La Trompeta
Por qué Herbert W. Armstrong se reunió con cientos de líderes mundiales
En los años setenta y ochenta, un ciudadano privado estaba volando alrededor del mundo y reuniéndose con cientos de líderes mundiales. Él se entrevistó con presidentes, primeros ministros, reyes, emperadores, príncipes, legisladores, embajadores, generales, oficiales, alcaldes, jueces, científicos, educadores, magnates y ejecutivos. Él habló con jefes de Estado y jefes de gobierno en sus despachos ante sus invitaciones. ¿Quién era este hombre?
Él no era un jefe de gobierno; él no era siquiera un funcionario gubernamental. Él no era un magnate industrial; ni siquiera era un hombre de negocios. Él no era un multimillonario ni un millonario. Él era un hombre llamado Herbert W. Armstrong.
El Sr. Armstrong fue un hombre que de hecho renunció a su negocio para seguir lo que él leyó en la Biblia. Él siguió a Dios y vivió en la pobreza durante décadas. Posteriormente lideró una Iglesia y una universidad. No buscó convertirse en un viajero mundial, un amigo de primeros ministros, un embajador no oficial para la paz mundial. Incluso si él lo hubiera intentado, él nunca podría haber alcanzado ni una fracción de lo que terminó haciendo.
Lo que el Sr. Armstrong hizo en los años setenta y ochenta fue nada menos que milagroso.
“¡Tengo emocionantes noticias!”, él escribió desde Hong Kong el 26 de noviembre de 1973, en una carta a los colaboradores de la Iglesia de Dios Universal que él guiaba. “Mientras esta nueva dimensión de la gran Obra del Dios vivo se pone en marcha, ¡ya hay un tremendo logro! ¡Nunca en la historia de la humanidad ha sucedido algo como esto! El Dios vivo nunca había llevado Su mensaje por medio de Sus siervos humanos de esta manera”. El “tremendo logro” al que el Sr. Armstrong se estaba refiriendo era llevar el mensaje de Dios a los líderes mundiales prominentes.
Cuando Dios llamó al Sr. Armstrong a Su ministerio, él enseñó el mensaje de Dios (las buenas noticias del venidero Reino de Dios) a sólo unos pocos habitantes del pueblo de Oregón. Luego, el mensaje alcanzó varias ciudades a través de la radio. El Sr. Armstrong soñaba con que el mensaje de Dios alcanzara toda la región noroccidental de Estados Unidos. Para los años sesenta y setenta, ese mensaje estaba alcanzando a millones de personas, alrededor del mundo.
A pesar del alcance global entre el mundo de habla inglesa, el Sr. Armstrong estaba preocupado. Él quería que el mensaje de Dios alcanzara a los rusos, chinos, indios, japoneses, indonesios, bangladesíes y otros. ¿Pero cómo podría él alcanzarlos? En países como Estados Unidos, Canadá y Australia, el mensaje podía ir directo a las personas a través de la televisión, radio o literatura.
El Sr. Armstrong oró fervientemente al respecto y le pidió a Dios que lo ayudara a ver cómo alcanzarlos. Dios respondió su oración. Para ser oído por la población de estos países Dios le mostró al Sr. Armstrong que tenía que alcanzar a los líderes nacionales primero.
Una puerta abierta
Algún tiempo después que el Sr. Armstrong comenzara a orar al respecto, él recibió invitaciones para reunirse con líderes mundiales: una de un líder europeo, luego otra de líderes judíos. Él no podía entender lo que estaba sucediendo realmente o el porqué. Gradualmente, las invitaciones comenzaron a amontonarse. Él estaba aún confundido del porqué Dios estaba abriendo estas puertas. Finalmente, él hizo la conexión: ¡así era como Dios planeaba llevar el evangelio a estos pueblos!
El Sr. Armstrong frecuentemente visitó a oficiales principales de gobierno, incluyendo líderes que formaban el pensamiento de sus poblaciones. Estos oficiales estaban a cargo de la comunicación; era su responsabilidad llevar la información al pueblo.
Es fenomenal lo mucho que el Sr. Armstrong logró en aquellas naciones principalmente gentiles. Él visitó presidentes y reyes quienes deseaban saber cuáles eran sus creencias.
