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La marcha de Japón hacia el militarismo
El alejamiento de Japón del pacifismo para convertirse en una potencia militar de pleno derecho ha sido durante mucho tiempo uno de los temas de interés de la Trompeta , así como de nuestra precursora, La Pura Verdad.
Hemos seguido de cerca e informado sobre este cambio porque la profecía bíblica dice que pronto estallará una tercera guerra mundial y que Japón desempeñará un papel en esa guerra.
Creemos que la participación de Japón en esta futura guerra contribuirá a que el conflicto sea el más violento y destructivo que jamás haya sufrido la humanidad. Para entender por qué tenemos este punto de vista, antes que nada, consideremos la razón por la cual Japón se convirtió en una nación pacifista. Y luego debemos considerar la profecía bíblica.
Una historia trágica
El emperador Hirohito después de su ceremonia de
entronización en 1928.
El emperador Hirohito después de su ceremonia de entronización en 1928 En la década de 1920, la economía de Japón estaba estancada. Para inspirar al pueblo, sus líderes desempolvaron algunos antiguos mitos japoneses. Le dijeron al pueblo que Japón era una nación de dioses, superior a todas las demás. Dijeron que la familia imperial era la descendencia de la diosa del sol Amaterasu. El sintoísmo estatal se convirtió en la religión nacional, enseñando que el emperador Hirohito era el “hijo del cielo”, un dios destinado a gobernar el mundo entero. Estas ideas se convirtieron en las consignas de los programas escolares y fueron pregonadas en la vida cívica de Japón.
El Memorial Tanaka se convirtió esencialmente en la política exterior de Japón desde 1927 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Una parte de este documento dice: “Las naciones del mundo vendrán a buscar a nuestro emperador como el gran gobernante de todas las naciones”. Aunque la autenticidad del documento es un tema de discusión, la historia muestra que Japón siguió su estrategia, al menos a grandes rasgos. Se establecieron planes militares detallados para que Japón conquistara el mundo entero, comenzando por China: “Con todos los recursos de China a nuestra disposición, conquistaremos India, Asia Central y Europa. (...) Un Japón victorioso pondrá a todas las razas blancas del mundo bajo el gobierno del hijo del cielo. (...) Si tenemos éxito en la conquista de China, el resto de los países asiáticos y los países del Mar del Sur nos temerán y se rendirán ante nosotros”.
Los japoneses querían que su conquista de China inspirara el miedo en toda Asia, así que fueron despiadados más allá de las palabras.
En la masacre de Nanjing, por ejemplo, las tropas japonesas asesinaron a más de 200.000 civiles chinos. Madres con bebés, mujeres embarazadas, niños y ancianos fueron torturados, muertos a punta de bayoneta, decapitados, quemados o enterrados vivos. Muchas mujeres y niñas fueron violadas por pandillas, mutiladas y asesinadas. Otras fueron mantenidas como “mujeres de consuelo”, es decir, esclavas sexuales obligadas a servir a los soldados japoneses.
decapitar a un chino en Nanjing. La masacre de
Nanjing, que duró seis meses, dejó más de 300.000
muertos. (Crédito: ROBYN BECK/AFP/Getty Images)
Nanjing no fue un caso aislado de brutalidad. Las tropas japonesas fueron igualmente crueles en otras ciudades chinas, y también en Corea, las Filipinas, Singapur y otros países. Una mirada más atrás en la historia muestra que la Segunda Guerra Mundial no fue una época anormalmente agresiva para los japoneses. También estuvieron las invasiones de Corea en la década de 1590, la batalla de Ganghwa, la primera guerra chino-japonesa, la invasión de Taiwán, la guerra ruso-japonesa, y la lista continúa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la crueldad y tenacidad de los japoneses fue impulsada en gran medida por su creencia de que Hirohito era un dios destinado a gobernar el mundo. Ésta era una fe tóxica. Hizo que muchos soldados japoneses, e incluso civiles, fueran virtualmente incapaces de rendirse, incluso frente a dificultades insuperables.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Japón había estado luchando durante 14 años. Casi 3 millones de japoneses murieron, y muchos más resultaron heridos o gravemente enfermos. La mayoría de la población estaba muriendo de hambre, y la nación yacía en ruinas. Pero aun así, los soldados y los civiles generalmente no se rendían. Fueron necesarias dos bombas atómicas para detener el perverso fanatismo militar de Japón.
