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Robo electoral, insurrección falsa

(ISTOCK.COM/CACTUSOUP, MELISSA BARREIRO/IDF)

Robo electoral, insurrección falsa

Estados Unidos bajo ataque: capítulo ocho

Continúa de “Estados Unidos no tiene quien le ayude”.

En una entrevista de octubre de 2020, Joe Biden dijo: “Hemos formado (…) la organización de fraude electoral más extensa e inclusiva de la historia de la política estadounidense”. Obviamente no pretendía decir eso, pero es difícil ignorarlo cuando el fraude electoral extenso y organizado es precisamente lo que lo elevó al poder.

Es prácticamente un secreto a voces que los demócratas radicales se robaron las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2020. Un mes después de las elecciones, una encuesta de la Universidad de Quinnipiac entre 978 votantes registrados de todo el país reveló que el 77% de los republicanos creía que hubo fraude electoral generalizado durante las elecciones, y el 34% de todos los votantes registrados creían que la victoria de Biden era ilegítima. Y el porcentaje de estadounidenses que ven a Joe Biden como un presidente falso no ha hecho más que aumentar desde entonces. En una encuesta de Axios realizada en enero de 2022 con 2.649 votantes registrados reveló que más del 40% de los estadounidenses no creen que Biden ganara legítimamente las elecciones. Eso indica que más de 100 millones de estadounidenses creen que las elecciones fueron robadas, incluidos muchos demócratas. De hecho, muchos demócratas saben que fue robada.

Las cifras oficiales muestran que un número récord de 74,2 millones de personas votaron por el presidente Donald Trump, casi 5 millones más que cualquier otro candidato en la historia estadounidense. Sin embargo, de alguna manera, Joe Biden oficialmente recibió 7 millones de votos más que Trump. Biden obtuvo 12 millones de votos más que Barack Obama.

Este total oficial no se alcanzó debido a una oleada de entusiasmo sin precedentes por un candidato presidencial singularmente capaz y atractivo. Joe Biden era un político profesional con 47 años de experiencia, propenso a cometer torpezas y vinculado a la corrupción, y que realizó su campaña principalmente desde el sótano de su casa. El recuento de votos de Biden se alcanzó mediante una cuidadosa planificación, una flagrante ilegalidad, una corrupción a gran escala, un engaño descarado y una propaganda muy difundida.




La información sobre el alcance del fraude electoral es copiosa. Una de las mejores fuentes es el tercer volumen del estudio del Dr. Peter Navarro sobre el fraude electoral. En él se descubrieron 3.069.002 de “posibles votos ilegales” solamente en los Estados pendulares de Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. Dado que el margen de “victoria” combinado de Joe Biden en todos estos Estados fue una décima parte de eso (312.992 votos), ninguna persona razonable puede concluir que las elecciones presidenciales fueron libres y justas, y mucho menos “las elecciones más seguras de la historia estadounidense”, como siguen insistiendo los izquierdistas de la política y los medios de comunicación.

Sin embargo, el sistema de justicia de Estados Unidos se negó a investigar el fraude electoral. La administración de Trump presentó al menos 63 demandas alegando fraude en varios Estados. Casi todas estas demandas fueron desestimadas, no por sus méritos, sino por tecnicismos.

Como han determinado diversos informes, análisis estadísticos, documentales y otras fuentes, las elecciones presidenciales de 2020 estuvieron plagadas de fraude electoral. Fue organizado. Fue extenso. Fue extremo, desafiante y flagrante. Y había alguien detrás que tenía el poder, el motivo y el descaro para cometer el mayor robo electoral de la historia. No fue Joe Biden, pero él sabe exactamente quién fue.

¿Por qué valía la pena cometer semejante traición?

El objetivo principal era restaurar al poder la maquinaria política de Barack Obama. Él y sus operativos trabajaron furiosamente durante la presidencia de Trump, durante su candidatura a la reelección y, sobre todo, durante las elecciones mismas.

Moviendo los hilos

Barack Obama fue el primer presidente en más de un siglo que permaneció en Washington, D.C., después de finalizar su mandato. Todos los demás presidentes se han ido de la capital por respeto a su sucesor, a la presidencia y a la nación. ¿Por qué se quedó Obama? En marzo de 2017, el diario británico Daily Mail escribió que el hogar de Obama, a pocos kilómetros de la Casa Blanca, se había convertido en el “centro neurálgico de la creciente insurgencia contra su sucesor, el presidente Donald J. Trump”.

Este periódico británico pudo reconocer exactamente lo que estaba ocurriendo: con sede en D.C., este hombre estuvo todo el tiempo al mando de la izquierda radical. ¡El Sr. Obama estaba personalmente involucrado en tratar de derrocar al presidente Trump! Insurgencia es la palabra correcta.

En marzo de 2020, Obama dirigió la selección de Joe Biden como candidato presidencial demócrata. Por ejemplo, llamó directamente a Pete Buttigieg después de que se retirara de la carrera y le pidió que respaldara a Biden. Sus ayudantes hicieron llamadas similares a las candidatas Amy Klobuchar y Elizabeth Warren.

Entre marzo y noviembre, Obama y su equipo realizaron una campaña intensa a favor de Joe Biden. La vicepresidenta de Biden, Kamala Harris, también fue seleccionada personalmente por el Sr. Obama.

