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Union Jack, Britain

Reese Zoellner/LaTrompeta

Por qué el ‘Brexit’ está quebrantando a Gran Bretaña

El voto que se suponía que iba a restaurar la independencia y fuerza de Gran Bretaña se ha convertido en un desastre... y Europa está feliz.

“Inglaterra es la madre de los parlamentos”, dijo el estadista británico del siglo XIX John Bright. Él estaba en lo correcto. Más de 30 países usan el “sistema Westminster”, un modelo legislativo llamado así por el edificio que alberga al parlamento británico.

El sistema de gobierno de Gran Bretaña está lejos de ser perfecto. Pero no se puede negar que ha sido exitoso. La última conmoción política violenta ocurrió hace más de 350 años. Desde entonces, Gran Bretaña ha sobrevivido y prosperado mientras otros gobiernos han sufrido y caído debido a un problema social tras otro.

Comenzando con la Revolución Francesa en 1789, una oleada tras otra de conmoción ha arrasado a Europa. Las monarquías han caído en Austria, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Polonia, Portugal, Rumania y Rusia. En el siglo xx, Gran Bretaña fue casi el único gobierno europeo en mantenerse inalterable ante las gemelas amenazas de los partidos fascista y comunista, que debilitaron o destruyeron a otros gobiernos.

Con razón muchas ex colonias del Imperio Británico han conservado una forma de gobierno similar incluso después de haber obtenido su independencia. Y con razón otras naciones lo hayan adoptado también. El sistema de gobierno británico parece ofrecer una estabilidad inigualable.

Pero luego vino el ‘Brexit’.

Ahora, pocos alabarían las virtudes del sistema político de Gran Bretaña.

Una nación que estuvo firme ante Napoleón y Hitler, que permaneció sin mancha durante los sangrientos eventos como la Revolución Francesa, que dirigió al más grande y mejor imperio en la historia del mundo, que aún lidera una mancomunidad de naciones, ahora se está desintegrando al tratar de salirse de un glorificado acuerdo de libre comercio. ¿Por qué?

Un ‘Brexit’ de perro

El proceso del ‘Brexit’ ha sido un desastre desde el principio. Gran Bretaña votó para dejar la Unión Europea el 23 de junio de 2016. Como resultado, el primer ministro pro-UE David Cameron renunció. La batalla para sucederlo parecía el episodio de una serie de comedia política, de las muchas que hay en la nación. Todos los candidatos se autodestruyeron o se apuñalaron unos a otros por la espalda, excepto uno. Theresa May se convirtió en la primera ministra por no haber nadie más. Ella apenas logró dar un discurso de campaña antes que su rival renunciara.

El 29 de marzo de 2017, la Sra. May activó el Artículo 50, comenzando una cuenta regresiva de dos años en el reloj para abandonar la UE. Ahora la presión estaba en cómo resolver una gran cantidad de asuntos para los que habían confiado en Europa por 40 años. Cuando el periodo de dos años termine, si el Reino Unido no estuviera listo para pararse en sus propios pies, la Nación tendría que acudir a la UE por ayuda y quedar vulnerable al chantaje europeo.

Pero Gran Bretaña inmediatamente se ocupó, perdiendo el tiempo. En abril de 2017, la Sra. May llamó a una elección general. Por los próximos dos meses, la nación fijó su atención en el voto. Luego, en un resultado totalmente inesperado, la Sra. May y los Conservadores perdieron escaños en vez de ganarlos. Un Partido Laborista radicalizado ganó asientos en el Parlamento, y los Conservadores permanecieron en el poder sólo con la ayuda del Partido Democrático Unionista. Bajo esta nueva configuración, si solo unos pocos miembros del Parlamento retuvieran sus votos, podrían retener a todo el gobierno como rehén.

A partir de este débil comienzo, las cosas sólo han empeorado. Mientras Bruselas se ha mantenido firme, unida y determinada en sus dos años de negociaciones sobre el ‘Brexit’, Gran Bretaña ha estado dividida e indecisa. En noviembre de 2018, a menos de seis meses de que Gran Bretaña tenga que salirse, ambas partes finalmente negociaron un acuerdo. Fue un acuerdo terrible para Gran Bretaña.

