La conquista alemana de los Balcanes está por completarse
Lo que está sucediendo en Croacia se extiende mucho más allá de los límites de esa pequeña nación. ¡Es tan impresionante que las naciones de este mundo se paralizarían de temor si en realidad entendieran! (…) Hay algo muy oscuro y siniestro agitándose en Europa. ¡Lo que está sucediendo ahora en Croacia es tan sólo un pequeño ejemplo de lo que está a punto de esparcirse por todo el Continente ! Esta es ‘la gota que rebalsará el vaso’ para unificar Europa”.
El redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, escribió eso para nuestra edición de enero de 1999, en inglés, sobre las (entonces en curso) Guerras Balcánicas. Las Guerras Balcánicas comenzaron en 1991, cuando Croacia declaró su independencia de Yugoslavia. Los disturbios pronto se extendieron a otros lugares, como Eslovenia, Bosnia y Kosovo. Como hizo la mayoría de los medios de comunicación en el mundo, nuestra atención se fijó en esa región de Europa del Este. Pero la cobertura de la Trompeta fue diferente a todos. Gran parte del mundo se enfocó en las acciones de Serbia, Rusia y Estados Unidos. Para la Trompeta, el enfoque estaba en dos lugares: Alemania y el Vaticano. El Sr. Flurry predijo que lo que estaba ocurriendo en Croacia era el comienzo de una Europa unida (dominada por Alemania e influenciada por el Vaticano) controlando a esa región.
Más de tres décadas después, el análisis del Sr. Flurry ha probado ser correcto. Un avance rápido a 2023 y hemos cerrado el círculo. Yugoslavia, como país, es una reliquia histórica, y ahora Croacia está plenamente integrada a la Unión Europea. El 1 de enero de este año, se convirtió en el 25o país del mundo en adoptar el euro como su moneda. También se convirtió en el 28o país en incorporarse al Área Schengen sin fronteras, pues se han suprimido todos los controles fronterizos marítimos y terrestres entre Croacia y los demás países integrantes del Área. Se prevé que en marzo finalicen sus controles aeroportuarios.
¿Por qué es esto relevante? Después de todo, hace años que Croacia es miembro de la Unión Europea. Además, los serbios y croatas se hubieran enfrentado entre sí con o sin la participación de Alemania. Para poder entender las Guerras Balcánicas es necesario el contexto histórico. Las semillas de lo que ocurrió en Croacia se sembraron en la Segunda Guerra Mundial.
Masacre en Croacia
En 1941, el régimen nazi de Adolfo Hitler invadió y conquistó Yugoslavia. Alemania y sus aliados se anexaron varias regiones de ese país. Pero Croacia—junto con algunas regiones de Bosnia que le fueron anexadas—fue “liberada”. Hitler entregó el país a la Ustacha, una organización fascista nacionalista croata. El Estado Independiente de Croacia (ndh, del croata Nezavisna Država Hrvatska) gobernó los Balcanes occidentales hasta 1945.
En esos años, la Ustacha intentó limpiar étnicamente su región de cualquier pueblo considerado indeseable. Y fueron despiadadamente eficaces. Las estimaciones varían en cuanto a las víctimas de este régimen. El historiador Robert Paxton, en su libro The Anatomy of Fascism [La anatomía del fascismo], ofrece una aproximación: “[I]ncluso los observadores nazis estaban horrorizados por las masacres en las que los alborotados de la Ustacha asesinaron a unos 500.000 serbios, 200.000 croatas, 90.000 bosnios musulmanes, 60.000 judíos, 50.000 montenegrinos y 30.000 eslovenos”.
Cabe destacar el campo de Jasenovac, un campo de concentración y exterminio, dirigido no por alemanes sino por croatas desde 1941 a 1945. No se tiene una cifra exacta de los asesinatos que ocurrieron en ese lugar. Una conferencia en 2021 en la Universidad de Uppsala en Suecia estimó que Jasenovac tuvo entre 90.000 a 130.000 víctimas. Y los métodos de ejecución y tortura fueron brutales. La Ustacha arrojaba a las personas vivas a los crematorios. Desmembraban a sus víctimas con hachas, sierras, martillos y otros instrumentos. A los hombres les arrancaban los ojos, y a las mujeres les cortaban los senos.
La Ustacha estableció Jasenovac en agosto de 1941, casi 6 meses antes de que los nazis implementaran campos de concentración en Polonia, como Auschwitz y Treblinka. Los planes para aquellos campos más infames fueron formalizados en enero de 1942. Se podría decir que Croacia creó el prototipo del campo de exterminio nazi.
Los serbios fueron el principal objetivo de la Ustacha. Los croatas eran tradicionalmente católicos, y uno de los objetivos principales del ndh era catolizar a la nueva Croacia. Los serbios, muchos de los que vivían dentro de las fronteras del ndh, eran tradicionalmente ortodoxos orientales. La Ustacha consideraba a los serbios herejes de los cuales debían ocuparse. Así que elaboraron un plan para exterminar a un tercio de la población serbia de Croacia, expulsar a otro tercio de la población a Serbia (que estaba bajo ocupación alemana) y convertir al catolicismo por la fuerza al otro tercio restante.
Esta inquisición moderna no pasó desapercibida para las autoridades católicas. El arzobispo de Zagreb, Alojzije Stepinac, era un ferviente partidario de la Ustacha y dio su bendición al régimen. El Vaticano lo mantuvo como arzobispo en Croacia hasta su muerte en 1960. Mientras que el jefe de la guardia en Jasenovac, Miroslav Filipovic, era un sacerdote católico.
