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La invisible consecuencia del cambio climático
En algún lugar del mundo, los desastres ambientales siempre están causando destrucción y cobrando vidas. En 2019, vimos el huracán Dorian, el ciclón Idai, el “ciclón bomba” del medio oeste de EE UU, terremotos en Indonesia, tornados en Estados Unidos y otros desastres mortales, con incendios forestales en California, inundaciones italianas y sequías en Australia y Sudáfrica avanzando hacia el nuevo año.
A pesar de que estos desastres son drásticamente diferentes—incluso antitéticos—y golpean lugares dispares en todo el mundo, se cree que todos se remontan a una causa común.
En 2019, la temporada de incendios forestales en California, incluyó más de 6.000 incendios, quemando un área estimada de 81.000 hectáreas, mató a tres personas y dañó o destruyó más de 700 estructuras. Algunas de las áreas quemadas todavía se estaban recuperando de los incendios en 2017 y 2018, que destruyeron más de 32.000 edificios y mataron a 150 personas. Las compañías de energía cortaron la electricidad a 2,7 millones de californianos para evitar que sus líneas y equipos enciendan nuevas llamas en condiciones secas y ventosas. Miles de evacuados lucharon por encontrar refugio.
“Así es como se ve el cambio climático”, tuiteó la representante de Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, en un enlace a las imágenes de los incendios. “Al Partido Republicano le gusta burlarse de las advertencias científicas sobre el cambio climático como una exageración. Pero sólo mire a su alrededor: ya está comenzando. Tenemos 10 años para reducir las emisiones de carbono a la mitad. Si no lo hacemos, escenas como ésta pueden volverse mucho peor (28 de octubre de 2019).
A casi 18.000 kilómetros de distancia, los grifos de agua de Sudáfrica se están secando. La escasez de lluvias y la escasa infraestructura han dejado a miles de personas sin agua en la provincia del Cabo Oriental. Cinco pueblos han estado sin agua corriente desde julio. El ganado yace muerto, los cultivos se marchitan y las escuelas están cerradas. Un experto en hidrología afirma que Sudáfrica está sufriendo su peor sequía en mil años.
“África del Sur está sintiendo los efectos del cambio climático”, informó Forbes. “Las Naciones Unidas informan que las sequías prolongadas allí y en todo el continente han provocado escasez de alimentos, lo que afectará a 45 millones de personas. (…) En el sur de África, las temperaturas están subiendo al doble del promedio mundial” (7 de noviembre de 2019). El científico climático de la Universidad de Ciudad del Cabo, Peter Johnston, escribió en theConversation.com que los investigadores prevén nuevos aumentos de temperatura causados por las emisiones de carbono (12 de noviembre de 2019).
A unos 14.000 kilómetros al norte, la gente en Venecia, Italia, le habría dado con gusto agua a los sudafricanos si pudieran hacerlo. Allí, las calles se convirtieron en furiosos ríos y edificios centenarios se inundaron cuando las aguas alcanzaron su punto más alto desde 1966. El aumento de los niveles de agua está haciendo que las inundaciones sean más comunes allí, amenazando el paraíso turístico. “Éste es el resultado del cambio climático”, dijo el alcalde Luigi Brugnaro en Twitter (12 de noviembre de 2019).
26.000 kilómetros al sureste, en Australia, la precipitación promedio durante los primeros nueve meses de 2019 fue la más baja desde 1965, mientras que las temperaturas promedio fueron las más altas desde que comenzaron los registros en 1910. La grave escasez de agua está devastando las tierras de cultivo en Queensland y Nueva Gales del Sur, causando la peor sequía en más de 400 años, según dicen algunas fuentes. Una de las represas más grandes de la Cuenca Murray-Darling, la principal región agrícola de Australia, está llena en apenas un 4%. El suministro de agua está a punto de agotarse en muchas ciudades, y se acerca el verano. Algunos agricultores están pidiendo ayuda para abandonar sus granjas. Australia, que una vez fue el principal productor mundial de lana y el cuarto mayor exportador de trigo, tiene un rebaño de ovejas mínimo en los últimos 100 años y tuvo que importar trigo este año. Muchas de las principales vacas reproductoras de Australia están siendo sacrificadas debido a la falta de agua y alimento. Combinado con fuertes vientos, las condiciones secas han provocado grandes incendios forestales a lo largo de la costa Este, con más de 1.000 hectáreas (tres veces más que la temporada pasada) quemándose en Nueva Gales del Sur antes de que siquiera comience el verano. El humo de estos incendios llegó a Nueva Zelanda, a 4.100 kilómetros de distancia.
