(ANTHONY KWAN/GETTY IMAGES)
La muerte y el renacimiento de las ciudades de EE UU
Ha sido un año difícil para las ciudades de Estados Unidos. Sus residentes han sido encerrados en sus apartamentos por temor al coronavirus. Sus atracciones, oficinas, restaurantes y tiendas han sido evacuados. Su riqueza se ha desangrado debido a la débil vida económica, la pérdida de empleos y la disminución de los ingresos fiscales.
Peor aún, sus calles han sido obstruidas por turbas violentas que han vandalizado monumentos, destrozado escaparates, saqueado negocios y quemado edificios públicos. Sus cuerpos policiales han sido frenados por políticos que simpatizan más con los criminales que con los guardas de la ley. Quienes los protegen a ellos son irrespetados, menospreciados y desfinanciados, lo que le da a sus enemigos más licencia y más espacio para destruir. Su gente está sufriendo tasas crecientes de delitos violentos, incluido el asesinato.
Sin embargo, estos preocupantes acontecimientos recientes solo agravaron una tendencia que ha estado hiriendo a las principales ciudades del país durante años, incluso décadas.
Ciudades patrimoniales como Detroit, Pittsburgh, Cleveland, St. Louis y Buffalo han caído de las brillantes alturas del poder industrial de EE UU. Los cambios en la economía de la nación han costado cientos de miles de empleos y una pérdida de riqueza. Esto se ha visto exacerbado por problemas raciales, “la fuga blanca”, recortes en los cuerpos policiales y aumento de la delincuencia. Estos factores han vaciado muchas metrópolis estadounidenses, dejando barrios marginales empobrecidos, edificios vacíos e infraestructura en decadencia.
En años más recientes, el fracaso de las políticas de bienestar social y la laxitud de los cuerpos policiales han convertido ciudades en santuarios de mendicidad, ciudades de tiendas de campaña improvisadas, drogas en las calles, basura y suciedad, inmigración ilegal y criminalidad. Informes de investigaciones han detallado cómo estos problemas están afectando a San Francisco, Portland, Seattle y otras célebres ciudades. A los ciudadanos los tiene disgustados que sus queridas ciudades sean superadas por la basura, superpobladas por los ociosos que viven de la generosidad del gobierno y abrumadas por los problemas causados por la mala gobernabilidad.
Todas estas crisis se han intensificado este año. Animados por los espectros gemelos de la pandemia y la revolución racial, se están apoderando cada vez más del paisaje urbano de la nación.
Los efectos de estas tendencias serán de largo alcance y perturbadores, y afectarán no solo a los habitantes de las ciudades, sino a todos los estadounidenses.
Cambiando la demografía de la ciudad
La covid-19 ha hecho de la densidad de población una mala palabra. En las áreas donde las protestas se han vuelto destructivas, una cascada de secuelas está golpeando a los ciudadanos: hay pérdida de empleos; tiendas destruidas y cerradas; y costos comerciales disparados debido al aumento de las primas de los seguros. Y en demasiados lugares, los alcaldes y gobernadores están fomentando estas maldiciones. Están cerrando empresas en nombre de la seguridad pública. Están permitiendo, incluso aplaudiendo, marchas y caos. Y en el vacío dejado por su liderazgo fallido, los revolucionarios se están volviendo más audaces, descarados, agresivos y ambiciosos.
“Los habitantes de las ciudades son resistentes, pero estos eventos simultáneos han obligado a las personas a enfrentar una dura realidad”, escribió Daniel Henninger en el Wall Street Journal. “En solo tres meses ha quedado claro que el progresismo urbano moderno es políticamente incompetente e intelectualmente incoherente. (…) El mensaje que se está enviando es que el gobierno progresista es, en el mejor de los casos, ambivalente en cuanto al mantenimiento del orden civil. El resultado neto de los últimos tres meses ha sido una sensación en muchas ciudades de caos, estrés y amenaza irresolubles”.
