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¿Por qué los socialistas en EE UU están emocionados?
¿Puede usted adivinar quién está feliz ahora mismo? La crisis sanitaria mundial provocada por el covid -19 se ha visto dramáticamente eclipsada por una crisis económica mundial provocada por nuestra respuesta al covid -19. La actividad económica se ha derrumbado, las empresas están quebrando, la producción se ha detenido. Las Naciones Unidas predicen que, aunque el mundo se recupere financieramente durante el resto del año, la pobreza extrema sumirá a unos 132 millones de personas más, y los que se enfrentan al hambre aguda se duplicarán hasta alcanzar unos 265 millones.
Para la mayoría de las personas, esto es una catástrofe. Pero algunos pocos están realmente emocionados con eso.
Durante años, los defensores del “Nuevo Acuerdo Verde” han abogado por la reducción del uso de combustibles fósiles. Quieren quitar de las carreteras los coches que queman gasolina y los aviones de pasajeros fuera de los cielos. De repente, su sueño se hace realidad: la gente no está conduciendo y nadie está volando.
“Así es como se ven los cambios rápidos, de largo alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad”, tuiteó el activista climático Eric Holthaus. “Lo estamos haciendo. ¡Es posible!”. El científico español Martín López Corredoira escribió: “Ni Greenpeace, ni Greta Thunberg, ni ninguna otra organización individual o colectiva han logrado tanto en favor de la salud del planeta en tan poco tiempo. Un milagro sucedió. (…) Ciertamente no es muy bueno para la economía en general, pero es fantástico para el medio ambiente”.
Algunos de los más alucinantes deseos de los activistas se están cumpliendo por el “milagro” del coronavirus, pero no del todo. Se proyecta que este cierre económico mundial suprima las emisiones de carbono en sólo un 6%, y algunos analistas dicen que se necesita una disminución del 8% cada año durante una década para vencer el cambio climático. Así que por muy difíciles que hayan sido estos cambios rápidos, de gran alcance y sin precedentes, se necesitan sacrificios aún mayores, en su opinión.
La alineación de intereses entre los ambientalistas y los defensores del confinamiento es convincente, y no es una coincidencia.
El gobierno está en todas partes
La tierra del libre mercado está sufriendo una sequía repentina de puestos de trabajo. Sólo en marzo y abril, 36 millones de estadounidenses solicitaron beneficios de desempleo. A millones de personas que se cuidaban muy bien, el gobierno de repente los obligó a quedarse en casa y dejar de trabajar porque declaró su trabajo como “no esencial”. Y este mismo gobierno aprobó una costosa legislación sin precedentes por la que pagó (insuficientemente) a la gente en forma directa, aumentando la deuda de los contribuyentes. Y está considerando medidas aún más drásticas.
Una vez más, los cierres ayudaron a alcanzar un objetivo largamente deseado por la izquierda: hacer que más personas sean más dependientes de la generosidad del gobierno, aumentando así el control y el poder gubernamental.
Durante décadas, ha habido un movimiento en EE UU para abolir los mercados libres a favor del colectivismo y una economía controlada. En años recientes, millones se han unido a esta bandera detrás del senador Bernie Sanders, en particular los jóvenes que han estado convencidos de que la solución a todos los problemas es más gobierno. Ellos quieren educación gratuita, atención médica gratuita e ingresos garantizados, ya sea que trabajen o no.
Estas personas vieron el caos creado por los bloqueos e insistieron en que esto prueba que el capitalismo y los mercados libres no funcionan, y que el gobierno necesita más control. En su opinión, el hecho de que las personas no puedan quedarse en casa y sobrevivir económicamente prueba la necesidad de un ingreso garantizado. Además, por el hecho de que la gente perdió la atención médica cuando perdió su trabajo prueba que la atención médica debe ser universal.
En el programa de abc “This Week”, el senador Sanders llamó a esto el “lado positivo” del caos del confinamiento, el reconocimiento “de que tal vez empecemos a repensar algunos principios fundamentales sobre la forma en que funciona nuestro gobierno y la sociedad”. Dio el ejemplo de cómo el covid-19 demuestra que EE UU necesita una atención médica de un solo pagador.
