EMMA MOORE/LA TROMPETA
Plan para un resurgimiento económico
Estados Unidos de Norteamérica se enfrenta a un dilema histórico. Puede seguir siendo la nación más rica del mundo o puede ir a la quiebra en una generación. El gobierno federal va camino de gastar un billón de dólares en intereses de la deuda nacional en 2024, superando el gasto en defensa por primera vez en su historia. Esta crisis seguirá creciendo a menos que el gobierno recorte drásticamente el gasto.
El estadounidense promedio paga cada año 14.279 dólares en impuestos federales sobre la renta, pero el país sigue gastando mucho más de lo que recauda. El déficit era de 1,8 billones de dólares en 2024. Para cubrir este déficit, el gobierno crea dinero de la nada, lo que genera inflación.
La frustración generalizada de los votantes por el estado de la economía del país llevó a millones de estadounidenses a votar por Donald Trump. Ahora el presidente electo está actuando para sanear la economía antes que las cosas empeoren. Muchos comentaristas preocupados afirman que el Sr. Trump aumentará el déficit de EE UU con recortes fiscales y creará aún más inflación con aranceles, pero la mayoría de ellos evitan informar sobre el plan económico completo del presidente electo.
El empresario tecnológico estadounidense Elon Musk ha señalado que “todo gasto público son impuestos. La parte que no se cubre con los ingresos fiscales se convierte en inflación. Usted o paga impuestos directamente por el gobierno o paga impuestos por la inflación, pero con toda seguridad paga impuestos”.
Este hecho significa que no se pueden considerar de forma aislada los recortes del impuesto sobre la renta y los aumentos arancelarios propuestos por el Sr. Trump. Hay que verlos como parte de su plan económico general, que consiste en recortar simultáneamente los impuestos sobre la renta, eliminar la deuda pública y reducir la inflación aumentando los aranceles y recortando el gasto innecesario. Es una agenda ambiciosa, pero si el Sr. Trump es capaz de implementar todas sus propuestas económicas, podría transformar a EE UU en una superpotencia autosuficiente que ya no dependa de los productos manufacturados de Asia Oriental o del petróleo de Oriente Medio.
Sólo el tiempo dirá cuánto de la agenda económica del Sr. Trump se hará realidad, pero la profecía bíblica indica que EE UU está a punto de experimentar un resurgimiento económico.
La gran pregunta ahora es si el pueblo estadounidense se arrepentirá de sus errores pasados y dará marcha atrás.
Equilibrar el presupuesto
El presidente electo Trump ha dicho que su primer acto tras jurar el cargo el 20 de enero será nombrar un grupo de trabajo para organizar una Gran Feria Estatal Estadounidense en Iowa para mostrar el poderío estadounidense en el 250 aniversario de la nación en 2026. Tiene otras grandes ideas para celebrar este aniversario.
Ha puesto a Elon Musk y Vivek Ramaswamy al frente de un nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental encargado de desmantelar la burocracia, eliminar normativas y recortar el gasto innecesario. En su anuncio del 12 de noviembre de 2024 sobre el nuevo papel de Musk y Ramaswamy, Trump dijo: “Eliminaremos el despilfarro y el fraude masivos que existen en nuestros 6,5 billones de dólares anuales de gasto gubernamental. Trabajarán juntos para liberar nuestra economía y hacer que el gobierno de EE UU rinda cuentas a ‘Nosotros el Pueblo’. Su trabajo concluirá a más tardar el 4 de julio de 2026. Un gobierno más pequeño, con más eficacia y menos burocracia, será el regalo perfecto para EE UU en el 250 aniversario de la Declaración de Independencia. ¡Estoy seguro de que lo lograrán!”.
Trump comparó este nuevo departamento, que sólo tiene poder para emitir recomendaciones al gobierno federal, con el Proyecto Manhattan, dando a entender que su éxito será tan importante para la supervivencia de EE UU como el programa de investigación de la Segunda Guerra Mundial que produjo las primeras armas atómicas del mundo. Se trata de una analogía acertada. La Oficina Presupuestaria del Congreso prevé que, con los niveles de gasto actuales, EE UU destinará el 20% de sus ingresos fiscales a la deuda nacional dentro de una década, lo que supondría una detonación financiera y económica.