Al mismo tiempo que la vida en la ciudad se vuelve más desagradable, las restricciones por el virus están forzando a que gran parte de la vida sea en línea. Las escuelas de todo el país están cambiando a la educación a distancia y las empresas le están pidiendo a la gente que trabaje desde casa. Las restricciones de distanciamiento social y la reducción del tráfico peatonal hacen que el costoso espacio de oficinas o escaparates de las grandes ciudades tenga cada vez menos sentido económico. Los consumidores ya estaban comprando cada vez más en línea; esto acelera la tendencia. Y muchos analistas están convencidos de que cierta descentralización en la fuerza laboral probablemente sea permanente.
El análisis de costo-beneficio está convenciendo a mucha gente de la ciudad para que se mude. Si de todos modos se está trabajando de forma remota, ¿por qué pagar el alquiler de una gran ciudad? Y el distanciamiento social es mucho más fácil en los suburbios o en el campo.
En San Francisco y Manhattan, cuando llegó la covid, mucha gente se fue. Las vacantes aumentaron; los precios de las viviendas y las tarifas de alquiler cayeron. Las ventas de viviendas en los suburbios de la ciudad de Nueva York se dispararon, y muchos residentes acomodados de la ciudad compraron propiedades sin visitarlas basados en anuncios de Internet. El New York Times informó un aumento del 44% en las ventas de viviendas en los condados suburbanos cercanos en julio en comparación con el año anterior; el 73% en un condado un poco más allá de la línea estatal de Connecticut; 112% en Westchester, al norte de la ciudad. Mientras tanto, la cantidad de propiedades vendidas en Manhattan cayó un 56%.
A nivel nacional, las solicitudes de hipotecas para viviendas aumentaron un 33% en comparación con el año pasado, y siguen aumentando. FoxBusiness.com atribuye esto a que más estadounidenses trabajan de forma remota y más familias hacen la escuela desde casa, lo que los hace necesitar más espacio.
La gente que escapa de las ciudades es gente de recursos. Por consiguiente, está creciendo la concentración de personas empobrecidas sin otras opciones, lo cual ocurre al mismo tiempo que los trabajos se están agotando, las empresas se están deshaciendo, las propiedades están siendo destruidas, las fuerzas del orden público se están retirando y la delincuencia está aumentando.
Esto está ensombreciendo el futuro de las ciudades de EE UU, e iluminando algunas de las profecías más escalofriantes de la Biblia sobre los últimos tiempos.
La Biblia predice escenarios tan horripilantes sobre las ciudades de EE UU que algunos son difíciles de concebir. Pero estas recientes tendencias destructivas definitivamente hacen que estas profecías sean mucho más fáciles de imaginar.
El destino profetizado de las ciudades
Muchas de las profecías en el libro de Isaías son para nuestros días, este período que concluye el gobierno del hombre en la Tierra. De las naciones modernas que descienden del antiguo Israel, principalmente de EE UU, Isaías predice esto: “¿Todavía os rebelaréis? (…) Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga (…) Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños” (Isaías 1:5-7).
EE UU ha sido testigo del espantoso cumplimiento de esta profecía, escenas de ciudades ardiendo terriblemente a manos de personas sin ley que buscan desmantelar el sistema estadounidense. Multitudes de manifestantes han coreado “Muerte a EE UU”, ¡haciéndose eco de los islamistas en las calles de Irán!
Pero esto es solo el comienzo de la destrucción por venir. Varias profecías describen un tiempo venidero de “gran tribulación” peor que cualquier otro en la historia (Mateo 24:21). Este es el terrible castigo de Dios por la rebelión del Israel moderno.
Al igual que Isaías 1:7, estas profecías que describen la tribulación venidera ponen un énfasis inusual en lo que sucede en las ciudades. Muestran que las ciudades serán las primeras en ser afectadas y, de alguna manera, las más golpeadas. Y muchos de los problemas serán maldiciones que nos traemos nosotros mismos. Esta lamentable realidad se presagia en la forma en que nos comportamos y nos tratamos unos a otros en nuestras ciudades incluso hoy.
