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Rindiéndose al desafuero
Por cierto, ¿qué es Black Lives Matter (Las vidas negras importan)? ¿Es un grupo de personas altruistas? ¿Quieren ellos simplemente que el mundo deje de pensar que las vidas de los negros no importan?
La respuesta a esta pregunta es vital, porque EE UU de repente está tolerando y alabando en grande a esa organización. Los alcaldes se disculpan públicamente con sus líderes, y pintan sus lemas en sus calles con letras enormes. Grandes compañías y celebridades adineradas están donando generosamente a sus cofres. Jefes de policía y congresistas están marchando abiertamente en sus manifestaciones. Una encuesta de Morning Consult del 10 de junio dice que el 61% de los votantes estadounidenses ven el movimiento favorablemente, dos tercios más que hace sólo tres años.
La muerte prematura de George Floyd hizo que blm se volviera popular virtualmente de la noche a la mañana.
Entonces, ¿qué es este movimiento al que EE UU está tratando ahora con tanta deferencia?
Black Lives Matter (blm) fue fundado en 2013 luego que George Zimmerman (un ciudadano común, no oficial de policía) fuera absuelto del asesinato de Trayvon Martin por actuar en defensa propia. Nada en la descripción de la misión de esta organización sugiere ninguna preocupación por la epidemia de violencia entre los propios negros. La blm está fundamentada en la noción de que los agentes de policía de todo el país atacan, e incluso asesinan sin motivo, a personas de raza negra sólo por el hecho de ser negras.
La blm no aboga por una reforma de la aplicación de la ley. Sus miembros quieren que se deje de financiar a la policía, y que ésta sea completamente desmantelada. Quieren derrocar un sistema que ellos consideran inherentemente racista. La blm se ha convertido en un activista global complejo que pretende “erradicar la supremacía blanca” y “construir el poder local” para resistir a los blancos. Activistas destacados de la blm respaldan habitualmente, e incluso fomentan, la destrucción de la propiedad, el caos en las ciudades estadounidenses y la violencia contra la policía.
Según su sitio de la web, la blm también es una “organización que afirma lo ‘queer’ [lgbti]” y que tiene por objetivo “desbaratar la estructura de la familia tradicional dictada por Occidente”, “desmantelar” las prácticas patriarcales y apoyar las “aldeas” comunitarias que “se cuidan colectivamente unas a otras”. La blm quiere destruir el sistema capitalista y reemplazarlo por una sociedad colectivista. Por definición, ésto es un movimiento revolucionario marxista; una insurgencia comunista.
La blm no está llamando a la gente a que simplemente entienda sus quejas o acepte su existencia. Ellos exigen una conformidad ideológica total. Incluso el permanecer en silencio (en lugar de expresar un apoyo total) hace que personas, organizaciones y empresas se enfrenten a los ataques de los devotos de blm, incluyendo asaltos verbales, boicots, desinversiones, vergüenza pública, amenazas de muerte y violencia física.
Es difícil decir cuánto del creciente apoyo a este movimiento proviene de una simpatía genuina y cuánto de la coacción, la intimidación y el temor. A los celosos defensores de blm no parece importarles eso, siempre y cuando puedan mantener su marcha hacia adelante. Y cualquiera que sea su motivación, gran cantidad de personas blancas en todo el mundo han estado adhiriéndose y humillándose ante este culto radical.
Amplitud para destruir
La última semana de mayo [la ciudad de] Minneapolis estalló en llamas, en gran parte porque se le ordenó a la policía que se retirara. Jacob Frey, el alcalde de la ciudad (de izquierda radical) incluso le ordenó a la policía que evacuara la comisaría del tercer distrito, para que los alborotadores pudieran destrozarla y quemarla.
Las disculpas no le importan a Black Lives Matter. No hay perdón.
