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La mortal mentalidad de ‘mantenga la calma y siga adelante’
Conserve la calma y siga adelante. Es una máxima hermosa, tan británica como el té y los crumpets (pastelillos). Además, captura una característica admirable de los ingleses: su espíritu indomable y su capacidad de permanecer firme ante la adversidad.
Pero también puede ser una desventaja colosal.
Este rasgo se exhibió en Londres el 22 de marzo, cuando un terrorista islámico en un carro alquilado atropelló a más de 40 personas en el puente de Westminster, se estrelló en la cerca que protege las cámaras del Parlamento británico, y apuñaló fatalmente a un agente de policía. A minutos del ataque, el mensaje principal emitido desde todo rincón de Gran Bretaña fue: “Mantengan la calma y sigan adelante”.
Esa noche la primera ministra Theresa May animó a la nación a comportarse con normalidad. “Mañana en la mañana, el parlamento se reunirá normalmente. Estaremos unidos normalmente. Y los londinenses, y otros de alrededor del mundo que han venido a visitar esta gran ciudad, se levantarán y emprenderán su día normalmente” (énfasis añadido en todo).
Los siguientes tweets, extraídos de miles, encapsulan la respuesta general en Twitter, “Como siempre, la mejor reacción (…) es tranquilidad, no histeria. Somos británicos, eso es lo que hacemos…”. “No comiencen a señalar y a culpar, no se vuelvan contra nadie. Mantengan la calma. Así es como se vence…”.
La mañana después del ataque, señales con mensajes motivacionales aparecieron en las estaciones del metro por todo Londres. Uno leía, “A todos los terroristas se les recuerda amablemente que éste es Londres y no importa lo que nos hagan, beberemos té y seguiremos adelante alegremente” (22 de marzo).
Simon Jenkins, el popular e influyente columnista del Guardian, le aconsejó a Gran Bretaña que no “exagerara”. Jenkins comparó la amenaza terrorista islámica con el Ejército Republicano Irlandés (ira, por sus siglas en inglés) en las décadas de 1970 y 1980. “Para la mayoría, las libertades británicas no fueron violadas, la vida continuó y la amenaza finalmente pasó”, escribió él. “Esperemos que lo mismo aplique para hoy día”.
La reacción al ataque del 22 de marzo fue un ejemplo de cómo la moderna Gran Bretaña y Estados Unidos lidian con las crisis. Cuando la catástrofe golpea, nuestra prioridad inmediata es regresar calmadamente a la vida normal tan rápido como sea posible y esperar que la amenaza pase. Esto parece racional y maduro. Y creemos que dicha respuesta es una marca de nuestra sofisticación.
La verdad es, que esta interpretación contemporánea de “mantener la calma y seguir adelante” es destructiva. Esta mentalidad ha puesto a estas naciones en el camino al suicidio nacional.
Seguir durmiendo
“Mantener la calma y seguir adelante” fue una frase acuñada en julio de 1939 por el ministerio de información de Gran Bretaña, y personifica el espíritu del tiempo de guerra en Inglaterra. Éste fue uno de los tres eslóganes creados para levantar la moral del pueblo británico durante la Segunda Guerra Mundial.
Aunque “mantener la calma y seguir adelante” nunca se usó oficialmente, las otras dos frases se imprimieron en carteles y se esparcieron por toda la nación. Estas dos revelan el motivo detrás de la campaña y la mentalidad más amplia que comenzaba a apoderarse de Gran Bretaña en julio de 1939. Una decía, “Su coraje, su entusiasmo, su resolución, nos traerán la victoria”. La otra declaraba, “La libertad está en peligro, defiéndala con todas sus fuerzas”. Observe. Estos eslóganes transmiten un sentido de crisis, fueron claramente diseñados para incitar al pueblo británico a la acción.
En el verano de 1939 Gran Bretaña finalmente comenzó a aceptar que enfrentaba una crisis existencial. El enemigo había sido identificado claramente, y había consenso sobre la magnitud del peligro. Los líderes de Gran Bretaña finalmente estaban reconociendo que Adolfo Hitler quería la guerra y habían comenzado a preparar a la nación. Había una mentalidad de lucha detrás de “mantener la calma y seguir adelante”. Esto significaba, mantener la calma y seguir peleando. Mantener la calma y defender la libertad con todas sus fuerzas. Estos eslóganes consolaban y motivaban a una nación que reconocía estar experimentando una crisis, una nación que estaba preparada para actuar. Estos eslóganes comprometían al público en la lucha contra la tiranía nazi.