Barack Obama mantuvo su nombre fuera de la mayoría de los encabezados, pero ejercía su poder constantemente. ¡Su liderazgo destructivo no tiene paralelo en la historia de EE UU! La única razón por la que más gente no puede reconocerlo es porque el engaño de Satanás sobre el mundo ha alcanzado una intensidad sin precedentes. La mayoría de la gente no puede ver en lo absoluto la dimensión espiritual de esta crisis.

Estos radicales presionaron para que se introdujeran cambios importantes e inconstitucionales en las leyes electorales, e implantaron procedimientos electorales que violaban abiertamente las leyes vigentes. Utilizaron sistemas de votación electrónicos que tenían poca seguridad. Exigieron la expansión masiva del uso de boletas de votación por correo, obviamente propensas al fraude. Ahora sabemos que gran parte del fraude se cometió con estos votos por correo. Por poner sólo un ejemplo, la organización periodística encubierta Proyecto Veritas descubrió a miles de votantes registrados en Georgia que tenían la misma dirección justo enfrente de la oficina del Secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, en el capitolio del Estado.

Para el 3 de noviembre, la izquierda radical estaba lista para manipular unas elecciones.

El día de las elecciones

Los medios de comunicación de izquierda habían previsto y estaban preparados para que el día de las elecciones Donald Trump obtuviera una gran ventaja y ganara los Estados pendulares cruciales de la Florida y Ohio. Rara vez un candidato pierde cuando gana esos dos Estados. Posteriormente, Time publicó un artículo de Molly Ball titulado “The Secret History of the Shadow Campaign That Saved the 2020 Election” [La historia secreta de la campaña clandestina que salvó las elecciones de 2020]. Ball explicó la reacción de los demócratas ante la enorme ventaja de Trump: “La noche electoral comenzó con muchos demócratas desesperados. Trump iba por delante de las encuestas previas a las elecciones, ganando la Florida, Ohio y Texas con facilidad y manteniendo Michigan, Wisconsin y Pensilvania demasiado cerca como para poder determinar al ganador” (4 de febrero de 2021).

Ball explicó que los líderes demócratas y los activistas de izquierda se unieron en una videollamada a las 11 de la noche de ese mismo día para discutir qué hacer. Los activistas estaban listos para manifestarse en las calles si las elecciones no se inclinaban a favor de Biden.

Entonces, a las 11:20, Fox News decidió declarar Arizona a favor de Biden, cuando todavía quedaba una gran parte de los votos por emitir, especialmente en el condado de Maricopa, de tendencia republicana. Mientras tanto, Fox se negó a proclamar Estados como Ohio y la Florida, en los que Donald Trump llevaba la delantera con amplios márgenes y en donde ya se había contado un alto porcentaje de votos. Arizona sería el primer Estado en “voltearse” durante las elecciones de 2020, y esto demostró ser el inicio de un cambio de dirección.

Mucha gente se fue a dormir la noche del 3 de noviembre pensando que Donald Trump había ganado las elecciones ampliamente, sólo para despertarse a la mañana siguiente y ver cómo Estados pendulares como Pensilvania, Wisconsin, Michigan y Georgia cambiaban a favor de Joe Biden.

Lo que ocurrió en los días posteriores fue algo que jamás se había visto en Estados Unidos. Increíblemente, los demócratas le habían estado “advirtiendo” a la gente durante meses de que debían anticipar precisamente lo que ocurrió. ¿Cómo lo sabían?

En el condado de Fulton, Georgia, el más grande y corrupto del Estado, los votos por correo se contaron en el estadio State Farm. La noche del 3 de noviembre, los funcionarios en el estadio dijeron que ya habían terminado de contar las boletas electorales de esa noche y que los observadores electorales y los medios de comunicación se tenían que retirar. Pero unos pocos trabajadores electorales se quedaron e, ilegalmente, continuaron contando boletas sin la presencia de observadores electorales. Las imágenes de video mostraron a los trabajadores electorales pasando las papeletas por las máquinas contadoras varias veces. Un incremento correspondiente en los votos de Biden lo puso a la par del presidente Trump. Durante los días siguientes, los demócratas lograron producir suficientes boletas para darle la victoria a Biden por alrededor de 11.000 votos.

En Pensilvania, el presidente Trump vio cómo se evaporaba de la noche a la mañana una ventaja de 600.000 votos. En Pittsburgh, a los trabajadores electorales se les dijo que detuvieran el conteo y regresaran en la mañana. En Filadelfia, recintos fuertemente demócratas no permitieron que los observadores electorales republicanos observaran el proceso de conteo, desafiando órdenes del tribunal. Los demócratas controlan el tribunal supremo del Estado y la oficina ejecutiva, por lo que es difícil descubrir cualquier irregularidad.

En Detroit, Michigan, al igual que en el condado de Fulton, los votos por correo se procesaron todos en un lugar central, el tcf Center. Las imágenes de las cámaras de vigilancia revelaron que de madrugada, mucho después de que hubiera vencido el plazo para la entrega de boletas, una camioneta blanca entró al centro. Unos hombres descargaban cajas de boletas por correo de la camioneta. Más tarde, el fiscal general Barr dijo que había investigado el asunto y que le habían dicho que así es como se manejan las elecciones en Detroit. ¿En serio? A medida que aumentaban las tensiones en el tcf Center durante los días siguientes, se prohibió a los observadores electorales y a los medios de comunicación observar el proceso de conteo. Los trabajadores electorales colocaron cartones para cubrir las ventanas donde se realizaba el conteo.