“Si los Ministros Parlamentarios (M.P.s) votan por este acuerdo, estamos inclinándonos ante el yugo”, escribió Boris Johnson, quien fuera el ministro de exteriores de May hasta que renunció por el enfoque de ella en el ‘Brexit’. “Nos estamos preparando para que nos pongan la montura del gobierno colonial de poderes y cortes extranjeras. (…) De hecho, estamos entregando el control a la UE; y esta hoja de parra de 585 páginas, no hace nada para cubrirnos la vergüenza de nuestra derrota total” (Telegraph; 18 de noviembre de 2018).

El expresidente del Partido Conservador, Lord Norman Tebbit, escribió que era difícil ver el acuerdo como “otra cosa que no sea parte de una paliza de castigo a nuestro país por atreverse a reclamar el derecho a autogobernarse para que otros estados de la UE no sigan nuestro ejemplo” (ibíd., 19 de nov. de 2018).

El profesor de Historia de Cambridge Robert Toms escribió: “Es prácticamente insólito en las relaciones internacionales modernas, que un Estado por sí mismo se ponga bajo la jurisdicción y legislación extranjera. Uno tendría que pensar en un estatus colonial (por ejemplo de las colonias estadounidenses antes de 1776) para tener una analogía adecuada. Para un Estado democrático moderno negarle a sus propios ciudadanos, incluso una voz indirecta en decidir las leyes que los gobiernen por un periodo indefinido, habría sido inimaginable anteriormente: impuestos sin representación, por una cantidad de 39 mil millones de libras esterlinas” [(ibid, 17 de nov. de 2018).

“Ninguna nación aceptaría normalmente tales términos a menos que fuera muy pequeña o estuviera en la bancarrota o fueran derrotados primero en la guerra”, escribió Ambrose Evans-Pritchard en Telegraph el 14 de noviembre de 2018.

Mientras tanto, la UE estaba encantada. El presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Junker se jactó de que la UE obtuvo “casi todo” lo que quería en la propuesta del ‘Brexit’. La Comisión Europea produjo una presentación que dijo que el acuerdo comprometió a Gran Bretaña a las reglas de la UE en una forma “sin precedentes”. Dijo que el acuerdo le daba mucha “ventaja” sobre Gran Bretaña en las negociaciones futuras.

Pero este caos del ‘Brexit’ no fue la culpa de sólo la primera ministra. El Parlamento estaba fuertemente involucrado en las negociaciones, casi en un grado sin precedentes. Pero éste no mejoró los resultados.

“El verdadero problema, por supuesto, es que nuestros políticos se han metido en un lío tan mal informado que ya no hay una mayoría de los Comunes en apoyo de cualquier próximo movimiento que podamos hacer”, escribió Christopher Booker del Sunday Telegraph. “Las diversas facciones vociferantes saben contra qué se enfrentan, pero no pueden estar de acuerdo sobre ningún movimiento positivo que pueda sacarnos del enorme agujero en el que sin querer conspiraron para meternos. (…) No se puede pensar de ningún tiempo en la historia, cuando la reputación de los políticos británicos, ya sea ante el público o a los ojos del mundo afuera, haya sido —muy merecidamente— más baja” (11 de enero).

Richard North, ex coautor de Booker, estuvo de acuerdo, y tuiteó: “Hoy estamos viendo el Parlamento en la agonía de la muerte. Nunca antes había sido tan obvio que el Parlamento es una institución fracasando, mantenida a flote por una prensa igualmente deslucida que representa a otra institución decayendo” (15 de enero).

El 15 de enero, el acuerdo de la Sra. May finalmente llegó ante el Parlamento. Ella recibió la derrota más grande de los tiempos modernos: 432 votos contra el acuerdo y sólo 202 a favor.

Las críticas fueron mordaces. “Los políticos británicos están destrozados”, escribió Politico. “Puede que no sea solucionable a tiempo para resolver el lío del ‘Brexit” (16 de enero).

“Esto no es una pérdida, es un evento nuclear”, escribió el Telegraph, es “la bofetada más grande dada a algún gobierno en la historia política británica” (15 de enero).

“Esto es sólo el final del principio, en una guerra civil del ‘Brexit’ que durará una generación”, escribió el Guardian. “No hay un final a la vista, ni curación en prospecto, no hay solución a la mano, ni cualquier resultado de millares de votos” (14 de enero).

Y de ahí la situación en la que se encuentra Gran Bretaña hoy, comprometida a dejar la UE para el 29 de marzo, pero sin una visión clara de cómo hacerlo o qué ocurrirá después.

