JULIA GODDARD/TROMPETA
La gloria del Imperio
En gran parte del mundo académico y la política de hoy, la historia está siendo atacada, y el Imperio Británico está en el centro de la tormenta. Todo lo relacionado con el imperio se denuncia como malo. Las grandes figuras del Imperio están siendo derribadas.
El profesor Philip Murphy de la Universidad de Londres, dijo que Gran Bretaña está viendo un nuevo tipo de política “en la que el imperio es casi el pecado original de Gran Bretaña, porque es intrínsecamente racista y encarna todos los valores masculinos autoritarios contra los que la izquierda se rebela ahora”.
Esta tendencia es devastadora para Gran Bretaña y para el mundo. También es una tergiversación perversa del pasado imperial de Gran Bretaña.
Durante el reinado de la reina Victoria, las posesiones del Imperio Británico en todo el mundo se expandieron hasta convertirse en el imperio más grande de la historia. Aunque Gran Bretaña era una pequeña nación insular, a finales del siglo xix se decía que el sol nunca se ponía en su territorio. Con sus colonias, protectorados y territorios, el Imperio incluía más de 36 millones de kilómetros cuadrados de tierra y 450 millones de personas, más de una cuarta parte de la población mundial. Con la supremacía en el mar, Gran Bretaña asumió el papel de policía global y llegó a dominar la política mundial.
Poseer una porción tan grande del planeta le dio a Gran Bretaña un poder sin precedentes en el comercio mundial y le otorgó una influencia significativa sobre las economías de muchos países. A los puertos británicos llegaban barcos de todo el mundo con mercancías y materias primas que alimentaban la economía local.
Pero el imperio tenía un propósito mucho más amplio que simplemente administrar la riqueza. Esos recursos apoyaron una era de avances científicos, industriales, culturales y militares en el Reino Unido y más allá. “La gloria del Imperio Británico fue su servicio a una causa que trascendió a Gran Bretaña, que trascendió a la historia, que trascendió al propio tiempo”, escribió el autor e historiador Kirk Emmert en su excelente libro Winston S. Churchill on Empire [Winston S. Churchill sobre el Imperio].
Por supuesto, el Imperio Británico no fue perfecto; hubo muchos errores e injusticias. Pero definitivamente no fue la fuerza cruel, malvada e inhumana que hoy muchos piensan que era.
Emmert escribió que, en opinión de Churchill, el Imperio Británico actuó para “alejar la vida humana de la barbarie y el salvajismo hacia la civilización y la excelencia humana”. En muchos casos, eso es exactamente lo que hizo. ¡Fue una poderosa fuerza civilizadora que benefició a toda la humanidad!
El imperio que el mundo necesita
El historiador y profesor de Harvard Niall Ferguson explica con detalle el buen trabajo del Imperio Británico en su libro Empire [Imperio]. A pesar de las amplias críticas que recibe el Imperio Británico en la actualidad, escribe, “el hecho es que ninguna organización en la historia ha hecho más por promover la libre circulación de bienes, capital y mano de obra que el Imperio Británico en el siglo xix y principios del xx. Y ninguna organización ha hecho más para imponer las normas occidentales de ley, orden y gobernanza en todo el mundo”.
Ferguson hace un muy buen trabajo argumentando que “el mundo que conocemos hoy es en gran medida el producto de la era del Imperio Británico”. Documenta las imponentes contribuciones de Gran Bretaña a las tierras que colonizó, y a la humanidad en general, contribuciones que incluyeron el idioma y la literatura inglesa; las formas inglesas de propiedad de la tierra; la banca escocesa e inglesa; la Ley común; los deportes de equipo; las asambleas representativas; y las nociones modernas de libertad.
Todas estas cosas tenían sus raíces en los valores judeocristianos, que los británicos compartieron con la humanidad durante su dominio global.
¿No es algo bueno un imperio que aleja al mundo del salvajismo hacia la excelencia humana? ¡Este mundo necesita ese tipo de imperio!
Incluso los antepasados de Estados Unidos, a pesar de su hostilidad hacia muchas facetas del gobierno británico, reconocieron las enormes contribuciones de Gran Bretaña a la visión moral del hombre. En junio de 1783, George Washington escribió: “Los cimientos de nuestro imperio no se establecieron en la era sombría de la ignorancia y la superstición, sino en una [época] en la que los derechos de la humanidad se comprendían mejor y se definían más claramente que en cualquier otro período anterior…”.
El 10 de julio de 1833, Lord Macaulay declaró en un discurso ante el Parlamento británico: “Hay un imperio exento de todas las causas naturales de decadencia. Ese imperio es el imperio imperecedero de nuestras artes, nuestra moral, nuestra literatura y nuestras leyes”. Tales hombres creían que Gran Bretaña tenía un sistema único y especial de leyes, valores y moral, y querían compartirlos con el resto de la humanidad.