“[L]a pandemia del covid-19 ha (…) ampliado el espectro de futuros imaginables y posibilidades políticas”, escribió Eric Levitz en New York Magazine. “Y algunas de esas posibilidades han sido un espectáculo para los ojos de los socialistas” (1 de abril).
Al analizar a las masas de necesitados en cuarentena, no vieron la calamidad, sino una oportunidad fenomenal.
“Crisis y oportunidad”
La organización socialista oficialmente más grande de EE UU, los Socialistas Democráticos de EE UU (dsa, por sus siglas en inglés) cuenta con sólo 66.000 miembros, pero está atrayendo a más (especialmente a jóvenes) hacia sus ideales, si no a sus listas de miembros. Esos ideales han saturado profundamente al Partido Demócrata, que tiene 46 millones de miembros oficiales y millones más que se identifican y votan como demócratas. Las legisladoras demócratas Alexandria Ocasio Cortez y Rashida Tlaib son miembros del dsa. Son marxistas, y aunque se llaman a sí mismas “antifascistas”, apoyan con fuerza el despojo del poder de los individuos para transferirlo al gobierno, una característica clave del fascismo.
La directora nacional del dsa, María Svart, comenzó una misiva del 7 de mayo (“Crisis y Oportunidad”) con esta cita de Milton Friedman, a quien describió como “un enemigo”: “Sólo una crisis, real o percibida, produce un cambio real”. Después de acusar a la “extrema derecha” de moverse rápidamente “para aprovechar esta crisis”, prometió que los socialistas pueden moverse aún más rápido. Elogió a Bernie Sanders y al “movimiento multirracial de la clase trabajadora que está detrás de él” por incorporar las ideas democráticas socialistas. Ahora, los socialistas necesitan presionar su ventaja “para construir un nuevo mundo sobre las cenizas del antiguo”. “Si ahora hay una crisis de legitimidad de la antigua forma de hacer las cosas, existe la oportunidad de crear cambios permanentes”, explicó ella (énfasis añadido en todo el texto).
Svart continuó enumerando lo que ella consideraba desarrollos positivos: “Ya vemos esto donde los trabajadores de bajos salarios reciben cheques de desempleo más altos que los antiguos salarios de pobreza, y donde millones de personas que perdieron de la noche a la mañana la atención de salud basada en el empleador ahora están a la deriva en una pandemia y buscando ‘Medicare para Todos’ (plan de salud propuesto por Sanders)”. Fíjese en eso: los socialistas como Svart ven como buenos los pagos directos del gobierno a los trabajadores a los que ha prohibido trabajar. Las personas reciben un cheque más gordo del gobierno por sentarse en sus traseros que por trabajar—¡grandioso! Las personas usando la atención médica del gobierno en lugar de la privada—¡genial! Si usted está acostumbrado a la libertad y la responsabilidad, entonces alguien que recibe más dinero por no trabajar que por trabajar es un problema serio. Pero no para los “socialistas democráticos”.
“Entre ver que los trabajadores son realmente esenciales para la supervivencia humana pero los jefes todavía nos ven como prescindibles, se ha hecho evidente que no tenemos nada que perder más que nuestras cadenas”, continuó Svart, citando directamente del Manifiesto Comunista de Karl Marx. Dijo que la gente que se interpone en el camino de Medicare para Todos, el control universal de la renta y los “salarios dignos” son “la clase propietaria”. Por lo tanto, “debemos organizarnos y luchar”.
Se llaman a sí mismos “socialistas”, pero esto es un comunismo descarado. Y este tipo de pensamiento anima cada vez más lo que los demócratas (y los medios de comunicación) están haciendo, sobre todo en su respuesta al coronavirus.
Toma de poder
No importa si el tema es el transporte aéreo, libertad para trabajar, la distribución de ventiladores—o la contaminación, la homosexualidad o cualquier otra cosa—todas las políticas de los demócratas vuelven a lo mismo: tomar más poder del pueblo para dárselo al gobierno. Tomar más dinero de la gente y redistribuirlo. Ese es el principio que subyace en la atención médica para todos, educación universitaria para todos, cheques del gobierno para todos, el Nuevo Acuerdo Verde, y prácticamente todas las demás iniciativas progresistas importantes.
