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La verdad sobre la vacuna
Joe Biden ha pronunciado su primer discurso desde que entró en la Casa Blanca. En él, se atribuyó el mérito del plan de vacunación contra el coronavirus del presidente Donald Trump, mientras acusaba al presidente Trump de no hacer nada en respuesta al coronavirus, y dijo que si los estadounidenses se comportan bien, podría permitirles benévolamente celebrar el Día de la Independencia en grupos pequeños.
¡A los medios de propaganda les encantó este discurso!
El analista de msnbc David Corn calificó el discurso como “el discurso que Donald Trump se negó a dar”. La colaboradora del Washington Post Jennifer Rubin lo elogió por ser “un discurso sobrio, a veces poético y esperanzador, mezclado con las reveladoras expresiones de empatía y dolor de Biden por las pérdidas que hemos sufrido”.
Biden pronunció este discurso el 11 de marzo, el aniversario de un año de los encierres gubernamentales por el coronavirus, como si fuera para celebrar los encierros sin precedentes por parte del gobierno central en Estados Unidos. Contó cómo innumerables estadounidenses perdieron sus puestos de trabajo, perdieron sus negocios, perdieron sus casas; cómo una generación de niños retrocedió un año debido a escuelas clausuradas; y cómo las bodas, las graduaciones y las reuniones familiares se cancelaron debido a los encierros gubernamentales. Pero esto no fue una admisión de que el gobierno está exagerando el peligro real. No fue una admisión de que el gobierno está manejando mal y manipulando intencionalmente a la gente por razones que no tienen nada que ver con una epidemia comparativamente pequeña. No fue una admisión de que pocos o ninguno de estos encierros habrían ocurrido si su propio partido político no los hubiera impulsado agresivamente contra la oposición republicana.
En su lugar, se elogiaron los encierros, puntuados por la santurrona declaración de que si todos los estadounidenses obedecen al Dr. Anthony Fauci, se ponen su cubre bocas, se hacen la prueba y se vacunan, entonces tal vez el gobierno les dejará disfrutar de una barbacoa con sus familias en, irónicamente, el Día de la Independencia.
Los liberales han estado intimidando a los estadounidenses para que se pongan un cubre bocas, luego dos cubre bocas, se paren como robots en los marcadores del suelo a 2 metros de distancia, se queden dentro de sus casas, renuncien a sus negocios e ingresos y sacrifiquen sus derechos constitucionales. Ahora están utilizando las mismas tácticas para presionarnos a usted y a mí para que nos pongamos una vacuna contra el coronavirus que no ha sido verificada y que es peligrosa.
“Ahora, gracias a todo el trabajo que hemos realizado, tendremos suficiente suministro de vacunas para todos los adultos de Estados Unidos a finales de mayo. Eso es meses antes de lo previsto”, dijo Biden. “Y estamos movilizando a miles de vacunadores para poner la vacuna en el brazo de cada uno. [Estamos] invocando a militares en servicio activo, a fema, a médicos y enfermeras retirados, a los administradores y a los que administran las vacunas. Y hemos creado más lugares para recibir las vacunas. Hemos hecho posible que se vacunen en cualquiera de las casi 10.000 farmacias de todo el país, igual como se vacunan contra la gripe”.
Cuatro ex presidentes estadounidenses han animado a los norteamericanos a inyectarse: Barack Obama, George Bush, Bill Clinton y Jimmy Carter. Es decir, todos los ex presidentes vivos, excepto Donald Trump. Sin embargo, ni ellos ni otros que promueven estas inyecciones instan a la precaución o dicen mucho sobre su eficacia, o sus peligrosos efectos secundarios.
Sería ilógico pensar que una inyección no sea potencialmente peligrosa si es desarrollada apresuradamente, aprobada apresuradamente, fuertemente politizada y potencialmente muy rentable, con un contenido vagamente definido. Especialmente si se distribuye con carácter de urgencia y, sobre todo, si la enfermedad que se supone que “cura” es realmente tan peligrosa como se nos ha dicho.
Pero el gobierno la está impulsando, el coro liberal está intimidando a la gente, y la gente lo está aceptando.
Gente como el escritor y actor Ben Stein, quien dijo: “Me dieron la vacuna de refuerzo covid por Moderna hace cuatro o cinco días, y todavía estoy sintiendo efectos secundarios muy raros, como si tuviera la peor gripe del mundo, falta de aliento extremo, mareos, fatiga, pensamientos irracionales extremos. Y ha sido devastador (...) Esta vacuna de refuerzo está muy fuerte. No te va a matar literalmente, pero es muy, muy fuerte. Tengan cuidado”.