“El simbolismo de un edificio no puede pesar más que la importancia de la vida de nuestros oficiales o del público”, explicó Frey más tarde, aparentemente ignorando el hecho de que el simbolismo de una comisaría de policía humeante sólo envalentona a los delincuentes. Él afirmó que “no podíamos arriesgarnos a que alguien resultara gravemente herido”, al parecer incluyendo a los agitadores comunistas que se habían abierto paso destrozando secciones de Minneapolis, saqueando e incendiando durante casi una semana (énfasis añadido en todo).
Escenas similares de caos y devastación se extendieron a lo largo y ancho de EE UU, particularmente en ciudades donde los alcaldes de izquierda les dijeron a las fuerzas del orden, que les dieran amplitud para destruir a los “manifestantes”. Dieciocho personas fueron muertas en Chicago el domingo 31 de mayo, el día más violento en esa ciudad. Su centro de operaciones de emergencia recibió 65.000 llamadas de ayuda ese día (como 50.000 más de lo habitual).
Michael Pfleger, pastor desde hace tiempo en una iglesia de Chicago, dijo que escuchó a mucha gente decir: “Oye, no hay policías en ninguna parte... la policía no está haciendo nada”. Pfleger dijo que se sentó a ver cómo saqueaban una tienda durante una hora y no vio a la policía. Luego condujo por la ciudad para observar los saqueos, y la ausencia de policías.
La ciudad de Nueva York se convirtió en una zona de guerra. Éste es el mismo lugar donde unas semanas antes todos tenían que dejar de trabajar, quedarse en casa y usar mascarillas, y donde la policía llegó a interrumpir funerales por violar las nuevas reglas de distanciamiento social. Una vez que comenzaron las protestas por Floyd, la gente llenó las calles para marchar, provocar caos, romper las vitrinas de las tiendas, robar y gritar, atacar y disparar contra los oficiales de la policía de Nueva York (nypd). Decenas de vehículos policiales fueron dañados o quemados, y decenas de agentes resultaron heridos, incluyendo a dos golpeados por vehículos que huyeron de inmediato.
En St. Louis, David Dorn, un policía jubilado de 77 años, fue asesinado a tiros cuando intentaba proteger de la turba, la casa de empeños de un amigo suyo. Dorn tenía cinco hijos y diez nietos. Los principales medios de comunicación prácticamente ignoraron su asesinato a sangre fría, así como las muchas otras víctimas de los disturbios brotando por todo el país. La Prensa estaba demasiado ocupada alentando a los alborotadores mientras encubrían sus atrocidades.
“Eso no es un motín” dijo Joy Reid de msnbc, mientras Minneapolis ardía en llamas. Su colega Ali Velshi, reportando en vivo desde el lugar los hechos, describía el disturbio como una protesta principalmente pacífica mientras a unos metros atrás de esa toma, un furioso infierno consumía en llamas a un edificio comercial. Una y otra vez, se nos dijo que los disturbios eran “mayormente pacíficos”. Un comentarista insistió que eran ciudadanos “acomedidos y preocupados” que salían a las calles. Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, describió las protestas como “conmovedoras” y dijo que éstas estaban “uniendo a la gente”.
Los que sí reconocieron la violencia, la justificaron. Ellos minimizaron el número de personas que cometían violencia, y dijeron que su furia era comprensible. Nos dijeron: Nadie escuchaba cuando protestaban pacíficamente, así que tuvieron que amotinarse. La periodista ganadora del premio Pulitzer, Nikole Hannah-Jones, argumentó que los saqueos en Nueva York no eran realmente violentos y que el robo era más bien una “toma simbólica”. En cnn, Chris Cuomo dijo: “Muéstrenme dónde dice que los manifestantes deben ser amables y pacíficos”. Su colega Don Lemon comparó a los alborotadores con los Padres Fundadores de EE UU.
¡Los Padres Fundadores!
‘Quebrantamiento’
Mientras miles de personas incitan y cometen destrucción en las calles, ¿qué están haciendo muchos de los estadounidenses más respetuosos de la ley? ¿Qué están haciendo muchos de los estadounidenses encargados de hacer cumplir la ley?
Están hincándose sobre una rodilla.