¡Contraste ese ideal con lo que ve hoy, cuando la mayor exportación de Gran Bretaña es el vandalismo anárquico, amoral y borracho! Las leyes justas y la rectitud moral deberían exportarse a todo el mundo. Pero Gran Bretaña, en cambio, propaga una profunda corrupción y una plaga de maldad, al igual que Estados Unidos. Eso es una terrible vergüenza.
Emmert explicó que Churchill creía que el “fomento de la civilización [es] el propósito más elevado del imperio”. Churchill tenía la esperanza y la convicción de que el Imperio Británico, basado en un sólido sistema de leyes y moral, mejoraría el carácter tanto de los líderes británicos como de sus súbditos. ¡Nunca lo hizo a la perfección, pero lo hizo más que ningún otro pueblo o imperio!
“El verdadero imperialismo… desarrolla la masculinidad”, dijo Churchill. ¡Eso es políticamente incorrecto hoy, pero sigue siendo muy acertado! El verdadero imperialismo, la expansión de un imperio basado en la ley y la moralidad, crea hombres y mujeres de calidad.
La visión de Dios sobre el Imperio
La historia de la humanidad ha producido ciertamente algunos imperios muy malvados. En lugar de civilizar al mundo, algunos imperios lo han hecho más bárbaro y violento. De acuerdo con la profecía bíblica, el imperio más salvaje de todos va a surgir justo antes de la Segunda Venida de Jesucristo, ¡y podemos verlo emerger ante nuestros ojos en Europa hoy! En la actualidad, se disfraza con sofisticación, pero pronto volverá a su histórica brutalidad.
Esa fea historia ha contribuido a la mala opinión que mucha gente tiene del imperio en general, especialmente entre los intelectuales y académicos de Occidente. Sin embargo, la existencia de esos imperios bárbaros no cambia el bien que puede hacer un imperio civilizador. Y la representación cínica que hacen los académicos del Imperio Británico es muy engañosa y deshonesta.
En esencia, ¿es inmoral el imperio? No. No hay nada malo con el imperio si trae algo bueno. ¡En verdad, el imperialismo adecuado puede lograr grandes cosas!
De hecho, si usted entiende el evangelio que Jesucristo trajo a la Tierra, las noticias anticipadas de Dios el Padre sobre el Reino de Dios que pronto vendrá, ¡era en esencia un mensaje imperialista! ¡El Reino de Dios podría llamarse con toda exactitud el Imperio de la Familia Dios!
Dios tiene un plan para alejar la vida humana de la barbarie y el salvajismo y llevarla hacia la civilización y la excelencia. Tiene una estrategia para difundir leyes justas y una moral correcta. ¡Tiene la intención de cumplir el noble propósito de fomentar la civilización correcta en beneficio de todo el mundo!
Dios está poniendo los cimientos de ese futuro Imperio hoy. Él está preparando a un pueblo, Su Iglesia, que estará listo cuando llegue el momento en que Jesucristo sea coronado como Rey de reyes y Señor de señores.
¿Es usted uno de los que Dios podría utilizar para ese noble propósito? ¿Dedicaría su vida a ésta, la más grande de todas las causas?
Piense en esta declaración de James Anthony Froude, que escribió en su libro Oceana: “Un hombre... que es más que sí mismo, que forma parte de una institución, que se ha consagrado a una causa, o que es ciudadano de una potencia imperial, se expande hasta el alcance y la plenitud del organismo más grande; y cuanto más grande es la organización, más grande e importante es la unidad que sabe que pertenece a ella. Sus pensamientos son más amplios, sus intereses menos egoístas, sus ambiciones más amplias y nobles. (…) Una gran nación hace grandes hombres, una pequeña nación hace pequeños hombres” (énfasis mío).
Froude hablaba del Imperio Británico. Churchill y muchos otros fueron una prueba viviente de esa declaración. Ese gran Imperio los ennobleció y encendió su imaginación.
¡Pero la observación de Froude es infinitamente más cierta respecto al Imperio que Dios Mismo está estableciendo! Este Imperio mejora tanto a los gobernantes como a los gobernados. Cuanto más lo comprendemos y encomendamos nuestras pasiones a él, menos egoístas son nuestros intereses, más amplios nuestros pensamientos, ¡más amplias y nobles nuestras ambiciones!
Después de todo, ¡este es el Imperio de Dios! Es el esfuerzo más grande, más maravilloso e inspirador que jamás habrá. Ninguna nación o reino en la Tierra producirá jamás hombres y mujeres más grandes que el Reino de Dios, ¡y usted puede unirse a él incluso hoy!