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Los encierros no salvaron vidas

(NOAM GALAI/GETTY IMAGES)

Los encierros no salvaron vidas

Puede que los encierros sólo hayan reducido la tasa de mortalidad causada por la COVID-19 en un 0,2% en promedio.

Un análisis de numerosos estudios procedentes de todo el mundo publicado por la renombrada Universidad Johns Hopkins descubrió que los encierros en Europa y Estados Unidos prácticamente no tuvieron efecto sobre el número de muertes por coronavirus. Según los estudios, la tasa de mortalidad por coronavirus se redujo sólo en un 0,2%. Este pequeño porcentaje se ve superado enormemente por el número de muertes causadas por los encierros. Los encierros han sido uno de los fracasos más catastróficos de la historia.

“El objetivo de esta evaluación sistemática y meta-análisis es determinar si existen pruebas empíricas que apoyen la creencia de que los ‘encierros’ reducen la mortalidad por covid-19”, escribieron los investigadores. ¿Cuál ha sido el efecto de los encierros?

Después de que la epidemia fuera clasificada como pandemia el 11 de marzo de 2020, se produjo una combinación de pensamiento irracional, alarmismo y ciencia errónea, impulsada por motivos políticos. Los gobiernos de todo el mundo impusieron encierros sin precedentes. Fue un juego de poder experimental.

Durante dos años se nos ha dicho que los encierros salvan vidas. Sin embargo, millones de personas han perdido sus empleos. Los niños se han retrasado en la escuela. Los índices de depresión se han disparado. La vida social ha cambiado drásticamente. Se han rastreado todos los movimientos de las personas. Se han emitido órdenes de permanencia en casa al azar. Se han impuesto multas por desobediencia. Las fuerzas policiales se han enfrentado violentamente a los manifestantes. Las economías se han visto muy perjudicadas. El mundo ha entrado en una nueva era dictatorial.

Las instituciones que ordenaron los encierros estaban experimentando, pero fracasaron a escala épica. Las investigaciones de la Universidad Johns Hopkins encontraron “poca o ninguna evidencia de que los encierros obligatorios en Europa y Estados Unidos tuvieran un efecto notable sobre las tasas de mortalidad por covid-19”. La “ciencia” sugirió los cierres, y los políticos los ejercieron.

Pero los encierros no se basaron en pruebas científicas. En el mejor de los casos, fueron un experimento que los científicos esperaban que funcionara. Pero no lograron detener la propagación del virus ni salvar vidas.

El destacado epidemiólogo Neil Ferguson le dijo al New York Times en marzo de 2020: “Basándonos en nuestras estimaciones y en las de otros equipos, realmente no hay otra opción que seguir los pasos de China y reprimir”. La Organización Mundial de la Salud (oms) también elogió las medidas de bloqueo adoptadas en China como la nueva norma a seguir. Pero en diciembre de 2020, escribió:

Las medidas de distanciamiento físico a gran escala y las restricciones de movimiento, a menudo denominadas “encierros”, pueden frenar la transmisión de la covid-19 al limitar el contacto entre las personas.

Sin embargo, estas medidas pueden tener un profundo impacto negativo en individuos, comunidades y sociedades, al paralizar prácticamente la vida social y económica. Estas medidas afectan de forma desproporcionada a los grupos desfavorecidos, como las personas en situación de pobreza, los migrantes, los desplazados internos y los refugiados, que suelen vivir en entornos hacinados y con pocos recursos, y además dependen del trabajo diario para subsistir.

La oms reconoce que en ciertos momentos, algunos países no han tenido más remedio que emitir órdenes de permanencia en casa y otras medidas, para ganar tiempo.

Los gobiernos deben aprovechar al máximo el tiempo extra que otorgan las medidas de “encierro” haciendo todo lo posible para desarrollar sus capacidades para detectar, aislar, analizar y atender todos los casos; rastrear y poner en cuarentena a todos los que han estado en contacto; involucrar, empoderar y capacitar a las poblaciones para que impulsen la respuesta de la sociedad y mucho más.

La oms tiene la esperanza de que los países utilicen intervenciones específicas donde y cuando sea necesario, basándose en la situación local.

La Organización Mundial de la Salud reconoció los terribles efectos de los encierros, pero luego animó las medidas. Probablemente la organización conocía la ineficacia de los encierros. Sin embargo, esto le dio gobiernos una excusa para ejercerlos. Incluso si los encierros hubieran salvado vidas, ¿habrían valido la pena?

Nigel Farage, antiguo líder del Partido de la Independencia del Reino Unido, hizo esa misma pregunta. La Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido informa de que poco más de 17.000 personas, sin condiciones previas, murieron de covid-19. Sin embargo, el eminente Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, muestra más de 157.000 muertes por covid-19. Esa cifra incluye a los que murieron con covid-19, pero no necesariamente de covid-19.

