones. Sin embargo, la crisis de identidad de Gran Bretaña parece epidémica.
Lo que está ocurriendo en Gran Bretaña es importante para mí; afecta mi alma y mi espíritu. Aunque nací en Estados Unidos y tengo ascendencia inglesa, escocesa y de Irlanda del Norte, ¡quiero ser más británico! Me he beneficiado de la identidad británica enormemente en mi vida.
Cuando estaba enfermo, mi madre me consolaba con té y tostadas. Mi padre me enseñó a tener orgullo de ser escocés/irlandés. En la universidad, completé una licenciatura de Literatura Inglesa. Mis poetas favoritos son Donne y Keats. Crié a mis hijas leyendo Austen y Shakespeare. Mi hija, mi yerno y mis nietos viven a menos de 7 kilómetros al norte de Stratford-upon-Avon.
He visitado Inglaterra, Irlanda del Norte y Escocia. He paseado por las calles de Londres bajo la lluvia. Me empapé de una buena cuota de identidad escocesa dentro del Castillo de Edimburgo. Me inspiré en Enniskillen, el hogar de mi tatarabuelo materno. Me quedé pasmado al visitar el Palacio de Buckingham. Quedé sobrecogido al deambular por los pasillos de piedra de la Abadía de Westminster e impresionado por la historia albergada en el Museo Británico. Quedé fascinado al ver el manuscrito sobreviviente más antiguo del poema Beowulf, diestramente conservado en la Biblioteca Británica. Podría decir más, mucho más.
No me malinterprete. Yo amo a Estados Unidos también. Pero me siento atraído por las islas Británicas porque las raíces de mi identidad ancestral están hundidas allí.
Muchas otras personas en este mundo se sienten de la misma manera. ¿Y qué hay con respecto a usted? Es difícil para mí imaginar un mundo sin Gran Bretaña o sin la esencia británica. Pero la pérdida de la identidad británica hace de esto una verdadera posibilidad.
La historia demuestra que la crisis de identidad de Gran Bretaña no comenzó con el reciente referendo sobre la independencia de Escocia. Sin embargo, ese voto hizo traer el tema de nuevo a la luz.
Pongamos de lado la política y discutamos la identidad británica en términos del carácter británico, la verdadera alma de lo británico.
Borracho, sucio y deplorable
Muchos británicos se indignaron al saber que un ciudadano portugués que llevaba 25 años viviendo en Gran Bretaña, João Magueijo, criticó severamente a los británicos, a la identidad y sociedad británica en su libro, Bifes Mal Passados (Carne mal cocida), que está disponible solo en Portugal.
El Guardian condenó la crítica de Magueijo al estilo de vida británico, llamándolo “un libro corto que explica por qué los británicos somos un montón de obsesionados por el sexo, rufianes obesos y presumidos. Según Magueijo (...) nuestra dieta es ‘deplorable’, y el pescado con papas fritas es un plato que ‘hace que uno quiera lavarlo con detergente antes de comerlo”. ¡Ay! Un ataque al pescado y las papas fritas le hiere hasta los huesos a cualquier británico verdadero.
El Telegraph también se sintió ofendido, citando a Magueijo en lo siguiente: “Cuando uno visita los hogares ingleses, o los baños en escuelas o residencias de estudiantes, estos son tan repugnantes que incluso el corral de las aves de mi abuela es más limpio. (...) Nunca conocí a un grupo de animales semejante. (...) Los ingleses son bestias salvajes sin restricciones, y totalmente fuera de control”.
Archie Bland del Guardian le preguntó a Magueijo si él quería retractarse de sus observaciones. Él respondió: “Muchas de esas cosas son reales y no voy a pedir disculpas por ello. Fue una broma, pero una muy buena. Toda la cultura de documentales de viajes, acerca del pobre inglés al que le suceden cosas horribles (donde todo es espantoso, la comida es horrible, la gente está tratando de robarle), esta es su cultura. Ustedes son esos blancos fáciles”.