Algunos organismos de control afirman que el gobierno despilfarra 300.000 millones de dólares al año, pero Musk —famoso por la drástica, firme y exitosa dirección de sus empresas— reconoce que el problema es mucho mayor que eso. Durante un mitin de Trump en el Madison Square Garden el 27 de octubre de 2024, Musk dijo que pretende recortar el presupuesto de la nación en al menos 2 billones de dólares. Unos recortes tan drásticos enfadarían a mucha gente, pero 2 billones de dólares en recortes es exactamente lo que se necesita para equilibrar el presupuesto de EE UU. En el año fiscal 2024, el gobierno recaudó 4,92 billones de dólares y gastó 6,75 billones. Recortar 2 billones de dólares pondría a la nación de nuevo en números negros con un superávit de 180.000 millones de dólares. Es cierto, 180.000 millones de dólares son sólo la mitad del 1% de la deuda nacional total, que actualmente ronda los 36 billones de dólares. Sin embargo, un superávit de ese tipo daría seguridad a los inversores de que EE UU puede pagar sus intereses y no está a punto de quebrar.
Tras comprar la plataforma de medios sociales Twitter en octubre de 2022, Musk despidió a 6.500 de los 8.000 empleados de la empresa que, ahora llamada X, sigue dirigiendo el sexto sitio web más visitado del mundo. Trump espera que Musk pueda idear un plan similar para el gobierno federal, que durante el último siglo se ha convertido en un laberinto. Trump ha anunciado planes para eliminar el Departamento de Educación, que consumía 238.000 millones de dólares en 2024, y devolver esa responsabilidad a los Estados.
Los recortes necesarios para salvar a EE UU de la bancarrota no sólo deben ser drásticos, sino transversales. Si Trump no hace recortes en los “tres grandes” programas obligatorios de prestaciones sociales —Medicare, Medicaid y Seguridad Social—, entonces tendrá que reducir a la mitad el resto del gasto federal para equilibrar el presupuesto del país.
En otras palabras, el inflado Estado de bienestar estadounidense debe terminar, le guste o no a la gente.
“Todo el mundo parece estar haciéndose el tonto en este caso”, dijo Musk en octubre. “Estamos añadiendo un billón de dólares a nuestra deuda (que nuestros hijos y nietos van a tener que pagar de alguna manera) cada tres meses. Pronto será cada dos meses y luego cada mes. Y entonces lo único que podremos pagar serán los intereses”.
Una política económica tan imprudente no sólo es insensata, sino pecaminosa. Dios dice: “El malvado pide prestado y no puede devolverlo…” (Salmo 37:21; traducción nuestra de la vrs), y: “El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos…” (Proverbios 13:22). Sin embargo, al menos tres generaciones de estadounidenses han renunciado al futuro de sus hijos a cambio de dádivas gubernamentales. La actual generación de líderes debe tomar medidas drásticas inmediatas para evitar un colapso catastrófico.
Hacer que los aranceles sean grandes otra vez
Muchos analistas económicos consideran que la deuda nacional de EE UU es su principal amenaza para la seguridad nacional. Tienen toda la razón. La historia demuestra que una vez que una nación empieza a gastar más en el pago de intereses que en la defensa nacional, pierde rápidamente su capacidad para defenderse.
Otra amenaza estrechamente relacionada con la seguridad nacional de EE UU es su enorme déficit comercial. Cuando las naciones gastan más de lo que producen, tienden a importar más de lo que exportan. Por esta razón, las naciones con déficits presupuestarios suelen acabar teniendo importantes déficits comerciales. Los fundadores de EE UU utilizaron aranceles elevados para garantizar que la nación siguiera siendo un productor neto de bienes. La nación abandonó el patrón oro en 1971 y comenzó a comprar bienes extranjeros en gran parte simplemente imprimiendo más dinero. Tras la apertura del comercio bilateral con la China comunista en 1979, el déficit comercial empeoró. Dado que China utiliza mano de obra forzada para producir bienes baratos, no hay forma de que los trabajadores estadounidenses puedan producir bienes más baratos que los trabajadores chinos.