En una conversación con Farage, el profesor Karol Sikora, ex director del programa de cáncer de la oms, dijo: “Creo que nos vamos a arrepentir. (…) En mi especialidad, el cáncer, veremos hacia atrás y habrá probablemente 50.000 muertes más en los últimos 18 meses por cáncer que no hubieran ocurrido y ese es el problema”. Éste es sólo un ejemplo de los efectos que han tenido los encierros y el desalojo de los hospitales para atender pacientes de covid-19.


La gente temía que la covid-19 sobrecargara la capacidad de los hospitales. En cambio, las medidas de distanciamiento social, la escasez de personal y las medidas higiénicas extremas saturaron a los hospitales. Los encierros también le negaron a la gente la oportunidad de ir a los parques y absorber vitamina D del sol y respirar aire fresco, que son curas comprobadas contra la covid.

Sin embargo, uno de los peores efectos son las medidas dictatoriales que están surgiendo en Europa. A pesar de todas las pruebas, Alemania y Austria continúan con los encierros. Al comienzo de la pandemia, el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, ¡advirtió que el coronavirus transformaría Europa! “Uno de los efectos más importantes de la crisis del coronavirus está teniendo lugar en el continente europeo”, escribió en abril de 2020. Después advirtió que estábamos viendo el surgimiento de dictadores. (Lea su artículo “Coronavirus y el Sacro Imperio Romano” para obtener más información sobre esta advertencia acertada).

En nuestra edición de la Trompeta de mayo-junio de 2020, el redactor ejecutivo Stephen Flurry declaró enfáticamente: “La cura nos está matando”. Para su análisis no necesitó realizar tediosas comparaciones de estudios ni dos años de experimentos descabellados. Escribió:

Ya hemos visto antes grandes cantidades de personas volviéndose frenéticas. El mundo se ha vuelto cada vez más radical, emocional y lleno de pánico, especialmente en las últimas décadas. Pero nada ha ilustrado esto como la reacción a la covid-19.

Paramos el mundo, suspendimos nuestra república constitucional, paralizamos las economías, llevamos a millones de personas al desempleo, debilitamos la bolsa de valores, gastamos más dinero que nunca antes, expandimos masivamente y empoderamos al gobierno y aumentamos el tamaño del bienestar social estatal. Al final, ¿se demostrará que todo fue una respuesta precipitada al equivalente de, como dijo el Dr. Fauci, una mala temporada de gripe?

Nada de esto tiene sentido, a menos que nos demos cuenta de que todo se debe a una causa. No estoy hablando de los izquierdistas en EE UU o en otros países, estoy hablando de la fuente original. Esa fuente singular es Satanás el diablo.

Satanás es un ser espiritual maligno, verdadero y real. Él está activo en el mundo. De hecho, tiene poder para influenciar a las personas, y ha logrado engañar con éxito a todo el mundo. Como dice Efesios 2:2, el dios de este mundo no es Dios el Padre, ni Jesucristo. ¡Es Satanás! Eso es lo que dice la Biblia. ¿No es eso lo que usted está viendo en las noticias en este momento?

¡Es crucial entender cómo Satanás se aprovecha de las emociones fuera de control! “Siempre que hay gente peleando para sobrevivir y las emociones se desenfrenan”, escribió mi padre, “¡el diablo siempre va a aprovechar eso!” (Estados Unidos bajo ataque).

Si comprende lo que la Biblia dice sobre nuestro mundo, los últimos dos años tienen sentido. Entender la profecía bíblica también dejará claro que, por mucho que se exponga el mal, la humanidad no podrá corregir su curso. “La batalla aquí no es sólo contra un virus o la confusión o la desinformación o una agenda”, escribió el Sr. Flurry. “Para el mundo y para usted individualmente, es contra Satanás. El mundo no lo verá hasta que sea demasiado tarde, ¿lo hará usted?”.

Le animo a que lea “La cura nos está matando” y a que solicite un ejemplar gratuito de Estados Unidos bajo ataque, por Gerald Flurry, para comprender la importantísima dimensión espiritual que hay detrás de las noticias. 

Este artículo fue traducido del artículo “Lockdowns Didn’t Save Lives” de theTrumpet.com.


ESTADOS UNIDOS BAJO ATAQUE

¿Está usted preocupado sobre hacia dónde está dirigiendo el país la administración actual? ¿Y sobre si la nación puede o no sobrevivir los próximos cuatro años? La situación está peor de lo que usted piensa, y sólo existe una forma para solucionar este problema gigantesco.