En años recientes, la falta de respeto por la bandera de EE UU, por la nación, por el pueblo estadounidense (y especialmente por la historia de EE UU), ha sido expresada cada vez más con el gesto de arrodillarse cuando se pide que se pongan de pie. Un exjugador profesional de fútbol americano lo popularizó. Ahora los manifestantes lo están haciendo, y exigen estridentemente que las autoridades también lo hagan. Y las autoridades se están sometiendo. Los alcaldes lo están haciendo, los miembros del Congreso lo están haciendo, los miembros de la Guardia Nacional lo están haciendo, los soldados lo están haciendo, los oficiales de policía lo están haciendo.
Varios videos mostraron a discípulos de blm siendo agresivos e intimidantes poniendo a personas de rodillas. Uno fue publicado por un bromista que (al azar en la calle) le dijo a una mujer blanca: “Yo trabajo para Black Lives Matter. Mi director me ha dicho que salga hoy y te ponga de rodillas, porque tienes el privilegio de ser blanca”. Con deferencia, la mujer se hincó en ambas rodillas.
Algunos son aún más atrevidos en la degradación. En una reunión a estilo de culto en Bethesda, Maryland, cientos de manifestantes (en su mayoría blancos), se sentaron en el suelo y alzaron las manos como si se estuvieran rindiendo, mientras repetían en masa las palabras de un líder de blm , haciéndoles prometer: “voy a hablar abiertamente sobre el racismo o la violencia contra los negros” y “hacer todo lo que esté a mi alcance para educar a mi comunidad”. El jefe de la policía de Webster, Massachusetts, se unió a una multitud de manifestantes, postrándose boca abajo en el suelo durante ocho minutos.
El alcalde [de Minneapolis, Jacob Lawrence] Frey, se hincó sobre una rodilla ante el ataúd de George Floyd, en el funeral, y se cubrió el rostro con su mano, sollozando por más de un minuto. Más tarde apareció con un megáfono en un mitin de Black Lives Matter en Minneapolis, y confesó (hablando con un tapaboca puesto), que él como hombre blanco estaba “entendiendo y aceptando [su] propia ineptitud y quebrantamiento”. Luego él arremetió contra el Departamento de Policía de Minneapolis, diciendo que el “régimen del racismo sistémico necesita ser reformado”.
Este miserable hombre hizo esfuerzos extraordinarios para mostrar su solidaridad con blm. Indudablemente supuso que con esta exhibición él se merecería algo de aprecio y buena voluntad. Pero él se equivoca. Ese es un concepto erróneo fundamental sobre este movimiento; ese es un grave error que está motivando a la mayoría de las disculpas y confesiones. Esa es la noción ignorante de que este movimiento puede ser realmente aplacado y satisfecho. Pero no puede serlo.
Habiendo impugnado públicamente a todo el departamento de policía de su ciudad, llamándolo un “sistema racista”, el alcalde Frey se enfrentó a un duro despertar: la multitud no quedó agradada. Una mujer con un micrófono exigió diciendo: “¿Sí o no? ¿Se comprometerá usted a eliminar el financiamiento del Departamento de Policía de Minneapolis? ¡No queremos más policía!” Cuando el alcalde no pudo comprometerse a apoyar inequívocamente la abolición de la policía, la multitud estalló. “¡Salte [improperio] de aquí!”, gritó la mujer mientras la multitud empezaba a gritar en coro: “¡Vete a casa Jacobo, vete a casa!” El alcalde, insuficientemente sometido, se escabulló avergonzado.
Quebrantamiento es la palabra correcta. De hecho, esta palabra describe bien la calaña de cualquier tipo de resistencia o rechazo, por parte de las autoridades de este país contra este movimiento agresivo, vociferante y extremista. De hecho es una retirada a gran escala, una evacuación, capitulación y apaciguamiento. Quebrantamiento también es lo que este movimiento está dejando a su paso cuando alguien incluso insinúa algo diferente.