Los japoneses ‘renuncian para siempre a la guerra’
Fue entonces, inmediatamente después de esa trágica historia, que Estados Unidos ocupó Japón y redactó su Constitución. Los oficiales Aliados, liderados por el General Douglas MacArthur, querían asegurarse de que el fanatismo militar no se levantaría de nuevo en Japón. Por lo tanto, incluyeron el Artículo 9 en la nueva Constitución. Esta cláusula prohibía la guerra como medio para que Japón resolviera las disputas internacionales.
El Artículo 9 dice: “El pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio para resolver las disputas internacionales. (...) Las fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, así como los demás potenciales de guerra, nunca serán mantenidas”.
“Estamos comprometidos”, dijo MacArthur, “a asegurarnos de que el pueblo japonés sea liberado de esta condición de esclavitud”.
Estados Unidos y Japón se firma en Washington el
19 de enero de 1960.
Como parte de la liberación, el equipo de MacArthur prohibió el culto al emperador y disolvió el Estado Sintoísta. Hicieron que el emperador Hirohito pronunciara su famosa “Declaración de Humanidad”, un discurso radial a Japón en el que renunció a la interpretación nacionalista del sintoísmo, condenó la idea de que él era un dios y dijo que los japoneses no son una raza superior.
Poco después de la redacción del Artículo 9, Estados Unidos y Japón firmaron el Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua. Éste codificaba la dependencia japonesa de EE UU para su defensa, diciendo que EE UU defendería a Japón apostando tropas estadounidenses cerca de potenciales zonas de conflicto en la región.
Volviendo discretamente al militarismo
La Constitución que los líderes de EE UU escribieron, sin cambiar ni una coma, ha regido técnicamente los asuntos japoneses en las décadas siguientes.
Pero durante los 70 años transcurridos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Japón ha dado algunos pasos significativos para alejarse del pacifismo.
El primero de ellos se produjo ya en 1950, cuando Japón estableció una Policía Nacional de Reserva. En 1954, con el apoyo de Washington, Japón la convirtió en la Fuerza de Autodefensa de Japón (sdf, por sus siglas en inglés). Esta fuerza de “autodefensa” se convirtió de hecho, en un conjunto totalmente integrado y ultramoderno de componentes terrestres, marítimos y aéreos para rivalizar con los de cualquier otra potencia mundial. En 1992, Japón aprobó la Ley de Cooperación en el Mantenimiento de Paz de las Naciones Unidas, que permitía a la sdf participar en ciertos aspectos no militares de las misiones de la ONU. Eso significaba que los soldados japoneses podían, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, ser colocados fuera de las fronteras de Japón. Luego vinieron los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, que provocaron cambios que el New York Times calificó como “la transformación más significativa en el ejército japonés desde la Segunda Guerra Mundial” (23 de julio de 2007).
La marcha de Japón hacia la abierta militarización se aceleró desde 2004 a 2010. Durante esos años, Tokio envió tropas no combatientes a Irak, Indonesia, Nepal, Israel, Yibutí, Somalia y Haití. Durante ese mismo período, Japón realizó más acciones para dejar de ser una fuerza puramente de “autodefensa”.
El 11 de marzo de 2011, el terremoto de magnitud 9,0 de Tohoku sacudió a Japón, generando un tsunami y causando una grave crisis nuclear. La sdf se puso en acción, llevando a cabo operaciones de rescate con más de 100.000 soldados, una cifra sin precedentes en la era de la posguerra. “No es exagerado decir que el terremoto ha impulsado las operaciones militares japonesas más importantes desde el final de la Segunda Guerra Mundial”, escribió en aquel momento la World Politics Review.
Los esfuerzos de rescate mejoraron drásticamente la percepción del público japonés sobre las fuerzas militares de su nación, y la sdf experimentó su mayor apoyo público en décadas.
El 1 de julio de 2014, Tokio tomó la decisión de “reinterpretar” una sección clave de su Constitución pacifista: la prohibición de la autodefensa colectiva. Durante los 70 años anteriores, se había entendido esta sección como la limitación de las fuerzas de Japón a actuar en su propia defensa, y nunca en defensa de sus aliados, y jamás en algún conflicto fuera del territorio japonés. Bajo el primer ministro japonés Shinzo Abe, la reinterpretación se hizo oficial en septiembre de 2015. Esto significaba que Japón podría utilizar su gran ejército de vanguardia de una manera que habría sido impensable sólo unos años antes: Si un barco de EE UU está bajo fuego, Japón puede ayudarlo; si un misil norcoreano se está dirigiendo hacia un barco australiano, Japón puede derribarlo; si la ONU está involucrada en una actividad de “zona gris”, las tropas japonesas pueden participar.