Gente como Kassidi Kurill. Su padre dijo que estaba “sana y bien, y luego se vacunó”. La mujer, de 39 años, recibió su segunda dosis de la vacuna covid-19 por Moderna, empezó a sentirse mal, estuvo en cama durante dos días y pidió a su padre que la llevara a urgencias. Los médicos le dijeron que su hígado había dejado de funcionar. Antes de que pudieran hacer nada más, sus riñones y su corazón dejaron de funcionar. Una investigación de kutv descubrió que otras tres familias de Utah han informado de muertes relacionadas con las vacunas al Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Ha habido otros informes dispersos de vacunas que aparentemente han matado a personas, incluyendo abortos espontáneos y nacimientos de niños muertos en Estados Unidos, Canadá, Noruega, Portugal, Italia y otros lugares. Más de 20 países han revocado sus autorizaciones para la distribución de ciertas vacunas contra la covid (mientras permiten y promueven otras).
Sin embargo, expertos como el médico forense en jefe de Utah afirman que casi nunca se demuestra que una vacuna sea la causa de la muerte. ¿Será porque una vacuna casi nunca causa la muerte, o podría haber otras razones? ¿Quizás los intereses de las poderosas compañías farmacéuticas, la industria médica y el gran gobierno? Las compañías de seguros de vida también tienen sus propios intereses, y hay informes de que, debido a la naturaleza obviamente experimental de las vacunas, podrían no cubrir a las personas que se han inyectado con ella, ya sea que el gobierno reconozca eso como su causa de muerte o no, porque podría ser su causa de muerte.
Y esto ni siquiera cubre los otros efectos secundarios graves conocidos, incluidos los peligrosos coágulos de sangre, y otros efectos secundarios graves desconocidos que se producirán en cuestión de años o meses.
Este es el mundo en el que vive: Los gobiernos centrales están utilizando agentes y tropas en servicio activo para inyectarle a la gente una vacuna experimental de emergencia, rápidamente aprobada y claramente peligrosa.
No se trata simplemente de que el gobierno haga lo que puede con una mala situación. Se trata de que el gobierno esté tomando una epidemia de gripe bastante estándar y la esté manipulando para ampliar su poder y prepararse para una manipulación aún mayor, incluso con estas consecuencias.
La gente acepta en gran medida lo que se le dice, muchos se están inyectando y algunos están muriendo.
Los gobiernos, incluido el de EE UU, cuentan como muerte por covid a cualquier persona que haya muerto entre 28 y 60 días después de haber dado positivo en la prueba de covid-19. Esto descarta el hecho de que muchas de las pruebas producen falsos positivos (incluyendo algunas personas que se inscribieron para hacerse la prueba, nunca se la hicieron, y luego se les dijo que salieron positivos de covid). Los ominosos teletipos de “muertes por covid” del gobierno y los medios de comunicación incluyen literalmente a personas que mueren por otras causas tan obvias como las heridas de bala. (Ejemplos aquí, aquí y aquí).
El gobierno cuenta como “muerte por covid” a todo aquel que haya muerto con un resultado positivo en la prueba de covid. Rechazan a las personas que dicen que morir con covid es muy diferente a morir de covid. Rechazan a las personas que dicen que hay que poner las muertes en contexto, buscar los factores que la complican, darse cuenta de que en primer lugar muchos de los que se someten a la prueba tienen más riesgo de muerte, darse cuenta de que en Estados Unidos hay miles de muertes por muchas causas todos los días, darse cuenta de que muchos de los que mueren tras un resultado positivo en la prueba en realidad murieron por otras causas, darse cuenta de que murieron con covid (si la prueba era correcta) pero no murieron de covid.
Entonces, ¿cuenta el gobierno como “muerte por vacuna contra covid” a cualquiera que haya muerto con la vacuna contra covid? No. Los mismos –los mismos– funcionarios, expertos, periodistas y comentaristas que dicen que morir con covid es lo mismo que morir de covid ahora insisten estridentemente en que morir con la vacuna contra covid es muy diferente a morir de la vacuna contra covid. Dicen que hay que situar la muerte de la persona vacunada en su contexto, buscar los factores de complicación, darse cuenta de que muchos de los que se vacunan tienen más riesgo de muerte en primer lugar, darse cuenta de que hay miles de muertes por todas las causas cada día en Estados Unidos, darse cuenta de que muchos de los que mueren después de recibir la vacuna habrían muerto por otras causas, darse cuenta de que murieron con la vacuna pero no necesariamente por la vacuna.
Kit Knightly, de OffGuardian, quien sacó esto a la luz, señaló la parcialidad que se aprecia en los titulares: “La vacuna COVID de Pfizer probablemente no mató a una mujer de 78 años que murió poco después de ponérsela”, “Una mujer muere de hemorragia cerebral en Japón días después de la vacuna, pero la relación es incierta”, “Un hombre del condado de Macomb, de 90 años, muere después de la vacuna COVID-19, pero los médicos dicen que las inyecciones son seguras”. Knightly citó a un médico y colaborador de abc News que habla de “relaciones espurias” y dice que el hecho de que la enfermedad y la muerte ocurran “en proximidad” a algo no demuestra necesariamente que esa cosa haya causado la enfermedad y la muerte. Tiene razón, por supuesto, en que algo que ocurre antes de otra cosa no suele ser su causa. Pero, ¿está hablando de ser preciso con el recuento de las muertes a causa de la covid? No, está ayudando a los “verificadores de hechos” de abc a reducir el número de muertes por vacunas contra la covid.
