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Elder, young, senior

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Jóvenes y ancianos, juntos

Siga este principio bíblico y disfrute de una de las bendiciones más satisfactorias que la vida tiene para ofrecer.

En una clásica historia contada por Daniel Lapin [rabino estadounidense, autor y orador], un anciano maestro estaba en un vuelo y se encontraba sentado al lado de un prominente político liberal. Poco después de que el avión despegó, uno de los estudiantes del maestro, quien estaba sentado unas pocas filas atrás, comenzó a traerle todo en bandeja a su maestro. Señor, permítame sacarle sus zapatos, aquí hay un par de pantuflas; yo sé cómo tienden a hincharse sus pies. Aquí tiene un sándwich; yo sé cómo odia usted la comida de la aerolínea.

Finalmente, el político expresó lo que pensaba: “Eso es asombroso. Estoy muy impresionado con su hijo. Yo tengo cuatro hijos ya grandes, y ellos nunca hacen nada por mí. ¿Cómo logra que él le sirva tan diligentemente?

El maestro respondió, “En realidad él es mi estudiante. Si él fuera mi hijo, usted realmente habría visto lo que es el servicio. Pero usted no debe culparse. Sus hijos son fieles a sus enseñanzas, y mis hijos son fieles a las mías. Es simple, como verá. Usted tomó la decisión de enseñarles a sus hijos que descienden de los monos. Eso significa que usted está una generación más cerca de los monos que ellos. Y eso significa que es correcto y apropiado que usted reconozca su estatus y que les sirva a ellos. Pero, vea usted, yo escogí enseñarles a mis hijos que nosotros fuimos creados por el Dios Todopoderoso mismo. Y eso me pone en una generación más cercana a Él, lo cual significa que es apropiado que ellos me traten como corresponde”.

Dios es un fuerte defensor de pasar la enseñanza de generación a generación. Él quiere que el conocimiento de acuerdo a Dios crezca en las familias. Él quiere que los niños sean instruidos no sólo por sus padres, sino también por sus abuelos (Deuteronomio 4:9).

Eso significa que el más anciano debe tener una mentalidad para enseñar al más joven, y el más joven debe tener una mentalidad para aprender de aquellos más viejos. Dios quiere que los niños crezcan con un profundo sentido de honor hacia sus mayores, y que los adultos nos desarrollemos como maestros a medida que envejecemos. ¡Todos se benefician!

Dios ama ver un negocio familiar que dure generaciones—un padre enseñándoles su oficio a sus hijos, hijos siguiendo las huellas de su padre. Jesucristo ejemplificó este principio (ej. Lucas 2:49).

Sin educación familiar, cada generación comienza desde cero, tropezando en la vida y cometiendo los mismos errores de la anterior.

Una antigua Pura Verdad expone este punto: “Imagine, si lo desea, a una persona que va al kindergarten, a la escuela gramática, a la primaria, la secundaria, bachillerato, la universidad, hace un posgrado, haciendo sacrificios, trabajando duro y finalmente obteniendo un doctorado en algún campo, y luego se le dice que debe abandonar y ser improductivo el resto de sus días”.

“¿Le suena poco razonable? Puede ser”.

“La mayoría de la gente mayor ha pasado por la “escuela de los golpes duros”; por la experiencia ellos han aprendido lecciones valiosas acerca de manejar los momentos difíciles de la vida, así como sus momentos gratificantes. ¿Y qué sucede cuando ellos están en la etapa de la vida en que pueden compartir esa información con las generaciones más jóvenes? Las generaciones jóvenes, la mayoría de ellas, hacen oídos sordos.

“La sociedad moderna orientada a la juventud como está establecida, simplemente no acoge con amabilidad la participación de las personas ancianas. En general, no muestra un interés genuino por el bienestar de sus miembros mayores” (Septiembre de 1984).

En la sociedad en general, Dios ha removido el beneficio del liderazgo sabio de los “ancianos” (Isaías 3:1-2). Niños y bebés gobiernan en su lugar y se comportan con orgullo en contra de sus ancianos (versículos 4-5).

Necesitamos reconocer esta crisis y dar los pasos necesarios para corregirla en nuestras propias vidas. Ambas partes en la interacción—ancianos y jóvenes—son responsables por hacer que funcione.

Las personas mayores a menudo pueden ver a la gente joven cometiendo errores y tropezando en la vida ignorantes de las consecuencias de sus elecciones. Por mucho que queramos mirar hacia otro lado y dejarlos a su propia suerte, Dios repetidamente busca infundir en aquellos con sabiduría y experiencia un sentido del deber hacia quienes no la tienen. Lea pasajes tales como Deuteronomio 6:5-9; Éxodo 13:8-16; Josué 4:4-9 y Salmos 78—éstos son sólo unos pocos de muchas docenas de escrituras que se enfocan en este importante principio.

Por supuesto que tal instrucción puede caer en oídos sordos. Por lo tanto, es crucial para la gente joven, ser entrenada y enseñada a ser receptiva. ¿Cómo trataría Dios a los “ancianos”? “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo [el Eterno]” (Levítico 19:32). La Nueva Versión Internacional traduce este versículo así, “Levántate en la presencia de los mayores, muestra respeto por los ancianos y reverencia a tu Dios”.

Usted puede ver cómo Dios une el concepto del respeto por los ancianos con la reverencia hacia Él. Están conectados. Después de todo, Dios es el “Anciano de días” (Daniel 7:13).

Enriquecer las relaciones intergeneracionales, enriquecer con la enseñanza de parte de esos ancianos y el respeto por parte de los jóvenes, es un tremendo recurso que no podemos darnos el lujo de no cultivar. ¡Esas son verdaderamente unas de las bendiciones más satisfactorias que la vida familiar centrada en Dios tiene para ofrecer! 

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