¿Por qué el gobierno de Gran Bretaña ha fracasado tanto con el ‘Brexit’? ¿Y qué revela la debacle del ‘Brexit’ sobre la salud moral y espiritual de Gran Bretaña?

Una descripción adecuada

Desde el mismo día que Gran Bretaña se unió a lo que se convertiría en la Unión Europea, Herbert W. Armstrong predijo que la dejaría. Él pudo hacer esa predicción debido a la profecía bíblica. Como él lo comprobó en su libro Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, esta última desciende de la antigua nación de Israel. Dios bendijo a Gran Bretaña a causa de su antiguo ancestro, Abraham. Pero Dios prometió que si los descendientes de Abraham no seguían su ejemplo y rehusaban obedecer a Dios, esas bendiciones serían quitadas y remplazadas por maldiciones. Dios profetizó que usaría a Europa, como también a otras naciones, para castigar a Gran Bretaña.

Europa se levantaría y Gran Bretaña caería. La Biblia describe en detalle la salud espiritual de la nación británica en los últimos días, y de cómo ésta caería.

En Oseas 5:12, Dios dice que Él será como polilla a Efraín, la tribu israelita que se convirtió en la moderna Gran Bretaña. “Una prenda apolillada se ve bien en el armario, pero sáquela de la percha y se deshace”, escribe el jefe editor de la Trompeta Gerald Flurry en su libro Hosea—Reaping the Whirlwind (Oseas—cosechando el torbellino. Disponible en inglés). “Dios dice que Gran Bretaña es como una prenda apolillada. (…) Aunque algunas cosas puedan verse bien en la superficie, ¡[están] listas para deshacerse!”

Claramente, Gran Bretaña ha caído muy bajo de la cima de su poder imperial. Pero muchos observadores fallan en comprender qué tan malas son en realidad las condiciones. Cuando Gran Bretaña votó por dejar la UE, muchos previeron un futuro radiante. Liberada de los grilletes de Europa, Gran Bretaña sería grande otra vez. A pesar del manejo caótico del ‘Brexit’, esta perspectiva persiste. La Audit of Geopolitical Capability [una evaluación de 20 poderes mundiales] publicada el 4 de enero por la Sociedad Henry Jackson declaró a Gran Bretaña como la segunda nación más poderosa en el mundo —incluso por delante de China.

Pero el ‘Brexit’ está poniendo a prueba a esa prenda apolillada. Y a medida que pasa el tiempo, se vuelve más obvio que se está desmoronando.

Otras Escrituras pintan un cuadro similar. En Levítico 26:19, Dios profetiza a los desobedientes: “Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo”. Incluso con lo que Gran Bretaña ha caído desde las alturas de su imperio, aún tiene algo de poder. Pero no tiene voluntad, ni sentido de propósito nacional para usarlo.

Estas mismas Escrituras también señalan una peligrosa falta de liderazgo.

En Isaías 3, Dios dice que Él está removiendo el liderazgo “de Jerusalén y de Judá”. Judá se refiere a los judíos. Jerusalén, que era la ciudad capital de todas las tribus israelitas durante los reinados de David y Salomón, se refiere a todas las naciones modernas del antiguo Israel, incluyendo a Gran Bretaña.

Dios dice que removerá “el sustento y el socorro”. El Léxico Hebreo-Caldeo del Antiguo Testamento de Gesenius define esto como “las personas principales de una nación, en quienes [el pueblo] se apoya”. Luego Dios se vuelve más específico: “El valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador” (versículos 2-3). En el ejército y el poder judicial, y especialmente en la política, los grandes líderes han desaparecido.

Isaías 59 describe vívidamente los resultados de esa falta de liderazgo: “Buscamos luz pero sólo encontramos oscuridad. Buscamos cielos brillantes pero caminamos en tinieblas. Caminamos a tientas en la oscuridad como ciegos junto a la pared, como los que no tienen ojos. Incluso al mediodía más brillante, tropezamos como si estuviera oscuro. Entre los vivos, somos como los muertos. Gruñimos como osos hambrientos; gemimos como palomas desconsoladas. Buscamos justicia, pero nunca llega. Buscamos rescate, pero está lejos de nosotros” (versículos 9-11; New Living Translation).

