La fe de Abraham en la nueva Jerusalén
Transcripción de La Llave de David
Dios prometió a Abraham un hijo, y luego hizo que Abraham y Sara esperaran 25 años antes de recibir ese hijo. Abraham tenía 100 años en ese momento; 100 años. Y si piensa en esto, pues, Isaac era su único hijo, y él lo quería, tal vez, como pocos padres podrían, debido a todos los eventos en torno a esto. Y luego Dios le dijo a Abraham después de esto, Pues bien, toma a tu hijo ahora, y sacrifícalo. Quiero que lo sacrifiques, que sacrifiques su vida por Mí y por esta Obra que estamos haciendo. Y entonces por supuesto, Abraham accedió e hizo eso, pero Dios lo detuvo justo antes de que sacrificara a Isaac, pero en su mente —es decir, en la mente de Abraham— su hijo había muerto, prácticamente muerto. Pero él sabía que Dios ya había prometido continuar el linaje de Abraham a través de Isaac, y por eso sabía que Dios tendría que resucitar muy rápidamente a Isaac para cumplir esa promesa.
El creyó en las promesas de Dios, y esto requirió la máxima fe de cualquier ser humano que haya existido. Esta es fe ‘par excelence’. Abraham fue llamado el padre de los fieles. El padre de los fieles, por este hecho y por lo que hizo con su hijo. Y creo que realmente no hay paralelo a este tipo de prueba, ni para un hombre que da un paso en fe y confía en Dios como Abraham lo hizo. Excepto Jesucristo, por supuesto. Pero nadie más, ningún ser humano me parece que haya enfrentado algo así. Y él estaba dispuesto a sacrificar a este hijo especial, y si piensan en eso, pueden darse cuenta que Dios lo estaba usando como un tipo de Dios el Padre Mismo, que entregó a su Hijo Jesucristo, para ser golpeado cruelmente y crucificado y desfigurado más que ningún otro hombre. Así que, el Padre SÍ tuvo que dar a Su Hijo, y quería ilustrar algo de la fe que nosotros necesitamos debido a ese gran sacrificio que el Padre hizo por todos nosotros, y por supuesto Jesucristo también.
Pero hubo algo más en lo que Abraham creyó. Era una promesa que Dios hace a todos nosotros. Y si piensan en esto, Abraham nunca, nunca tuvo otra prueba como esta. El pasó esta prueba, y no hay nadie más en la Biblia que yo pueda ver, que haya sido probado así. Y tal vez por eso, ya que Abraham pasó esa prueba, se le llama el padre de los fieles Y el amigo de Dios, debido a ese tipo de fe.
Vean en Génesis 22, versos 1 y 2. “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios”, “probó” es la mejor traducción, “[probó] a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él dijo: Heme aquí. (2) Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. Pues, esta es una prueba impresionante. Uno sabe que todo tipo de emociones intensas estarían pasando por la mente, y podría sufrir de verdadera ansiedad. Pero aún así Abraham confió en Dios, le creyó a Dios, en todas las promesas que había hecho, y siguió adelante con ese sacrificio.
Todo sucedió en la tierra de Moriah, que realmente incluye el área de Jerusalén, donde Jesucristo Mismo, fue sacrificado por toda la humanidad. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” por este mundo, este mundo malvado, para pagar por nuestros pecados y así poder entrar en la Familia de Dios si tenemos la fe de Abraham, o al menos imitamos esa fe tanto como podamos. Hay un paralelo asombroso entre la prueba de Abraham y la prueba del Padre y Jesucristo.
En los versos 9 y 10 dice: “Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. (10) Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo”. Así que estaba dispuesto a sacrificar a su hijo, y todo esto es un tipo del Padre dejando que crucifiquen a Jesucristo. ¿Ven algo más en la Biblia como esto, una prueba como esta? Dios lo estaba probando, pero la recompensa que le dio a Abraham es algo difícil siquiera de imaginar. ¡Fue increíble, por decir lo menos!
Así que, si piensan en el Padre y su amor por Jesucristo, entienden esto muy, muy profundamente. Abraham fue el padre de la nación física Israel. Fue el padre de esa nación, pero también es el padre del Israel espiritual o sea la nación espiritual, la propia Iglesia de Dios.
Ahora, eso se debe a lo que él hizo, y Dios quiere que veamos este ejemplo y aprendamos a construir una fe real y viva. Dios hizo una promesa a todos nosotros, y veremos que Abraham cumplió su fe en esa promesa, y fue algo digno de contemplar.
Noten lo que dice en Génesis 22, versos 11 y 12. Dice: “Entonces el ángel de [el Eterno] le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. (12) Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único [hijo]”. Dios supo lo que había en la mente de Abraham. Él supo que Abraham iba a sacrificar a su hijo, y eso era suficiente para Dios el Padre. Eso era suficiente. ¿Pero dónde hay un paralelo como este en la Biblia? ¿Dónde se puede encontrar algo como esto, y como la FE de ese hombre? No veo nada que sea más impresionante que eso.