Los japoneses no perdieron mucho tiempo para aprovechar sus nuevas capacidades militares. En noviembre de 2016, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, Japón desplegó soldados en el Sudán meridional con un mandato que ninguno de sus compatriotas había tenido por 70 años: se les permitió usar la fuerza para proteger al personal de la ONU, a los civiles y a sí mismos.
A la luz de la historia de tiempos de guerra de Japón, todos estos pasos hacia el nacionalismo y el militarismo son merecedores de atención y preocupación.
Tim Kelly, corresponsal de defensa y seguridad de Reuters en Tokio, dijo: “Para Japón representa de hecho un paso muy, muy grande y un gran salto para alejarse de esas siete décadas de pacifismo”.
La histórica reinterpretación también allanó el camino para mayores cambios en la Constitución japonesa. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, pronto Japón podría tener, oficialmente, capacidades para lanzar el primer ataque contra posibles amenazas.
A la luz de la historia de tiempos de guerra de Japón, todos estos pasos hacia el nacionalismo y el militarismo son dignos de atención y preocupación.
Japón es conocido por no expresar mucho remordimiento por su salvajismo durante la guerra.
A esta preocupación se suma el hecho de que Japón es conocido por no expresar mucho remordimiento por su salvajismo en tiempos de guerra. Japón también ha revisado la historia en muchos casos para minimizar sus crímenes.
El pueblo de Japón personifica muchos rasgos excepcionalmente nobles y admirables. Sus contribuciones culturales y tecnológicas han enriquecido la experiencia humana de millones de personas en todo el mundo. Pero como resultado del revisionismo histórico, una peligrosa cantidad de japoneses modernos ven con orgullo las atrocidades cometidas por su nación en tiempos de guerra.
Esta es una tendencia premonitoria y preocupante.
¿Qué hay más adelante?
En 1971, cuando Japón todavía era un país firmemente pacifista, el educador Herbert W. Armstrong predijo que la nación despertaría de su sueño de posguerra y volvería a un temible militarismo. “El Japón actual no tiene un sistema militar”, escribió. “Pero no debemos perder de vista el hecho de que Japón se ha vuelto tan poderoso económicamente que podría construir una fuerza militar de gran potencia muy rápidamente” (La Pura Verdad, marzo de 1971).
Por décadas, el pronóstico del Sr. Armstrong podría haber parecido alarmista para muchos estudiantes de geopolítica. Pero ahora, cuando vemos a los nacionalistas y a los de línea dura desmantelar la arquitectura pacifista de Japón y liderar un reavivamiento del nacionalismo, el militarismo y el culto al emperador que hicieron de Japón una máquina militar inusualmente despiadada, esa previsión ya no parece descabellada. ¡Es evidente que el pronóstico del Sr. Armstrong estaba correcto! ¿Cómo podría él haberlo sabido?
El punto de vista del Sr. Armstrong se fundaba en profecías bíblicas específicas. Los periodistas a veces mencionan la palabra bíblica Armagedón, que se encuentra en Apocalipsis 16:16, pero es raro escuchar hablar de “los reyes del oriente” mencionados en el versículo 12 de ese mismo capítulo. La Biblia muestra que estos “reyes del oriente” serán un enorme bloque de naciones asiáticas que unirán sus ejércitos en el tiempo del fin. Lo hacen para enfrentarse a otro bloque de poder liderado por Alemania. Apocalipsis 9:16 dice que el ejército asiático estará compuesto por la increíble cantidad de 200 millones de soldados.
Aún se desconocen algunos detalles específicos de cómo esta superpotencia oriental se formará en el tiempo del fin, pero la profecía es inequívocamente clara sobre el hecho de que ocurrirá. Y, aunque será liderada por Rusia y China, Ezequiel 38:6 especifica que “Gomer” y “Togarma” serán parte de este bloque de poder, y le prestarán su poder militar. Éstos son nombres antiguos para los principales pueblos que conforman el Japón moderno.
Estas profecías fueron registradas en la Santa Biblia hace miles de años. ¡Hoy podemos ver cómo se está preparando el terreno para su cumplimiento! ¡El poderoso plan de Dios se está llevando a cabo!
