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Rusia, China y un mundo de armas nucleares

La Guerra Fría terminó hace décadas, pero la amenaza nuclear se está intensificando. Puede pensar que las bombas termonucleares no pueden ser más peligrosas. Pero sí pueden, y lo son.

“Inútil en el mejor de los casos, perjudicial en el peor”. Así es como el ya fallecido Charles Krauthammer describió un acuerdo que la administración Obama hizo con Rusia en 2009 para que ambas naciones desmantelaran igual número de armas nucleares de sus arsenales.

El acuerdo era perjudicial para Estados Unidos porque le obligaba a eliminar armas defensivas de última generación, mientras que Rusia desmantelaba armas de la era soviética de naturaleza estrictamente ofensiva, armas arcaicas que habrían hecho poco más que—como dijo una vez Winston Churchill—“hacer rebotar los escombros”.

En ese momento, los arsenales nucleares de Rusia eran demasiado primitivos para que el acuerdo fuera siquiera parecido. Y no hizo nada para que el mundo fuera más seguro.

Pero mucho ha cambiado en los 12 años transcurridos desde entonces.

En su discurso sobre el Estado de la Nación del 21 de abril, el presidente ruso Vladimir Putin dijo: “La proporción de armas y equipos avanzados (…) en la tríada nuclear (…) superará el 88% este año”.

Esto significa que de todas las ojivas, misiles balísticos intercontinentales, aviones estratégicos, submarinos y otros componentes del programa nuclear ruso, casi el 90% ha sido modernizado. En muchos casos, las versiones rusas de esta tecnología mortífera son comparables al arsenal de Estados Unidos. Se cree que algunos de estos sistemas de armas, como los misiles hipersónicos, superan a sus homólogos estadounidenses.

Putin continuó diciendo que Rusia está decidida a seguir “fortaleciendo cualitativamente” todos los aspectos de sus fuerzas armadas para seguir acortando la brecha con Estados Unidos.

Incluso cuando los rusos han sufrido años de graves tensiones económicas—agravadas por la pandemia del coronavirus y los cierres del gobierno—Putin siempre ha encontrado espacio en el presupuesto para gastar miles de millones de dólares anuales en el ejército, especialmente en armas nucleares. Está decidido a hacerlas lo más vanguardistas, letales e imparables posible.

Los reactores rápidos de China

El mismo día que Putin pronunció su discurso sobre los avances nucleares de Rusia, Reuters publicó un informe sobre China que sólo puede calificarse de estremecedor.

En los últimos años, China ha dedicado miles de millones de dólares en recursos para la construcción de una nueva generación de instalaciones nucleares avanzadas. El Partido Comunista que gobierna China ha subrayado que estas nuevas plantas sólo pretenden generar energía más limpia reduciendo su enorme consumo de carbón. Pero el informe de Reuters del 21 de abril afirma que los reactores rápidos de estas instalaciones producen grandes cantidades del material fundamental utilizado en armas nucleares avanzadas.

“Con un reactor nuclear rápido, se dispone ahora de una gran fuente de plutonio apto para armas”, afirma el almirante Charles Richard, comandante del Comando Estratégico de Estados Unidos. “Eso cambiará los límites superiores de lo que China podría elegir hacer si quisiera, en términos de una mayor expansión de sus capacidades nucleares”.

Se cree que China sólo tiene unas 200 cabezas nucleares. Pero los rumores procedentes de Pekín indican que algunos dirigentes del Partido Comunista quieren que su arsenal se compare mejor con el de Estados Unidos (unas 5.800 ojivas) y el de Rusia (unas 6.375 ojivas).

Es difícil imaginar que las nuevas plantas chinas no ayuden a cumplir esta ambición. Está previsto que la primera abra en 2023.