“La temperatura, la carga del combustible, la sequedad, la velocidad del viento y la humedad afectan el riesgo de incendio y se ven agravados por el calentamiento global”, informó el Guardian. “El vínculo entre el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y el aumento del riesgo de incendios forestales es complejo, pero según las principales agencias científicas, es claro. El cambio climático no crea incendios forestales, pero puede y los empeora” (10 de noviembre de 2019).
Una causa común
Muchas emergencias, una causa. Incluso las amenazas que parecen totalmente ajenas también se remontan a esta misma causa. Después de que un cazador recientemente comió un conejo salvaje en Mongolia Interior, China sufrió un brote de peste bubónica. Los medios estatales dijeron que las poblaciones de roedores allí se multiplicaron debido a las sequías, y las sequías se intensificaron debido a—lo adivinó—el cambio climático.
La lista de problemas globales que se atribuyen a esta única causa está creciendo rápidamente. Ésta incluye, pero está lejos de limitarse a: más inundaciones, más sequías, más incendios forestales, más olas de calor, aumento de temperaturas, descenso de temperaturas, aumento de tornados, huracanes más fuertes, aumento del nivel del mar, disminución del hielo marino ártico, mayor acidez oceánica, menos agua potable, agricultura en peligro, expansión de la desertificación, multiplicación de insectos portadores de enfermedades. Luego, se culpa al cambio climático de la privación resultante, la desnutrición, el hambre, la desigualdad económica, los disturbios civiles, el desplazamiento de la población y así sucesivamente.
A medida que crece la lista de consecuencias del cambio climático, cada vez más personas se unen a la causa común de combatirlo. La manifestación más impresionante se produjo el 20 de septiembre de 2019, cuando millones de personas en aproximadamente 185 países se unieron en marchas para protestar por el problema. Fue un clímax dramático de una creciente protesta contra lo que se ve cada vez más como la mayor amenaza que enfrenta la humanidad.
Para que los científicos, educadores, políticos, famosos, expertos, profesionales, estudiantes e incluso niños, millones de personas de casi todos los países de la Tierra, acuerden algo, debe ser simple. Y esto es extremadamente simple: todo un conjunto de catástrofes y caos encaja perfectamente en una sola canasta llamada cambio climático. Además, este es un problema con una causa claramente identificable: las emisiones de carbono. Por lo tanto, para resolver todos estos problemas, la humanidad necesita hacer una sola cosa: generar menos carbono.
Todos los que no están de acuerdo son vistos como ignorantes, posiblemente malvados, como una amenaza para la humanidad. Cada vez que ocurre otro desastre, se presenta como una prueba más de que los líderes mundiales no están haciendo lo suficiente para forzar la reducción de carbono.
Así, los activistas se vuelven más impacientes, sus advertencias más extremas, sus “soluciones” más radicales y sus voces más estridentes. “La gente está sufriendo; la gente se está muriendo; ecosistemas enteros se están derrumbando”, dijo Greta Thunberg, activista de 16 años, a las Naciones Unidas en los días posteriores a esas protestas masivas. “Estamos en el comienzo de una extinción en masa, y de lo único que ustedes pueden hablar es de dinero y cuentos de hadas del eterno crecimiento económico”.
Esta idea se ha tornado increíblemente popular: Los cambios climáticos provocarán la extinción en masa, y la única prevención es remodelar la civilización moderna. Más específicamente, salvar al mundo de la aniquilación ambiental requiere que Occidente abandone la economía de libre mercado. Un titular contundente de Guardian Unlimited capturó la esencia: “Poner fin al cambio climático requiere el fin del capitalismo. ¿Tenemos el estómago para eso?”.
El 5 de noviembre de 2019, la revista académica Bioscience publicó una declaración firmada por 11.000 científicos que establece que “clara e inequívocamente el planeta Tierra se enfrenta a una emergencia climática” y “se necesita un inmenso aumento de escala en los esfuerzos para conservar nuestra biósfera para evitar sufrimientos indecibles debido a la crisis climática”. Entre sus recetas está: poner fin a la perforación de combustibles fósiles, reducir el nivel de vida de los ricos, reducir las economías nacionales y eliminar la carne del menú.
Sin embargo, el verdadero meollo del asunto es el control de la población. “[L]a población mundial debe estabilizarse—e idealmente, reducirse gradualmente”, escriben los científicos. Ellos promocionan “políticas probadas y efectivas que fortalecen los derechos humanos al tiempo que reducen las tasas de fertilidad”, incluida la anticoncepción y el aborto suministrados por el gobierno.