Estos importantes centros de población tienen hordas de personas concentradas en un espacio pequeño, magnificando así los problemas asociados con la naturaleza humana. Dios dice: “¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo!…” (Isaías 5:8). Esta es una de las principales razones por las que particularmente las primeras fases de la Tribulación destrozarán las ciudades con más fuerza.
La convergencia de factores destructivos que azotan nuestras ciudades ha creado un clima de desdén irreconciliable. Los izquierdistas han insistido tontamente en que destruir edificios y propiedades “no es violencia”, que en realidad es necesario para resaltar las desigualdades raciales. Pero la llama del odio que se apodera de las ciudades de EE UU ya ha comenzado a convertirse en un derramamiento de sangre: gente agrediéndose e incluso asesinándose entre sí.
Cambios demográficos, deterioro de las condiciones económicas, odio racial irreprimible, aumento de la anarquía, todos estos ingredientes ya están en su lugar. La profecía describe aún más factores que seguramente agravarán la violencia, entre los que destaca el grave trastorno financiero.
¿Qué tan grave será el derramamiento de sangre? Encontrará la escalofriante respuesta en Ezequiel 5. Aquí Dios le dio a Su profeta una parábola de la destrucción de estas naciones mostrando que un sobrecogedor tercio de la gente se quemaría “a fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio…” (versículo 2).
Animados por los espectros gemelos de la pandemia y la revolución racial, se están apoderando cada vez más del paisaje urbano de la nación.
Esta es una profecía de un desorden devastador en las ciudades enardecido por el asedio económico. Se profetiza que las naciones extranjeras marginarán a EE UU del comercio mundial. “Mientras eso sucede, los disturbios domésticos y la violencia se volverán mucho más frecuentes”, escribe el jefe de redacción de la Trompeta, Gerald Flurry, en Ezekiel—the End-Time Prophet [Ezequiel, el profeta del tiempo del fin]. “Ya en EE UU hoy en día, los casos de disturbios e incendios ocurren con mayor regularidad, a menudo asociados con el odio racial. (…) A medida que la economía empeora, asediada por potencias extranjeras, los alborotadores quemarán cada vez más, ¡porque la ira de Dios está sobre nosotros! (…) ¡Estos problemas se intensificarán hasta que nuestra gente se arrepienta!”.
No es para nada difícil ver cómo los problemas económicos añadirán gasolina a estos incendios; sin embargo, ¡la conflagración empeorará mucho más de lo que esperamos! Los izquierdistas en EE UU actúan como si pudieran alentar y usar la violencia racial para su propio beneficio político, pero estas profecías muestran que nadie se beneficiará de lo que está por suceder, ¡excepto los peores enemigos de EE UU!
El versículo 12 advierte: “Una tercera parte de ti morirá de pestilencia, y será consumida de hambre en medio de ti…”. La palabra hebrea traducida como pestilencia significa destrucción o muerte. “Así que esta pestilencia podría ser una plaga de violencia o fuego”, escribe el Sr. Flurry. “Puede definirse como una plaga de violencia o disturbios, ¡como los disturbios de Baltimore en 2015 o los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001! (…) La pestilencia, o plaga de violencia, provocará muchos problemas de salud que conducirán al hambre. La eliminación de aguas residuales se verá interrumpida. Las líneas de gas se romperán. Se perderán trabajos. ¡La sociedad se desmoronará y el pánico colectivo traerá un desastre al mercado de valores! ¡Se pondrá tan mal que la violencia y el hambre cobrarán millones de vidas!”.
Una profecía similar aparece en Ezequiel 7:15: “De fuera espada, de dentro pestilencia y el hambre; el que esté en el campo morirá a espada, y al que esté en la ciudad lo consumirá el hambre y la pestilencia”. Diferentes destinos aguardan a las personas en diferentes lugares. Como confirman otras profecías, los que estén en el campo o en áreas rurales serán tomados en un ataque extranjero. La violencia pestilente, los disturbios y la destrucción devorarán a los habitantes de las ciudades.
Usted ya ve que la violencia golpea con más fuerza a las ciudades. Son las áreas urbanas densamente pobladas las que tienen la mayor concentración de radicales que están empeñados en la destrucción. ¡Estos versículos muestran que los odios actuales están destinados a estallar en una guerra civil a gran escala en una forma asombrosa!