‘Silencio es violencia’
En Washington, D.C., antes de una gran manifestación de Black Lives Matter el 6 de junio, la alcaldesa demócrata Muriel Bowser ordenó a los equipos encargados de las calles de la ciudad que pintaran con letras de 15 metros en color amarillo brillante “Black Lives Matter” a lo largo de tres cuadras de la Calle 16, la cual conduce a la Casa Blanca. Una plaza de la ciudad fue re-bautizada como “Plaza Black Lives Matter”.
Para Black Lives Matter D.C. eso no fue suficiente. Ellos tuitearon: “Eso es para satisfacer a los liberales blancos mientras ignoran nuestras demandas. (...) Black Lives Matter implica dejar de financiar a la policía”. Eso es lo que quiere blm: Que no haya guardas de la ley; ¡que terminen con todo el sistema racista!
Al día siguiente, los manifestantes de blm agregaron su demanda junto a la señalización original, en la misma pintura de color amarillo brillante: “Defund the Police” [Quiten el financiamiento a la policía].
En Nueva York, un activista negro que escribe para el New York Times aconsejó a los lectores que les dijeran a sus seres queridos, que se negarían a visitarlos o a responder sus llamadas, a menos que apoyen “a [blm] ya sea a través de protestas o contribuciones financieras”. Apoya esta revolución marxista o serás repudiado, dice el periódico oficial. “Silencio es violencia”, corean los manifestantes. Si no apoyas de corazón (y envías dinero), te arriesgas a convertirte en el “tiro al blanco” de la turba.
En respuesta a un tuit de blm, un presentador de baloncesto profesional y conductor de un programa de radio cometió el error de publicar en las redes sociales que “todas las vidas importan”. Él fue forzado a dejar ambos trabajos por ser “insensible” y por faltarle el respeto a “Black Lives Matter”.
La esposa de un futbolista profesional cometió el error de criticar a los saqueadores que destruían en Minneapolis. El atleta fue obligado a condenar el mensaje de su esposa en las redes sociales y apoyar a blm. Sin embargo, aún después de denigrarse ante la turba, fue despedido.
El 3 de junio, el mariscal de campo de la nfl, Drew Brees, dijo: “Nunca concordaré con nadie que no respete la bandera de Estados Unidos de Norteamérica”. Los izquierdistas lo atacaron. Otros atletas y celebridades famosos aprovecharon la oportunidad para acusarlo de racismo. Hubo personas que le enviaron amenazas de muerte. Entonces, y como trágicamente se esperaba, su declaración de “nunca concordaré” se convirtió en una dócil disculpa en menos de 24 horas, seguida de otra disculpa, y luego otra.
La lista crece día a día de figuras de alto perfil, forzadas a dejar sus trabajos por la más leve de las infracciones contra este código nuevo y severo. El editor de opinión del New York Times, James Bennet por publicar un editorial del senador republicano Tom Cotton; el ceo de CrossFit, Greg Glassman por criticar al Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud, llamando al racismo un problema de salud pública. Jefes de policía, jefes de bomberos, alcaldes, presidentes de empresas, escritores, reporteros y otros se han enfrentado al despido inmediato por un tuit, un comentario, por una sola “transgresión”. En casi todos los casos, la persona ha tenido que expresar un profundo pesar por toda la angustia y dolor que su insensibilidad haya ocasionado.
Pero las disculpas no le importan a Black Lives Matter. Una vez que alguien haya manifestado cualquier desviación de la devoción incondicional a la causa, se convierte en un cero a la izquierda. No hay perdón, no hay redención.
Nunca satisfechos
La blm está a la ofensiva. La blm está al ataque. La blm está en pie de guerra. Los que no entienden este hecho continúan comportándose como si el acceder ante sus demandas, hará avanzar a esta nación hacia una mayor igualdad, a más justicia, a un entendimiento racial más profundo, a la amistad y paz. ¡Pero eso no sucederá!