Un mundo nuclear

En los últimos meses, Irán también ha avanzado en su programa de armas nucleares. Este régimen fanático podría estar a pocos meses de producir su primera bomba nuclear. El también fanático y aún menos estable régimen norcoreano ha mejorado sus sistemas de lanzamiento de las armas nucleares que ya posee. El personal militar alemán ha recibido más entrenamiento sobre cómo movilizar y lanzar las bombas nucleares que Estados Unidos ha almacenado en Alemania. Y han surgido más preguntas y preocupaciones sobre la vulnerabilidad de las armas nucleares de Pakistán al secuestro terrorista, especialmente cuando Estados Unidos se retira del vecino Afganistán.

Además, se ha abierto el debate sobre la posibilidad de que otras naciones—en concreto Japón, Polonia, Corea del Sur, Arabia Saudí, Taiwán, Turquía y Ucrania—obtengan sus propios arsenales nucleares.

En tantas naciones se están produciendo avances nucleares que ponen de manifiesto la fragilidad de la paz mundial. Demuestran que todos los intentos de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales para reducir la amenaza nuclear han fracasado. Ninguno de los varios esfuerzos de desarme, planes de paz o tratados del hombre han sido capaces de asegurar una paz segura y duradera.

Todos estos acuerdos carecen de una salvaguarda que pueda impedir por la fuerza el uso de estas armas insondablemente destructivas. Y no hay un verdadero motivo de esperanza.

Pero hay esperanza en la Biblia.

En su folleto El Armagedón nuclear está ‘a las puertas’ , el redactor jefe Gerald Flurry escribe: “Sólo Dios puede resolver nuestro problema número uno: el de la supervivencia humana”.

El folleto del Sr. Flurry deja ineludiblemente claro que el plan de Dios expuesto en las Escrituras ofrece a la humanidad una solución definitiva y llena de esperanza. Pero muestra que la Biblia también contiene advertencias nefastas que revelan que las tensiones en el mundo seguirán aumentando hasta que estallen y explote la guerra nuclear.

Un pronóstico para la era moderna

Mateo 24:21-22 registra a Jesucristo diciendo: “Porque habrá una angustia mayor que en cualquier otro momento desde el comienzo del mundo. Y nunca volverá a ser tan grande. De hecho, a menos que se acorte ese tiempo de calamidad, no sobrevivirá ni una sola persona…” (Nueva Traducción Viviente).

Cuando Cristo pronunció estas alarmantes palabras en el año 31 d.C., una guerra mundial que podría matar a toda persona viva no era tecnológicamente posible.

En aquella época de dominio romano, la guerra consistía en el combate cuerpo a cuerpo con espadas, jabalinas, arcos y hondas. Lo más parecido a un arma de destrucción masiva era probablemente una catapulta onagro. Incluso después de que otro milenio había pasado, los soldados de Gengis Kan estaban armados con un armamento comparable: ballestas, sables, arcos recurvados y trabucos. Con ellos, los mongoles mataron a unos 40 millones de personas, una décima parte de la población mundial. Para el 1400, la llegada de la pólvora permitió el uso generalizado de mosquetes y cañones. Estos avances aumentaron en gran medida la eficacia asesina de los soldados. Sin embargo, incluso entonces, la humanidad seguía sin poder librar una guerra en la que “ni una sola persona” pudiera sobrevivir.

Con la Primera Guerra Mundial llegaron más avances importantes en la tecnología armamentística. La mejora de la artillería y los fusiles, ametralladoras, gases venenosos, minas terrestres, granadas, lanzallamas, tanques, aviones lanzabombas y submarinos lanzatorpedos hicieron que matar gente tuviera una eficacia sin precedentes. La mecanización de las armas en ese conflicto contribuyó a la muerte de 18 millones de personas. En la Segunda Guerra Mundial, la humanidad dio un salto cuántico hacia el futuro de la tecnología para matar: unos 60 millones de personas fueron aniquiladas por una artillería enormemente mejorada, espoletas de proximidad, aviones de combate, portaaviones, cohetes y, finalmente—y lo más siniestro—dos bombas atómicas.