Actualmente, “mantener la calma y seguir adelante” se usa para desconectar al público británico de la realidad. Actualmente, “mantener la calma y seguir adelante” se origina en la apatía y la complacencia. Se usa para disuadir a la gente de contemplar la verdad, de hacer preguntas difíciles, y de implementar soluciones significativas. La frase que una vez significó mantener la calma y seguir adelante luchando, ahora significa mantener la calma y seguir durmiendo.
Su atractivo la hace aún más mortal. Evoca imágenes de los tiempos de guerra de Gran Bretaña. Hace que los ingleses que la usan se sientan orgullosos, valientes y patrióticos. Mientras tanto, en su esfuerzo por mantener la calma y seguir adelante, ellos ignoran la realidad. No toman medidas serias para abordar las causas fundamentales de las crisis.
Khalid Masood, el terrorista que dejó a Londres cubierto de cuerpos el 22 de marzo, nació y se crio en Inglaterra. Él se volvió radical en prisiones inglesas, y tenía conexiones con el Estado islámico. Su ataque en Londres debería haber iniciado algunas preguntas inquisitivas. ¿Qué condiciones habían hecho posible su radicalización? ¿Cuántos otros hay como él? ¿Por qué los amigos “moderados” de Masood y sus conocidos no informaron a las autoridades sobre él? ¿Qué revela la radicalización de Masood y de otros como él respecto al multiculturalismo en Gran Bretaña?
Cuando estas preguntas se miran honestamente, comienzan a surgir soluciones prácticas. Por ejemplo, ¿qué tan difícil sería para Gran Bretaña eliminar activamente el islam radical de sus prisiones? ¿Podría el gobierno hacer más para motivar a los musulmanes moderados a unirse a la lucha contra el islam radical y el terrorismo? Todo tipo de acciones significativas podrían iniciarse.
El terrorismo no se resuelve conservando la calma y siguiendo adelante. Se resuelve haciendo preguntas difíciles, reconociendo dónde está fallando nuestro sistema, y cambiando nuestra manera de pensar y comportarnos. Se resuelve actuando.
Pero esto no ocurre hoy día. El 22 de marzo, incluso con Londres bloqueado, Gran Bretaña exudaba notable calma y compostura. Aunque había un sentido de alarma en las calles alrededor del Parlamento, solo hasta ahí se extendía. En algunos aspectos la calma era admirable. Pero expuso una profunda apatía y pasividad. Uno hubiera esperado que un ataque de esta magnitud y la publicidad despertaran mayor indignación y provocaran mucha más reflexión y autoevaluación.
Los londinenses pudieron haber buscado respuestas. ¿Por qué sucedió esto? ¿Dónde hemos fallado? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Cómo prevenimos esto? Ellos podrían haber exigido una acción significativa por parte del gobierno. Una purga en las instalaciones penitenciarias de Gran Bretaña, mayor escrutinio de las comunidades musulmanas de Gran Bretaña, medidas más agresivas para sacar del país a los individuos peligrosos (y evitar su ingreso). Los londinenses podrían haber iniciado una plática nacional acerca del multiculturalismo y el estado de la cultura británica y de la sociedad en general.
En lugar de eso, la nación optó por “mantener la calma y seguir adelante”.
Aprendiendo de la historia
Considere el estado de ánimo en Gran Bretaña antes del verano de 1939. La actitud prevalente en la nación prácticamente en toda la década fue muy parecida a la actual, mantener la calma y seguir adelante.
Durante la década de 1930, estallaron múltiples crisis, cada una revelando los motivos y ambiciones de Alemania. Abundaba evidencia que demostraba el odio profundo de Hitler por los judíos, su deseo de un lebensraum (territorio vital), y su determinación por el conflicto y la conquista. Las leyes de Núremberg, aprobadas en 1935, ratificaron la persecución de los judíos. En marzo de 1935, 22.000 soldados nazis entraron a Renania. En agosto de 1936, Alemania introdujo la conscripción. Las fábricas alemanas estuvieron produciendo en masa aviones de guerra, tanques y armas durante la mayor parte de la década de 1930. En noviembre de 1937, Alemania firmó un acuerdo militar con Italia fascista. También en 1937, la Luftwaffe bombardeó España. En marzo de 1938, Alemania invadió Austria; y en octubre entró a los Sudetes.
Tales acciones captaron la atención de los líderes británicos e iniciaron algunas discusiones urgentes. Al final, sin embargo, la respuesta general fue mantener la calma, seguir adelante con normalidad, y simplemente esperar lo mejor.
¿Suena familiar?