Del mismo modo, en Milwaukee, Wisconsin, los votos por correo se entregaron en el centro de recuento en mitad de la noche. Cada vez que se contaban los votos por correo, la ventaja de Trump desaparecía. En Green Bay, Wisconsin, ¡los demócratas tenían llaves de los almacenes de papeletas! Esto se debe a que la ciudad recibió una subvención de un millón de dólares de una organización demócrata sin ánimo de lucro que condicionó el dinero a que sus elegidos pudieran dirigir partes del proceso electoral en ciudades como Green Bay. Esa misma organización sin ánimo de lucro dio una cantidad desproporcionada de dinero a bastiones demócratas en Estados indecisos.

Estos son sólo algunos de los acontecimientos alarmantes y sin precedentes que tuvieron lugar la noche de las elecciones.

También están los datos estadísticos que muestran lo inusual que fue realmente la supuesta victoria de Biden, incluyendo su derrota en 18 de los 19 “condados líderes” y su bajo rendimiento en las zonas demócratas fuera de los Estados indecisos.

Además, una gran cantidad de comportamientos sospechosos e ilegales sugieren que los demócratas están llevando a cabo quizás el encubrimiento más grande de la historia estadounidense. Los demócratas amenazaron con violencia para impedir que los republicanos investigaran las elecciones. En Michigan, los demócratas amenazaron a los hijos de los funcionarios del condado que dijeron que se negarían a certificar las elecciones porque había muchas irregularidades. En el condado de Maricopa, Arizona, los funcionarios del condado se negaron a entregar a los auditores los discos duros con la información de las elecciones de 2020, desafiando una orden judicial. En Georgia, imágenes de video muestran a personas depositando múltiples papeletas en buzones en violación de las leyes estatales. El cineasta Dinesh D’Souza produjo un documental en 2022 titulado 2000 Mules [2000 mulas] en el que expuso la estrategia de los demócratas de depositar boletas por correo en las urnas.

Todo esto fue encubierto por los medios de comunicación. ¡Fueron cómplices del fraude! El día de las elecciones, el New York Times tuiteó: “La responsabilidad de declarar al ganador de una elección presidencial en Estados Unidos les corresponde a los medios de comunicación”. Después, retractó rápidamente ese comentario, pero eso dice todo lo que necesita saber sobre cómo piensan los medios.

El 7 de noviembre de 2020, a pesar de todas las irregularidades y pruebas de delitos, las corporaciones izquierdistas de noticias, en coordinación, declararon a Joe Biden como el próximo presidente de Estados Unidos.

‘Joebama’

Cuando Biden y Harris nominaron y designaron a personas para cargos ejecutivos en la nueva administración, muchas de estas personas eran cercanas a Obama o habían formado parte de su administración. En una entrevista concedida a Politico el 23 de noviembre de 2020, el Sr. Obama se mostró satisfecho. “Están viendo cómo se desarrolla un equipo en el que tengo una gran confianza”, dijo. Por supuesto que tenía una gran confianza en ellos: ¡Eran su gente! Incluso Obama admitió que el 90% del gabinete de Biden estaba compuesto por su gente.

En el Epoch Times, Lee Smith escribió: “Obama quiere que se entienda que Biden es un avatar para un tercer mandato de Obama. Ahora puede terminar el trabajo de ‘transformar fundamentalmente a Estados Unidos’, como dijo días antes de las elecciones de 2008” (17 de noviembre de 2020).

Freddy Gray, redactor de Spectator usa , utilizó el término Joebama para describir la presidencia entrante. “Últimamente Obama suena un poco como un Rey del Mundo, pero no se le puede culpar por sentirse entusiasmado. (…) Su gran némesis Donald Trump parece haber sido finalmente vencido, y su pandilla vuelve a tomar las riendas de Washington. (…) De hecho, la administración entrante de Biden es posiblemente más Obamaista de lo que fue la administración original de Obama” (28 de noviembre de 2020). Un miembro del personal de la campaña de Biden llegó a decir a Politico: “El equipo de Obama ahora está expulsando a la gente que ayudó a que Biden fuera electo”.

A mediados de diciembre, lo que equivalía a una tercera administración Obama estaba lista para volver a la Casa Blanca.

Lo más sorprendente fue que la mayoría de los estadounidenses no tuvieron ningún problema con esto. La presencia de Obama en la campaña electoral, la victoria y los nombramientos de Biden nunca recibió el escrutinio que merecía. Para la mayoría de la gente, especialmente los principales medios de comunicación que están embelesados por Obama, fue un factor positivo. Pero proféticamente, es una gran preocupación. Antíoco estaba ilegal y traicioneramente retomando el control, y a la mayoría de los estadounidenses no parecía importarles. El plan de Obama era regresar a la Casa Blanca —mínimo como el titiritero que dirigía a Joe Biden y Kamala Harris— para lograr su gran objetivo de transformar fundamentalmente a Estados Unidos.

El propio Obama lo dijo en una entrevista con el comediante Stephen Colbert en noviembre de 2020: “La gente me preguntaba, sabiendo lo que sabe ahora, ¿desearía tener un tercer mandato? Y solía decir, si pudiera llegar a un acuerdo en el que tuviera un doble, un suplente o una suplente, y tuvieran un auricular puesto, y yo estuviera simplemente en mi sótano en ropa deportiva observando la situación, y pudiera más o menos pronunciar las líneas pero otra persona estuviera haciendo toda la charla y la ceremonia, estaría bien con eso porque encuentro el trabajo fascinante”. El Sr. Obama ha hecho otras declaraciones similares que indican su deseo de ejercer el poder.