Una década después del final de la Segunda Guerra Mundial, se alcanzó un importante hito profético.

El Curso Bíblico por Correspondencia del Colegio Ambassador, publicado por el fallecido educador Herbert W. Armstrong, explica: “La aniquilación total de la raza humana por medio de la guerra nunca fue posible—en ningún momento de la historia mundial—¡hasta 1955! La Enciclopedia Británica informa que, “En agosto de 1955 (…) había una convicción general entre los gobiernos de que ambos bandos en la Guerra Fría tenían suficiente poder de represalia para hacer que la guerra con bombas de hidrógeno fuera suicida”.

Así que en ese tiempo se habían construido suficientes bombas nucleares como para hacer volar toda la vida humana del planeta. El tipo de guerra de la que Cristo había advertido 2.000 años antes se había convertido finalmente no sólo en posible, sino en peligrosamente probable.

Este hecho nos ayuda a ver que muchas profecías bíblicas claves sobre la Tercera Guerra Mundial, incluyendo Mateo 24:21-22, sólo podrían cumplirse en la era nuclear moderna.

‘Aquellos días serán acortados’

En la actualidad, las naciones siguen apuntándose con armas nucleares, y los riesgos de que se utilicen estas armas son cada vez mayores. Cuando estalle una guerra nuclear mundial, millones de personas sufrirán el fuego nuclear, y millones más sufrirán el invierno nuclear. Jeremías 2:15 muestra que algunas ciudades quedarán totalmente calcinadas por la devastación nuclear, sin que haya un solo sobreviviente. La carnicería mundial amenazará la existencia de la propia vida humana.

Pero las profecías de la Biblia no terminan con la guerra nuclear aniquilando a la humanidad. Continuando en Mateo 24, justo después de que Jesús dijera que la guerra nuclear en esta era sería tan devastadora que podría aniquilar a la humanidad, añadió un detalle crucial: “Aquellos días serán acortados” (versículo 22).

De esto se desprende que la Tercera Guerra Mundial nuclear estallará, pero Dios no permitirá que siga su curso. Antes de que Rusia, China y otras potencias mundiales detonen suficientes armas para extinguir al hombre, Jesucristo interrumpirá la carnicería.

“La buena noticia es que Dios acortará el periodo de tiempo y nos preservará la vida”, escribe el Sr. Flurry. “Pero si Él no interviniera, nadie quedaría vivo en este planeta. Él permitirá que esto siga un largo camino para que así las personas aprendan que no pueden gobernar a sí mismos. Los hombres no conocen el camino de la paz. Dios sí lo sabe, y si usted guarda Su ley de amor, esto le traerá gran gozo y paz a su vida” (op cit).

Justo después de ese tiempo de guerra sin precedentes, Cristo instituirá una época de paz sin precedentes. Amós 9:14 muestra que las ciudades devastadas serán entonces reconstruidas. Se convertirán en bastiones de vida y prosperidad. Jeremías aclara que a medida que el proyecto de reconstrucción masiva progrese, cada individuo llegará a conocer al verdadero Dios. Cada persona aprenderá a guardar Su ley. Como resultado, el “gran gozo y paz” de los que habla el Sr. Flurry comenzarán a llenar el mundo entero.

“¡Hoy estamos al borde es este abismo nuclear!” escribe el Sr. Flurry; pero a medida que todas estas “horribles señales se van cumpliendo, sabremos que Cristo está a punto de regresar” (ibid).

Estas son verdades vitales que hay que entender: tanto la advertencia de guerra en el horizonte como las buenas noticias sobre la esperanza que hay más allá de eso. Pero es posible entender y aprender cómo empezar a traer ese “gran gozo y paz” a su vida hoy. 


EL ARMAGEDÓN NUCLEAR ESTÁ ‘A LAS PUERTAS’

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