Lecciones de Washington D.C. y Gettysburg

Abraham Lincoln comenzó su famoso discurso de Gettysburg en 1863 con las siguientes palabras: “Hace ochenta y siete años nuestros padres trajeron a este continente una nueva nación, concebida en la libertad y dedicada a la proposición de que todos los hombres son creados iguales. Ahora estamos inmersos en una gran guerra civil, que pone a prueba si esa nación, o cualquier nación así concebida y dedicada, puede perdurar mucho tiempo”. Concluyó su discurso expresando la esperanza “de que esta nación, bajo Dios, tenga un nuevo nacimiento de libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparezca de la tierra”. Hoy, la democracia se enfrenta a la mayor amenaza de su historia reciente. Y peor aún, la nación que una vez juró seguir los principios bíblicos está descendiendo al caos.

Hace poco tuve la oportunidad de visitar el sitio en donde Lincoln pronunció este discurso y también vi el gran monumento conmemorativo de él en Washington D.C. Aunque Lincoln pronunció su discurso hace unos 160 años, es evidente que la gran prueba a la que se refirió se está decidiendo nuevamente.

Washington D.C. muestra el gran esplendor sobre el que se ha fundado Estados Unidos. Los documentos fundacionales en el Archivo Nacional sirven como recordatorio de la creencia nacional en Dios, las grandes estructuras gubernamentales sirven de recordatorio del pasado glorioso de la nación y los monumentos dan testimonio de los que en su momento fueron grandes presidentes.

Pero Washington D.C. hoy está lleno de contradicciones. La creencia en Dios ha sido sustituida por una visión atea del mundo que se exhibe en su prominente Museo Smithsoniano de Historia Natural. La enseñanza de una hipótesis evolutiva que desafía a Dios y la enseñanza del cambio climático, que igualmente niega a Dios, son omnipresentes. Las clínicas de aborto promueven la idea de que un bebé que se está desarrollando en el vientre de una madre no tiene derecho a la vida; esta idea ha conducido al asesinato de millones de niños nonatos. Igualmente desafiante de lo que Dios define claramente como Su obra de creación es la idea de que uno puede cambiar su género, lo que ha llevado al grotesco acto de las mutilaciones en las llamadas cirugías de afirmación de género.

Washington D.C. es hoy una ciudad de engaños y mentiras. La ciudad claramente ha rechazado a Dios como Creador y legislador. Abraham Lincoln advirtió exactamente sobre este resultado. “Al parecer, añadió ‘bajo Dios’ la noche antes del discurso. Para que un gobierno tenga realmente éxito, dijo Lincoln, debe estar ‘bajo Dios’. Por supuesto, el gobierno de Estados Unidos es defectuoso porque es del hombre, pero fue construido sobre muchos principios bíblicos. Lincoln conocía la Biblia, y conocía el pensamiento de los fundadores y se apasionaba por éste”, señaló el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry.

Algunos en Estados Unidos esperan hoy en día un renacimiento conservador, pero también rechazan la clara enseñanza de que Dios es un legislador (Santiago 4:12).

El difunto Herbert W. Armstrong demuestra en Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía que Estados Unidos es uno de los descendientes modernos de Israel. Dios eligió antiguamente a Israel para que fuera un modelo para el mundo. Si Israel hubiera guardado la ley de Dios habrían liderado al mundo hacia la paz y la prosperidad. Pero en lugar de ello, demostraron otra lección colosal: ninguna nación, sin importar sus objetivos morales y sus circunstancias más favorables, es capaz de tener éxito sin el Espíritu Santo de Dios, que desde la rebelión de Adán y Eva sólo se ha abierto a unos pocos llamados (Juan 6:44, Romanos 8).

Debido al fracaso de Israel, la Biblia revela que nuestro mundo terminará en una profetizada “Gran Tribulación” (Mateo 24). Aunque el Israel antiguo y el actual han fracasado, el plan de Dios de ofrecer a la humanidad la oportunidad de salvación está aún por delante. Una vez que la humanidad aprenda la lección crucial que Abraham Lincoln insinuó, toda la humanidad tendrá una oportunidad de salvación en una gran resurrección profetizada (Apocalipsis 20). Esta verdad vital sobre Israel se explica en el quinto capítulo de El misterio de los siglos escrito por Herbert W. Armstrong. Para saber más sobre el mensaje de Lincoln a nuestro mundo lea: “La lucha de Lincoln por la verdadera libertad”.

Este artículo corto fue publicado primero como un Boletín de Trompeta. Si le gustaría recibir actualizaciones diarias en su correo, suscríbase aquí.