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La economía del Mundo de Mañana

JULIA GODDARD/TRUMPET

La economía del Mundo de Mañana

¡La revolución ya viene!

A través de las vigas, y donde estarán las vigas, la luz del día se desvanece. Usted da una última cincelada y guarda las sierras, las escuadras y los taladros para ordenarlos y protegerlos del rocío de la mañana. No hay necesidad de protegerlos de nada más. Menos mal, porque nunca ha tenido nada con cerradura o llave.

Desde el otro lado de las paredes, y donde estarán las paredes, llega un murmullo de voces. La joven familia cuya casa usted está construyendo con madera está preparando la cena sobre una pila de vigas en compañía del padre, la madre, los hermanos, hermanas, sobrinas, sobrinos y primos que han venido desde sus casas para ayudar a construir ésta.

Su propia casa necesita su atención, así que estar aquí y no allá es un sacrificio. Pero había una necesidad, usted podía ayudar y dijo que lo haría, así que aquí está. De hecho, aunque ya podría haber terminado, está dedicando tiempo, esfuerzo y materiales adicionales sólo para darle a ese techo un par de siglos más de durabilidad y una geometría un poco más hermosa. No está cobrando extra, de hecho, ni siquiera se los dice. Es suficiente satisfacción hacer que esta casa sea todo lo que pueda ser para esta familia y ser parte de lo que representa en el sentido más amplio: trabajo duro, disciplina, equidad, generosidad, camaradería y familia dedicados a construir el lugar donde ellos, y las generaciones por venir, vivirán la mayor parte de sus vidas y construirán la mayor parte de su carácter.

Después de que el patriarca da las gracias y todo el mundo dice “Amén”, comienza el bullicio: tintinean las cucharas en los platos y el hielo en las jarras, hay voces y risas aquí y allá; hablan del día, de gente, de la creación, del Creador. Es una noche estrellada, una buena comida; es bueno estar vivo, aquí, haciendo esto. Usted ama a esta familia; ama este trabajo. Todo el mundo ama el hogar. Y usted es un constructor de hogares.

Fundación

En cierto modo, esta obra de construcción es una ficción. Las casas no se construyen así. Las construyen urbanizadores, accionistas de bancos, fondos de inversión, agencias gubernamentales, compañías de títulos, empresas de ventas, equipos de trabajo itinerantes y fabricantes, y las habitan una serie de deudores hipotecarios en un proceso impersonal a través del cual cada entidad da lo menos posible y toma lo más posible. De hecho, esta actitud fundamental de egoísmo satura la naturaleza humana de cada persona, en cada sector en cada economía, en cada país de cualquier época. Nuestra propia naturaleza es egocéntrica, preocupada por sí misma, por su propia estima, por su propio interés, defensa y riqueza, se auto engrandece y, en última instancia, se autodestruye. También es destructiva para los demás. La naturaleza egoísta está en usted y en mí, cuando estamos construyendo un hogar, cuando estamos dentro de nuestros hogares y cuando salimos de éste. Es la base de nuestras finanzas, comercio, economías y gobiernos, de nuestra salud, trabajo y entretenimientos, y de cada parte de nuestra vida cotidiana. La condición humana se basa en la naturaleza humana egoísta.

Pero ¿por qué no deberían los mismos seres humanos, en la misma tierra y con los mismos recursos experimentar el trabajo, el comercio y la vida de una manera positiva, virtuosa, sin opresión, compartida e inspiradora, en lugar de negativa, sombría, sin sentido y terminal?

Deberíamos. Pero requiere un cambio en nuestro espíritu, actitud y motivación y en la naturaleza que el ser humano ha tenido desde el principio.

Un gobierno humano no puede cambiar la naturaleza humana. Se necesitaría un gobierno con un poder espectacular, un poder que no sólo construyera el universo, sino que creara el cuerpo, el cerebro y el espíritu humanos, el poder humano de elegir y las relaciones humanas. Requeriría que el propio Creador de los seres humanos gobernara directamente la creación y los guiara, corrigiera y ayudara para elegir el dar en lugar del obtener.

Requeriría remplazar la base misma de la sociedad por una nueva: el gobierno literal de Dios en la Tierra.

Leyes

El gobierno humano se basa en la naturaleza humana. El gobierno de Dios se basa en la naturaleza de Dios. Dios es amor (1 Juan 4:8). Aparte de Dios, los seres humanos son incapaces de generar o incluso entender el amor verdadero. Pero Dios describe a los seres humanos Su naturaleza amorosa y cómo aplicarla. Estas descripciones se llaman leyes. Tal como las leyes de la física que un constructor emplea para edificar una casa sólida, estas leyes espirituales provienen del Creador, nunca cambian en función de las ideas humanas, y siempre producen buenos resultados.

En el gobierno de Dios, los dos principios fundamentales de esa ley constitucional son el amor hacia Dios y el amor al prójimo (Mateo 22:36-40). Estos dos principios legales se subdividen en 10 leyes fundamentales: los Diez Mandamientos (Éxodo 20).

Muchas personas conocen sobre Dios, conocen estas leyes y suponen que cumplen en general con la mayoría de ellas, o que Jesucristo las abolió. No entienden que Él no abolió la causa y el efecto, y que el efecto —nuestro mundo desmoronándose— es causado por la gente que quebranta estas leyes de la “física espiritual”.

Pero, ¿qué pasaría si el Creador se hiciera cargo cotidianamente del gobierno ejecutivo, legislativo, judicial, local, nacional e internacional y enseñara y aplicara estas leyes?