Jesús dijo: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34).

El robo electoral de 2020 puso a este hombre nuevamente al mando, listo para gobernar a través de un presidente ilegítimo.

Un esfuerzo para obtener justicia

En las semanas posteriores a las elecciones, una impugnación legal tras otra fue ignorada, denegada o derrotada, incluso por el Tribunal Supremo. Luego, dos semanas antes de la toma de posesión, el Congreso se reunió para certificar los resultados de las elecciones el 6 de enero de 2021.

Una manifestación con el lema “Salvemos a Estados Unidos”, compuesta por unas 200.000 personas, se reunió en Washington para protestar contra el fraude y el robo electoral. El presidente Trump se dirigió a la multitud y dijo que sabía que los participantes marcharían al Capitolio para hacer oír su voz “pacífica y patrióticamente”.

La multitud se dirigió al Capitolio. Los videos muestran a la policía rociando con gas lacrimógeno a las personas que protestaban pacíficamente. Algunas personas empezaron a enfrentarse con la policía. A pesar de los esfuerzos de los demócratas por suprimir grabaciones de seguridad cruciales, numerosos videos y relatos de testigos presenciales revelan que el Capitolio estaba ligeramente vigilado, que los letreros de “zona restringida” fueron removidos desde muy temprano y que la policía permitió la entrada de los manifestantes al edificio. Intentaban incitar a la multitud. Algunos manifestantes rompieron ventanas, otros destrozaron el despacho de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y algunos entraron en la Cámara del Senado. Otros miembros de la multitud intentaron detener a los vándalos e intrusos y le suplicaron a la policía que hiciera más para detenerlos. Los miembros del Congreso fueron evacuados durante unas horas mientras la policía reaseguraba el edificio.

Los manifestantes no mataron a nadie y nadie utilizó una pistola. La única víctima de disparos fue Ashli Babbitt, una manifestante desarmada que no representaba el más mínimo peligro, pero a la que un agente de la policía del Capitolio disparó y mató. Cuando la sangre fluye así, resulta más aleccionador.

Fue un día feo en la historia de Estados Unidos. Las personas que cometieron fechorías como vandalizar ese gran edificio histórico deben recibir la reprensión correspondiente. Tras la incursión en el Capitolio, el propio presidente Trump dijo a los manifestantes que mantuvieran la ley y el orden, que apoyaran a las fuerzas del orden y que “se fueran a casa inmediatamente”. Más tarde urgió a “no ser violentos, no incumplir la ley y no cometer actos de vandalismo de ningún tipo”.

Pero las élites radicales del gobierno y los medios de comunicación aprovecharon esta protesta revoltosa. Tomaron un incidente protagonizado por personas que cometieron un delito menor de intrusión ilegal para protestar en contra de unas elecciones traicioneras y lo calificaron como un asalto a la democracia estadounidense peor que Pearl Harbor, el 11 de septiembre o cualquier otra cosa desde la guerra civil estadounidense. Lo calificaron de insurrección y lo utilizaron contra sus enemigos políticos para censurarlos, difamarlos, silenciarlos, boicotearlos, perseguirlos, encarcelarlos y cosas peores. Lo utilizaron como arma para destruir por completo a su oposición.

Se ha convertido en uno de los ejemplos más escalofriantes del ataque a Estados Unidos.

La admisión de Rosenberg

El 8 y 9 de marzo de 2022, se publicaron dos videos importantes que en gran parte fueron ignorados. Fueron producidos por el Proyecto Veritas, que investiga y saca a la luz la corrupción y el fraude, a menudo engañando a la gente para que divulgue información y grabándoles en secreto. Estos dos videos muestran al periodista Matthew Rosenberg, ganador del premio Pulitzer, en una conversación sobre su empleador, el New York Times.

Rosenberg es un corresponsal de seguridad nacional. Estaba frente al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero con otros dos colegas, “y sólo nos divertíamos”, dijo. También dijo: “Sé que se supone que debo estar traumatizado”, y se burló de otros periodistas que “siguen hablando de su trauma” por haber estado en el Capitolio ese día. Dijo que “no estaban en ningún peligro” y que estaban tergiversando la situación. Dijo que la multitud no estaba organizada y que “había una tonelada de informantes del fbi entre la gente que atacó el Capitolio”.

Rosenberg estaba admitiendo la verdad y contradiciendo lo que el New York Times había estado diciendo durante más de un año: la protesta del 6 de enero de 2021 no fue una insurrección organizada por los seguidores de Trump.

Pero los radicales en la política y los medios de comunicación actuaron como si todo el mundo estuviera traumatizado. El 7 de enero, Pelosi ordenó instalar una valla alrededor del Capitolio y convocó a la Guardia Nacional, manteniendo tropas allí durante meses. Las personas detenidas por entrar sin derecho, que quizá ni siquiera sabían que ese era el caso, han sido tratadas como terroristas, encarceladas durante meses sin un juicio. No estaban ejecutando una insurrección el 6 de enero; ¡estaban protestando en contra de la insurrección del 3 de noviembre!

