Piense como un poeta
Recientemente acepté una sugerencia de meditar en un versículo del Salmo 119 cada día. Hacerlo realmente ha profundizado mi amor por este salmo de salmos y ha moldeado mi forma de pensar.
Considere el versículo 20: “Quebrantada está mi alma de desear tus juicios es todo tiempo”. ¡Qué profundidad de emoción hay en la religión y la relación con Dios de este escritor! Aquí hay pasión, anhelo por entendimiento. Reflexionar sobre la pureza, la santidad y la perfección de los juicios de Dios revela una belleza exquisita. Compararlos con su propia conducta crea un deseo intenso, un anhelo.
Este es un maravilloso ejemplo del espíritu poético de los Salmos.
En una antología de poemas de Robert Frost, Louis Untermeyer escribió: “El creador, el artista, el hombre extraordinario, no es más que el hombre ordinario intensificado, una persona cuya vida a veces se eleva a un alto nivel de sentimiento y que tiene el don de hacer que otros compartan su entusiasmo”.
Esto es verdaderamente cierto en el caso de los Salmos: contienen sentimientos comunes expresados con intensidad. No simplemente amor hacia Dios, sino amor apasionado y dramático. No simple irritación hacia el mal, sino odio ferviente.
La intensidad de los Salmos revela el lenguaje de la oración “conforme al corazón [de Dios]” (Hechos 13:22). Santiago 5:16 nos dice: “La oración eficaz y ferviente [griego: energeo] del justo puede mucho” [versión King James]. “Esta oración obtiene resultados gracias a la energía, el esfuerzo y el trabajo invertidos en ella”, dice nuestro libro How to Pray [Cómo orar; disponible en inglés]. “El fervor (…) incluye sentimiento y expresión, vigor y ardor extremos, encontrarse en un estado de intensa tensión, emoción o actividad mental o física. ¡Cuando ore, derrame realmente su corazón ante el trono de la gracia!”.
Ese es el lenguaje de la poesía. “La poesía es pensamiento, a veces filosofía, a veces argumento, pero siempre emoción”, escribe el Dr. Theodore G. Sores. “La poesía pertenece a esos ámbitos de la vida en los que sentimos más profundamente”. “La poesía es esa apasionada disposición de palabras (…) que encarna la exaltación, la belleza, el ritmo y la verdad de la vida”, dijo Richard Le Gallienne. “Un poema comienza como un nudo en la garganta, una sensación de error, una nostalgia, un mal de amor”, escribió Robert Frost.
El Salmo 119 es poesía. “Por el camino de tus mandamientos correré”, escribió su autor en el versículo 32, “cuando ensanches mi corazón”. Al rogar a Dios que ampliara su entendimiento, prometió no sólo caminar, sino también correr con el corazón palpitante y la sangre bombeando.
La emoción conforme a Dios y el impulso hacia la acción requieren ser cultivados. La poesía aplicada al estudio, al pensamiento y a la oración le puede ayudar. Apreciar la poesía requiere trabajo, pues está fuera de sintonía con la velocidad y la superficialidad de la vida moderna. Requiere tiempo y búsqueda. Es como conocer a una persona.
Charles Spurgeon escribió sobre el Salmo 119: “Muchos lectores superficiales han imaginado que el salmo toca una sola cuerda y abunda en piadosas repeticiones y redundancias; pero esto surge de la superficialidad de la mente del propio lector; aquellos que han estudiado este himno divino y han observado cuidadosamente cada línea, quedan asombrados por la variedad y profundidad del pensamiento”. He descubierto que esto es cierto.
Qué espectro de emociones encarna. “Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley tu ley” (versículo 53). Este hombre vio la maldad, como usted y yo. ¡Pero en él despertó angustia, indignación, furia! Cuando vio a la gente rechazando la ley de Dios y causando sufrimiento, derramó ríos de lágrimas (versículo 136). En nuestro tiempo, como en el suyo, la profecía muestra que la anarquía conduce a la destrucción. Comprender de verdad la inminente muerte de las naciones debería provocarnos tal angustia piadosa (p. ej., Ezequiel 9:4).
“Esta oda sagrada es una pequeña Biblia, las Escrituras condensadas”, escribió Spurgeon. “La Sagrada Escritura reescrita en emociones y acciones santas”. ¿Por qué el Salmo 119 y gran parte de la Biblia están llenos de poesía? Porque Dios quiere que cultivemos emociones, celo e intensidad piadosas.
“¿Qué es un poeta?”, preguntó Wordsworth. “Es un hombre (…) dotado de una sensibilidad más vivaz, más entusiasmo y ternura, que tiene un mayor conocimiento de la naturaleza humana y un alma más comprensiva de lo que se supone que es común entre la humanidad…”.
Un artista amigo mío describió la madurez de percepción que se requiere de un artista. Un niño que dibuja un árbol podría colocar un círculo verde o un triángulo en un palo marrón. Cuanto mayores son los poderes de observación del artista, más matizado y más cercano a la realidad se vuelve ese árbol. Winston Churchill describió el efecto que tuvo en su vida dedicarse a la pintura. Encontró un inmenso placer al notar la interacción de luces y sombras, reflejos y texturas en el mundo. “Y había vivido durante más de 40 años sin notar ninguno de ellos excepto de manera general, como uno podría mirar a una multitud y decir: ‘¡Qué cantidad de gente!”, escribió él. “Creo que este elevado sentido de observación de la naturaleza es uno de los principales placeres que he experimentado al intentar pintar”.
En un mundo de sobrecarga sensorial, piense como un artista. Desconéctese de la estupidez, resista las distracciones, ejercite los sentidos y el poder mental que Dios le ha dado para observar, sentir y apasionarse.
El pensamiento inmaduro produce impresiones superficiales, de su entorno, o de otras personas. Cuanto más madure, mejor podrá ver y representar a las personas y al resto de la realidad como realmente es, como Dios lo ve. Esto también se aplica a la verdad de Dios. A medida que crece espiritualmente, reconocerá la plenitud de las cosas profundas de Dios. ¡Cuán valioso es el esfuerzo de pensar más como un poeta, un artista, más como su Creador!