Knightly también citó una entrevista de Good Morning Britain con la doctora Nighat Arif, quien admite que, técnicamente, siempre existe un riesgo del 0,1% de que una persona promedio sufra un coágulo. “Si estás en un vuelo, el riesgo de coágulo aumenta. Si las mujeres toman la píldora anticonceptiva, su riesgo de coágulo aumenta; las personas que van al hospital a operarse. Sin embargo, no dejamos de hacer ninguna de esas cosas”.
“En realidad la doctora está argumentando que negarse a vivir la vida basándose en un riesgo de muerte del 0,1% es una tontería y que no se debe esperar que nadie lo haga”, escribió Knightly. “Es, literalmente, palabra por palabra el argumento de un ‘escéptico de covid’, reproducido en los principales medios de comunicación, sin el más mínimo atisbo de ironía o autoconciencia”. Estos “expertos” tienen “un doble estándar deliberadamente empleado, y eso es una admisión tácita de engaño intencionado”.
Mientras tanto, la gente se infecta, sufre y muere a causa de la vacuna contra la covid-19. El plan de Joe Biden de vacunar a todos los estadounidenses tiene tanto sentido como infectar deliberadamente a todos los estadounidenses con el propio coronavirus. Es probable que decenas de miles de personas mueran si los demócratas siguen adelante con este plan demente. Y una vez que el gobierno logre adquirir tanto poder sobre los derechos de las personas, incluyendo su salud, no lo dejarán ir.
Ahora es un buen momento para pensar en la salud. Es un buen momento para pensar en dónde pone su confianza en cuestión de salud y sanación. Todos ponemos nuestra confianza en algo. La falta de reacción por parte de la persona promedio ante lo que está ocurriendo con la covid demuestra que la mayoría de nosotros en gran medida confiamos en el sistema médico. Incluso cuando el sistema médico está intrínsecamente limitado a lo que los seres humanos pueden descubrir científicamente, incluso cuando se descubre que lo que se descubrió es erróneo sólo años o meses más tarde, incluso cuando los avances en la ciencia son constantemente superados por los avances en las enfermedades, incluso cuando el método médico de “sanación” no es devolver el cuerpo a su estado natural, sino hacerlo aún menos natural con productos químicos y bisturíes, incluso cuando gran parte de la industria médica no tiene nada que ver con la ciencia o la sanación en lo absoluto y tiene todo que ver con los márgenes de beneficio para los accionistas farmacéuticos y la agenda política de los políticos.
Cuando se trata de su salud, de su cuerpo, de su vida, realmente necesita entender la verdad. La verdad es que las leyes físicas y biológicas existen. El obedecerlas, para su beneficio, causa el efecto de una buena salud. Incumplirlas, ya sea cortándose accidentalmente el dedo o inyectándose en el brazo productos químicos, incluyendo el arnm sintético, causa el efecto de la mala salud.
Herbert W. Armstrong escribió en La pura verdad acerca de la sanidad divina que la ciencia medica “opera principalmente bajo este método, intentando, con medicinas de evitar que tenga efecto la pena de la ley de Dios. Esa teoría, en efecto, propone que sí podemos violar la ley de Dios, y luego evitar que ésta imponga su pena. Según esta teoría, el doliente tiene en su cuerpo un veneno; luego, nosotros agregamos otro veneno más en la forma de una medicina; y por lo tanto, un veneno más otro veneno, ¡es igual a NINGÚN veneno!”
La monstruosidad que es el lanzamiento de la vacuna contra la covid-19 es una expresión completa de esta teoría distorsionada. Es asombroso hasta dónde llegan los seres humanos para “curarse”, con tal de evitar someterse a las leyes del mismísimo Creador de los cuerpos y las mentes humanas.
La aritmética de Dios es un veneno menos ese veneno es igual a ningún veneno. Y sí, requiere las leyes del Creador e incluso la intervención del Creador. Si está interesado en confiar y obedecer al Creador de la salud humana, le insto a que solicite un ejemplar gratuito de La pura verdad acerca de la sanidad divina, de Herbert W. Armstrong. Muchos de nosotros lo leemos cada año. ▪
LA PURA VERDAD ACERCA DE LA SANIDAD DIVINA
¿Ha quedado atrás la época de los milagros? ¿Continúa el Dios vivo, hoy día, sanando a los enfermos, por virtud de la fe y de la oración? ¿O es que las curaciones milagrosas sólo fueron efectuadas por Cristo y los apóstoles originales? ¿Acaso Dios es responsable de haber hecho surgir la profesión médica para nuestros días? ¿Qué decir de los que actualmente afirman poder efectuar curaciones por la fe y de los servicios públicos religiosos de sanar?