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¿Quién es el culpable de la violencia política en EE UU?
Un espectro está persiguiendo a Estados Unidos—el espectro de la violencia política. Durante el período previo a las elecciones de medio término de 2018, un seguidor del presidente Donald Trump mentalmente perturbado fue arrestado el 26 de octubre por mandar bombas caseras a las direcciones de prominentes demócratas como Barack Obama, Hillary Clinton, George Soros, Eric Holder, John Brennan y Maxine Waters. Cinco días más tarde, un hombre agitado portando un cartel que decía “Trump es Satanás” amenazó con volar una oficina del Partido Republicano en la Ciudad de Traverse, Michigan.
El 29 de octubre varios disparos fueron ejecutados contra la oficina del Partido Republicano en Florida, el mismo día que el actor James Cromwell le dijo a la revista Variety que habría “sangre en las calles” si los demócratas no detenían al presidente Trump.
Muchos estadounidenses sienten que éste ha sido uno de los climas políticos más agresivos e incluso violentos en lo que se tiene memoria. Una encuesta de Político y Morning Consult realizada a fines de octubre encontró que el 58% de los encuestados consideran que la violencia política se ha “extendido”. Un tercio culpó al presidente Trump por la violencia, mientras que otro tercio culpó a los demócratas en el Congreso. Casi dos tercios pensaban que los medios de comunicación eran los responsables de dividir el país.
Dado que los demócratas no lograron recuperar el Senado durante las elecciones de medio término, la violencia puede empeorar a medida que los izquierdistas intensifican sus protestas contra los republicanos, que controlan la presidencia, la Corte Suprema y el Senado.
“Usted no puede ser civil con un partido político que quiere destruir lo que usted representa”, dijo Hillary Clinton el 9 de octubre. “Yo creo que si somos lo suficientemente afortunados de retomar la Cámara y/o el Senado, ahí es cuando la civilidad puede comenzar de nuevo. Pero hasta entonces, la única cosa que los republicanos parecen reconocer y respetar es la fuerza”.
Un aparentemente creciente número de demócratas cree que ellos deberían desvincularse de la decencia humana en su búsqueda por el poder. Por décadas, los izquierdistas han podido convertir las políticas progresistas en ley a través de las urnas. Cuando las personas y sus representantes en el Congreso se han opuesto a esas políticas, han utilizado acciones ejecutivas y fallos de la Corte Suprema para hacer que su agenda se convierta en ley. Pero después de estar fuera del poder por dos años, muchos izquierdistas están volviendo a los disturbios y protestas al estilo de la década de 1960.
Un tercio de los estadounidenses piensa que se aproxima una guerra civil. La profecía bíblica revela que tienen razón. ¿Pero esta guerra civil viene porque los republicanos superaron a los demócratas en una elección? ¿Cuál es la causa real? Es más profundo de lo que la mayoría se da cuenta.
Demócratas enfurecidos
Las encuestas salientes de las elecciones muestran que 77% de los demócratas apoyan iniciar un proceso de destitución (impeachment) al presidente Trump. El término “impeachment” es definido como “un cargo por mala gestión en contra de quien tiene un cargo público” (Oxford English Dictionary).
Pero acusar no remueve a un funcionario de su cargo. Un funcionario acusado debe ser condenado por votación de dos tercios en el Senado para ser legalmente removido de su cargo. Esto nunca ha sucedido en la historia de Estados Unidos. Ahora que los demócratas tienen una pequeña mayoría en la Cámara de Representantes, tienen el poder para acusar al presidente. Pero ellos no controlan la mayoría de asientos en el Senado, y necesitarían 67 votos para condenar al presidente.
