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¿La nación más grande de la Tierra?
EE UU ha disfrutado de la economía más grande del mundo durante aproximadamente dos vidas. Pero dependiendo de la medida, China ya lo superó o está a punto de hacerlo, y está construyendo una red comercial en expansión que abarca más de 140 naciones. Recientemente, firmó un acuerdo con prácticamente todas las naciones de Latinoamérica y el Caribe que le ayuda a remplazar a EE UU como el principal socio comercial de la región. El plan cubre casi todos los aspectos de la vida, desde aprender chino hasta la minería y la exploración del espacio, para más de 680 millones de personas en 33 países, y claramente está apuntando a apoderarse del patio trasero de EE UU.
Tales son los acuerdos que China está asegurando que le permiten inundar el mundo con exportaciones de bajo costo y, por lo tanto, acumular montañas de efectivo. Esta riqueza la reinvierte en países extranjeros y luego la usa como palanca para obtener el control de sus recursos e infraestructura. China está construyendo un imperio global, rápida e implacablemente. Mientras tanto EE UU, opuesto a las tiranías, pero cansado de la guerra, confía en las armas económicas para congelar a regímenes como Rusia, Corea del Norte, Pakistán, Zimbabue, Sudán, Venezuela y Cuba fuera de la diplomacia y el comercio. China, en sí misma un régimen tiránico, está feliz de darles la bienvenida mientras ellos se lanzan a sus brazos. Y acaba de firmar una “asociación estratégica integral” con Irán que inundará de efectivo al estado terrorista islamista, además de proporcionar entrenamiento militar, desarrollo de armas e intercambio de inteligencia que podrían alterar el equilibrio de poder de Oriente Medio.
EE UU está en retirada, alejándose de Europa y abandonando Oriente Medio. El verano pasado evacuó Afganistán de la manera más humillante concebible, restableciendo a la misma organización terrorista que fuimos a derrotar allí, traicionando a los aliados extranjeros y abandonando a nuestro propio pueblo. Rusia, por el contrario, está reconstruyendo poco a poco el imperio soviético a través de la intimidación y la invasión directa. Está construyendo un arma energética potente contra Europa Oriental, reavivando el conflicto en los Balcanes, desplegando tropas en Kazajistán, haciendo guerra contra Ucrania y socavando fatalmente la Organización del Tratado del Atlántico Norte. China se está anexando el Mar del Sur de China, aplastando a su población uigur y acabando con la libertad en Hong Kong. Está aislando a Taiwán y preparándose para invadirla; y uno se pregunta quién los detendría si decidieran hacerlo. EE UU ciertamente no tiene estómago para la guerra por una isla remota en el oriente de Asia. Aun cuando los estadounidenses denuncian enérgicamente los males de la opresión y el imperialismo estadounidense, guardan un extraño silencio sobre el neocolonialismo expansionista de los dictadores Xi Jinping y Vladimir Putin.
EE UU está en una crisis de liderazgo. La mitad de los líderes han llegado a creer en una ideología demoníaca: políticas radicales, locura económica, odio a la tradición, amoralidad desenfrenada. Fomentan la anarquía en las calles mientras usan la ley como arma para destruir a sus enemigos políticos. Mienten, engañan, roban e incluso matan para servir al “bien mayor” de alcanzar y aferrarse al poder. La otra mitad de los líderes son demasiado indecisos y débiles, demasiado transigentes, como para evitar que destruyan el país. Y todos pasan una cantidad excesiva de su tiempo buscando la reelección y encontrando formas de atraer a votantes ignorantes y egoístas. Los líderes supremos de Rusia y China no se preocupan por las elecciones, los debates con los legisladores, los límites de mandato o cualquier otro control de su poder. Lo que dicen es lo que se hace, ya sea instalando un estado de vigilancia orwelliano, tendiendo decenas de miles de kilómetros de trenes de alta velocidad, colonizando la luna o expandiendo y modernizando sus arsenales nucleares.
EE UU encadena su industria y economía con regulaciones y restricciones para apaciguar intereses especiales y ambientalistas extranjeros. China desprecia los protocolos de cambio climático con impunidad. Está demasiado ocupada dominando el desarrollo global del 5G, fortaleciendo su sector automotriz, desarrollando el yuan digital, construyendo rascacielos en nuevas mega-ciudades, modernizándose, militarizando y colonizando como para preocuparse por las emisiones de carbono. Mientras el nivel de vida en China ha estado aumentando rápidamente durante más de cuatro décadas, la infraestructura de EE UU se está deteriorando, nuestras ciudades se están llenando de personas sin hogar, el abuso de drogas se multiplica, la inflación y la deuda personal están aumentando, los ingresos están cayendo y nuestra población está aumentando con unos 2 millones de inmigrantes ilegales al año que hacen caso omiso de nuestras leyes y nuestra cultura. Los estadounidenses pueden denunciar la represión del discurso, la censura y el castigo de la disidencia en naciones como Rusia y China, pero hemos entregado nuestra propia libertad de expresión a las grandes tecnológicas y a los políticos de izquierda. Nuestra Declaración de Derechos no protege las diferencias políticas, la asistencia a la iglesia ni las creencias religiosas; salvaguarda la obscenidad y la inmundicia y el derecho de los hombres a competir en los deportes femeninos.
El sistema educativo de China está produciendo ingenieros y científicos. Está preparando a su próxima generación para el dominio mundial. La próxima generación de estadounidenses está aprendiendo que las matemáticas son supremacistas blancos, la gramática es innecesaria y las clases de colocación avanzada son discriminatorias. Las clases de historia se fijan en los supuestos pecados de la nación en lugar de la nobleza de nuestros principios fundacionales. En lugar de leer y escribir, las escuelas alientan a los niños de primaria a explorar la fluidez de género.
EE UU está muy avanzado en un pronunciado declive civilizacional y ha sido superado por potencias extranjeras en una trayectoria muy diferente. La historia nos juzgará con dureza por estar tan absortos en nosotros mismos, tan distraídos por las variantes del virus, tan preocupados por la preferencia de los pronombres y las reparaciones raciales, tan ingenuos al suponer nuestra propia invencibilidad, tan descuidados, tan ciegos, mientras China se instalaba en Cuba, Rusia desmantelaba sola a mano la otan, e Irán se convertía en un estado con armas nucleares. La era estadounidense ha terminado. Históricamente hablando, la caída de una potencia tan grande es un momento peligroso. De hecho, la Biblia profetiza lo que sigue: “los tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24; Apocalipsis 11:2). No será bonito. EE UU deja que suceda, y está a punto de ser cegado por ello.
ESTADOS UNIDOS BAJO ATAQUE
¿Está usted preocupado sobre hacia dónde está dirigiendo el país la administración actual? ¿Y sobre si la nación puede o no sobrevivir los próximos cuatro años? La situación está peor de lo que usted piensa, y sólo existe una forma para solucionar este problema gigantesco.