(MIKHAIL SVETLOV/GETTY IMAGES)
Putin y la 'mayor catástrofe'
El siglo xx estuvo plagado de grandes catástrofes: la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la matanza entre India y Pakistán, la disolución del Imperio Británico, el Holodomor [genocidio ucraniano], el Holocausto, genocidios, asesinatos masivos por regímenes comunistas y la proliferación de armas nucleares, químicas y biológicas capaces de aniquilar toda vida humana.
¿Cuál de ellas fue la peor? Aquí está la respuesta, extraída de un discurso del presidente ruso Vladimir Putin en 2005: “La desintegración de la Unión Soviética fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo xx”.
Un momento. ¿La desintegración del régimen famoso por la opresión, la deshumanización, las purgas y los campos de prisioneros? ¿El régimen cuyas horrendas políticas industriales mataron a docenas de millones de sus ciudadanos? ¿El régimen que mató a millones más creando deliberadamente la peor hambruna provocada por el hombre en la historia del mundo? ¿El régimen cuyos agentes de la kgb “hacían desaparecer” a todo aquel sospechoso de deslealtad al partido?
Considerando todo el sufrimiento bajo ese sistema despótico, muchos dirían que la creación de la Unión Soviética fue una de las mayores catástrofes del siglo pasado.
Pero Putin considera su disolución pacífica como la mayor catástrofe del siglo xx.
El exteniente coronel de la kgb ha dejado claro que lo que echa de menos no es la política ni la economía de la urss. Lo que extraña es el poder y el prestigio. Recuerda con cariño la época en la que Rusia y otras 14 naciones se forjaron bajo el martillo soviético en una enorme superpotencia con armas nucleares; todo ello bajo el control del líder ruso.
En los años que siguieron a esas reveladoras palabras, Putin ha canalizado gran parte del poderío de Rusia para volver a unir a esas naciones. Está trabajando no sólo para revertir esa “catástrofe”, sino para crear algo aún más poderoso que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en su mejor momento.
Georgia—Primeros golpes del martillo
A finales de 2003, la antigua nación soviética de Georgia dio un giro brusco alejándose de Rusia y acercándose a Occidente con su Revolución Rosa. Y en 2006, aproximadamente un año después del histórico discurso de Putin, el presidente Mikheil Saakashvili señaló su intención de convertir a Georgia en miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Para Putin, eso era impensable.
La otan se formó principalmente para resistir a la Unión Soviética. Si Georgia se uniera y acogiera a las fuerzas de la otan, los lucrativos activos petrolíferos de Rusia en el Mar Caspio estarían en grave peligro. Putin emitió una declaración diciendo que los esfuerzos de la otan por absorber Georgia “se tomarían en Rusia como una amenaza directa a la seguridad de nuestro país”.
Putin contraatacó la adhesión de Georgia a la otan impulsando el apoyo a las regiones georgianas prorrusas de Osetia del Sur y Abjasia. En conjunto, estas dos regiones constituyen alrededor del 20% del territorio internacionalmente reconocido de Georgia. En gran medida, gracias al apoyo ruso, ya eran semiautónomas y se oponían rotundamente a la otan.
En 2006, el gobierno georgiano intentó reafirmar el control sobre las regiones. Los conflictos entre los soldados georgianos y los separatistas de Osetia del Sur y Abjasia se prolongaron durante meses y estallaron en agosto de 2008, con intensos combates en Tsjinvali, la principal ciudad de Osetia del Sur.
Putin aprovechó la oportunidad.
Las fuerzas rusas invadieron Georgia con un poder abrumador. En cinco días, expulsaron a los soldados georgianos de Osetia del Sur y Abjasia. Rusia reconoció entonces la independencia de ambas regiones, separándolas efectivamente de Georgia. A continuación, afirmó el control de facto sobre ellas.
Georgia, junto con Estados Unidos y la Unión Europea, protestó la medida rusa por considerarla abiertamente ilegal. Pero la acción estaba hecha.
En menos de una semana, Putin había anexionado nuevamente a Rusia casi una quinta parte del territorio total de Georgia. Había deshecho un aspecto de esa “catástrofe”.