Ya que no pueden condenarlo, los demócratas son cautelosos de buscar de inmediato la acusación. En cambio, la representante demócrata Nancy Pelosi planea demandar al presidente Trump por sus declaraciones de impuestos y respaldar la investigación en curso del abogado especial Robert Mueller sobre las denuncias de que la campaña de Trump se coordinó con el gobierno ruso antes de las elecciones de 2016. Se espera que los demócratas bloqueen las ambiciones legislativas del Sr. Trump hundiendo sus planes para el muro con México, su segundo paquete más importante de reducción de impuestos y sus políticas comerciales.
Sin embargo, la amenaza más grande para la creciente división política en Estados Unidos es la violencia motivada políticamente. Los demócratas en la Cámara de Representantes planean acusar al presidente Trump por fraude fiscal o acusarlo de confabulación con el gobierno ruso. Si esto sucede, entonces ¿que seguiría cuando los republicanos del Senado rehúsen condenar al presidente? Si la reacción de los demócratas a la confirmación del Juez Brett Kavanaugh a la Suprema Corte es un vistazo de las cosas por venir, los manifestantes y activistas de izquierda bien pueden hacer disturbios.
Hillary Clinton dijo que la civilidad podría continuar de nuevo cuando los demócratas estén de regreso en el poder. Hasta entonces, la izquierda va a protestar, hacer disturbios, agitar, acusar, confrontar, gritar, luchar, patear y hacer lo que sea necesario para recuperar el poder.
La última vez que los izquierdistas acudieron a estas tácticas extremas fue en las décadas de 1960 y 1970. Durante esa era, los Black Panters (Panteras Negras), el Weather Underground (Clima Subterráneo) y otros grupos radicales utilizaron tácticas terroristas para luchar contra el gobierno de EE UU. Un estudio presidencial señaló una “crisis de violencia” durante los primeros 15 meses de la presidencia de Richard Nixon, un período que incluyó unas 41.000 amenazas de bomba y atentados. Mientras tanto, los radicales amenazaron con asesinar al presidente e incendiar las casas de los miembros de su gabinete.
Las cosas no se han puesto tan mal durante los primeros dos años de la presidencia de Trump. Sin embargo, la violencia política al estilo de la década de 1960 ha regresado a Estados Unidos y está amenazando con ponerse peor.
Protestas violentas profetizadas
El fallecido Herbert W. Armstrong explicó en su reconocido libro Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía que los pueblos anglosajones que se establecieron en Estados Unidos y Gran Bretaña son descendientes del antiguo Israel. Esta sorprendente verdad significa que todas las profecías del tiempo del fin en la Biblia sobre Israel son principalmente dirigidas a estas dos naciones. Entender esta poco conocida verdad es la clave para entender la violencia política en Estados Unidos.
Hace unos 2.500 años, Dios reveló una profecía del tiempo del fin a un esclavo judío llamado Ezequiel, quien se mantenía cautivo en la Tierra de Babilonia. “Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y vé y habla a la casa de Israel” (Ezequiel 3:1).
Esta profecía está dirigida a “la casa de Israel”. No fue entregada a Israel en el tiempo de Ezequiel, porque 10 de las 12 tribus de Israel ya se encontraban en cautiverio en Asiria (mientras Ezequiel estaba en Babilonia). Sin embargo, Dios hizo que Ezequiel escribiera Su mensaje a Israel, prediciendo un tiempo futuro cuando el hambre y la guerra devastarían las ciudades de una rebelde nación israelita.
“Vino a mí palabra de [el Eterno], diciendo: Hijo de hombre, come tu pan con temblor, y bebe tu agua con estremecimiento y con ansiedad. Y dí al pueblo de la tierra: Así ha dicho [el Eterno] el Señor sobre los moradores de Jerusalén y sobre la tierra de Israel: Su pan comerán con temor, y con espanto beberán su agua; porque su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran. Y las ciudades habitadas quedarán desiertas y la tierra será asolada; y sabréis que yo soy [el Eterno]” (Ezequiel 12:17-20).
Este pasaje describe ciudades que quedan desiertas “por la violencia de todos los que moran ahí” (VKJ). Esto describe una guerra civil que se convierte en una invasión extranjera. En Ezequiel 5, Dios revela que un tercio de la población de la nación va a morir por pestilencia, hambre y violencia resultantes de la guerra civil.