El 7 de marzo de 1936, pocas horas después que sus tropas tomaran Renania, Hitler se dirigió al Reichstag. En su mensaje él prometió que no habría más actos de agresión. “Alemania nunca quebrantará la paz”, prometió él. Occidente creyó ingenuamente las palabras de Hitler. Winston Churchill escuchó el discurso y dijo que el mensaje de Hitler era “consuelo para todos aquellos en ambos lados del Atlántico que deseaban ser engañados”.
Éste, lamentablemente, es el estado de Gran Bretaña (y Estados Unidos) hoy día, ¡Estas naciones desean ser engañadas! En Gran Bretaña, ni los líderes ni el público tienen la voluntad para discutir la verdad sobre el terrorismo islámico, y ciertamente no toman medidas serias para confrontar al islam radical. Estados Unidos tiene la misma ceguera deliberada. Ambas naciones experimentan una crisis tras otra, un ataque terrorista tras otro, un fracaso político tras otro, un desastre social tras otro, una crisis financiera tras otra. Pero en vez de usar cada crisis como una oportunidad para reflexionar, para hacer preguntas inquisitivas y luego tomar acciones significativas que eviten que la crisis se repita, estas naciones escogen mantener la calma y seguir adelante.
En lugar de cambiar el comportamiento que causó la crisis, ¡regresan decididamente a comportarse de la misma manera tan pronto como es posible!
Cuando Hitler invadió Renania, el ministro de relaciones exteriores de Francia trató de persuadir al primer ministro británico Stanley Baldwin de que apoyara una posible decisión francesa de enviar policía a la zona desmilitarizada para oponerse a los alemanes. Los nazis aún no habían asegurado su posición y la inteligencia indicaba que todavía era posible expulsarlos. Baldwin les dijo a los franceses: “Puede que ustedes tengan razón, pero si hay aunque sea una posibilidad entre cien de que su acción policial derive en guerra, no tengo derecho a comprometer a Inglaterra”. Al final, Francia y Gran Bretaña no hicieron nada.
Para Gran Bretaña en 1936, “por la paz ‘valía la pena tomar casi cualquier riesgo’”, escribió William Manchester en The Last Lion. Ese era el espíritu de Inglaterra en la década de 1930, mantener la calma y seguir adelante ignorando cualquier cosa incómoda. En lugar de actuar, ellos simplemente tenían la esperanza de que los actos de agresión de Alemania cesaran. ¡El silencio y la apatía de Gran Bretaña no hicieron más que envalentonar a Hitler y empeorar más el inevitable conflicto!
“No puedo recordar ningún momento en el que la brecha entre el tipo de palabras usadas por los estadistas y lo que en realidad estaba sucediendo en muchos países fuera tan grande como lo es ahora”, escribió Churchill en el Daily Mail en 1932. “En mi experiencia, la costumbre de decir cosas suaves y expresar frases y sentimientos insinceros para ganar aplausos, sin relación con los hechos subyacentes, es más marcado ahora que nunca antes”.
Actualmente, la brecha es aún mayor. Piense en algunos de los comentarios que siguieron al ataque del 22 de marzo. La señal en la estación del metro en Londres diciéndoles a los terroristas, “no importa lo que nos hagan, beberemos té y seguiremos adelante alegremente”. El tweet diciéndoles a los británicos, “mantengan la calma. Así es como se vence”. Comentarios poéticos como estos pueden sonar racionales y virtuosos. Pero en verdad, ¿cuándo fue la última vez que una fuerza malvada fue “vencida” por una víctima que permaneció en calma y siguió adelante con una vida normal? Derrotar a un determinado enemigo siempre requiere acción. Quizás no una acción militar, pero ciertamente cambios en el pensamiento, cambios en el comportamiento, cambios en la política de gobierno.
Gran Bretaña y Estados Unidos están cometiendo los mismos errores que cometieron en la década de 1930. Ellos prefieren frases insinceras y cosas suaves por encima de la cruda y dura verdad. El profeta Isaías habló de esta destructiva tendencia. Él profetizó que estas naciones modernas serían pueblo “rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de [el Eterno]; que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras…” (Isaías 30:9-11).
En lugar de alentar a su pueblo a seguir adelante con normalidad, la primera ministra May debería haber sido más atrevida, como su homólogo en la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill. Enfrentando las acusaciones de “belicista” e islamofóbica, la primera ministra debería haber declarado lo obvio, que el islam radical ha penetrado profundamente en Gran Bretaña. Que es una amenaza para la nación, para sus instituciones, cultura y comunidades. Que el multiculturalismo ha fallado. Que Gran Bretaña, si es que alguna vez va a resolver realmente este asunto, tendrá que tomar medidas significativas a gran escala.