Rosenberg no es conservador. Pero al señalar algunos agravios comparativamente menores cometidos ese día, dijo: “La reacción exagerada de la izquierda (…) al respecto, en algunos lugares, fue demasiado exagerada”. Sí, se cometieron agravios, pero fueron muy menores comparados con una insurrección. ¡Y muchos o la mayoría de ellos fueron instigados por izquierdistas que se infiltraron en la protesta para crear problemas!

¿Qué estaba haciendo el FBI allí?

Ha salido a la luz que activistas de la izquierda radical, incluyendo Antifa y Black Lives Matter, se habían infiltrado en la multitud, haciéndose pasar por partidarios de Trump e intentando causar violencia al estilo Antifa.

John Sullivan, un reconocido agitador izquierdista que fundó un grupo llamado Insurgencia usa, aparece en grabaciones de video usando una gorra Trump fuera del edificio e intentando incitar a la multitud a enojarse. También fue grabado adentro, en la escena del tiroteo mortal. Es uno de los individuos que rompieron la ventana del Lobby del Portavoz mientras los agentes del otro lado tenían sus armas desenfundadas. Ésta era la ventana por la que Ashli Babbitt intentó trepar cuando le dispararon. Cuando el agente jaló el gatillo y ella cayó al suelo sangrando por el cuello, Sullivan estaba a pocos metros de ella, grabando el video. Al parecer, empezó a afirmar que estaba muerta, aunque probablemente no era el caso en ese momento y la policía que acudió inmediatamente al lugar de los hechos dijo que podían salvarla. Incluso mientras se derramaba sangre, Sullivan intentaba agitar a la multitud y hacer que una mala situación empeorara. Más tarde ese mismo día, Sullivan salió ante las cámaras, incluso en cnn, para dar su versión de la violencia dentro del Capitolio. Los entrevistadores no le preguntaron qué hacía él, un agitador izquierdista, allí.

Cada vez surgen más pruebas de que los agentes del Estado profundo querían que gente como Sullivan causara problemas y también de que los medios izquierdistas estaban ansiosos por presentar esto como algo que no era.

Por ejemplo, entre la multitud del 6 de enero había un gran número de informantes del fbi. Las imágenes previas a la protesta muestran a un hombre, Ray Epps, incitando directamente a los manifestantes a ingresar al Capitolio. La multitud que lo rodeaba gritó “¡No!” y empezó a gritar “¡Federal!”. Reconocieron que su propio gobierno estaba intentando convertir su protesta en algo violento. Desde entonces se ha revelado que ¡había unos 100 agitadores del fbi en esa multitud!

¿Por qué? Esto es profundamente preocupante. ¿Qué es lo que intentaban lograr? ¿Cuántos de los instigadores eran personas trabajando con el fbi?

Cuando Fox News informó sobre aquellos videos de Rosenberg, abordó el hecho de que dijo que el peligro de aquel día era drásticamente exagerado, pero ni siquiera discutió su comentario de que “había una tonelada de informantes del fbi entre la gente que atacó el Capitolio”. Parece que los ejecutivos de la cadena dieron instrucciones a sus periodistas para que no hablaran de eso. Eso ocurrió en Fox News, que se supone que son conservadores. El New York Times y las otras organizaciones de noticias más importantes de Estados Unidos son mucho más radicalmente liberales. Y los ejecutivos de esas organizaciones están muy enfocados en darle forma a la narrativa que rodea al 6 de enero por una razón específica e importante.

Quién se benefició del 6 de enero?

En el interior del Capitolio, el 6 de enero de 2021, más de 100 miembros del Congreso estaban preparados para oponerse a la certificación de las elecciones presidenciales de 2020. Personas de seis Estados pendulares habían estado denunciando a gritos que se había cometido un fraude electoral considerable. Los radicales habían cometido una traición masiva para robar las elecciones y, en algunos aspectos importantes, ¡habían sido descubiertos! Se había descubierto una gran cantidad de fraude; se habían robado enormes cantidades de votos en seis Estados. Los más de 100 legisladores estaban dispuestos a abordar los delitos electorales que le habían otorgado a Joe Biden la inconcebible cifra de 81 millones de votos. Estos miembros del Congreso estaban dispuestos a defender la verdad e intentar detener una elección robada.

Pero la protesta del 6 de enero, y la reacción de la izquierda ante ella, cambiaron todo eso.

“… Donald Trump no tenía nada que ganar y todo que perder con el violento asalto al Capitolio ese día”, escribió Frank Miele para RealClearPolitics. “La única posibilidad de mantener a Trump en la Casa Blanca no era invadiendo el Capitolio, sino manteniéndolo seguro mientras nuestros representantes debatían la validez de las elecciones utilizando el proceso enteramente constitucional que tiene lugar dentro de los pasillos del Congreso” (3 de enero de 2022). ¡Esa es una verdad crítica! Donald Trump no tenía nada en absoluto que ganar con un asalto al Capitolio ese día.

“Los votos electorales de al menos cinco Estados estaban siendo impugnados, no en un golpe de Estado, sino de una manera legal también utilizada por los demócratas en elecciones anteriores”, continuó Miele. Piense en las elecciones presidenciales de 2000 entre Al Gore y George W. Bush, que se redujeron a la certificación del voto en la Florida. Gore alegó que hubo fraude, por lo que los demócratas impulsaron con fuerza todas las vías legales posibles para cuestionar el voto en ese Estado. Pero han demostrado que piensan que ese procedimiento es sólo para los demócratas, no para los republicanos.