“La pestilencia, o plaga de violencia, va a causar muchos problemas de salud que llevan al hambre”, escribe el editor en jefe de Trompeta Gerald Flurry en su libro Ezekiel: The End-Time Prophet (Ezequiel: El profeta del tiempo del fin, disponible en ingles). “La eliminación de aguas residuales será interrumpida, las tuberías de gas serán rotas, se perderán empleos. ¡La sociedad se descontrolará y el pánico colectivo traerá el desastre a la bolsa de valores! ¡Se pondrá tan mal que la violencia y la hambruna se llevarán millones de vidas!”.
Tal devastación nunca ha ocurrido en una nación israelita desde el tiempo de Ezequiel hasta ahora. Esta es una profecía del tiempo del fin sobre Estados Unidos.
Radicalismo de la década de 1960
Es fácil para los demócratas culpar al presidente Trump por la violencia política, y es fácil para los republicanos culpar a los agitadores izquierdistas en las calles. Pero la causa fundamental de la violencia política en Estados Unidos se remonta décadas atrás.
El conflicto ideológico entre republicanos y demócratas se redujo después que la Guerra Civil de EE UU terminó en 1865. Continúo reduciéndose—hasta la década de 1960. Ahí fue cuando la revolución cultural impactó a Estados Unidos. Como resultado, el conflicto ideológico comenzó a crecer nuevamente. Actualmente, la oposición directa entre los dos partidos políticos estadounidenses es más amplia que en cualquier otro momento en los últimos 150 años.
Los líderes del Partido Demócrata moderno eran estudiantes radicales en la década de 1960. Y sus nietos ideológicos—y en algunos casos sus nietos literales—son partidarios de socialistas radicales como el senador Bernie Sanders y la representante elegida recientemente Alexandria Ocasio Cortez.
Inspirados por escritos de filósofos comunistas como Antonio Gramsci y Herbert Marcuse, estos radicales creen que una utopía sólo puede suceder después de una revolución económica. Y una revolución económica sólo puede suceder después de una revolución cultural. Así que, además de abogar por las reformas económicas socialistas, han revolucionado los puntos de vista sobre la sexualidad, el género y la raza. Muchos de estos estudiantes radicales inundaron dos profesiones en particular: organizaciones comunitarias y el mundo académico. Acusaron al sistema de libertad individual y controles y equilibrios constitucionales de Estados Unidos de ser una máscara del poder de los hombres blancos europeos y ricos.
La primera generación en la historia de Estados Unidos que podría costearse la educación universitaria en masa aprendió en salas de conferencias dominadas por socialistas. A estos estudiantes se les enseñó que los principios tradicionales estadounidenses como responsabilidad personal, libertad individual, libre mercado y gobierno limitado eran racistas y elitistas. Se les enseñó que la única manera de crear una utopía en la Tierra era a través del socialismo democrático. Los estudiantes universitarios de las décadas de 1960 y 1970 absorbieron esta perspectiva no sólo por la rebelión de juventud, sino porque fueron específica y explícitamente blancos de los socialistas. Este fue un paso importante en revolucionar la cultura estadounidense.
El choque ideológico en Estados Unidos hoy es principalmente entre la generación mayor y la generación más joven. Pero ¿cómo sucedió esto? ¿Cómo es que una generación de estadounidenses llega a rechazar tan radicalmente los valores de sus padres?
Una nueva generación
Dios entregó una seria advertencia a los antepasados israelitas de Estados Unidos sobre enseñar Sus leyes a sus hijos.
“Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que [el Eterno] el Dios de vuestros padres os da. …Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. El día que estuviste delante de [el Eterno] tu Dios en Horeb, cuando [el Eterno] me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos” (Deuteronomio 4:1, 9-10).