“Las semillas de esta futura calamidad ya se han sembrado”, escribe el Sr. Flurry. “El gobierno ha perdido el control. Hay un colapso de la ley y el orden. (…) ¡Nos estamos acercando peligrosamente al caos y la anarquía social!”, escribió por primera vez sobre estas Escrituras en 2002. Estas palabras basadas en la profecía se han vuelto cada vez más relevantes en los años posteriores.
“Algunos de estos líderes criminales saben cómo tocar el descontento público como un violín. Los medios de comunicación les ayudan a difundir sus mensajes destructivos”, continúa el Sr. Flurry. “¡Solo hay una solución a esta pesadilla! Nuestro pueblo, blanco y negro, debe arrepentirse y volverse a Dios. Si no lo hacemos, ¡el sufrimiento está apenas comenzando!”.
Jesucristo dijo la famosa frase: “Una casa dividida contra sí misma no permanecerá”. Al observar la brutal división entre los estadounidenses, se hace evidente cómo esas luchas internas debilitan a la nación y la hacen vulnerable a ataques externos. Esto es exactamente lo que sucederá.
Varias profecías muestran que una vez que la guerra dentro de EE UU paraliza a la población, particularmente en las áreas más densamente pobladas, los extranjeros atacarán.
Sin habitantes
Lea atentamente esta aterradora profecía de Amós: “Oíd esta palabra que yo levanto para lamentación sobre vosotros, casa de Israel. Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante. Porque así ha dicho [el Eterno] el Señor: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la [la misma ciudad de 1.000] que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel” (Amós 5:1-3).
¿Qué podría matar al 90% de las personas en una ciudad tan rápidamente y poco después a otro 90% de los sobrevivientes?
¡Esta es una de varias profecías que advierten que armas de destrucción masiva se usarán contra ciudades de EE UU! Los enemigos de la nación van a atacar las ciudades de EE UU, ciertamente con bombas nucleares, quizás también con armas químicas y biológicas. ¡Amós está profetizando que el 99% de la población de nuestras ciudades se extinguirá!
Este es uno de varios pasajes que predicen el uso de armas modernas de muerte masiva, y cómo diezmarán a la gente de las ciudades, dejándolas “sin habitantes”. “Hice destruir naciones; sus habitaciones están asoladas; hice desiertas sus calles, hasta no quedar quien pase; sus ciudades están asoladas hasta no quedar hombre, hasta no quedar habitante” (Sofonías 3:6; ver también Jeremías 2:15; 4:7; 33:10). En toda la historia de la humanidad, una matanza tan radical solo ha sido posible en la era moderna. Y las armas que el hombre ha ideado para este propósito seguramente serán utilizadas.
En Isaías 6, Dios habla de la ceguera espiritual que aflige a nuestros pueblos. El profeta pregunta: ¿Hasta cuándo, Señor? “Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto” (versículo 11). ¡Dios nos permitirá experimentar todas las horribles consecuencias de nuestra propia maldad y perversidad!
Es crucial estudiar estas profecías y creer en ellas. ¡Mire nuestras ciudades hoy y verá las primeras etapas de su cumplimiento!
No se haga la ilusión de que estos problemas simplemente se calmarán y todo volverá a ser como antes. Tome lo que está sucediendo ahora como una advertencia anticipada de algo mucho peor por venir, ¡y vuélvase a Dios en arrepentimiento! Eso es todo lo que Dios busca, y Él honra a la nación, la ciudad o el individuo que se aparta de la maldad y vuelve su corazón hacia Él.
Afortunadamente, las personas que lo hagan hoy estarán protegidas de lo peor que está a punto de suceder en este mundo. Sin embargo, todavía hay esperanza para el mundo que permanece en rebelión contra Dios. El castigo venidero, por feroz que sea, en última instancia, pondrá de rodillas a una humanidad obstinada.
Jesucristo regresará con poder y gobernará a los que sobrevivan al holocausto venidero.