El 6 de enero de 2021, “senadores republicanos y miembros de la Cámara de Representantes se habían organizado para argumentar ante la opinión pública y ante sus colegas constitucionalistas que algo estaba podrido en los Estados de Arizona, Georgia, Pensilvania, Wisconsin y Michigan, y que por lo tanto las elecciones estaban manchadas”, escribió Miele. Todo lo que pretendían hacer era conforme a la Constitución. “Pero la violencia afuera dio lugar a un debate muy acortado adentro que fue prácticamente ignorado, e incluso abiertamente ridiculizado o humillado, por los principales medios de comunicación. Los disturbios destruyeron instantáneamente cualquier oportunidad que Trump tenía de prevalecer en su argumento de que la elección fue robada” (ibíd.).

Esa es la cuestión: Trump no tenía nada que ganar con esa violencia, ¡pero la izquierda radical tenía todo que ganar! Los acontecimientos del 6 de enero acabaron con todo para el presidente Trump. Casi nadie salió en defensa de él, ni de la Constitución ni de Estados Unidos.

Rosenberg parece pensar que la reacción “demasiado exagerada” de la izquierda radical a la “insurrección” es desafortunada para los izquierdistas menos radicales. Él no se da cuenta de que la reacción demasiado exagerada era el objetivo. Para encubrir su robo electoral y certificar su golpe de Estado traicionero, los radicales tenían que cometer más traición. Por eso la protesta del 6 de enero incluyó a “una tonelada” de informantes del fbi, y también a izquierdistas radicales e incluso a agitadores del fbi: ellos querían utilizar esa protesta para encubrir su traición. Los radicales robaron las elecciones de 2020, después instigaron los aspectos más feos del 6 de enero, después reaccionaron exageradamente a esa protesta para desacreditarla y para bloquear toda oposición a certificar las elecciones robadas.

Su plan funcionó a la perfección: aquellos 100 congresistas y el vicepresidente capitularon.

Falta de coraje

En el discurso que el presidente Trump pronunció ese día, hizo un llamado directo a su vicepresidente, quien tuvo un papel en la certificación de la elección. “Mike Pence, espero que te mantengas firme por el bien de nuestra Constitución, y por el bien de nuestro país”, dijo. “Y si no lo haces, voy a estar muy decepcionado de ti. Te lo diré ya mismo, no estoy escuchando buenas noticias”.

Después de que el Sr. Pence permitiera que se certificara el voto fraudulento, el presidente Trump publicó en las redes sociales: “Mike Pence no tuvo el coraje de hacer lo que era necesario para proteger a nuestro país y a nuestra Constitución, permitiendo a los Estados la oportunidad de certificar un conjunto de hechos corregidos, no los fraudulentos e inexactos, que se les pidió que certificaran previamente”.

¿Qué clase de traición es esa? ¿Seguirían luchando las legislaturas estatales por el presidente cuando ni siquiera el vicepresidente lo hace? Constitucionalmente, el Sr. Pence podría y debería haber exigido una investigación. Pero dijo: “Es mi juicio meditado que mi juramento de apoyar y defender la Constitución me restringe de reclamar autoridad unilateral para determinar qué votos electorales deben contarse y cuáles no”.

Esa fue una mentira retorcida. ¡No estaba “apoyando y defendiendo la Constitución” al ignorar a la gente en seis Estados indecisos que denunciaban un fraude generalizado! ¡Criminales pisotearon toda la Constitución! Nadie le estaba pidiendo al Sr. Pence que cambiara los votos, le estaban pidiendo protección legal contra los votos robados.

“Pence tenía autoridad como [vicepresidente] para no certificar”, dijo el ex funcionario de Trump Peter Navarro al Daily Mail (1 de noviembre de 2021). Explicó que los más de 100 miembros del Congreso estaban preparados “para poner en duda los resultados en los seis Estados pendulares, lo que nos daría 12 horas de audiencias televisadas sobre todas las irregularidades electorales”. Estas audiencias podrían haber “galvanizado al público estadounidense detrás de la realidad de que esta elección probablemente fue robada, y todo lo que Pence tenía que hacer era decir que hay suficiente incertidumbre aquí como para que necesitemos enviar esto de regreso a los Estados y examinarlo y luego volveremos en dos semanas y tomaremos la decisión. Eso es todo lo que tenía que hacer”, dijo Navarro.

Pero la violencia paralizó bruscamente este plan. Los líderes republicanos Mitch McConnell y Kevin McCarthy utilizaron “la excusa de la violencia en el Capitolio para detener cualquier intento de cuestionar los resultados electorales”, dijo Navarro.

Precisamente por eso los izquierdistas radicales querían que hubiera caos en el Capitolio ese día.

“… Michael Richard Pence habrá asegurado su lugar en la historia como el Bruto con mayor responsabilidad tanto por la traición final al presidente Trump como por el entierro sin ceremonias de la integridad electoral”, dijo Navarro.

Estos líderes republicanos traicionaron al presidente. Y los tribunales, hasta el Tribunal Supremo, descartaron las impugnaciones legales debido a tecnicismos. Todos huyeron, como Jonás, de su deber.

Y debido a que los republicanos cedieron, Joe Biden fue investido.