El resurgimiento del fascismo
Después de la liberación, el dictador comunista Josip Broz Tito, gobernó el país hasta su muerte en 1980. Para mantener el país a flote, Tito asumió enormes niveles de deuda y concedió a las repúblicas constituyentes del país niveles de autonomía cada vez mayores a expensas del gobierno federal. Tras su muerte, las viejas tensiones étnicas entre las repúblicas empoderadas—especialmente entre Croacia y Serbia—se recrudecieron. Todo culminó con la rebelión de Croacia y Eslovenia contra Yugoslavia en 1991.
Ambos países son Estados independientes en la actualidad. Pero al principio pocos países en ese entonces los reconocían como tales. Los Balcanes han sido una región geopolítica volátil durante siglos. La mayor parte de Europa no quería ver más disturbios. Estados Unidos se opuso a reconocer la independencia de Croacia. Tampoco lo hizo la Comunidad Económica Europea (cee) predecesora de la actual Unión Europea). El Reino Unido, Francia y los Países Bajos se opusieron a agitar la olla en los Balcanes.
Alemania, sin embargo, tenía otros planes.
A pesar de la oposición del resto de Occidente, el 23 de diciembre de 1991 Alemania anunció sus planes de reconocer la soberanía croata. Esto significó que Alemania, como escribió la revista Ethics & International Affairs en 1998, “en efecto negaba la legitimidad del Estado yugoslavo existente y presionaba a otros gobiernos europeos a hacer lo mismo. En pocas semanas, la federación yugoslava se desmoronaba, mientras que sus asuntos civiles degeneraron en una anarquía de violencia armada”. Menos de un mes después, el Papa Juan Pablo ii otorgó la bendición del Vaticano por la independencia. Cuando los miembros occidentales se opusieron a la decisión de Alemania, ésta amenazó con retirarse de la cee.
Occidente cedió. El resto de Europa no tardó en reconocer la independencia croata en el transcurso de 1992.
Esa intromisión en la guerra civil croata fue bastante preocupante. Pero aún más preocupante fueron los primeros acontecimientos culturales de la nueva Croacia. Con la independencia, afloraron las celebraciones culturales fascistas.
Esto quedó latente en la forma en que Franjo Tudman, primer presidente de Croacia, manejó el nuevo país. Su gobierno adoptó la bandera de la Ustacha como los colores nacionales y acuñó su moneda, la ahora desaparecida kuna, que retomó de la época fascista croata. En la Croacia de Tudman, fue común usar la consigna “Za dom spremni”, un eslogan equivalente al saludo nazi “Sieg heil”; frase que permanece hasta nuestros días.
(En 2016, políticos croatas instalaron una placa en Jasenovac con la inscripción “Za dom spremni”, para conmemorar a los soldados croatas muertos en la década de 1990. Esto fue equivalente a que políticos alemanes actuales instalaran una placa en Dachau con la inscripción “Sieg heil”).
Tudman también negaba el Holocausto. Escribió en uno de sus libros que “la pérdida estimada de 6 millones de personas [en el Holocausto] se basa demasiado en testimonios emocionales y sesgados, como en datos exagerados en los cálculos de posguerra sobre crímenes de guerra y ajuste de cuentas con los perpetradores derrotados de crímenes de guerra”.
Este es el hombre que los croatas consideran su “padre fundador” moderno. El aeropuerto internacional de Zagreb lleva su nombre. A muchos croatas no parece importarles el legado fascista que Tudman restauró.
La complicidad de Europa
La Iglesia católica tampoco se ha desvinculado del legado de la Ustacha. Hay rumores que sugieren que el cardenal Stepinac murió en 1960 envenenado por las autoridades comunistas. En 1998, el Papa Juan Pablo ii declaró a Stepinac un mártir y lo canonizó como santo. Hoy es el santo patrono de Croacia.
Alemania y el Vaticano conocían la historia fascista de Croacia, y su historia de apoyar a la Ustacha. Sabían que el gobierno de Tudman tenía inclinaciones fascistas. Ambos lo apoyaron no a pesar de estos factores, sino por causa de éstos. Ellos sabían que una Croacia con buenos recuerdos de la época fascista podría ser un buen aliado para Alemania y el Vaticano. Los serbios, por su parte, son amigos tradicionales de Rusia. Una Yugoslavia unida dirigida por serbios simpatizantes de Rusia hubiera interferido en las ambiciones germano-vaticanas. Por ello, cuando comenzaron las Guerras Balcánicas en 1991, Alemania y el Vaticano intervinieron para disolver el Estado yugoslavo. Si eso significaba tener que financiar públicamente a un negacionista del Holocausto, así sería.
Esto nos lleva a 2023. Alemania se ha convertido en el líder no-oficial de la Unión Europea. Tiene la economía más grande, mayor población y el mayor número de puestos en el Parlamento Europeo de todo el bloque. Y Croacia está firmemente integrada en la UE dominada por Alemania. Ahora Croacia y Alemania comparten una frontera exterior y una moneda. Comparten fuerzas policiales y fronterizas de toda Europa. Y casi el resto de la antigua Yugoslavia también está hoy en el campo de Alemania. El único país que no lo está es Serbia. Pero Serbia está rodeado de países miembros de la otan y su economía depende de la UE, así que no puede poner mucha resistencia a Alemania.
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