Ahora, si quieren ver una fe viviente, Abraham realmente nos muestra eso. Dios había hecho otras promesas, pero él sabía que iba a usar a Isaac. Se lo había prometido. Así que, aunque lo sacrificara él sabía que Dios tendría que resucitar a ese hijo. ¡Le creyó a Dios! Eso es raro en este mundo hoy, ver a alguien que tenga algo remotamente cercano a ese tipo de fe. Simplemente no se ve.
Y luego Dios dijo, Pues, ahora, él es un amigo de Dios. Quiero decir, él era el mejor amigo de Dios, ¡un verdadero amigo de Dios! Le creyó a Dios en esta prueba de pruebas. ¡Le creyó! Y va a recibir una de las posiciones más altas en todo el reino.
Ahora, veamos Génesis 22, versos 16 a 18. “Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice [el Eterno], que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; (17) de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos”. Está hablando de las bendiciones futuras sobre naciones, sobre dos naciones en particular, que se convirtieron en las naciones de la primogenitura: Estados Unidos y Gran Bretaña. Continúa diciendo: “… y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos”, la traducción de Fenton lo vierte como “… y tu raza poseerá las puertas de sus enemigos”. Así que para lo material, las promesas nacionales de la raza, sólo la raza, y luego tenemos la gracia, (18) “Y en tu simiente (Cristo) serán benditas todas las naciones de la tierra”, esta promesa es espiritual, de gracia, “porque has obedecido mi voz”.
Ahora miren, tenemos un libro, Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, donde hemos estado demostrado por más de 50 años acerca de estas naciones de la primogenitura y mostrando que todas estas bendiciones fueron dadas a Estados Unidos y Gran Bretaña (las naciones de la primogenitura) y el Israel profético en el tiempo final. Ahora, piensen en eso. Piensen en toda la riqueza y el poder que Estados Unidos y Gran Bretaña han recibido, y deja muy claro aquí que Dios está hablando del gran Imperio Británico (pueden leerlo en Génesis 35) y también el imperio más grande de todos, y Estados Unidos la nación individual más grande de todas en la Tierra. Y todas esas bendiciones vinieron debido a la obediencia de Abraham. Y está ligado a que estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo, y para recordarnos que Dios el Padre sacrificó a Su Hijo por nuestros pecados. todo eso está ligado a esta riqueza dada a Gran Bretaña y Estados Unidos.
Tenemos que pensar en eso. Creo que nosotros consideramos toda esta riqueza que hemos tenido en el pasado en Estados Unidos y Gran Bretaña, como producto del ingenio humano, pero déjenme decirles que ese no es el caso en absoluto. Dios lo hace muy claro y lo relaciona con la crucifixión misma de Jesucristo, y con la prueba aterradora de Abraham, y dice, Ahora mira, te bendeciré con todas estas cosas, te daré las bendiciones de la primogenitura. Lo que significa que no hacemos nada para ganarlo o merecerlo; todo es por Abraham y la gente simplemente recibe estas bendiciones debido a donde nacieron, donde fue su nacimiento.
Qué hermosísima escritura, de varios versos aquí. ¡Qué maravillas nos muestra Dios! Y esto está tan profundamente inmerso en el poder y el amor de Dios por Israel.
¿Y cuánto hemos apreciado eso hoy? ¿Cuánto lo hemos apreciado? Esto es algo que todos los estadounidenses y todos los británicos deberían entender y darse cuenta de lo bendecidos que hemos sido y de cómo todas estas bendiciones están ligadas a algunos de los eventos más grandes de toda la Biblia, y aun así, ¿cuántas personas lo entienden? Y les diré que nuestro libro se los demuestra, sin lugar a dudas.
Noten Hebreos 11 verso 1. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Eso es la fe. No vemos la evidencia; la FE es la evidencia. (2) “Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”.
Aquí está uno de esos ancianos de los que habla Pablo en Hebreos. Verso 8: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. (9) Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena”, bueno, ¿qué les parece? El lugar donde estaba, bueno, era una tierra ajena, se dirigía a otro país, mucho más importante que cualquier cosa en la Tierra, “morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa”. ¿A dónde iba? ¿Qué buscaba?
Verso 10: “Porque esperaba la ciudad”, esperaba la ciudad, “que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”. Es decir, hay cimientos reales en ese país, y particularmente, en esa ciudad, ¡refiriéndose a la ciudad de la nueva Jerusalén! ¡La ciudad que Dios el Padre va a traer a la Tierra!
Ahora el verso 13: “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. (14) Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria. (15) pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver”. Pero no lo hicieron. (16) “Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad”. ¡La Nueva Jerusalén! ¿Creyó Abraham en la Nueva Jerusalén? ¡Sí, lo hizo!