Ucrania—Volviendo a forjar a Crimea
Mientras tanto, la importante exnación soviética de Ucrania, donde millones de personas murieron de hambre o fueron asesinadas por el régimen soviético en el siglo xx, comenzó el siglo xxi acercándose a la UE. En 2013, se esperaba que el presidente ucraniano, Víctor Yanukovich, firmara el Acuerdo de Asociación, un gran salto hacia la integración económica y política de Ucrania con Europa. Pero el 21 de noviembre de 2013, su gobierno sorprendió al mundo declarando que el acuerdo quedaba cancelado.
¿Qué provocó este giro de último minuto?
El mundo descubrió que días antes, Yanukovich se había reunido en secreto con Putin y éste le había presionado para que rompiera con Europa y se alineara con Rusia.
Muchos ucranianos estaban furiosos ante la perspectiva de volver al antiguo amo de Ucrania durante la época soviética. Medio millón de personas protestaron en las calles durante semanas, exigiendo que Yanukovich dimitiera. En febrero de 2014, las protestas se tornaron violentas, dejando un saldo de 67 muertos. Yanukovich huyó del palacio presidencial y acabó exiliándose en Rusia.
Mientras tanto, tropas sin distintivos aparecieron en la Península ucraniana de Crimea y colaboraron con las milicias prorrusas para tomar dos aeropuertos, una base de guardacostas y numerosos edificios gubernamentales civiles, incluido el edificio del Parlamento, sobre el que izaron la bandera rusa.
Hubo amplias sospechas, luego confirmadas, de que se trataba de Fuerzas Especiales Rusas. Pero el gobierno de Putin negó oficialmente su participación.
El 11 de marzo de 2014, mientras los operativos rusos se volvían cada vez más agresivos en Crimea, el consejo supremo de la región anunció que celebraría un referéndum sobre si los habitantes de la región querían unirse a Rusia. Pero el referéndum no sólo era ilegal constitucionalmente, sino que además se realizó básicamente bajo amenaza de fusil.
“¿Se consideraría legítimo algún referéndum dirigido por hombres bien entrenados, enmascarados y con armas?” dijo entonces el activista político de Kiev, Taras Revunets, a la Trompeta.
El referéndum fue una farsa. Pero para Putin, funcionó. Los resultados oficiales mostraron que el 97% de los habitantes de Crimea estaban a favor de unirse a la nación que acababa de invadir su país. El 18 de marzo se firmó un tratado que incorporaba oficialmente a Crimea a la Federación Rusa.
Mientras tanto, sectores del oriente de Ucrania también se vieron empujados a un estado de conflicto prolongado que aún continúa, ya que las fuerzas prorrusas —y las fuerzas rusas reales— combaten contra las tropas del gobierno ucraniano. La presión internacional, especialmente tras el derribo accidental de un avión de pasajeros que causó la muerte a los 298 ocupantes, no logró disuadir a Putin. El resultado ha sido el control de facto del oriente de Ucrania por parte de Rusia.
Una vez más, Putin volvió a anexar a Rusia algunas de las piezas más estratégicamente vitales de la antigua maquinaria soviética. Revirtió otra área clave de la “catástrofe”.
Bielorrusia—Puesta a temperatura de forja
En Bielorrusia, un antiguo país soviético de 9,5 millones de habitantes encajado entre Rusia y Europa, Putin ha utilizado un nivel de calor menor, hasta ahora.
Incluso cuando Rusia estaba sumida en la disfunción política y económica en la década de 1990, Bielorrusia se alineó con ésta. Rusia convenció a Bielorrusia para que se uniera a la Comunidad de Estados Independientes y a la “Unión de Bielorrusia y Rusia”, cuyo objetivo declarado era nada menos que unificar “a los pueblos de los dos países en un Estado democrático de derecho”.
Después de que Putin asumiera el poder en el último día del siglo xx, aumentó la presión sobre Bielorrusia. Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, el ejército estadounidense aumentó su actividad en las naciones pos-soviéticas. La otan planeaba desplegar sistemas de defensa antimisiles en Europa Oriental. La mayoría de las naciones allí estaban cambiando sus políticas a favor de Europa. Estos acontecimientos confirieron a Bielorrusia, un amortiguador prorruso con Europa, un valor estratégico extremo. En los últimos 20 años, Putin ha impulsado la integración en todos los ámbitos, centrándose especialmente en el militar. Rusia y Bielorrusia llevan a cabo regularmente ejercicios de guerra conjuntos, y Rusia cuenta con instalaciones militares permanentes en Bielorrusia. Putin también ha incorporado a Bielorrusia a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una de las principales armas del poder ruso.