Actualmente, la animosidad y la desconfianza persisten entre los pueblos de Japón y China. Pero ¿qué harían los japoneses si vieran a un feroz ejército europeo unido destruir a Estados Unidos, su principal aliado? ¿Esperarían y averiguarían si ellos, por sí solos, podrían hacer frente a esta feroz potencia europea? ¿O su deseo de sobrevivir los llevaría a dejar de lado sus diferencias con China y asociarse con el bloque ruso-chino?
Ante tal escenario, es fácil ver que el instinto de supervivencia llevaría al pueblo japonés a humillarse ante los chinos y los rusos y a prestar su creciente poderío militar al eje ruso-chino. Ellos lo harían basándose en la creencia de que la alianza sería sólo temporal.
La Biblia explica claramente que una superpotencia asiática se levantará muy pronto, y nos dice que la guerra resultante, en parte gracias a la participación de la maquinaria de guerra japonesa, será la más devastadora que la humanidad haya sufrido jamás.
La Biblia explica claramente que una superpotencia asiática se levantará muy pronto, y nos dice que la guerra resultante, en parte gracias a la participación de la maquinaria de guerra japonesa, será la más devastadora que la humanidad haya sufrido jamás.
Cristo describió la inminente Tercera Guerra Mundial diciendo: “Pues habrá más angustia que en cualquier otro tiempo desde el principio del mundo. Y jamás habrá una angustia tan grande. De hecho, a menos que se acorte ese tiempo de calamidad, ni una sola persona sobrevivirá...” (Mateo 24:21-22; Nueva Traducción Viviente).
Al igual que el Sr. Armstrong hizo en la revista La Pura Verdad, la Trompeta informa sobre los esfuerzos japoneses hacia la remilitarización porque cada uno de éstos representa un pequeño paso para acercarse un poco más a ese ejército de 200 millones de hombres. Cada movimiento de Japón para normalizar su ejército es un paso más para acercarse a ese conflicto violento y sin precedentes. Muchos pasajes de la Biblia muestran que será el conflicto más sangriento y destructivo de la historia. La marcha de Japón hacia la militarización apunta a un futuro tenebroso.
¡Pero hay buenas noticias!
En Mateo 24, Cristo dice que la guerra global al final de esta era será tan devastadora que podría matar a toda la vida humana. Pero luego agrega un detalle vital en el versículo 22 (ntv): “Pero será acortado”.
¡La Tercera Guerra Mundial será acortada! Antes que el hombre dispare sus últimas armas para aniquilarse totalmente, Jesucristo interrumpirá el conflicto. Inmediatamente después de ese tiempo de muerte y destrucción sin igual, Cristo establecerá una nueva era de paz y prosperidad sin precedentes. Él gobernará la Tierra como Rey de reyes y Señor de señores. Él marcará el comienzo de una época de paz mundial para los pueblos de Japón y China y de todos los demás pueblos. Con respecto a esta futura era de armonía global, Isaías 2:4 dice que “no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.
Dios promete proteger a cualquier persona, ya sea japonesa, china, estadounidense o de cualquier otra nacionalidad, que se arrepienta y se vuelva hacia Él. Y la esperanza se extiende más allá de la protección física a corto plazo solamente. Dios tiene un magnífico plan que implica abrir la salvación eterna a todo ser humano que haya vivido. Para entender estas profecías en detalle, y para entender la urgencia y la esperanza que ellas contienen, solicite una copia de nuestro folleto gratuito Rusia y China en profecía. ▪
¿Irá Japón de nuevo a la guerra?
¿Qué ha hecho el ejército japonés en el pasado? ¿Qué está haciendo ahora? ¿Qué podría ser capaz de hacer en el futuro? Por décadas, Japón se ha abstenido de construir un ejército agresivo, pero ahora eso está cambiando. ¿Podría el gran pueblo japonés, que es tan brillante en la construcción de máquinas, construir otra máquina de guerra que destruye naciones?
La Biblia predice que Japón formará parte de un bloque económico global (Isaías 23), se aliará con los gigantes de Asia (Daniel 11) y se enfrentará a otra superpotencia en la peor guerra mundial que el planeta jamás haya visto (Apocalipsis 16). Para entender las profecías sobre Japón con más detalle, solicite su copia gratuita de Rusia y China en profecía.