Sobre el rugido y el ruido de semejante alarmismo, la verdad puede ahogarse. Esto lleva a lo que realmente es una consecuencia terrible del “cambio climático”, una con efectos de vida o muerte.
Manipulando los datos
Un informe respaldado por 11.000 científicos parece fidedigno: una virtual unanimidad científica. Pero varios escépticos registraron la lista de estos “científicos” y encontraron grandes cantidades con credenciales cuestionables: estudiantes, “investigadores”, profesores o profesores asociados en campos que no tienen nada que ver con el clima, como la ginecología, la etnomusicología y la seguridad alimentaria. Algunos ni siquiera tenían credenciales. Uno de los firmantes era Mickey Mouse, profesor del Instituto de Mickey Mouse para Ciegos.
Estos escépticos tenían buenas razones para sospechar: este tipo de fraude es una rutina en la ciencia del cambio climático.
Por ejemplo, la Cuarta Evaluación Nacional del Clima del gobierno de EE UU, en noviembre de 2018 incluyó una serie de gráficos que muestran líneas de tendencia que presumiblemente prueban el cambio climático. Pero como señala el verdadero científico Tony Heller, la fecha de inicio de cada una de las tendencias es diferente: los gráficos muestran el aumento de las olas de calor desde 1960, la disminución del hielo marino ártico desde 1979, el aumento de incendios forestales en EE UU desde 1983 y el aumento del nivel del mar desde 1920. ¿Por qué? Porque los parámetros para cada gráfico fueron elegidos deliberadamente para asegurar que la línea de tendencia contara la historia “correcta”. Heller señala: “Cuando se quiere engañar a las personas con estadísticas, es muy importante elegir la fecha de inicio”. La Evaluación Nacional del Clima eligió fechas que evitan las temperaturas más altas antes de 1960, la disminución del hielo marino antes de 1979 y el número mucho mayor de acres quemados por incendios forestales antes de 1983. Mientras tanto, las estadísticas muestran que el nivel del mar ha aumentado a una tasa constante y lenta de 2,84 milímetros por año desde al menos mediados de 1800, y también aumentó durante miles de años antes de ese tiempo.
Ciertamente, hay científicos verdaderos con experiencia verdadera en climatología que creen que la actividad humana está creando condiciones apocalípticas. Pero antes de comenzar a desmantelar la civilización y purgar el planeta de las personas, vale la pena recordar que el historial de la ciencia en este tema es pésimo.
La noción de que la única esperanza para este planeta condenado es eliminar a los humanos tiene al menos décadas de antigüedad. Hace cincuenta años, el profesor de Stanford Paul Ehrlich sugirió que, para evitar el enfriamiento global, el gobierno podría reducir la población al poner medicamentos de esterilidad en el suministro de alimentos y agua. En 1971, John P. Holdren (quien más tarde se convirtió en el asesor científico del presidente Barack Obama) escribió un ensayo titulado, “La superpoblación y el potencial para el ecocidio”, advirtiendo sobre una próxima edad de hielo. Ejemplos de tales predicciones trastornadas y fallidas son innumerables. (Lea el comentario de Brad Macdonald de agosto de 2019, “Ataque de los ambientalistas a la familia”, que muestra cómo el motivo real detrás del impulso para despoblar no tiene nada que ver con la preocupación por la Tierra).
Es importante recordar tales hechos, ya que están siendo totalmente sepultados por el ruido. Se nos dice que los adolescentes como Greta Thunberg “lo entienden” mientras regañan y gritan al mundo por su supuesta inacción con respecto al cambio climático. ¿Y qué bárbaro se atrevería a cuestionar a 11.000 científicos? Los medios de comunicación están a bordo de este tren, y cada vez más líderes están trepando o siendo empujados allí—y están tomando decisiones ruinosas en consecuencia. Se ha convertido en el supuesto consenso. Pero eso aún no hace que sea verdad.
Cada nuevo desastre que sufrimos hace que los climatólogos hablen como si estas maldiciones van a cesar si todos nos volviéramos vegetarianos, erigiéramos molinos de viento y dejáramos de volar aviones. Esto no sólo es delirante, es terriblemente peligroso.
Muchas personas ven la falta de honradez e hipocresía del alarmismo climático. Pero incluso ellos no ven el verdadero desastre: ¡el hecho de que este error oscurece la verdadera lección que debemos sacar de estas maldiciones!