El presidente bielorruso Alexander Lukashenko, ha retrasado por años la plena integración. Pero en agosto de 2020 se enfrentó a protestas acaloradas por unas elecciones que había amañado. Putin se aseguró de que siguiera en el poder, dejando a Lukashenko muy en deuda con él.
Putin ha aplicado calor a Bielorrusia durante años, llevándola a la temperatura de forja. Ahora podría incorporarla como parte oficial de Rusia casi a su antojo.
Armenia y Azerbaiyán—Aplicando calor y presión
El pasado septiembre estalló una cruenta guerra entre los antiguos países soviéticos de Azerbaiyán y Armenia por el control del territorio de Nagorno-Karabaj.
Rusia tiene un acuerdo de defensa mutua con Armenia, pero Putin dijo que la alianza no cubría la región en disputa. Su gobierno trabajó con ambas partes, intentando negociar un acuerdo de paz. Los esfuerzos se estancaron hasta el 9 de noviembre, cuando un misil impactó en una zona abierta de la capital de Azerbaiyán. El ataque no dejó víctimas mortales, y nadie se responsabilizó del hecho. Pero muchos lo vieron como una amenaza de Putin de utilizar la fuerza militar si las dos naciones no dejaban de pelear. El mensaje fue recibido. En pocas horas, la violencia que había provocado 5.000 muertes terminó.
Los términos finales exigían que Armenia cediera la mayor parte del territorio en disputa a Azerbaiyán, lo que los azerbaiyanos consideraron una victoria. Pero ellos también tuvieron que hacer una concesión, no a Armenia sino a Putin: como parte de los acuerdos de paz, casi 2.000 soldados rusos de “fuerzas de paz” fueron enviados a Azerbaiyán, donde permanecerán, al parecer, indefinidamente.
Esto marcó la primera vez que las fuerzas rusas establecen un punto de apoyo en la nación y constituyó una victoria considerable para Putin.
Y no se detuvo ahí. Su gobierno también anunció planes para ampliar su base armenia y desplegar tropas cerca de la frontera con Azerbaiyán. El gobierno armenio, que seguramente se sintió engañado por Rusia, dijo sin embargo que acogía los planes.
Richard Giragosian, analista radicado en Ereván (capital de Armenia), declaró al New York Times: “La seguridad futura de Nagorno-Karabaj ahora depende de las fuerzas de paz rusas, lo que da a Moscú la influencia que le faltaba”.
Mientras tanto, la astuta diplomacia de Putin en este conflicto también le permitió reducir la influencia de Turquía en la región.
Otras dos naciones exsoviéticas están sujetas a las tenazas de Putin y poco a poco están siendo introducidas más profundamente en la esfera rusa.
Putin también está aplicando diversos grados de calor y más poder ruso sobre los antiguos Estados soviéticos de Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. En este momento, sólo las naciones bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) rechazan tales esfuerzos.
Esta tendencia de resurgimiento de Rusia ya sería bastante significativa sólo como desarrollo geopolítico con el potencial de cambiar el equilibrio de poder global. Pero aquí hay algo más en juego.
El ‘Príncipe’ de Rusia
Justo después de que Rusia invadiera Georgia, el jefe de redacción de la Trompeta, Gerald Flurry, dijo que esa acción marcaba el inicio de una “era nueva y peligrosa” en la historia del mundo. En nuestra edición de octubre de 2008, escribió: “Éste fue el primer ataque militar de una superpotencia asiática en ascenso, ¡y habrá más!”.
El pronóstico del Sr. Flurry se demostró acertado cuando, en un evento que cambió la historia, Rusia atacó a Ucrania seis años después, y sigue demostrando su exactitud con el éxito de Rusia por medios más sutiles en Armenia, Azerbaiyán y Bielorrusia.
El Sr. Flurry ha llamado la atención sobre Vladimir Putin y su creciente poder a lo largo de los años, porque la profecía bíblica describe una alianza multinacional asiática que se formará en los próximos años. Alrededor del año 90 d. C., el apóstol Juan fue inspirado a escribir: “Y el número del ejército de los jinetes era de doscientos millones. Yo oí su número” (Apocalipsis 9:16). Se trata de una fuerza militar de 200 millones de soldados, que es unas 15 veces más grande que la mayor fuerza alguna vez reunida en la historia de la humanidad.