Cuando lo haga, en el nuevo mundo que Él creará, supervisará un vasto programa de reconstrucción en todo el mundo. La misma Biblia que advierte de la devastación de nuestras ciudades también incluye muchas profecías espectaculares sobre lo que será de nuestras ciudades más allá del corto plazo. ¡Ellas describen un tiempo que vendrá pronto cuando estas ciudades serán reconstruidas y una vez más rebosarán de vitalidad, prosperidad y vida!
Un vistazo a las ciudades del mañana
Imagine que la calidad de vida en la ciudad sea asequible. Imagine una ciudad que ofrece suficientes empleos estables y decentes, que el desempleo es casi nulo y todos disfrutan de la prosperidad. “…Así ha dicho el Eterno de los ejércitos: Mis ciudades volverán a rebosar de prosperidad…” (Zacarías 1:17; traducción nuestra de la Versión Revised Standard). Imagínese una ciudad sin barrios marginales y guetos empobrecidos y en ruinas.
Imagine ciudades libres de delitos. Imagine poder caminar por las calles, incluso los callejones, a cualquier hora del día o de la noche sin miedo. “Habitarán con seguridad, y no habrá quién las espante” (Ezequiel 34:28). Imagine que los robos, asaltos, disturbios raciales y guerras de pandillas ya no son una preocupación. “Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio…” (Isaías 60:18).
Imagine un entorno urbano saludable. Imagine jardines preciosos y productivos justo en medio de la ciudad. “Y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos” (Amós 9:14). Imagine comer en un restaurante donde se cultivan productos frescos en el mismo lugar. Imagine que la tierra se asigna de manera suficientemente eficiente para que existan áreas para la ganadería local. “Y en todas sus ciudades, aún habrá cabañas de pastores que hagan pastar sus ganados” (Jeremías 33:12). Imagine que la serenidad pastoril de la que disfrutan solo los campesinos hoy en día también sea común en la ciudad.
Prosperidad generalizada, calles seguras, alimentos nutritivos, actividades al aire libre con aire limpio: ¡estos beneficios aumentarán drásticamente la salud de los residentes de las ciudades del mañana!
¿Pero cómo será posible tal revolución?
La profecía bíblica es clara en cuanto a que nuestra civilización actual está a punto de ser reemplazada por un mundo mucho mejor. Aunque las ciudades de hoy serán destruidas (por ejemplo, Ezequiel 6:6; 12:20), el resultado positivo es que los constructores de las ciudades del mañana no tendrán que hacer acuerdos para trabajar en torno a lo que ya existe; podrán empezar desde cero. “Porque tú... harás que las ciudades desoladas sean habitadas. (…) Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones” (Isaías 54:3; 61:4, vkj).
La profecía también muestra que Dios cambiará los corazones duros de hombres y mujeres, eliminando la hostilidad, la competitividad, la agresión y el egoísmo, y reemplazándolos con Su propia naturaleza, un deseo básico de seguir Su ley de amor. Así, en las ciudades del futuro, la gente resistirá la tendencia a degenerar. En cambio, cuidarán de sus familias y su entorno, se enorgullecerán de sus hogares y de su trabajo, y tratarán a los demás con respeto y cortesía.
¿Y quién presidirá estas ciudades? El solo hecho de tener líderes que realmente sirvan a la gente y se abstengan de la corrupción, el soborno, el engaño y la imposición de impuestos onerosos, sería una revolución significativa. Pero Dios promete hacerlo aún mejor: las ciudades del mañana serán gobernadas por seres espirituales, ¡los santos glorificados de Dios hechos perfectos! Lea en Lucas 19:12-19 y Apocalipsis 2:26-27 la promesa de Cristo de nombrar a personas que ya han demostrado su valía al vencer su naturaleza humana y han sido transformadas a un estado espiritual inmortal. Estos seres tendrán la autoridad y el poder para hacer cumplir la ley de Dios a fin de prevenir problemas y garantizar que los negocios en la ciudad se lleven a cabo de una manera ética, justa y organizada que beneficie a todos.
