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Jugar con fuego falso

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Jugar con fuego falso

Cuando las Iglesias fracasan, ¿fracasa la Biblia con ellas?

La Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén está construida alrededor de la estructura que muchos creen que fue la tumba de Jesús, llamada Edículo. Según la leyenda, cada año en la víspera de Pascua, un rayo de luz ilumina el Edículo. Este rayo enciende una llama milagrosa llamada el “fuego sagrado”. La Iglesia ortodoxa oriental afirma ser el custodio de esta tradición. Cada año, el patriarca ortodoxo de Jerusalén entra en el edículo para recoger el fuego y compartirlo con los peregrinos que esperan fuera. Como prueba del milagro, antes de que el patriarca entre en el Edículo, los asistentes lo registran en público para demostrar que no lleva ningún dispositivo de iluminación. Esta tradición se mantiene desde hace más de un milenio.

Pero si los creyentes quieren un milagro moderno en el que basar su fe, el problema es que, este milagro es falso.

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El periodista de investigación griega Dimitris Alikakos publicó en 2019 un libro titulado Redemption—The Case of the Holy Fire [Redención: El caso del fuego sagrado]. En él, afirma que el fuego sagrado no surge de un milagroso rayo de luz, sino de un hombre con un encendedor. Algunos de sus métodos periodísticos eran engañosos. Pero entre otros testimonios, consiguió obtener un video, ahora en Internet, del arzobispo Isidoros, custodio y abad del santo sepulcro, en el que decía cómo se enciende la vela. Alikakos preguntó a Isidoros: “Usted entra, enciende [el fuego] sobre el Santo Sepulcro y deja [que] el patriarca lo encuentre encendido. ¿Es así o no?” ¿La respuesta? “Así es”. Más adelante en la entrevista, Isidoros admitió: “No es un milagro”.

El Patriarcado de Jerusalén llevó a Alikakos a los tribunales el 20 de marzo. Según la publicación Balkan Insight, la demanda afirma: “A raíz de la publicación del libro, muchos creyentes ortodoxos han dudado cada vez más de sus sacerdotes”.

“Los demandantes han intentado ocultar la verdad”, dijo Alikakos a los medios. “Siento gran alegría y satisfacción de que sus testimonios en video hayan sido escuchados hoy en el tribunal, donde confiesan que el fuego sagrado se enciende de forma natural”, y no de forma sobrenatural.

Uno puede pensar que se trata de una cuestión exclusiva de los cristianos ortodoxos, pero plantea una pregunta importante: en primer lugar, ¿por qué el mundo occidental es tradicionalmente cristiano? ¿Por qué la mayor parte de Occidente considera la Biblia como su documento espiritual fundacional? Se debe a las iglesias ortodoxas, católicas, anglicanas y otras iglesias “establecidas”.

Estas Iglesias, en muchos aspectos, construyeron la civilización occidental. Han sido la norma moral a la que se ha mirado desde los tiempos de los antiguos romanos. Al igual que la propia Biblia, afirman ser los representantes eternos y autorizados del Dios infalible. La gente mira a la Biblia como autoridad porque estas iglesias la han reivindicado como tal durante siglos.

Entonces, una de estas instituciones se expone a sí misma como mentirosa durante más de mil años. Su tradición de milagros es un fraude.

¿Podría alguien culpar a los feligreses por “dudar cada vez más de sus sacerdotes”? ¿Y qué hay de la religión en su conjunto? Si el milagro del fuego sagrado es falso, ¿qué hay del Diluvio de Noé, de la división del mar Rojo o de Jesús caminando sobre las aguas?

Si las Iglesias fingen su divinidad, ¿dónde deja eso a la Biblia? Si no se puede creer a las Iglesias, ¿se puede creer a la Biblia de la que dicen predicar? ¿Por qué creer en la Biblia si la única razón para hacerlo es una Iglesia que dice mentiras?

Por supuesto, la Biblia no dice en ninguna parte que un rayo de luz especial venga anualmente y encienda un fuego milagroso. El fuego sagrado, como muchos mitos medievales, es una tradición supersticiosa de los hombres. Jesucristo dijo: “… en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Marcos 7:7). Hechos 5:38 dice que si “esta obra es de los hombres”, aunque tenga una fachada religiosa, “se desvanecerá”.

Los supuestos milagros como el “fuego sagrado” son obras de hombres. Los hombres fallan. Los hombres mienten. E incluso si están envueltos en un barniz que suena cristiano, Jesús tacha este tipo de adoración de “vana”.

Pero ¿qué hay de la Biblia en sí?

“¿Ha probado alguna vez si, como lo afirma el propio Libro, es la Palabra autorizada del Dios Creador?”, preguntó el teólogo Herbert W. Armstrong en The Proof of the Bible [La prueba de la Biblia]. “Más bien, ¿no ha dado simplemente por sentado, por lo que ha oído, leído o le han enseñado, que o bien es auténtica, o bien es el escrito religioso de una pequeña y antigua raza judía, buscando a tientas en la oscuridad de la ignorancia humana y de la superstición, intentando desarrollar un concepto de Dios?”.

A diferencia del ceremonial críptico que rodea al fuego sagrado, la Biblia no tiene nada que ocultar en cuanto a su autenticidad. El apóstol Pablo ordenó en 1 Tesalonicenses 5:21: “Probadlo todo...”. El Thayer's Greek Lexicon [Léxico griego de Thayer] traduce probar como “probar, examinar, comprobar, escudriñar” y “reconocer como genuino”. Dios truena en Malaquías 3:10 “probadme ahora”.

“¿No va siendo hora —y punto de sabiduría racional— de que pruebe esta importante pregunta de una vez por todas?”, escribió el Sr. Armstrong. “Porque, si la Biblia es de hecho la Palabra inspirada y auténtica de un Dios vivo, omnisciente y todopoderoso, entonces su eternidad será juzgada por ella” (ibíd.).

Si la Biblia dice al lector que pruebe su autenticidad, eso implica que la Biblia es demostrable. No existe una máquina del tiempo que envíe a la gente al pasado para ver por sí misma el Éxodo o la crucifixión. Pero si uno está dispuesto a invertir tiempo en el estudio con una mente abierta, la prueba de la Biblia existe. Pero depende de usted, el individuo, aceptarla o no.

EL MISTERIO DE LOS SIGLOS

Se ha preguntado usted alguna vez: "¿Quién soy yo? ¿Qué soy? ¿Por qué existo?" Usted es un misterio. El mundo que lo rodea es un misterio. ¡Ahora usted puede comprenderlo!