Las personas verdaderamente obedecerían los Diez Mandamientos, no sólo estrictamente por la letra sino también en su espíritu e intención. Aprenderían a elegir voluntariamente a no tener otros dioses, incluyendo su propia voluntad, antes que Dios. No harían ídolos, incluyendo el dinero y los bienes. Honrarían altamente el nombre y la autoridad de Dios. Guardarían el día de la semana que Dios hizo para adorarle. Guardarían los primeros cuatro mandamientos de mostrar amor hacia su Creador, junto con los últimos seis mandamientos para mostrar amor hacia otras personas. Cada hijo e hija honraría a su padre y a su madre, aprendiendo de ellos, viviendo cerca y cuidándolos. El mantenimiento económico para ellos sería un hecho. Rodeados de la familia y cumpliendo el papel crucial de la enseñanza, ¡para los ancianos la vejez sería quizás la mejor parte de la vida! La gente no mataría: no habría miedo o recursos desviados para prevenir la guerra, el asesinato, el daño o el odio. Todos los cónyuges se dedicarían por completo a su esposo o esposa. Entre los beneficios de estos matrimonios seguros, confiados y felices estaría la prosperidad dentro de las familias y en la sociedad. Las personas educadas correctamente no robarían. Temerían y despreciarían la idea de dar al comprador, vendedor, trabajador o empleador menos del 100%. La gente diría toda la verdad en todas sus transacciones, eliminando los enormes efectos económicos de la mentira. No codiciarían. Estarían libres de esa mentalidad esclavizante, libres de la pérdida de tiempo, libres de vidas insatisfechas incluso cuando una persona consigue lo que codició. La gente se preocuparía mucho menos por lo que posee y mucho más por lo que es.

Bajo el gobierno de Dios, el individuo no pagaría ningún impuesto sobre la renta, o comercial, de ventas, sobre la propiedad, la salud o la muerte. En su lugar, pagaría su primer diezmo (10% de sus ganancias) y las ofrendas que él mismo determinara (Deuteronomio 14:22; Éxodo 23:14-16). Esto produciría la bendición espiritual de desarrollar un carácter humilde, amoroso y dadivoso, que facilitaría más bendiciones de Dios, la menor de las cuales sería la abundancia financiera.

Bajo el gobierno de Dios, el individuo no pagaría ni cobraría intereses, limitándose así mucho del poder que el dinero tendría de otro modo. La gente se libraría de las deudas de las tarjetas de crédito, deudas de los vehículos, deudas estudiantiles, comerciales, hipotecarias y nacionales. Sin embargo, los préstamos seguirían existiendo. Serían sin intereses; proporcionados por la familia, los amigos y los vecinos; y utilizados para el propósito real de un préstamo: ayudar de verdad a alguien que realmente necesita dinero y que realmente hará todo lo posible para devolverlo (vea Deuteronomio 15). Cada siete años se produciría un año de liberación en el que todos cancelarían todas las deudas a corto plazo. Cada 50 años, la gente no experimentaría una depresión sino un jubileo (Levítico 25).

Estas leyes fundamentales de la prosperidad revelan una verdad asombrosa sobre la economía próspera del gobierno de Dios: no es acerca de prosperidad. Proverbios 3:9-10 describe una abundancia que sería literalmente incontenible. Pero a pesar de todo lo que posea, gane, adquiera, cree, ayude, embellezca y construya, lo que más le importará será la familia, el dar, el carácter, su relación con otros y la relación con su Creador.

Verdaderos bienes raíces

¿Por qué debería esto ser hipotético? No debería serlo, y no lo será. ¡Realmente se trata de una descripción no ficticia de la economía del Mundo de Mañana!

La Biblia profetiza que ésta será la imagen básica de la vida en la Tierra dentro de no mucho tiempo. Jesucristo regresará, establecerá Su gobierno y Sus súbditos aprenderán a guardar las leyes que Dios ha hecho en todo, desde la administración de la tierra hasta el electromagnetismo y el culto. Nadie quedará afuera; cada persona tendrá el mismo poder de elección para recibir estas bendiciones y muchas más. Su naturaleza egoísta comenzará a cambiar y se desarrollarán escenas de compartir, dar, comunicarse, obedecer y construir en granjas, ranchos, jardines, graneros, establos, talleres, puertos, tiendas, bibliotecas, parques y vecindarios desde las laderas de las montañas hasta las colinas, valles fluviales, sabanas, selvas tropicales, cañones y costas, cada hombre bajo su vid y bajo su higuera, teniendo vida, libertad y la búsqueda de su increíble potencial humano.

El gobernante de este gobierno venidero dijo en Lucas 16:10: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel”. Lo “muy poco”, en este caso, será una increíble prosperidad y vidas significativas. ¿Qué es lo “más”? Hebreos 2:8 revela la respuesta: el Creador de todas las cosas materiales quiere construir el carácter de los seres humanos hasta el punto de poder darnos todas las cosas materiales. Las escenas de obediencia, familia, comunidad, productividad, sacrificio generoso, risa, significado, propósito y amor no se limitarán a la construcción de una casa de madera de otro mundo. De hecho, no se limitarán a este mundo. 


EL INCREÍBLE POTENCIAL HUMANO

Este es el asombroso relato del verdadero mensaje evangélico de Jesucristo—y de cómo la dimensión faltante fue retenida y el mundo entero engañado.