WikimediaCommons/Daniel Majewski
Jerusalén, ciudad de esperanza
E n tiempos de la primera venida de Cristo, Jerusalén estaba poblada principalmente por judíos.
Los judíos, al igual que toda la humanidad, tienen un historial de rechazar la verdad de Dios. Cuando Cristo caminó en la Tierra, él les condenó por haber matado a los profetas quienes trajeron el mensaje de Dios. Cristo también profetizó cómo Jerusalén sería destruida si no se arrepentían.
Cerca de 39 años después de haber entregado Su profecía, los judíos fueron invadidos por los romanos. Muchos miles fueron sacrificados, otros fueron esclavizados, su templo fue quemado, y la ciudad fue dejada en escombros.
El general romano quien les conquistó dijo que él nunca hubiera podido hacerlo si los judíos no hubieran estado tan terriblemente divididos. Había tres principales facciones luchando unas contra otras por el control de la ciudad. Una facción incluso quemó la mayoría de los alimentos. Josefo escribió cómo este hecho condujo a un canibalismo de la peor clase.
En la actualidad los judíos también están extremadamente divididos. ¿Está la Historia volviéndose a repetir, pero a mucho mayor escala?
Abraham Lincoln dijo, antes de la Guerra Civil, que una casa dividida contra sí misma no puede permanecer firme. Él estaba citando a la Biblia. Estados Unidos estaba en grave peligro de división y de hacerse insignificante en la escena mundial, haciendo de la nación una presa de fácil conquista para sus enemigos.
Antiguamente, Jerusalén era la capital de todo Israel. La profecía bíblica para el tiempo del fin habla de esta ciudad como un símbolo, o tipo, de todo Israel, cuyos modernos descendientes incluyen específicamente la nación judía y las naciones naturales de Estados Unidos y Gran Bretaña. Así que, esencialmente, lo que vemos sucediendo en Jerusalén también ocurrirá en Estados Unidos y Gran Bretaña (incluyendo la mancomunidad de naciones: Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Suráfrica). Estos datos están completamente explicados en nuestro libro “Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía ”, el cual enviaremos a usted de manera gratuita.
¿Ha notado cuan vergonzosamente divididos están en la actualidad Estados Unidos e Inglaterra? Esa es una enfermedad mortal en una democracia, especialmente en tiempos tan peligrosos.
En una crisis, la división juega un rol primordial en la defunción de una nación. Esto es lo que ocurrió en Jerusalén en el 70 d.C., y debido a que ese evento es un tipo de lo que está por ocurrir en Israel en el tiempo del fin, necesitamos estar extremadamente preocupados.
Estamos encaminados hacia la peor crisis jamás en este planeta. La unidad de nuestra nación debería ser una preocupación primordial. Divididos, no podemos permanecer firmes.
Alrededor del año 135 d.C. los judíos se rebelaron nuevamente contra Roma. Esta vez, los romanos los sacaron de la región entera y no les permitieron regresar. Así, la ciudad vino a quedar poblada mayormente por gentiles. Permaneció de este modo a través de los siglos. En 1948, Las Naciones Unidas [ONU] dio a los judíos la parte más nueva de Jerusalén, establecida en 1860. Ésta, colindaba con la Antigua ciudad de Jerusalén, la cual estaba aun poblada principalmente por gentiles.
Permanece así hasta hoy, excepto que los judíos conquistaron la ciudad Antigua de Jerusalén en la Guerra de 1967. A la población árabe se le permitió quedarse en esa mitad de Jerusalén.
De acuerdo a la profecía bíblica, una mitad de Jerusalén está pronto a ser conquistada por los árabes. Casi cualquier autoridad en la material sabe que, para los árabes será fácil hacerlo.
Si usted duda de la Biblia, considere esto: Varias profecías indican que los judíos estarán en Jerusalén, en el tiempo del fin. Estas profecías fueron escritas muchos años antes de que Cristo incluso viniera a la Tierra la primera vez.
Un buen ejemplo está en Zacarías 14:2: “Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad”.
Esa profecía está específicamente dirigida a la nación de Judá (vea Zacarías 1:12). Dice que la mitad de Jerusalén irá en cautiverio. Para que sea cumplida, los judíos (los descendientes modernos del Judá bíblico) tendrían que tener el control de todo Jerusalén. En otras palabras, esta Escritura incluye una profecía de que los judíos no solamente controlarían la nueva mitad de Jerusalén en el tiempo del fin, sino la mitad antigua también, ¡aún cuando los judíos no tuvieron control en la ciudad desde el año 135 d.C. hasta 1948!
Así pues, la Biblia profetizó hace más de 2.000 años que los judíos perderían el control de Jerusalén (lo cual sucedió en el año 70 d.C.) y recuperarían el control en el tiempo del fin.
