(GETTY IMAGES/JULIA GODDARD/TRUMPET)
Por qué la familia real tiene problemas
Los rumores circularon por meses. Ella sufría lesiones relacionadas con la vacuna. Había huido del país. Había muerto. Lo que sabíamos con certeza era que Catherine, princesa de Gales, había ingresado al hospital el 16 de enero y apenas se le había visto desde entonces. Las fotos publicadas por la familia real no contaban toda la historia. La gente en Internet se volvió loca con las especulaciones.
La verdad era más trivial, y más trágica. El 22 de marzo anunció ella sola que, tras su operación abdominal del 16 de enero, se le había descubierto un cáncer. Y comenzó con la quimioterapia.
Esto se produjo sólo unas semanas después de que el Palacio de Buckingham anunciara que el rey Carlos iii tiene cáncer. En ambos casos, no se anunció qué tipo de cáncer. En enero, a Sarah Ferguson, duquesa de York, se le diagnosticó un tipo de cáncer de piel.
Mientras tanto, la distancia entre el príncipe Harry y la familia real continúa. Voló a Gran Bretaña para visitar brevemente al Rey tras el diagnóstico de cáncer.
“Había esperanzas de que la visita del Príncipe de 39 años desde California ayudaría a reparar las relaciones entre él, su padre y su hermano, el príncipe de Gales”, decía el Independent, “pero estas esperanzas se desvanecieron pronto cuando quedó claro que no vería a William durante el viaje” (9 de febrero). El príncipe Harry pasó menos de 24 horas en el país.
Más problemas le esperaban a su regreso a Estados Unidos. Al igual que su tristemente famoso tío, el príncipe Andrés, Harry se enfrenta a la posibilidad de verse arrastrado por un escándalo sexual entre famosos. El príncipe Harry aparece nombrado en una demanda de 30 millones de dólares que acusa al rapero Sean “Diddy” Combs de tráfico y abuso sexual. La presentación judicial dice que la gente asistía a las fiestas de Combs con víctimas de tráfico sexual debido a su “acceso a celebridades como atletas famosos, figuras políticas, artista [sic], músicos y dignatarios internacionales como el príncipe Harry de la realeza británica”. No se acusa a Harry de participar en las fiestas ni de obrar mal; parece probable que la demanda lo haya nombrado sólo para acaparar más titulares. Pero son más noticias malas.
Pero la familia real no ha sido una mera víctima. Ella misma se ha traído algunos de estos problemas.
Traicionando a Israel
“Sigo profundamente preocupado por el terrible costo humano del conflicto en Oriente Medio desde el ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre. Han muerto demasiadas personas. Yo, como tantos otros, quiero ver un fin a los combates lo antes posible”.
Esta declaración es similar a muchas otras de famosos y activistas. Pero ésta procedía del príncipe William, heredero al trono, y se hizo coincidir con la víspera del debate clave en el Parlamento sobre si se debe presionar a Israel para un cese al fuego.
Los monarcas británicos nunca se involucran en política. Se supone que el trono es algo que todos, a pesar de sus opiniones políticas, pueden apoyar. Politizarlo pone en peligro la supervivencia de la propia monarquía, o eso dice la teoría.
El príncipe William probablemente esté expresando profundas convicciones personales; claramente muchos comparten su opinión. La mayoría son bien intencionados, leen historias de niños y familias que sufren en las calles bombardeadas de Gaza y quieren que la crisis termine. Pero el sufrimiento y la muerte de un gran número de niños en Ucrania, Siria y otros lugares no ha provocado una reacción similar, lo que revela un claro sesgo antiisraelí en quienes presionan a Israel tan poco tiempo después de que sufriera los horrores del 7 de octubre de 2023.
Si unos mil británicos hubieran sido asesinados, muchos más torturados y violados, y 130 todavía, en este momento, siguieran siendo rehenes, es difícil imaginar a los líderes de Gran Bretaña exigiendo un cese al fuego y una tregua para los terroristas. Cualquier cese al fuego antes de la derrota total de Hamás los dejará en condiciones de perpetrar más atrocidades en el futuro, algo que evidentemente están dispuestos a hacer.
Decir que “han muerto demasiados” apoya la propaganda de Hamás sobre el conflicto. Las numerosas cifras de víctimas que ha publicado son claramente falsas. En lugar de ello, Israel ha estado matando a combatientes de Hamás; los civiles se ven atrapados en la matanza a un ritmo menor que en casi cualquier otro conflicto moderno. Dado que Hamás está poniendo activamente a mujeres y niños en peligro, la conducta y la eficacia de las fuerzas israelíes son un logro fenomenal.
La declaración del príncipe William pone a la monarquía del lado de Hamás, en contra de las víctimas del 7 de octubre. Esto está contribuyendo a dividir a Israel de Judá, lo que tendrá consecuencias reales.
Protección retirada
“Creo que ahora que la Reina ha muerto, la caída de Gran Bretaña se acelerará”, escribió el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, en 2022. “Estamos a punto de ver un final muy triste para ese trono…”. Unos años antes, había advertido que “veríamos un rápido declive de la familia real británica”. ¿Por qué?
El rey Carlos iii fue coronado hace un año. Aquella ceremonia declaró que Carlos había sido “apartado y consagrado” por Dios “para el servicio de su pueblo”. Si ese es el caso, merece la pena considerar la opinión de Dios sobre este trono.