En lugar de eso, los líderes de Gran Bretaña y sus expertos mediáticos respondieron con palabras suaves y frases insinceras. Alentar a la nación a no reaccionar exageradamente, a mantenerse sin prejuicios y seguir adelante con normalidad, hizo que la gente se sintiera justa y racional. Invocar la máxima de “mantengan la calma y sigan adelante” hace que todos se sientan valientes y fuertes, como sus antepasados en la Segunda Guerra Mundial.
¿Pero, hace algo tal respuesta para prevenir otro ataque islamista?
Perros mudos
El profeta Isaías también compara a los líderes de Gran Bretaña y Estados Unidos en el tiempo del fin con perros guardianes vagos y perezosos. “Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir” (Isaías 56:10). Qué descripción tan acertada del liderazgo y los medios de comunicación en Gran Bretaña y Estados Unidos. (Para probar que el término Israel en estas profecías se refiere a estas naciones modernas, lea nuestro libro electrónico: Britain’s 4,000-Year-Old History at theTrumpet.com/go/BritishIdentity (4.000 años de historia de Gran Bretaña, disponible solo en inglés).
“La gente no está alerta frente a lo que está sucediendo en este mundo, y eso incluye a los medios”, dijo el jefe de redacción de la Trompeta Gerald Flurry en su programa de televisión Key of David del 22 de diciembre de 2002. “Dios llama a la mayoría de los vigilantes, perros mudos. ¡Ellos no ladrarán! Ellos no le dirán a usted lo que realmente está sucediendo, porque no lo saben, e incluso si lo supieran, no le dirán la verdad evidente y alarmante sobre todo esto”.
¿Por qué están mudos? Los versículos 11 y 12 lo explican: “Los pastores tampoco tienen entendimiento: todos ellos se han tornado a sus propios caminos, cada uno por su propio beneficio, uno y todos. ‘Vengan’ dicen ellos, ‘bebamos vino, llenémonos de bebida fuerte; y mañana será como este día, con inmensurable grandeza” (Versión Standard Revisada). Los líderes y los medios de prensa están más preocupados acerca de sus intereses egoístas que de la paz y la seguridad de su nación.
Reflexione sobre la última frase: “mañana será como este día, con inmensurable grandeza”. Aquí está el profeta Isaías, hace como 2.500 años, profetizando que Gran Bretaña y Estados Unidos tendrían en el tiempo del fin ¡una mortal mentalidad de mantener la calma y seguir adelante!
De todas las preguntas que debían haberse planteado y discutido después del ataque del 22 de marzo, una es especialmente importante, ¿dónde estaba Dios? Dios vio el ataque. De hecho, Él sabía lo que Khalid Masood estaba pensando en el instante en que este mal entró en su mente. Sin embargo, Dios le permitió hacerlo. ¿Por qué? ¿Por qué ha removido Él su protección de Gran Bretaña? ¿Cómo puede ser restaurada su protección?
¿Qué hará usted? ¿Evitará esta mentalidad de “mantener la calma y seguir adelante con normalidad” mientras ve los eventos mundiales? El apóstol Pedro escribió: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Velar significa “prestar atención no sea que por remisión e indolencia (o pereza) alguna calamidad destructiva lo sorprenda repentinamente”.
Cuando la crisis golpea, ya sea individual o colectivamente, la tendencia natural es proseguir rápidamente a “mantener la calma y seguir adelante”. Pero éste puede ser un error fatal. Debemos aprender a detenernos, analizar los eventos, reconocer los errores, meditar en las lecciones, y entonces cambiar el comportamiento que causó la crisis. Lo peor que podemos hacer en primer lugar es regresar rápidamente al comportamiento que causó la crisis. Pero eso es lo que Gran Bretaña y Estados Unidos hacen actualmente. Y lo mismo hacen muchos individuos.
Lo que sucedió en Londres fue terrible. Se le rompe a uno el corazón por las víctimas. Pero eso fue solo un asomo de los ataques terroristas que el islam radical quiere cometer. Y eso no fue nada comparado con el sufrimiento que la profecía bíblica dice que viene sobre Estados Unidos y Gran Bretaña. La manera de evitar que esto suceda de nuevo, de evitar que un ataque terrorista mayor suceda, es preguntar: ¿Por qué sucedió esto? ¿Cómo sucedió esto? ¿Qué necesitamos cambiar para que esto no suceda de nuevo?
Usted no encontrará a nuestros líderes haciendo estas preguntas. Pero eso no significa que usted no pueda hacer y responder esas preguntas vitales. “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro 4:7). ▪