Esos son comentarios duros que no se tragan fácilmente. Sin embargo, como mi madre solía decir cuando tenía una cuchara y una botella de aceite de hígado de bacalao en sus manos, “Es hora de tomar tu medicina”.
El colapso del carácter británico
Ningún ser humano puede aceptar fácilmente la crítica, esa es nuestra naturaleza. Es aún más difícil aceptar las críticas de aquellos fuera de nuestro círculo personal de amigos y familia. Sin embargo, vale la pena que todo el que se precie de ser británico considere algunas de las declaraciones de Magueijo. Él no está solo en sus observaciones.
Hay británicos de pensamiento profundo que han visto y experimentado los mismos problemas, y han escrito y advertido acerca de ellos; sin embargo, estas advertencias no han sido atendidas.
Uno de ellos es Theodore Dalrymple. “En las últimas décadas, una psicología peculiar y distintiva ha surgido en Inglaterra”, dice él con tristeza. “Atrás han quedado la cortesía, la independencia sólida, y el estoicismo admirable que sostuvieron al inglés a través de los años de guerra. Eso ha sido reemplazado por un lloriqueo constante de excusas, reclamos y alegatos engañosos. El colapso del carácter británico ha sido tan rápido y completo como el colapso del poder británico” (Life at the Bottom [la vida en el fondo]).
El Sr. Dalrymple es un psiquiatra británico que trató a los pobres en un hospital de los barrios marginales y una prisión en Inglaterra durante casi dos décadas. Life at the Bottom es su retrato tecnicolor del carácter británico desintegrado que ahora se puede observar en las calles de las ciudades y villas por todo el Reino Unido.
A diferencia de los pensadores liberales de nuestro tiempo, Dalrymple entiende que actualmente un tipo particular de la pobreza no es causado por la economía, sino por un conjunto de valores disfuncionales que es inculcado constantemente en las mentes de las clases bajas por una élite liberal.
Lo que ha llevado a la desaparición de la esencia británica es la educación y el pensamiento erróneos.
Ustedes son víctimas
Por ejemplo, discutiendo acerca del pensamiento determinista sociológico que dice que la pobreza causa delincuencia, Dalrymple afirma: “Si la pobreza es la causa del crimen, los ladrones no decidirían asaltar las casas. (...) Aquí surge la influencia subliminal de la filosofía marxista: la noción de que no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social es lo que determina su conciencia. Si esto fuera así, los hombres todavía vivirían en cuevas; pero el concepto tiene suficiente credibilidad para sacudir la confianza de las clases medias...” (ibíd.). Este pensamiento destructor del carácter corre rampante en las islas Británicas al igual que en Estados Unidos.
Cuando a los pobres se les enseña que son las víctimas, entonces no hay empuje para mejorar la vida. La naturaleza humana razona que los victimarios son los responsables de rectificar la situación de la víctima. Este es el combustible que alimenta los sistemas nacionales de asistencia social. Los pensadores liberales creen que la mejor manera de ayudar a los desempleados es animarlos a buscar ayuda pública. Mire a dónde lleva ese pensamiento: en Gran Bretaña, las familias pobres reciben hasta £26.000 ($40.500 dólares) por año en beneficios sociales. En 2010, se informó que varias familias en Gran Bretaña recibieron hasta £100.000 ($157.000 dólares) al año en ayuda.
Para ser justos, hay momentos de necesidad cuando las familias, e incluso los individuos, deben apoyarse en una ayuda externa. Pero tampoco seamos ingenuos; hay muchos que se han vuelto expertos en abusar, explotar y engañar al sistema.
Esto está muy lejos de los rasgos del carácter británico (y estadounidense) como éste era a mediados del siglo xx cuando se trabajaba duro, se practicaba el ahorro para subsistir, y se aceptaba la responsabilidad de cuidar de sí mismo en el mundo, incluso si eso significara tener más de un empleo. Mientras que muchos funcionarios del gobierno del Reino Unido se enorgullecen de su sistema de ayuda social, aquellos que trabajan directamente con las familias y los individuos que reciben esa ayuda, ven frutos malos y degenerados.