En primer lugar, esas demandas no darán los resultados prometidos. El desmantelamiento de la policía aumentará el crimen, no lo eliminará. El colectivismo empobrecerá a la gente, no la enriquecerá. Desbaratar la estructura familiar intensificará el desorden social, no lo controlará. Redistribuir el poder político y económico en función del color de la piel agravará la tensión racial, no la resolverá. Éstas son ideas simplemente terribles. Son mutaciones radicales de conceptos que la historia ha demostrado repetidas veces que son un desastre. Y están siendo impuestas caóticamente por gente que odia lo que hace de EE UU una nación única, y quiere transformarla por completo. Prácticamente cada una de esas propuestas, en cualquier grado que sean adoptadas, comenzará inmediatamente a crear problemas. Y cuando eso suceda, sus partidarios insistirán en que la razón es el racismo, y que su terrible idea simplemente necesita ser implementada con mayor fuerza.
Además no importa cuántas de estas políticas se promulguen porque sus defensores, nunca absolverán ni perdonarán a EE UU por el pecado del racismo. Habiendo llegado a la convicción de que esta nación es institucional y sistemáticamente racista, siempre podrán desenterrar pruebas que (en sus mentes) lo demuestren rotundamente. Ni Estados Unidos ni ninguna nación en la Tierra, jamás alcanzará el estándar ilusorio de justicia racial y social que estos radicales albergan en sus mentes. Incluso si la nación “progresara” hasta el punto de imponer la igualdad en todos los resultados educativos, financieros y laborales para todas las razas, sólo se necesitaría que una persona en una bulliciosa y desordenada nación de 330 millones de habitantes le hiciera algo atroz a un hombre negro, y la furia estallaría con igual o peor violencia que ahora. Dirán: ¿Lo ven? ¡Esto sigue ocurriendo! ¡Cuatrocientos años de esto! ¡No podemos respirar!
Eso fue todo lo que se necesitó en Minneapolis: una persona, que bien pudo haber sido influenciada por un demonio a cometer ese acto malvado, y el más feo de los odios raciales se reavivó instantáneamente en todo el país. La policía que mata a 28 personas desarmadas entre 44 millones de estadounidenses negros se percibe como un genocidio. ¿Qué evidencia podría cambiar la mente de alguien que cree tal cosa?
Estamos viendo cómo las ventanas son estrelladas, los negocios saqueados, los automóviles quemados, la policía atacada, las ciudades arrasadas, el caos aumentando, gente asesinada; y, una gran cantidad de personas no sienten horror sino orgullo. Piensan que ésto es algo bueno. Y si usted dijera: Así no... tenemos que poder abordar los problemas sin quemar nuestra civilización hasta los cimientos, ellos lo maldecirán y dirán que usted es el problema.
Este tipo de actitud no puede ser apaciguada. Las pruebas se multiplican diariamente. Mientras más “amplitud para destruir” se le da a este movimiento, más destruye. Mientras la gente se somete y se disculpa más, la turba se vuelve más estridente y sus demandas más radicales.
¿Por qué esto?
El racista supremo
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
Éste es sólo un texto de la Biblia entre docenas o quizá cientos, que revela la presencia activa de espíritus malignos en nuestro mundo. Satanás el diablo es “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). Sí, Satanás es real, y como usted puede ver, la maldad que inspira es real. Él influye en las actitudes, motivaciones y acciones de los seres humanos de todos los orígenes, ideologías y razas (2 Corintios 4:4; Apocalipsis 12:9). Es el autor de la naturaleza humana, que crea prejuicios, celos y envidia, competencia y conflictos, resentimiento contra la autoridad, vanidad, lujuria, avaricia; males que siempre conducen a la violencia.
Dios hizo a los seres humanos de todas las razas conforme a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26). “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay (…) de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra…” (Hechos 17:24, 26). Satanás el diablo es el racista supremo; ¡él odia a todas las razas y aspira apasionadamente a destruir a la raza humana! Para lograr su objetivo, está agitando el odio racial en las naciones hoy día.