Los estadounidenses no reverencian ni obedecen los Diez Mandamientos de Dios como una vez lo hicieron, y han fallado en enseñarles a sus hijos la historia de su nación con Dios. Una encuesta del usa Today encontró que sólo 1 de cada 6 estadounidenses puede enumerar los Diez Mandamientos. Adulterio, fornicación, divorcio y otros pecados han destruido familias y han creado una generación que ha perdido la fe en Dios. Es más probable que esta generación espere que el gobierno federal le dé su comida diaria. La crisis religiosa que Estados Unidos está sufriendo ha creado un vacío espiritual que la gente está tratando de llenar con placeres materiales e ideas falsas. Algunos recurren al socialismo y adoran al Estado. Otros acuden al individualismo y se adoran a sí mismos. Pero el resultado final de esta crisis espiritual va a ser la división social, disturbios e incluso violencia cuando los estadounidenses se enfrenten unos con otros.
El Sr. Armstrong advirtió que el racionalismo sin Dios estaba detrás de la violencia política de la década de 1960. “La crisis mundial ya había comenzado antes de la Primera Guerra Mundial”, escribió el 24 de noviembre de 1967. “Sólo que la mayoría de las personas en el mundo aún no estaban conscientes de eso. Pero hombres como Karl Marx y Nikolai Lenin sí. Esta crisis mundial resultó del impacto de la ciencia y la tecnología—y la inyección del ‘racionalismo alemán’ sin Dios a la educación. Las guerras mundiales son la expresión militar de esa crisis. Las depresiones mundiales son las expresiones económicas. La mal llamada ‘Nueva Moralidad’ es la expresión moral—echando la moral en un pozo negro. La desesperación mundial es la expresión espiritual. Esto ha generado a los bohemios y los hippies, los disturbios, las marchas, la ‘desobediencia civil’—el desmoronamiento de la ley y el orden” (carta a los subscriptores de The Plain Truth [La Pura Verdad]).
Ahora muchos de los estudiantes radicales que causaron tanta violencia en la década de 1960 han ganado el control del Partido Demócrata. Ellos están empujando a la nación no sólo a una revolución cultural o revolución económica, sino a una revolución violenta. Eso nunca habría sucedido si la gente se hubiera aferrado a la ley de Dios y hubiera enseñado a sus hijos a hacer lo mismo.
La guerra civil está viniendo a Estados Unidos, no porque un partido político superó al otro, sino porque el pueblo estadounidense ha rechazado a Dios.
“Muchos estadounidenses están preocupados por la división y el odio expresados en este momento”, escribió Gerald Flurry en Trompeta de enero de 2017. “¡Pero ellos deben estar mucho más preocupados de lo que están! Los problemas van a empeorar y empeorar hasta que la gente entienda el mensaje, y aprendan por qué están sucediendo estos desastres. El hecho de que Donald Trump ganara es una señal profética de una inminente guerra civil y anarquía, ¡seguida por la peor derrota militar de EE UU en su historia! Pero no culpen a los políticos, a los agitadores raciales o a los alborotadores profesionales. ¡Esta situación existe en Estados Unidos sólo por los pecados de la nación— los de todos los estadounidenses! Ya no podemos ignorar lo que hemos cosechado al entregarnos al pecado. ¡Esto es un ajuste de cuentas!”.
Sin embargo, la buena noticia es que la violencia que viene a las ciudades de Estados Unidos llevará a las personas a conocer a Dios (Ezequiel 12:17-20).
Dios va a permitir que la gente de EE UU experimente una segunda guerra civil por la misma razón que Él permitió que experimentara la primera Guerra Civil: para enseñarle las consecuencias naturales de quebrantar la ley. Se va a requerir arrepentimiento verdadero para traer a la gente de regreso a Dios y terminar la “crisis total” que ha dominado a la nación. Sólo después que las personas aprendan esta vital lección Dios finalmente podrá enseñar a todas las naciones el camino a la paz verdadera, la alegría y la prosperidad. ▪