La Biblia declara que “las [autoridades] que hay, por Dios han sido establecidas” (Romanos 13:1). Pero la familia real de Gran Bretaña tenía una relación especial con Dios. Un símbolo de ese vínculo era la Piedra del Destino; tradicionalmente se creía que era la piedra del pilar de Jacob (Génesis 35:14). Pero Gran Bretaña rechazó esa tradición, e Inglaterra rechazó la piedra, devolviéndola a Escocia en 1996.
Unos 10 meses después, la princesa Diana murió en un accidente automovilístico. “¿Perdió la familia real del trono de David, algo de su protección de Dios?”, pregunta el Sr. Flurry en su libro El nuevo trono de David. “Yo no lo sé con seguridad, pero es interesante que eso sucediera durante el primer año de cuando Inglaterra renunció a la piedra”.
Ahora, más de 26 años después, está claro que gran parte de la protección de Dios ciertamente ha desaparecido.
¿Estaría un Dios amoroso detrás de la muerte de una madre en un accidente automovilístico? ¿O de una madre con hijos muy pequeños que padece de cáncer? La respuesta a esta pregunta está ligada directamente a la razón por la que este trono está declinando.
La esperanza en el trono
En el Huerto del Edén, Dios ofreció mostrar al hombre el camino para vivir de forma feliz y gozosa, el camino que conduciría a la vida eterna. Esta elección estaba simbolizada por el árbol de la vida. Pero la humanidad eligió decidir por sí misma qué es el bien y el mal. Dios le dio al hombre la libertad de elegir, pero esa libertad requiere vivir con las consecuencias. La humanidad ha tenido 6.000 años para experimentar esas consecuencias y aprender de la manera difícil, a través del dolor y el sufrimiento, que necesita a Dios.
Sin embargo, la humanidad no estaba condenada. La inmensa mayoría vivió y murió sin conocer a Dios, pero la Biblia revela que resucitarán y tendrán la oportunidad de elegir de nuevo, tras haber experimentado los resultados de seguir su propio camino. Esta vez, la inmensa mayoría elegirá la vida.
E incluso durante estos 6.000 años, Dios no ha dejado a la humanidad completamente sola. Sigue moldeando los acontecimientos para dar a la mayoría de la gente la mejor oportunidad, a largo plazo, de elegir la vida.
Una forma clave en que lo hace es a través de un trono.
Dios hizo una promesa dramática al rey David de Israel: para cuando su hijo Salomón gobernara, le dijo: “Yo afirmaré para siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:13). Muchas Escrituras repiten esta promesa: 1 Crónicas 28:7; Salmos 89:4 e Isaías 9:7, por nombrar sólo algunas.
Lucas 1:32-33 muestra que, en última instancia, este trono será asumido por Jesucristo. Pero Él no está gobernando ahí en este momento, sino que está sentado en el trono de Su Padre (Apocalipsis 3:21). Él no se sentará en el trono de David hasta Su futuro regreso a la Tierra.
El reino de Judá fue conquistado en el 585 a. C., y parecía que el trono de David desaparecía. Sin embargo, Dios había prometido que duraría para siempre. Algunos sostienen que Cristo cumplió esta promesa en Su primera venida, pero el reino de Judá fue conquistado siglos antes de que Él apareciera en escena.
Herbert W. Armstrong demostró en su libro Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía que Dios no dejó morir el trono de David. Lo trasladó a Irlanda, luego a Escocia y más tarde a Inglaterra. La familia real británica desciende, de hecho, del rey David.
Dios dijo de Salomón: “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo” (2 Samuel 7:14). En un mundo cortado de Dios, Él tuvo una relación de padre e hijo con Salomón.
Siglos más tarde, un rey malvado en ese trono de David intentaba acabar con la verdadera religión, pero Dios se abstuvo de destruir esa casa real “a causa del pacto que había hecho con David, y porque le había dicho que le daría lámpara a él y a sus hijos perpetuamente” (2 Crónicas 21:7). Este trono iba a ser una luz, una lámpara que apuntaba a la promesa de Dios de gobernar el mundo y de traer a toda la humanidad a esta relación de Padre e hijo. Y así, a los que se sentaban en el trono se les daba una medida de protección, para que la luz permaneciera.
Así fue durante siglos. Pero los gobernantes en este trono nunca han logrado guiar al hombre hacia Dios. Así que en estos últimos días, Dios ha hecho un cambio en cómo Él trabaja con este trono, moviendo esa luz a un descendiente diferente de David. Ese cambio tuvo lugar en 2017, el 16 de enero, la misma fecha en que la princesa Catherine ingresó al hospital. Puede leer más sobre esto en nuestro libro gratuito El nuevo trono de David.
Así que la protección de la familia real británica ha desaparecido. Como todos los demás en este mundo infeliz, ellos están cortados de Dios, dejados para que resuelvan solos sus problemas. Las trágicas noticias de los últimos meses son el resultado y reflejo de esa realidad.
Pero la luz permanece. Y la familia real, como todos los demás, tendrá la oportunidad de llegar a conocer al verdadero Dios. Esa luz sigue apuntando a la intención de Dios de ofrecer a toda la humanidad la oportunidad de escoger la vida y formar parte de Su Familia eterna.