“La crisis del covid-19 es una oportunidad para hacer el capitalismo de manera diferente”, escribió Mariana Mazzucato, profesora de economía en el University College de Londres, en el Guardian. Esta crisis expuso la “falta de una red de seguridad y protección para los trabajadores en sociedades con una desigualdad creciente. (…) Pero ahora tenemos la oportunidad de usar esta crisis como una forma de entender cómo hacer el capitalismo de manera diferente. Esto requiere un replanteamiento de la función de los gobiernos: en lugar de limitarse simplemente a corregir las fallas del mercado cuando se producen, deberían avanzar hacia la formación y creación activa de mercados que proporcionen un crecimiento sostenible e inclusivo” (18 de marzo).
Los progresistas desconfían de la capacidad del sector privado para “formar y crear mercados activamente”. Critican sin cesar al “1%” por manejar la riqueza y el poder de una manera que excluye al resto de la sociedad. La realidad es que el sector privado y los mercados libres han creado una explosión de riqueza que ha aplastado la pobreza mundial, particularmente en las últimas décadas. Reducir el control del gobierno y permitir que las personas decidan por sí mismas cómo y cuándo comprar y vender ha traído una prosperidad sin precedentes a millones de personas. Incluso los “pobres” disfrutan de niveles de vida mucho más altos que la gran mayoría que vive en economías más controladas.
Sin embargo, los socialistas creen que los funcionarios de gobierno pueden de alguna manera “moldear y crear mercados activamente” sin efectos secundarios negativos. Tienen una fe inquebrantable en que el 1% dentro de la clase gobernante burocrática es incorruptible.
Mazzucato escribió acerca de cómo el gobierno puede “garantizar que los precios sean justos, que no se abuse de las patentes, que se proteja el suministro de medicamentos y que las ganancias se reinviertan en la innovación, en lugar de desviarlos a los accionistas”. En otras palabras, la inversión que hacen las personas con su dinero es de alguna manera inmoral, pero que funcionarios de gobierno tomen el dinero de esas personas y lo inviertan es moral porque el gobierno es inherentemente desinteresado.
Recuerde, el dinero que los gobiernos gastan viene del pueblo. El poder que el gobierno ejerce viene a expensas de la gente común. El socialismo le quita la toma de decisiones a los particulares y la concentra en la clase dirigente. Y la realidad es que, la clase gobernante es tan susceptible como cualquier otra persona al interés propio, la codicia, la corrupción y otras fallas de la naturaleza humana.
Las ideas están siempre redactadas en un lenguaje altruista: “oportunidad”, “red de seguridad”, “protección social”, “crecimiento sostenible e inclusivo”, pero promueven una idea fundamental que ha empobrecido, esclavizado e incluso matado a cientos de millones de personas a lo largo de la historia, en particular en el último siglo.
“A medida que las compañías, desde las aerolíneas hasta el comercio minorista, vienen pidiendo rescates y otros tipos de asistencia, es importante resistirse a simplemente entregar el dinero”, escribió Mazzucato. “Se pueden establecer condiciones para asegurar que los rescates se estructuren de manera que transformen los sectores que están salvando para que pasen a formar parte de una nueva economía, una que se centre en la estrategia del nuevo acuerdo verde de reducir las emisiones de carbono y al mismo tiempo invertir en los trabajadores, y asegurarse de que puedan adaptarse a las nuevas tecnologías”. Debe hacerse ahora, mientras el gobierno tiene la ventaja. (…) No dejemos que esta crisis se desperdicie”.
En otras palabras, en medio de la prisa por hacer algo, incluso mientras los legisladores conservadores están siendo presionados para firmar proyectos de ley de gastos escandalosos, avancemos a través de todas las medidas progresivas que podamos.
Ellos no están dejando que la crisis se desperdicie.