Los consumidores estadounidenses gastan actualmente más de 3 billones de dólares (aproximadamente una décima parte del gasto de consumo) en bienes importados. Casi una quinta parte de estos bienes importados proceden de la China comunista. ¡Esto es una crisis!
Un estudio reciente destacado en la revista Forbes descubrió que EE UU depende ahora de proveedores extranjeros no sólo para bienes de consumo baratos como zapatillas y auriculares, sino también para productos electrónicos de gama alta, productos farmacéuticos y material militar. En una hipotética guerra futura con China o uno de sus aliados, EE UU podría verse paralizado por la escasez en la cadena de suministro.
Los líderes de EE UU parecen no estar muy preocupados por la fuerte dependencia del país de naciones como China. ¿Por qué? Muchos de ellos simplemente hacen caso omiso de la seguridad nacional para obtener beneficios del bajo costo de la mano de obra en los talleres clandestinos del este asiático. En palabras del columnista de Tablet Lee Smith: “Las élites políticas y empresariales estadounidenses no eligieron la decadencia. Eligieron enriquecerse. Al enviar la base manufacturera de EE UU a China, aprovecharon una oportunidad de negocio como nunca antes se había visto: una enorme mano de obra cautiva controlada por un régimen autoritario que garantizaba la producción constante de bienes a una fracción de lo que costaría en casa” (15 de septiembre de 2020).
El plan de Trump para arreglar el déficit comercial de EE UU implica añadir un arancel del 60% a los productos chinos y del 20% a la mayoría de los demás productos extranjeros. Esto encarecería los bienes extranjeros, incentivando por lo tanto a la gente a comprar productos estadounidenses. El Centro de Política Fiscal calcula que este plan podría reducir las importaciones estadounidenses de bienes extranjeros en 9 billones de dólares durante la próxima década. Por supuesto, los consumidores estadounidenses tendrían que gastar unos 3.000 dólares más al año para comprar los mismos tipos de bienes. Sin embargo, dado que los aranceles son un impuesto sobre las ventas que las empresas nacionales pagan a EE UU cuando importan bienes extranjeros, el gobierno estadounidense podría permitirse dar a los consumidores estadounidenses un recorte fiscal de 3.000 dólares mientras el gobierno federal mantenga un presupuesto equilibrado.
Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, extender los recortes fiscales de Trump durante los próximos 10 años, como han propuesto los republicanos, añadiría 4,6 billones de dólares al déficit, 460.000 millones al año. Sin embargo, este análisis ignora los aranceles y los recortes del gasto propuestos por Trump. La Tax Foundation afirma que el plan arancelario de Trump añadiría 80.000 millones de dólares en nuevos impuestos a los estadounidenses, por lo que el Congreso entrante sólo tiene que recortar 380.000 millones del presupuesto para evitar que el déficit siga aumentando. Se trata de un objetivo realista si el Congreso apoya el plan del presidente electo de eliminar agencias completas.
Durante los primeros 137 años de la historia de EE UU, no existieron los impuestos federales sobre la renta. Los aranceles eran la principal fuente de ingresos del gobierno federal. La cuestión no es tanto si EE UU puede permitirse los aranceles de Trump; es si los estadounidenses quieren ahorrar dinero comprando mercancías extranjeras baratas para poder entregar ese dinero al gobierno estadounidense en forma de impuestos sobre la renta, o prefieren ahorrar dinero en impuestos sobre la renta que podrían utilizar para comprar productos de calidad fabricados en su propio país. La primera opción conduce a un gobierno federal grande y a un sector manufacturero pequeño, mientras que la segunda opción conduce a un gobierno pequeño y a un sector manufacturero grande.