“La pobreza es uno de los temas menos de moda en Gran Bretaña”, dijo Fraser Nelson, editor del Spectador, al defender “Benefits Street”, un reality show de cinco capítulos del Reino Unido sobre beneficiarios de la asistencia social británica. “La gente no quiere creer que el Estado de bienestar esté ahora patrocinando la pobreza que está diseñado a erradicar. La gente piensa que es una caricatura horrible, pero no lo es”.
La mentalidad de ser víctima es el mismo modo de pensar que aumenta la actividad criminal violenta entre los británicos pobres. Dalrymple habla sobre la desgarradora violencia familiar y de barrio de que fue testigo directo en los sectores más pobres del Reino Unido. “En este rico brebaje de incertidumbre y ambigüedad, los historiadores sociales se inclinan por agregar su pizca de condimento, señalando que las clases medias vieron la delincuencia como un problema moral incluso en el siglo xviii, cuando para muchos delincuentes se trataba en realidad de otra cosa muy distinta, ya que a veces la única manera de obtener comida era robándola. Decir esto, por supuesto, es pasar por alto el cambio fundamental en las oportunidades de vida que se han producido desde entonces” (op. cit.).
Dalrymple muestra que el británico más pobre hoy está mucho mejor que los pobres de la Inglaterra georgiana. Sus necesidades son satisfechas, y no hay necesidad de vivir la vida de un ladrón. Sin embargo, el pensamiento elitista da a los pobres una excusa para vivir una vida de crimen. “Las personas llegan a creer que, lejos de ser extremadamente afortunados a juzgar por los estándares de todas las poblaciones existentes anteriormente, vivimos en el peor de los tiempos y bajo lo más injusto de las dispensaciones. Cada condena injusta, cada caso de infracción policial, es tan difundida que incluso los delincuentes profesionales, incluso aquellos que han realizado actos atroces, sienten a priori que también deben haber sido tratados injustamente, o al menos hipócritamente”, declara Dalrymple. La degeneración del carácter es un torbellino del que pocos pueden escapar.
Cualquier británico que quiera entender la desaparición del carácter británico debería leer este libro.
‘No necesitamos ninguna historia’
Uno de los puntos más importantes del Sr. Dalrymple en Life at the Bottom se refiere a la aversión generalizada a la educación en Gran Bretaña. Los británicos han desarrollado “una profunda antipatía a todo lo que tiene pinta de inteligencia, educación o cultura”, escribe. La cultura anti-educación es ahora tan penetrante que los jóvenes británicos interesados en obtener una buena educación son intimidados y marginados. La inteligencia es considerada como algo vergonzoso.
El Sr. Dalrymple descubrió que el británico promedio pobre de 16 años de edad, además de no ser capaz de leer, escribir o resolver problemas matemáticos sencillos, sabe poco o nada de la historia británica o del mundo. “Ni uno solo de mis pacientes jóvenes ha sabido las fechas de la Segunda Guerra Mundial, y mucho menos de la Primera; algunos nunca han oído hablar de estas guerras, aunque recientemente un paciente joven que había oído hablar de la Segunda Guerra Mundial pensó que había ocurrido en el siglo xviii. (...) El nombre de Stalin no significa nada para estos jóvenes y ni siquiera les suena algo familiar, como lo hace (a veces) el nombre de Shakespeare. Para ellos, 1066 es más probable que signifique un precio que una fecha” (ibíd.).