Las Escrituras proporcionan varios detalles clave sobre este coloso. Apocalipsis 16:12 lo llama “los reyes del oriente”, mostrando que es un grupo de múltiples naciones, principalmente asiáticas.
En relación con este poder oriental, las profecías de Ezequiel 38 y 39 hablan de un “príncipe de Rosh, Mesec y Tubal” (traducción literal de Young). Mesec y Tubal son nombres antiguos que designan a las modernas ciudades rusas de Moscú y Tobolsk. Y Rosh es una variación de un antiguo nombre para Rusia, como se muestra en comentarios bíblicos, como el Comentario de Jamieson, Fausset y Brown.
En su folleto de 2017 El ‘Príncipe de Rusia’ profetizado, el Sr. Flurry explica que el “príncipe” del que se habla en estos pasajes no es otro que Vladimir Putin. El Sr. Flurry escribe: “El uso de los tres nombres [Rusia, Moscú y Tobolsk] muestra que éste es un único gobernador de todos los pueblos de Rusia, desde el occidente hasta el oriente. La referencia a las ciudades de Moscú y Tobolsky nos ayuda a ver cuán vasto es el territorio ruso en estos días postreros. Esta gigantesca extensión de tierra indica que el príncipe probablemente conquistará más naciones de la antigua Unión Soviética”.
En los años desde que se escribió ese folleto, Putin ha reforzado el control de varios territorios y naciones de la antigua Unión Soviética. Y su forja está cada vez más caliente.
El Sr. Flurry explica que el liderazgo de Putin en Rusia, incluyendo su reconstrucción de la Unión Soviética, muestra que se acerca rápidamente un tiempo de problemas mundiales. Será una catástrofe mucho peor que cualquier otra del siglo xx o de cualquier otro siglo de la historia. Pero subraya que también hay una gran esperanza unida a estas profecías. Escribe que el hecho de que Putin esté ahora dirigiendo a la nación demuestra que el acontecimiento más esperanzador de la historia humana está cerca. “La guerra del Sr. Putin va a conducir directamente a la Segunda Venida de Cristo. (…) ¡Vladimir Putin es una señal (literalmente una señal) de que Jesucristo está a punto de regresar!”, escribe. “Éste es uno de los mensajes más inspiradores en la Biblia”.
“¡Lo que estamos viendo en Rusia finalmente conduce a la transición del hombre gobernando sobre el hombre a Dios gobernando sobre el hombre! ¡Y eso está prácticamente aquí! ¡Está a tan sólo unos pocos años de distancia!”…
“Tenemos que entender que todas éstas son buenas noticias porque Jesucristo va a regresar a la Tierra en el mero final de la próxima Guerra Mundial”.
Sidebar: Moviendo vallas
En los 13 años desde que las fuerzas de Putin levantaron kilómetros de vallas alrededor de Osetia del Sur y Abjasia y las convirtieron en territorios rusos de facto, han llevado a cabo 155 casos de “fronterización”, una forma sigilosa de invasión. Ellos mueven las vallas.
La Fundación Heritage escribió: “En algunos casos, los georgianos se han ido a dormir en la Georgia libre sólo para despertar en la Georgia ocupada después de que Rusia construyera una valla alrededor de sus casas”.
Las víctimas se enfrentan a una odiosa elección: huir de las propiedades que sus familias han desarrollado durante generaciones, o permanecer enjaulados dentro del territorio ruso, sometidos a vigilancia, acoso y posible detención.
“No podemos ni siquiera salir a nuestros propios jardines, ya que [los rusos] están allí”, dijo Liziko Gakheladze, una antigua residente de Gugutiantkari, Georgia, en una entrevista de 2019 con Rustavi 2. “Así que la gente se va”. ▪
EL ‘PRÍNCIPE DE RUSIA’ PROFETIZADO
Vladímir Putin está jugando un papel clave en la profecía bíblica. Todo líder mundial necesita entender cuán crítico va a ser ese papel. Estamos entrando en la peor crisis jamás en la historia del hombre. Esta profecía es ambos lamentable y sumamente inspiradora a la vez.