Verso 17: “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, (18) habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; (9) pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos”; vean, él sabía que Dios tendría que resucitarlo de entre los muertos porque Él ya había prometido estas grandes bendiciones que vendrían a través de su hijo, Isaac. Abraham era un tipo de Dios el Padre, como ven; y él podía ver que todo estaba relacionado con ese Padre.
Apocalipsis 21, versos 1 y 2: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. (2) Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”. Ahora bien, ¡esta es la ciudad que Abraham vio! Él la vio. ¡Él vio todo a través del prisma de la Nueva Jerusalén! ¡Él miró todo a través de esa luz de Dios!
Ahora el verso 3: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”. Vean, esto es después del Milenio y el Juicio del Gran Trono Blanco cuando el Padre desciende a la Tierra y trae la Nueva Jerusalén; esa gran ciudad con calles de oro; ... que cubrirá el Oriente Medio y mucho más. ¡Una sola gran ciudad viene a la Tierra!
¡Y Abraham, Abraham tenía su enfoque en esa ciudad! Y eso no es algo fácil de hacer, pero Dios dice que todos debemos hacer eso, tener ese enfoque y tener esa visión en nuestras mentes. El Padre anhela bajar a la Tierra para estar con Su Familia. Dios el Padre, que va a traer muchos hijos a la gloria, dice en Hebreos. muchos hijos van a venir a Su Familia.
Verso 4: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Es una Obra maravillosa y una maravilla, sí, ¡lo es!
Versos 22 y 23: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. (23) Y la ciudad”, la ciudad en la que Abraham se enfocó toda su vida; por eso pudo sacrificar a su hijo como lo hizo. Qué fe tan totalmente asombrosa tuvo ese hombre para hacer lo que hizo, “y la ciudad”, dice, “no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”. Bueno, ¿qué le parece esa ciudad? ¡Qué gran ciudad!
Romanos 4 habla de cómo Abraham creyó (en el verso 11), y luego en el 16 la última parte dice, “que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros. (17) (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó”; le creyó a Dios en todo, y se convirtió en el padre de los fieles. Si quieren saber cómo construir la fe, miren a Abraham, miren ese maravilloso ejemplo, probablemente sin paralelo en toda la Biblia, en lo que se refiere a una prueba.
Verso 20: “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, (21) plenamente convencido de que [Dios] era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”. Cualquier cosa que Dios prometiera, ¡él sabía que la cumpliría! ¡Y que era capaz de cumplirlo y que lo cumpliría! ¡Esto es muy impresionante! Bastante impresionante, de hecho.
Jeremías 17, pueden leerlo en los versos 24 y 25, donde dice: “Esta ciudad será habitada para siempre”. ¡Va a estar aquí para siempre y por los siglos de los siglos!
“… Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2 versos 22 y 23).
Y pueden ver, en Gálatas 3 dice: “(6) Así Abraham creyó a Dios”, una y otra vez dice eso. Él no creyó sólo en la existencia de Dios. Él le creyó a Dios. ¡y creyó en toda palabra que Dios dijo! Lo creyó. Y miren todas las recompensas que están aquí incluso ante nosotros hoy. Están pasando rápidamente ahora porque, bueno, algo necesita corregirse en nuestra fe. Es decir, si miran estas profecías seguramente lo entenderían. No veo cómo podríamos pasarlo por alto.
Pero, (7) Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham”. Son sus hijos.
Verso 9: “De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham”.
Ahora veamos lo que tenía que aprender la Iglesia del tiempo del fin, esta última era de la Iglesia de Dios, el remanente de Filadelfia dentro de esa era de Laodicea. Es una era tibia del propio pueblo de Dios. El 95% de ellos se alejó, menos un pequeño 5% que no lo hizo, y ¿por qué no? Vean [Apocalipsis 3:7], dice: “Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia (…) Yo conozco tus obras”, verso 8, yo sé todo sobre tus obras, “he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre”.
Verso 10: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba”, o de la Gran Tribulación que viene, si no despertamos. Pero Dios dice que ese pequeño remanente que tiene la fe de Abraham será protegido; eso es lo que dice. “Que ha de venir sobre el mundo entero”, el mundo entero va a ser probado antes de que Jesucristo venga y detenga todo; o destruiríamos a todos los seres humanos en la Tierra. Eso está en Mateo 24 versos 21 y 22. Y, “que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra”.
Pero fíjense en lo que esta gente hizo. “He aquí”, verso 11, " yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. (12) Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y [les daré] mi nombre nuevo”. ¿Ven? Ellos tienen la misma fe de Abraham, ¡y creen en la promesa de Dios sobre una Nueva Jerusalén! Lo creyeron y construyeron la fe de Abraham, ese pequeño remanente, y ahora entregan este mensaje al mundo, principalmente al pueblo de Dios que se ha alejado de Él y se está alejando de Él. Es una situación triste.
El verso 19, sigue hablando de que Dios está ahí, invitando a Su pueblo y tratando de que venza.