La misma tarde después de tomar posesión de su cargo, Joe Biden firmó 17 órdenes ejecutivas que tenían como objetivo principal destruir lo que el presidente Trump había hecho por la economía, el sector energético, las fronteras y la educación estadounidenses. Ha seguido adelante con la agenda de Obama de borrar la historia, las tradiciones y los fundamentos bíblicos de Estados Unidos; permitiendo que los inmigrantes, incluidos los delincuentes y los traficantes de drogas, se cuelen por la frontera; gastando miles de millones en vivienda, sanidad, educación y asistencia social; y hundiendo a este país en una deuda de 30 billones de dólares. Esto está sumiendo a la nación en un futuro radicalizado sin precedentes.

Juicio político

Se necesitan medidas extremas para robar y mantener el poder. Pero a eso recurrieron los izquierdistas radicales, incluyendo los que están en Washington.

El 13 de enero de 2021, justo una semana antes de que concluyera el mandato presidencial de Donald Trump, la Cámara de Representantes llevó a cabo un juicio político en su contra por el discurso que dio el 6 de enero. Fue el enjuiciamiento más rápido de la historia, y el segundo juicio contra este presidente, sólo 56 semanas después del primero. Lo acusaron de “incitar una insurrección” y de “incitar deliberadamente la violencia en contra del gobierno de Estados Unidos”.

Era una acusación ridícula. Incluso el profesor liberal de derecho Jonathan Turley señaló que el presidente Trump “en realidad nunca convocó a la violencia o a una revuelta”. De hecho, el presidente Trump había pedido 10.000 miembros de la Guardia Nacional para mantener el orden el 6 de enero. Pero Pelosi, que está parcialmente a cargo de la seguridad del Capitolio, dijo que no, al igual que la Policía del Capitolio y el alcalde de Washington, D.C. (Sin embargo, después del 6 de enero, Pelosi y otros llamaron a la Guardia y construyeron una valla como si el área fuera una zona de alto peligro).

Pelosi admitió que este juicio político era en parte un intento de eliminar cualquier posibilidad de que Trump ocupara un cargo público en el futuro.

Posteriormente, Joe Biden tomó posesión de su cargo y el Sr. Trump abandonó la ciudad. El caso de destitución fue llevado al Senado, pero no lograron alcanzar la mayoría necesaria de dos tercios, por lo que el presidente fue absuelto. Aun así, todos los demócratas y siete senadores republicanos votaron a favor de condenar al Sr. Trump. A algunos republicanos les disgusta la forma en que el presidente Trump alteró el statu quo político; quieren purgar al partido de su influencia. ¡Todos estos esfuerzos son mucho más destructivos para Estados Unidos de lo que la mayoría de la gente cree!

Mientras tanto, los ejecutivos de los medios y del sector tecnológico colaboraron para utilizar los disturbios del 6 de enero como pretexto para silenciar a Donald Trump. Twitter lo suspendió ese mismo día. Al día siguiente, el 7 de enero, la ex primera dama Michelle Obama escribió una carta abierta diciendo a las empresas tecnológicas que “dejaran de posibilitar este comportamiento monstruoso”. En menos de 24 horas, comenzaron los bloqueos. Twitter bloqueó permanentemente al Sr. Trump para que sus 88 millones de seguidores en la plataforma ya no pudieran leer sus mensajes.1 Facebook cerró su cuenta. Apple, Discord, Google, Instagram, Pinterest, Reddit, Shopify, Snapchat, Stripe, TikTok, Twitch, YouTube y otras grandes plataformas prohibieron o restringieron de alguna forma sus mensajes y los de sus seguidores. Estas grandes corporaciones de alta tecnología actuaron como si fueran demasiado “rectas” como para permitir que la gente leyera o escuchara lo que dijo el presidente, ¡cuando sus plataformas están llenas de porquería y cochambre! Las principales cadenas de televisión se negaron a retransmitir el discurso de despedida del presidente de Estados Unidos. El director político de abc News dijo que las autoridades deben comenzar a “hacer una limpieza del movimiento” relacionado con el presidente Trump.

El gobierno federal ya estaba iniciando su “limpieza”.

Purga patriota

El fbi lanzó una campaña nacional para que la gente denunciara a quienes participaron en la protesta del 6 de enero. El gobierno detuvo y encarceló a partidarios de Trump durante meses sin darles un día en la corte. No quieren mencionar la evidencia de que instigadores radicales, informantes federales e incluso instigadores federales secuestraron una protesta pacífica; documentos federales de imputación incluyen una serie de coconspiradores no identificados y no acusados. (Según Revolver News, la razón por la que algunos manifestantes no han sido acusados es que son agitadores del fbi o agentes en activo). Pero ellos proclamarán que este grupo de turistas estaba cometiendo una “insurrección”.

¡Estas fueron las mismas personas que en el 2020 calificaron las protestas de Black Lives Matter, en las que se quemaron edificios y murieron personas, ¡como “pacíficas en su mayoría”!

En febrero de 2023, el presidente entrante de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, dio acceso al presentador de Fox News Tucker Carlson a las 14.000 horas de videos que se grabaron en el evento del 6 de enero. Los fragmentos que Carlson emitió dejaron aún más claro lo que ya estaba dolorosamente claro: que la “insurrección” era falsa, que la gran mayoría de la gente allí estaba protestando pacíficamente, ¡y que la forma en que los radicales están utilizando ese evento como arma política es diabólica!