Si nunca ha comprobado esta verdad desde las Escrituras, se debe a usted mismo solicitar un ejemplar gratuito del folleto de Herbert W. Armstrong, The Wonderful World Tomorrow—What It Will Be Like [disponible sólo en ingles]. Describe con vívidos detalles, respaldado por una amplia prueba bíblica, cómo muchos de los puestos administrativos en el Reino venidero de Dios probablemente serán ocupados por los hombres y mujeres de la Biblia, resucitados a la vida espiritual.
Una vez que se resuelva este problema fundamental, y la sociedad esté compuesta por líderes según Dios que gobiernen sobre una población humana unificada en su deseo de construir comunidades armoniosas y atractivas, procederá el verdadero trabajo de crear ciudades utópicas.
Es probable que las ciudades del futuro sean algo pequeñas, más parecidas a los pueblos actuales que a las megaciudades como Tokio, Nueva York o Shanghái. Apoyarán el crecimiento personal y la vida equilibrada y moderada. Los enormes rascacielos serán innecesarios porque la propiedad será abundante. Las Escrituras describen un vigoroso programa de renovación de la tierra: se bajan las montañas, se recuperan los desiertos, se levantan las tierras bajo el agua. Levítico 25 detalla un sistema de posesión de la tierra por el cual cada familia tendrá la suya propia. Miqueas 4:4 dice: “Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera; y no habrá quien los amedrente…”. La distribución equitativa de la propiedad creará seguridad y satisfacción generalizadas para todas las familias.
Sin embargo, no espere que las ciudades de mañana sigan el patrón de los suburbios de hoy, que tienen varios problemas: vecindarios homogéneos, dependencia del automóvil, pesadillas de desplazamiento y tráfico, fragmentación social y mala salud por falta de ejercicio, por nombrar algunos. Los relatos bíblicos muestran que las ciudades futuras incluirán espacios comunitarios vibrantes y muy utilizados. La Biblia describe las ciudades del mañana como muy sociales: “llenas de rebaños de hombres” (lea Ezequiel 36:34-38). Hoy en día, las ciudades están repletas de extraños anónimos que se codean, pero no interactúan, que luego se trasladan a sus búnkeres suburbanos privados, donde permanecen aislados de los vecinos. Mañana, las ciudades se diseñarán para fomentar un sentido de comunidad y pertenencia.
“Así ha dicho [el Eterno] de los ejércitos: Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días. Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas” (Zacarías 8:4-5). Es probable que todas las ciudades sigan el patrón de Jerusalén en ciertos elementos. Claramente, algunos barrios estarán cerrados al tráfico, abriendo la puerta a estas extraordinarias experiencias intergeneracionales. Esta es una imagen de atractivos bulevares, con escaparates en la acera, y no apartados de la calle, detrás de enormes estacionamientos que los alejan del peatón. Sugiere la existencia de un transporte público inteligente y eficiente que personas de todas las edades pueden usar con facilidad para llegar al centro de la ciudad.
Isaías describió perfectamente esta atmósfera social cuando escribió: “Se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto” (Isaías 51:3). Jeremías fue aún más elocuente: “Así ha dicho [el Eterno]: En este lugar, del cual decís (…) en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén (…) Voz de gozo y de alegría…” (Jeremías 33:10-11). Estas profecías son promesas del mismo Dios que diseñó y creó ricamente este planeta y universo exquisitos. ¡Ciertamente se cumplirán!
Puede resultar difícil para nuestras mentes concebir un mundo en el que el transporte no contamine; donde las familias puedan acceder fácilmente a la ciudad y, aun así, vivir en sus propios hogares en su propia tierra; donde la industria opera de manera inteligente y limpia sin dominar o manchar el paisaje; donde la vida urbana es tan saludable y segura como la vida en el campo. Pero podemos estar seguros de que este mundo pronto estará aquí. Dios lo ha dicho, y Él no es alguien que se retracte de Su palabra (Isaías 55:11).
La pregunta es, ¿estará usted ahí para disfrutarlo? Vuélvase a Dios ahora y podrá hacerlo aún mejor: ¡Usted podrá estar ahí para ayudar a gobernarlo! ▪