En la década de 1970 las condiciones se veían sombrías en Gran Bretaña. El alguna vez gran imperio se estaba volviendo rápidamente ‘el hombre enfermo de Europa’. Así que la Nación se volvió hacia el Continente con la esperanza de un futuro brillante. Décadas más tarde fue claro que, tal como lo dijo el Sr. Armstrong, no hay esperanza en Europa. Así que el Reino Unido votó por salir. Pero eso no ha traído los cielos brillantes que buscábamos. Para cualquier parte que nos volteemos, sólo hay oscuridad. Ahora buscamos a tientas, tropezando, inseguros de qué hacer.

Este capítulo también revela la causa de esta lamentable situación: “Porque nuestras transgresiones son multiplicadas ante Ti” (versículo 12; New King James Version). Isaías 3 da la misma causa para nuestra falta de liderazgo: “Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra [el Eterno]…” (versículo 8).

A los ojos de muchos euroescépticos, la membresía en la UE fue la causa de todos los males de Gran Bretaña. Dejar a la UE resolvería todo. Pero los últimos dos años han comprobado que esta idea es falsa.

Eso no quiere decir que la membresía en la UE fue algo bueno. En muchas formas fue una maldición. Oseas 7:8 afirma: “Efraín se ha mezclado con los demás pueblos…”. Brad Macdonald, el jefe de redacción de theTrumpet.com explicó este pasaje brevemente después del voto del ‘Brexit’: “Esta es una profecía de que la Gran Bretaña del tiempo del fin se ligaría con pueblos extranjeros, con costumbres extranjeras, religiones y entidades extranjeras; como la Unión Europea. El versículo 9 muestra que esto los lleva a la devastación: “Devoraron extraños su fuerza, y él no lo supo…”. Gran Bretaña hoy, como lo profetizó Oseas, no tiene ‘fuerza’, lo cual significa ‘poder, sustancia, riqueza y energía’. Gran Bretaña está enferma —muy, muy enferma— y una gran parte de la causa es su abrazo a los extranjeros y las instituciones extranjeras, como la Unión Europea. Esto no es un mensaje políticamente correcto, pero es una verdad respaldada por la realidad. (¡Tampoco es una justificación bíblica de racismo o intolerancia!)”.

La Unión Europea ha causado muchos de los problemas de Gran Bretaña. Pero no es la causa principal. Es sólo un síntoma de una enfermedad más profunda. Que la nación ha abrazado el pecado. Gran Bretaña ha votado para dejar la Unión Europea, pero no ha hecho nada para dejar atrás su indulgencia al pecado. En vez de eso, la nación está quebrantando la ley de Dios más que nunca antes.

Esto se vuelve más claro cada día: el ‘Brexit’ no resolvió los problemas de Gran Bretaña. Sólo el arrepentimiento de violar las leyes de Dios puede hacer eso, y nada de eso se ha hecho desde el ‘Brexit’.

En cambio, las maldiciones de Dios por quebrantar la ley solamente se intensificarán. “Mucha gente en el Reino Unido estaba optimista acerca del futuro el año pasado cuando los votantes eligieron dejar la Unión Europea”, escribió el jefe editor de la Trompeta Gerald Flurry en el artículo de portada de septiembre de 2017. “Pero las cosas se han vuelto un verdadero desorden. (…) Ha tomado unas pocas generaciones para que el magnífico Imperio Británico deje de ser el imperio más grande en la historia. Pero 2017 ha sido inusualmente malo. ¿Por qué?”

Ese artículo describe por qué las maldiciones de Dios sobre la nación están viniendo cada vez más rápido.

Dios tiene grandes planes para Gran Bretaña. Él la hizo el imperio mejor y más grande de la historia del mundo, no solamente para bendecir a sus pueblos, los descendientes de Abraham, sino para servir como modelo a otras naciones, sacándolos de la pobreza, la enfermedad, la religión errada y la ignorancia. Él quería que otras naciones miraran a Gran Bretaña y dijeran: “Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” (Deuteronomio 4:8). Dios quería que otras naciones fueran inspiradas a copiar el sistema de gobierno y ley de Gran Bretaña.

Pero el sistema parlamentario británico no es lo que Dios quería que las naciones imitaran. Él quería una nación que se sometiera a Dios. Al bendecir a Gran Bretaña, Dios le dio a la nación una oportunidad de ser ese ejemplo para el mundo, pero nosotros no la tomamos.

Y ahora Dios está corrigiendo a las naciones modernas de Israel, hasta que éstas regresen a Él. Una vez que eso ocurra, Gran Bretaña tendrá una oportunidad de ser mucho más que la madre de los parlamentos. Ayudará a llevar a todo el mundo a Dios. 

USBP, AD