Una pareja estuvo en el Capitolio y observó la protesta, pero nunca entró al edificio. Presentían que algo no iba bien. Después de regresar a su casa en Alaska, un día, agentes del fbi tocaron su puerta. Afirmaron que buscaban la computadora portátil de Nancy Pelosi, se apoderaron de su casa, confiscaron la copia de bolsillo de la Constitución de EE UU de la pareja y los esposaron a ambos.

El gobierno sigue teniendo en la cárcel a muchas personas que nunca han sido juzgadas, algunas de ellas en confinamiento solitario. Esperamos esto en dictaduras como Rusia o China… ¿pero Estados Unidos?

El régimen de Biden ha afirmado repetidamente que “el terrorismo proveniente de la supremacía blanca es la amenaza más letal para la patria hoy en día” y ha atacado el patriotismo y los principios constitucionales calificándolos de “racistas” y cosas peores, inclusive dentro del ejército estadounidense. El régimen está vigilando la actividad en línea del personal militar para detectar “comportamientos extremistas”. El esfuerzo está dirigido por un hombre que ha dicho que sólo los racistas, misóginos y extremistas apoyan a Donald Trump. Un senador introdujo legislación para clasificar las manifestaciones del movimiento “Make America Great Again” [Hagamos grande a Estados Unidos otra vez] como “actividad terrorista doméstica”. Incluso padres disgustados con comités escolares que están adoctrinando a sus hijos en la perversión sexual ¡están en la mira!

En un buen gobierno, las autoridades deben proteger sobre todo al pueblo. Pero el gobierno de Estados Unidos no está protegiendo a los estadounidenses; de hecho, ¡está purgando a los patriotas! ¡Estas élites están cometiendo crímenes y traición y tratando a los estadounidenses del común como criminales y traidores!

Estamos obteniendo un buen vistazo de cómo es el autoritarismo del siglo xxi. Y está siendo impulsado por antiguos agentes de la administración Obama dirigidos, entre bastidores, por Barack Obama.

Jonás

Observe de nuevo la profecía de 2 Reyes 14. Los versículos 23 y 25 dicen: “El año quince de Amasías hijo de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Jeroboam hijo de Joás sobre Israel en Samaria; y reinó cuarenta y un años (…) Él restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la palabra de [el Eterno] Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer”.

El profeta Jonás profetizó que Jeroboam intervendría y salvaría el reino de Israel. Esto demuestra que Dios tenía un profeta en la escena durante este período crucial de la historia de Israel. Dios estaba allí, y también Su profeta, ¡haciéndole saber a todos que Él estaba involucrado y que no permitiría que el nombre de Israel fuera borrado!

La referencia a Jonás en 2 Reyes 14:25 es alentadora. ¡Dios quiere que sepamos, en medio de todos estos graves acontecimientos y profecías cumplidas, que Él está aquí, enviando Su mensaje profético y dirigiendo los acontecimientos según Sus propósitos!

También hay un mensaje por el hecho de que fue Jonás quien dio esta profecía. Se trata del mismo Jonás a quien Dios comisionó más tarde para que advirtiera a Nínive, esa “ciudad grande en extremo”, capital del Imperio asirio (Jonás 1:2; 3:3). Dios quería que Jonás les dijera a los dirigentes de aquel poderoso y cruel imperio que estaba a punto de castigarlos por sus maldades.

Jonás temía hacer eso y huyó. Al huir, cometió un grave pecado en contra de Dios.

Esta historia nos enseña una lección crucial: no debemos huir de nada que Dios quiera que hagamos. Por supuesto que hay cosas que preferiríamos no hacer, pero debemos hacer lo que Dios nos pide, por difícil que sea. Cuando nos enfrentamos a dificultades, debemos ser duros y prepararnos para afrontar la tarea.

Al principio, Jonás huyó de su deber. Los republicanos han abandonado su deber. Hoy, Dios tiene un mensaje para Estados Unidos, y yo no debo huir de este deber. Tengo una obligación ante Dios de entregarlo.

Jonás fue castigado a ser tragado por un gran pez durante tres días y tres noches. Luego se arrepintió y fue directo a Nínive, proclamándoles aquel mensaje agobiante (Jonás 3). Entonces sucedió algo asombroso: los dirigentes y el pueblo de Nínive le creyeron a Dios. La gente de esta gran ciudad y poderoso imperio se humillaron ante Dios (versículos 5-10).

¡Esto ocurrió de verdad! Estos antepasados de los alemanes modernos, desde el rey hasta los nobles y todo el pueblo, ¡se arrepintieron! Es la única vez que un imperio se ha arrepentido ante la advertencia de un profeta de Dios.

Estoy seguro de que Dios quiere que esta historia se enfatice. Dios desea profundamente que la gente se arrepienta. Incluso en Estados Unidos moderno, por más agudos que sean los problemas que destruyen nuestro país, podríamos darle la vuelta a todo si, como los ninivitas, nos humilláramos ante Dios y nos arrepintiéramos.

Continúa en “Esto no es incompetencia”.


  1.   Para que nos hagamos una idea, Biden tenía 20 millones de seguidores en Twitter; y más tarde se descubrió que la mitad de ellos eran falsos.↩︎

ESTADOS UNIDOS Y GRAN BRETAÑA EN PROFECÍA

La gente del mundo occidental estaría sorprendida y boquiabierta, ¡si lo supieran! Los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australasia y África del Sur pondrían en marcha gigantescos programas de protección, ¡si lo supieran! ¡Ellos podrían saberlo! ¡Pero, no lo saben! ¿Por qué?