El Sr. Armstrong continuó en esa carta a los colaboradores de 1973, diciendo: “El pasado 28 de abril, fui condecorado por el emperador y el gobierno de Japón con el más alto honor investido sobre alguien no oficial y no japonés. Esto me dio una gran credibilidad en Japón. Luego, me enteré que el príncipe Mikasa (hermano del emperador) había pedido que diera un estudio bíblico en mi siguiente visita a Tokio”. ¡Ellos querían que el Sr. Armstrong les diera un estudio bíblico! ¡Qué inusual que una nación gentil pida que se le enseñe de la Palabra de Dios!
Después del Japón, el Sr. Armstrong prosiguió a Saigón, Vietnam. Allí el Sr. Armstrong habló a senadores, miembros del Congreso y el presidente. Ellos le pidieron que regresara el siguiente año y que realizara una campaña de presentaciones públicas de 4 días. Dios le dio al Sr. Armstrong especial favor en los ojos de estos líderes mundiales. El Sr. Armstrong dijo que se sentía emocionado por su afecto hacia él.
Después de Vietnam, el Sr. Armstrong fue a Manila, Filipinas. Dijo que se estaba volviendo más audaz día a día. Él se dio cuenta que era una nueva dimensión en el evangelio; ¡esto nunca se había hecho de esta manera!
Cuando uno estudia lo que el Sr. Armstrong estaba haciendo en estas diversas naciones y piensa en el impacto que estaba teniendo, usted empieza a ver cuánto ama Dios a este mundo. Eso no era del Sr. Armstrong, ni era de ningún hombre. ¡Esto era el amor de Dios por la humanidad! Jesucristo murió por toda la humanidad, expresando el más alto nivel de amor. Por medio del Sr. Armstrong, ¡Dios estaba nuevamente mostrando Su amor!
La ley espiritual de Dios en acción
El Sr. Armstrong les hablaría a estos líderes del terrible estado de los asuntos mundiales. Y él les mostraría a ellos que hay una causa para la pobreza, violencia, guerra y todo eso que plaga a la humanidad hoy. “El Dios vivo me ha revelado la causa de todos los terribles males del mundo y el sufrimiento de la humanidad”, escribió él (ibíd.). Nadie más entendía la causa de las dificultades de estas naciones. ¡Pero el Sr. Armstrong les dijo la causa a sus líderes nacionales!
La causa provenía de lo que sucedió en el jardín de Edén donde la humanidad rechazó el árbol de la vida que simboliza la paz, prosperidad y vida abundante que todos los hombres deberían estar viviendo. Por 6.000 años la humanidad ha rechazado este camino de vida, y en cambio ha escogido de otro árbol; del árbol de la muerte. La elección de este árbol ha dado como resultado el mundo que vemos a nuestro derredor.
¡Nadie más les habló a estos líderes acerca de la causa! Ellos estaban fascinados por este entendimiento. Ellos sabían que el Sr. Armstrong no venía buscando una ofrenda; él no pidió nada. Él vino a decirles la causa de todos los horrendos problemas, algo que ellos nunca habían oído antes.
“Expliqué cómo la ley espiritual e invisible de Dios (la ley de amor; los Diez Mandamientos) fueron puestos en movimiento para causar paz, felicidad y abundante bienestar”, continuó él.
Esta ley es invisible; uno no puede verla. Pero está en operación justo ahora; es activa y viva.
Sea que usted la guarde o no, tiene un gran impacto. Si usted la transgrede, usted tendrá terror, infelicidad y toda clase de problemas en su vida personal, o nación. Si usted guarda esta ley de la manera en que Dios quiere, eso hace que los matrimonios, familias y universidades funcionen. ¡Trae paz! ¡Esta ley está viva y en acción ahora! Y somos bendecidos de acuerdo a qué tan bien la obedezcamos; y somos maldecidos si la desobedecemos.
Éste entendimiento es básico. Pero la mayoría de la gente no reconoce que la ley de Dios es una LEY DE AMOR. El hombre ha decidido seguir la naturaleza de Satanás y el camino de la vanidad en vez de la naturaleza de Dios. Todo es asunto de elección. La manera en que decidimos va a determinar los resultados. Todo se reduce a elegir el árbol de la vida o el árbol de la muerte.
Pronto, Dios y Jesucristo van a enseñar esta ley invisible a toda la humanidad; y ésta pondrá a este mundo en un curso totalmente diferente. El camino para tener paz y gozo en toda fase de la vida saldrá de Jerusalén a todo el mundo. Esta ley invisible hará que la humanidad sea uno con Dios. ▪