Este movimiento enfurecido y radical que súbitamente se está apoderando de EE UU, es un movimiento que lanza acusaciones atroces; tergiversa los hechos para convertir problemas aislados en “corrupción sistémica”; sólo ve las faltas de EE UU pero ninguna de sus virtudes; busca disolver y cesar de financiar la ley y el orden; aplaude la destrucción; celebra la ilegalidad; quiere alterar la familia tradicional; fomenta la ira; se alimenta de la intimidación, la coacción y el miedo; exige una conformidad total e irreflexiva. Este movimiento no es de Dios. Dios ordena: “No seguirás a los muchos para hacer mal…” (Éxodo 23:2). El arma principal de este movimiento es la tiranía de la turba furiosa.
Abundan las pruebas de que es imposible complacer a tal movimiento. Es insaciable como la tumba. “El Seol [la tumba] y el Abadón nunca se sacian; así los ojos del hombre nunca están satisfechos” (Proverbios 27:20). Si usted piensa que los va a satisfacer cediendo, es un tonto. Si queda atrapado en negociaciones con el mal, usted podría dar y ceder y capitular punto tras punto tras punto, ¡y eso nunca sería suficiente!
Mientras usted siga queriendo interactuar con el diablo, él seguirá exigiéndole y tomando más; ¡llevándole por el camino hacia su propia ruina!
Ahí es exactamente adonde Satanás está conduciendo a EE UU hoy. Estamos experimentando las últimas y peligrosas etapas de la infiltración comunista que Herbert W. Armstrong profetizó en 1956 diciendo: “Ésta utiliza todos los medios diabólicos para debilitarnos desde adentro, minando nuestra fuerza, pervirtiendo nuestra moral, saboteando nuestro sistema educativo, destruyendo nuestra estructura social, nuestra vida espiritual y religiosa, debilitando nuestro poder industrial y económico, desmoralizando nuestras fuerzas armadas, y finalmente, después de tal infiltración, ¡derribando a nuestro gobierno por la fuerza y la violencia!”
EE UU se está rindiendo ante el desafuero. Como consecuencia de los pecados de la nación, Dios ha quebrantado el orgullo de nuestro poder (Levítico 26:19). El oficial de policía que eligió ponerse boca abajo en solidaridad con una multitud de agitadores marxistas es una metáfora trágicamente exacta de la valentía moral de EE UU en este momento. El diablo está aprovechando su ventaja, empujando contra el retroceso, la postración y la cobardía.
“El temor del hombre pondrá lazo; más el que confía en [el Eterno] será exaltado” (Proverbios 29:25). Dios no quiere que llevemos una vida de miedos, humillándonos ante hombres justos a su propio parecer, sometiéndonos al terrorismo y a la tiranía. Las personas piadosas no se amedrentan ante la intimidación satánica. “El justo está confiado como un león” (Proverbios 28:1).
En medio de todos los ejemplos de auto humillación y postración, apareció un refrescante video de un policía estatal negro de Georgia. Los manifestantes de blm le habían exigido que les mostrara respeto arrodillándose. Pero él se negó. “Se suponía que yo iba a estar fuera de la ciudad este fin de semana con mi esposa. (…) Pero estoy aquí para asegurarme de que todos ustedes estén a salvo. No vengan con el tema del ‘respeto’, ¿de acuerdo? Yo tengo mucho respeto. Pero sólo me arrodillo ante una persona, y esa es Dios”.
Si tan sólo toda la nación adoptara tal postura de principios, ¡todo este escenario se estaría desarrollando de manera muy diferente!
Reconozca los disturbios por lo que son. Reconozca a blm y a otros grupos comunistas por lo que son. Reconozca este ataque espiritual por lo que es. Y reconozca a Satanás por lo que él es. Entonces siga, audaz y fielmente sin disculparse, el mandato de Dios en Santiago 4:7: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y él huirá de vosotros”. ▪
¿Le preocupa a dónde está llevando la administración actual a este país? ¿Si la nación puede sobrevivir los próximos cuatro años? Es peor de lo que piensas, y solo hay una forma de resolver este gigantesco problema.