Más por venir
En mayo, los demócratas revelaron un nuevo paquete de ayuda de 3 billones de dólares. El proyecto de ley de 2 billones de dólares que el Congreso aprobó en marzo fue el mayor proyecto de ayuda en la historia de la humanidad, y sólo semanas más tarde estaban listos para promulgar otro que lo superaría en un 50% nuevamente. Llamada eufemísticamente la Ley de los Héroes, daría 1 billón de dólares a los gobiernos estatales y locales, alrededor de 200 mil millones de dólares a los trabajadores que se enfrentan a mayores riesgos de salud, 175 mil millones de dólares a las personas para el alquiler, la hipoteca y los servicios públicos, 75 mil millones de dólares para las pruebas de covid-19 y localización de contactos, y hasta 6.000 dólares más en pagos en efectivo a cada hogar del país. También extiende los pagos y beneficios a las personas que pierden la cobertura médica patrocinada por el empleador. Aunque fue aprobada por la Cámara de Representantes, no se espera que sea aprobada por el Senado.
Los socialistas quieren que el gobierno provea “seguridad económica” para todos, incluso para los que no pueden o no quieren trabajar. Ellos también pueden considerar el coronavirus como un “milagro”: De repente, ¡la cantidad de personas que no pueden trabajar se ha disparado a millones! Esta es la oportunidad perfecta para poner a decenas de millones de personas en las nóminas del gobierno, bajo un mayor control gubernamental, y en una transición hacia un estado socialista.
No es de extrañar que hayan sido tan firmes e intransigentes en la promoción de las cuarentenas más estrictas. Quédate en casa. No corras el riesgo de ir a trabajar. Deja que el gobierno te cuide. Los socialistas quieren hacerlo así para que a las personas no se les permita cuidarse a sí mismas: deben confiar en que el gobierno las proveerá.
Una vez que usted renuncia a ser responsable de su propia vida (y la libertad que esto conlleva), cae en un patrón de dependencia que es muy difícil de romper.
Una solución que funciona
Los efectos catastróficos más extendidos que afectan al mundo hoy en día no provienen de un virus, sino de la respuesta gubernamental. Los millones de personas que ahora no pueden mantener a sus familias, los millones que caen en la pobreza extrema, los millones que se enfrentan al hambre intensa, no están sufriendo por una pandemia viral, sino por una política miope en el mejor de los casos, ideológicamente vanidosa y desastrosa en el peor.
Este es un ejemplo espectacular de una falla fundamental con los seres humanos. Muy a menudo, los resultados de nuestras “soluciones” son peores que los problemas. Con demasiada frecuencia, percibimos erróneamente una enfermedad, diagnosticamos incorrectamente y luego aplicamos remedios con efectos secundarios desastrosos. Hoy estamos viendo esto en una escala épica.
¿Por qué fallan estas “soluciones”? ¿Por qué crean más problemas de los que resuelven?
Hay una razón específica y fundamental: es porque ignoran a Dios. Ignoran la ley de Dios.
Dios tiene un sistema económico que beneficia a todos. Está construido en torno a la propiedad privada, la administración responsable y familias estables. Minimiza los impuestos, la soberbia burocrática y la imposición gubernamental para maximizar la libertad. Tiene un sistema para ayudar a los pobres. Se basa en la responsabilidad individual y la caridad privada.
Dios creó la familia para fomentar la industria y asegurar que las necesidades de todos sean atendidas. Muchas de Sus leyes protegen y promueven la familia, pero para aquellos pocos que están fuera de esa estructura, Dios incluso tiene un sistema limitado de bienestar administrado centralmente para asegurar que no sean abandonados. Puede leer sobre esto en nuestro artículo “A New World Economy” (theTrumpet.com/1007).
Cada vez que nos desviamos del sistema de Dios e implementamos iniciativas de caridad apartadas del propósito de Dios, nuestros esfuerzos están condenados al fracaso. Robamos a las personas su dignidad personal, provocamos distorsiones económicas y potenciamos y expandimos el gobierno de formas que fomentan la corrupción.
Las soluciones de Dios funcionan. Las soluciones humanas crean más problemas de los que resuelven, y cuanto más se alejan de la ley de Dios, más espectacularmente fracasan (Proverbios 14:12; 16:25). En toda la historia, el socialismo ha demostrado repetidamente estar entre las principales “soluciones” erróneas.
¡Aprenda la lección! Deje de insistir en que no necesitamos a Dios; en el nivel humano, en el nivel nacional o personal. En nuestra salud, en nuestras ideologías, nuestra política, nuestra economía, “Fíate de [el Eterno] de todo tu corazón; y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. (…) Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos. Honra a [el Eterno] con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:5-10). ▪