En una exitosa entrevista con Joe Rogan el 1 de noviembre, Trump explicó por qué los fundadores de EE UU pensaban que los aranceles eran una mejor fuente de ingresos que los impuestos sobre la renta. Dado que el objetivo de los fundadores era crear un país libre e independiente, buscaban limitar el tamaño del gobierno y evitar enredos extranjeros. Un gobierno financiado con aranceles y no con impuestos sobre la renta cumple ambos objetivos. No dispone de fondos para crecer demasiado y su pueblo nunca se vuelve dependiente de los bienes extranjeros. Hay muchas formas diferentes que los gobiernos pueden utilizar para recaudar ingresos, pero los aranceles son la única opción de ingresos que realmente aumenta la independencia económica y política de un país.
En Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, el difunto Herbert W. Armstrong señaló que los “distritos manufactureros de Inglaterra y el este de EE UU” eran bendiciones de Dios. Sin embargo, EE UU y Gran Bretaña han despreciado estas bendiciones y han subcontratado grandes partes de sus industrias manufactureras a naciones extranjeras. Dios está dando ahora a estas naciones la oportunidad de recuperar su independencia económica si tan sólo admiten sus errores y se arrepienten. El profeta Amós predice un tiempo en el que Dios librará a Israel del tiempo del fin de la destrucción, aunque especifica que será la última vez (Amós 7:5-8).
Perfora, bebé, perfora
Tras equilibrar el presupuesto y hacer que los aranceles vuelvan a ser grandes otra vez, el tercer pilar del plan económico del presidente electo es convertir a EE UU en el productor de energía dominante del mundo. A principios de septiembre, el Sr. Trump dijo: “A partir del primer día, aprobaré nuevas perforaciones, nuevos oleoductos, nuevas refinerías, nuevas centrales eléctricas, nuevos reactores, y reduciremos drásticamente la burocracia”.
Durante el primer mandato de Trump, EE UU se convirtió en exportador neto de energía por primera vez desde la década de 1950. Joe Biden y Kamala Harris hicieron todo lo que estuvo en su mano para sabotear la independencia energética de EE UU. Revocaron un permiso clave para el oleoducto Keystone, bloquearon la perforación petrolífera en 4.046.857 millones de hectáreas en Alaska y lanzaron un ataque regulatorio sin precedentes contra nuevas concesiones de perforación de petróleo y gas. La producción de petróleo de EE UU se redujo en cerca de 1,1 millones de barriles diarios. El precio del combustible, y de todos los materiales y mercancías que se transportan utilizando combustible, aumentó.
El 2 de octubre de 2024, Trump dijo al gurú de las finanzas Dave Ramsey que su administración podría bajar el precio de los comestibles aumentando las perforaciones de petróleo y gas natural en EE UU. Este plan ayudaría a compensar el precio de los aranceles de Trump y convertiría a EE UU en un país que vende energía a otras naciones en lugar de importarla de Arabia Saudí, México y Venezuela.
Inmediatamente después de la elección de Trump, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sugirió que las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado a Europa podrían sustituir a la energía rusa. Los industriales alemanes pueden tener otras ideas, pero el hecho es que unos EE UU que abastezcan sus propias necesidades energéticas y que exporten energía son más poderosos que unos EE UU que importen energía.
¿Podrán Trump y su nueva administración cumplir realmente su promesa de convertir a EE UU en una superpotencia autosuficiente que ya no dependa de los productos manufacturados de Asia Oriental o del petróleo de Oriente Medio? La respuesta a esa pregunta depende completamente de cuánto decida Dios bendecir al pueblo estadounidense.
El Sr. Armstrong citó las reservas de petróleo de EE UU como una de las muchas pruebas bíblicas e históricas de que esta nación descendía de los antiguos israelitas. “Quienes sean en la actualidad Efraín y Manasés, tienen que haber sido poseedores de lo más selecto de la riqueza agrícola, minera y otras riquezas como las grandes minas de oro y plata, el hierro, el petróleo y el carbón, la madera y otros recursos”, escribió en Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía. “¿Cuáles son las naciones que cumplen estas profecías? Claro, ¡solamente Gran Bretaña y EE UU!”.