Dalrymple no simplifica demasiado el problema con la educación. En su libro él muestra la causa del debilitamiento del sistema de educación pública de Gran Bretaña; pero ese es tema para otro artículo. Sin embargo, él es experto en explicar el daño que el analfabetismo histórico les hace a los jóvenes británicos. Este es un punto fundamental que ningún ciudadano británico debería pasar por alto: “Así los jóvenes están condenados a vivir en un eterno presente, un presente que simplemente existe, sin conexión a un pasado que podría explicarlo, o a un futuro que podría desarrollarlo” (ibíd.). Estos pensamientos vienen de un pensador profundo que reconoce la necesidad de una educación en general, especialmente historia.
Revitalice su identidad británica
Tristemente, no solo los jóvenes británicos son pobres en historia, los adultos británicos en su mayoría han olvidado la rica y triunfante historia de su imperio una vez glorioso. El imperialismo es una mala palabra entre las élites británicas. La vergüenza se ha convertido en moda.
Vale la pena conocer la historia del Imperio Británico. Aprender más acerca de ella dará nueva vida y vigor robusto a su identidad británica.
Winston Churchill, cuyo principal defecto según muchos ha sido su identidad británica, fue quien dijo: “Mientras más miramos al pasado, más vemos hacia el futuro”. Churchill fue un estudioso de la historia. En gran parte debido a eso, durante la Segunda Guerra Mundial él fue capaz de salvar no sólo a Gran Bretaña, sino también a todo el mundo occidental. ¡Eso es un hecho de la historia!
Henry Steele Commager escribió lo siguiente en una introducción a la biografía de Churchill de Marlborough: “Al leer la historia, Churchill reforzó su educación temprana de exaltar las virtudes heroicas. Así como admiraba los logros en la ley romana, el gobierno y el imperio, así también se gozó en las virtudes romanas de orden, justicia, fortaleza, decisión y magnanimidad”. Gran Bretaña, Estados Unidos y las naciones del noroeste de Europa existen hoy porque nuestros grandes líderes del pasado fueron hábiles al vivir por estas virtudes heroicas. “Estas eran virtudes británicas también, y, como él era el símbolo mismo de John Bull (el inglés ideal), eran entonces virtudes churchilianas. Él atesoró como una ley de la historia el principio de que un pueblo que se burla de estas virtudes está condenado a la decadencia y disolución, y que un pueblo que las respeta, prosperará y sobrevivirá” (ibíd.).
Los actuales historiadores británicos optan por omitir las virtudes del Imperio Británico del orden, justicia, fortaleza, determinación y magnanimidad; su profundamente arraigada identidad británica. ¡Ellos la desprecian! Sin embargo, la historia de otras grandes potencias que han deseado gobernar el mundo tiránicamente (China, Alemania, Rusia) no deja ninguna duda de que este mundo nunca habría disfrutado de estos beneficios bajo su gobierno. Históricamente las ideas y tradiciones británicas han construido la cultura, educación y estabilidad social.
Churchill entendió que el Imperio Británico tenía la misión de mostrar al mundo cómo construir una civilización próspera, productiva y exitosa que beneficiara a todos aquellos dispuestos a seguir sus pasos. Él sabía que Dios le había dado a Gran Bretaña un lugar prominente en el mundo (vea artículo, en esta edición).
Esta es una perspectiva crucial para todos los británicos. Los eventos en este mundo se están tornando contra Gran Bretaña de una manera peligrosa. El debilitado carácter de los británicos está a punto de resultar peligroso, socavando la habilidad de la nación para responder admirablemente ante la adversidad como lo ha hecho en el pasado. Los días por delante para una Gran Bretaña despojada de su identidad son realmente oscuros. La profecía bíblica deja muy en claro este punto.
Sin embargo, aunque Gran Bretaña y la identidad británica se han hundido en las sombras por ahora, dentro de poco van a irrumpir de nuevo en la escena mundial. Las profecías de la Biblia muestran eso, después de un período muy difícil de tribulación, Gran Bretaña se convertirá en una nación renovada lista para liderar al mundo en esperanza y productividad jubilosa. Esta realidad está justo en el horizonte.