La verdadera lección
El enfoque en el cambio climático oculta el verdadero problema. Si las emisiones de carbono humano no están causando inundaciones en Venecia y sequías en Australia, entonces ¿qué es?
Sin duda que la actividad humana causa directamente algunos problemas relacionados con la naturaleza. La quema de combustibles fósiles libera contaminantes como el dióxido de azufre y el óxido de nitrógeno al medio ambiente (aunque EE UU ha reducido las emisiones de dióxido de azufre en un 91% y las emisiones de óxido de nitrógeno en un 60% desde 1970). Esto puede crear una “lluvia ácida” que, aunque mucho menos que en la década de 1970, todavía envenena arroyos, lagos y pantanos. La degradación del suelo es otra amenaza ambiental provocada por el hombre: los científicos estiman que nuestro suelo ha perdido entre el 25 y el 75% de su contenido orgánico desde los albores de la agricultura humana—principalmente debido a monocultivos de cosechas que agotan los nutrientes. También está el problema de las personas que construyen casas en zonas inundables, costas y otras áreas de alto riesgo, donde el funcionamiento rutinario de la naturaleza se vuelve calamitoso sólo porque interrumpen la actividad humana.
Pero hay otro factor mucho más relevante a considerar con respecto a la causa de los desastres. Y es espiritual.
El Creador de la Tierra tiene poder sobre el clima (por ejemplo, Salmos 148; Nahúm 1:3; Job 38:28). Y lo usa para lograr propósitos muy específicos.
Note las promesas que Dios hace en Levítico 26:3-4: “Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto”. Contraste esto con los versículos 14, 19 y 20: “Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos (…) haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce. Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto”.
Estos versículos y otros pasajes relacionados dejan en claro que la obediencia conduce a la lluvia en su temporada, lo que hace que la tierra produzca en abundancia. Dios puede crear un clima favorable y otras condiciones para las personas que le son fieles. Pero a veces Él retiene la lluvia y crea otros desafíos relacionados con el medio ambiente para corregir a quienes desobedecen Sus leyes.
“Regando también llega a disipar la densa nube, y con su luz esparce la niebla. Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, para hacer sobre la faz del mundo, en la tierra, lo que él les mande. Unas veces por azote, otras por causa de su tierra, Otras por misericordia las hará venir” (Job 37:11-13).
Dios baña la Tierra con una lluvia suave y vivificante para mostrar Su amorosa preocupación y misericordia. Pero a medida que los seres humanos Lo rechazan y lastiman Su creación y a los demás, envía tormentas, tornados, huracanes, inundaciones, sequías y otros desastres para corrección. Él está tratando de ayudar a las personas a reconocer que persiguen el camino maldito de la desobediencia, el camino de la inmoralidad, del engaño, la codicia, la violencia, el odio, la lujuria, la codicia, la idolatría, la blasfemia, la vanidad, el egoísmo.
Este gran Creador promete: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).
¡Ésta es la pura verdad de la Biblia! Quienes atribuyen estos desastres a los supuestos “pecados” de emitir carbono, comer carne y tener hijos—en lugar de los pecados reales que Dios define en Su Palabra—¡contradicen y desafían directamente la verdad de Dios!
Cuando usted comprende que los desastres “naturales” representan a nuestro Creador acercándose a nosotros para tratar de corregirnos y guiarnos de vuelta a una relación con Él, la verdadera tragedia del “cambio climático” se vuelve clara. En lugar de ver a Dios y aceptar Su corrección, están siendo llevados a la ira, incitados a protestar, rebelarse y a castigar a sus líderes. Están proyectando su apoyo emocional detrás de causas izquierdistas equivocadas y siendo superados por una apasionada indignación de autojusticia que debilita y desgarra a la sociedad.
Toda esta tendencia está cubierta con las huellas digitales del padre de los mentirosos, quien odia a los seres humanos y fue “homicida desde el principio” (Juan 8:44), “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2): Satanás el diablo. Este dragón malvado engaña al mundo entero (Apocalipsis 12:9), y pocos problemas demuestran esta realidad desoladora tan claramente como este problema del cambio climático.
Obviamente, la mayoría de las personas descarta y se burla de este punto de vista, pero la Biblia no podría ser más clara. Con estos versículos en mente, las acciones extrañas y sin sentido de individuos y naciones comienzan a tener sentido. Y aún más, usted comienza a ver cómo las crisis, como las sequías en Sudáfrica y Australia, los incendios en California y las inundaciones en Europa, pueden resolverse realmente. ▪