Puede que el Sr. Trump no sepa sobre la verdadera identidad de EE UU, pero definitivamente quiere utilizar su riqueza de recursos para garantizar que los estadounidenses sigan siendo independientes de extremistas como el régimen iraní y de tiranos como Vladimir Putin y Xi Jinping. Sin embargo, no podrá lograr este objetivo a menos que el pueblo estadounidense apoye sus iniciativas para equilibrar el presupuesto, solucionar el déficit comercial y lograr la independencia energética.
Estos objetivos tienen que ver realmente con el carácter, no con la política. Si queremos que nuestros hijos vivan en un país libre, tenemos que empezar a confiar en Dios en lugar de depender de la China comunista para todas nuestras necesidades.
Bendiciones y maldiciones
Hace unos 3.500 años, Dios inspiró al profeta Moisés para que dijera a los antepasados de EE UU que, si abandonaban a Dios y Su ley, entonces “gente fiera de rostro (…) pondrá sitio a todas tus ciudades, hasta que caigan tus muros altos y fortificados” (Deuteronomio 28:50-52). Durante muchos años, el Sr. Armstrong dijo que este asedio profetizado representa el bombardeo de la economía de EE UU por la competencia extranjera. Este bombardeo ya ha comenzado, aunque muchos lo ignoran.
La relación con China ha minado gran parte de la fortaleza económica e industrial de EE UU. Trump tiene un buen plan para recuperar la independencia económica perdida de EE UU, pero necesitará la ayuda de Dios para ponerlo en práctica. Observe que el versículo 49 especifica que, si Israel abandona la ley de Dios, entonces “[el Eterno] traerá contra ti una nación de lejos, del extremo de la tierra, que vuele como águila, nación cuya lengua no entiendas”. Otras Escrituras muestran que esta nación feroz no es China, sino un Sacro Imperio Romano revivido liderado por Alemania.
El redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, explica en su libro La visión de Isaías sobre el tiempo del fin que Quitim es un nombre profético para China, y Tiro es un nombre profético para Europa. Isaías 23 describe una alianza económica euro-china contra EE UU, y China es claramente el socio menor de Europa en este complot traicionero para reducir al pueblo estadounidense a la inanición (vea los espantosos detalles en Deuteronomio 28:53-57).
Trump tiene razón al desconfiar de estas dos potencias económicas en crecimiento, y tiene razón al desear la autosuficiencia económica para EE UU. Pero sólo Dios puede impedir que el Sacro Imperio Romano destruya EE UU. Deuteronomio 28 es muy claro al decir que “gente fiera de rostro” asediará a EE UU y destruirá su economía si el pueblo estadounidense se niega a obedecer la ley de Dios. Equilibrar el presupuesto y negarse a hacer negocios con dictaduras comunistas es un gran comienzo hacia el arrepentimiento, pero estos dos cambios no son suficientes.
Dios nos dice cómo podemos protegernos del desastre sin precedentes que se ha profetizado que vendrá. El libro de Ezequiel, que fue escrito específicamente para este tiempo del fin, advierte: “Tú, pues, hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros habéis hablado así, diciendo: Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos; ¿cómo, pues, viviremos? Diles: Vivo yo, dice [el Eterno] el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” (Ezequiel 33:10-11).
Sólo hay una manera en que Dios nos protegerá. Nuestro pueblo debe apartarse de sus malos caminos. Dios no se complace en la muerte de los malvados, y la reelección de Donald Trump representa la última oportunidad para que EE UU se aparte del mal. Por lo tanto, es un asunto de importancia de vida o muerte que todos los que escuchen este mensaje se sienten, presten atención y reconozcan la seriedad de los tiempos. Como nación, EE UU tiene que decidir si se arrepiente ahora o más tarde, ¡después de mucha tribulación!