El mismo Dios quien inspiró esa profecía, también dice que los judíos están por perder el control de una mitad de esa ciudad, en un futuro muy cercano.
Y poco después de eso, ellos perderán la otra mitad de Jerusalén (Lucas 21:20-24; Apocalipsis 11:1-2). Si las otras profecías se cumplieron, usted puede estar seguro que estas también se cumplirán, ¡y muy, muy pronto! (¡El mismo destino de cautividad aguarda a Gran Bretaña y Estados Unidos, si no nos arrepentimos!).
Esto llega al fondo del por qué Jerusalén está por convertirse en la ciudad de esperanza en el planeta.
El tal llamado Sacro Imperio Romano, conquistará a las naciones de Israel. Pero, después de 3½ años ese imperio, junto con los ejércitos procedentes de Asia, será conquistado por Cristo en Jerusalén.
¡Más de cien profecías nos hablan de eso!
Por miles de años, los profetas y los apóstoles de Dios han vivido con esa esperanza. ¡Un gran número de ellos fueron muertos por tener esa esperanza! El hecho que la gente odie su mensaje muestra en gran medida en qué tipo de mundo enfermo vivimos.
Los sacerdotes malvados quienes trataron de matar al profeta Jeremías y extinguir su mensaje vivían en Anatot. Allí fue donde Jeremías había nacido. Hoy día es una pequeña comunidad llamada Anata, justamente a las afueras de Jerusalén. Yo hice un programa de televisión desde allí.
Anatot era la ciudad de los propios sacerdotes de Dios. Les fue asignada a los Levitas; en la actualidad un tipo de los ministros de Dios.
Incluso en medio de la traición y la adversidad, Jeremías aun tenía gran esperanza. “Palabra del Eterno que vino a Jeremías, el año décimo de Sedequías rey de Judá, que fue el año decimoctavo de Nabucodonosor. Entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá” (Jeremías 32:1-2). El fin de Judá estaba peligrosamente cerca. Los ejércitos de Babilonia ya tenían rodeada a Jerusalén. Jeremías estaba en prisión. Sedequías, el último rey de Judá, estaba sentado en el trono de David. Este rey perverso de hecho encarceló al profeta de Dios en esta crítica coyuntura. El rey odiaba el mensaje de Jeremías. No había otra forma de escape excepto el camino de Dios, el cual el rey y el pueblo rechazaban (versículos 3-5).
Entonces Jeremías fue inspirado por Dios para hacer una extraña decisión. Justo antes de que toda el área cayera en manos de Babilonia, desde su celda en la prisión Jeremías compró un terreno en Anatot. Esta fue probablemente la ciudad espiritualmente más mala en Judá. Los sacerdotes desde allí dirigieron una rebelión contra Dios.
“He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la pestilencia; ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo. ¡Oh Señor Eterno! ¿Y tú me has dicho: Cómprate la heredad por dinero, y pon testigos; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos?”(Versículos 24-25). ¿Porqué algo así? Porque Dios está enviando un mensaje inspirador a través de la adquisición de un inmueble. En el mismo momento que Judá estaba bajo sitio por parte de Babilonia, Jeremías compraba un terreno en Anatot.
En la actualidad Israel está a punto de perder su tierra tal como Judá. Eso incluye Estados Unidos, Gran Bretaña y la nación hoy llamada Israel. Pero sabemos, como Jeremías supo, que Dios también traerá a Su pueblo de vuelta a su terruño después de 3½ años de tribulación.
Nosotros debemos ver el inminente colapso de Israel, pero como Dios y Jeremías, necesitamos también ver el maravilloso Mundo de Mañana. Luego, Jesucristo gobernará el mundo desde el trono de David.
¡El futuro gobierno de Cristo en la Tierra debería ser tan real para nosotros como un terreno en Anatot! Nosotros tendemos a mirar solamente los problemas sobre la Tierra y no todo el plan de Dios.
Debemos estar dispuestos a invertir hoy nuestro tiempo, dinero y esfuerzo en la gloriosa obra de Dios. La obra de Dios anuncia el maravilloso Mundo de Mañana. ¡Haciendo la obra de Dios es una inversión en ese increíble futuro!
Jeremías no fue un profeta fatídico. Él tuvo la visión más grande en la Biblia, claramente enfocada. Si nosotros mantenemos esta visión en nuestras mentes, ¡nunca seremos vencidos por el desaliento!
Incluso, a Jeremías no le fue permitido tomar esposa ni tener familia (Jeremías 16:1-2). Él estaba dispuesto a hacer ese sacrificio, de hecho cualquier sacrificio, por Dios. Él mantuvo su mente llena con la visión más grande en la Biblia.
Igualmente nosotros debemos mantenerla. ▪