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Farmagedón: Cuando las drogas legales matan
En casi todas las pausas publicitarias televisivas, se pueden ver anuncios de marcas de medicamentos. Le dirán que si compra de esta farmacéutica en particular, podrá ser tan feliz como esos actores que pasean por la playa al atardecer: reducirá la inflamación, controlará la acidez, dormirá más y podrá vivir mejor. Se trata de afirmaciones audaces; pero no sólo son incorrectas, sino que son mentiras absolutas.
La realidad es que cada año en Estados Unidos mueren más personas por abuso de medicamentos prescritos que por heroína y cocaína juntas. Pero incluso si no se vuelve fármaco-dependiente, ¿debería depositar su fe en estas sustancias químicas peligrosas y adictivas? ¿O acaso existe alguna alternativa a los medicamentos que pueda producir la mejora de la salud que tanta gente anhela?
¿Qué dicen las estadísticas?
La cantidad de daños provocados por la prescripción inadecuada de fármacos es alarmante. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, en 2014 casi 1,3 millones de personas llegaron a los servicios de urgencias en EE UU sufriendo efectos adversos de medicamentos, y otras 124.000 personas fallecieron a causa de ellos. Si sumamos la prescripción errónea, las sobredosis y la automedicación, los medicamentos legales constituyen la cuarta causa de muerte en EE UU.
Además todos estos fármacos son altamente costosos. EE UU tiene el sistema de salud más caro del mundo: en 2016 gastó 3,3 billones de dólares en atención médica, más que todos los bienes y servicios anuales producidos por Gran Bretaña, Canadá, Francia o cualquier otro país excepto cuatro.
En ese mismo año, se gastaron unos 6.400 millones de dólares en publicidad de fármacos, un 64% más que en 2012 y 1.300 millones más que todo el presupuesto de 2017 de la Administración de Alimentos y Medicamentos (fda, por sus siglas en inglés). Las estadísticas muestran que este tipo de publicidad agresiva es altamente rentable. Para 2024, se despacharán unos 4.900 millones de recetas al por menor, lo que supone un promedio de 14 por cada hombre, mujer y niño.
Considerando que los estadounidenses consumen tantos medicamentos, ¿no deberían estar entre las personas más sanas del mundo? Sin embargo, estudios muestran que sufren los peores problemas de salud y tienen una esperanza de vida inferior a la de muchos otros países industrializados. Es una paradoja: gastamos más en salud y estamos menos saludables.
Distribuyendo píldoras mágicas
Cada vez son más los académicos que examinan las investigaciones en el campo de la salud y afirman que casi todo lo que se dice sobre los medicamentos está equivocado. No se refieren a estudios específicos, sino al propio marco de la investigación médica. Afirman que existen numerosos hallazgos médicos que, en el mejor de los casos, no se han demostrado y, en el peor, son peligrosamente erróneos.
En 2013, el periódico Los Angeles Times cubrió el incesante afán de los investigadores médicos de publicar sus trabajos en una revista importante. Esto les motiva a promocionar sus resultados. Su trabajo es revisado por pares, lo que significa que científicos eminentes lo revisan antes de publicarlos. Pero los revisores no pagados rara vez tienen el tiempo o la disposición para dedicar el esfuerzo necesario para detectar las fallas de un estudio.
Por ejemplo, un importante estudio concluyó que no existen pruebas confiables de que las estatinas (presentes en fármacos como Lipitor y Crestor) ayuden a las personas sin antecedentes de enfermedades cardiacas. Pero como las ventas de las estatinas asciende a 20.000 millones de dólares por año, retrasaron la publicación de estas conclusiones mientras los pacientes continuaban recibiendo un tratamiento ineficaz.
Numerosos estudios que concluían que los antidepresivos más populares actuaban alterando la química cerebral ahora han sido desmentidos. También se han desmentido las investigaciones que afirmaban que la detección temprana del cáncer salva vidas. Y la lista es interminable.
La fda (organismo responsable de proteger la salud pública mediante la regulación de productos farmacéuticos) debería estar investigando estos engaños. Pero una investigación del periódico USA Today del año 2000, encontró que más de la mitad de los expertos en los comités de asesores de la fda tenían relaciones financieras con empresas farmacéuticas, lo que supone un obvio conflicto de intereses.
Toda esta situación es una relación incestuosa que forja un clima de criminalidad empresarial, fraude, comisiones ilegales, manipulación de precios, publicidad agresiva y actividades de venta ilegales, afirma la Oficina de Periodismo de Investigación.
El resultado final no es ninguna sorpresa. Estos potentes medicamentos —producidos con ánimo de lucro, escasamente revisados por expertos, presentados en revistas como si fueran fiables, comercializados por miles de millones de dólares y recetados por médicos y autoridades reguladoras con vínculos financieros con la industria farmacéutica— están matando personas.
Otra cosa que no sorprende es que los acuerdos penales contra las empresas farmacéuticas son ineficaces para detener el comportamiento ilegal. Las penas no son lo bastante severas como para compensar las obscenas ganancias por la venta de estos fármacos. Las farmacéuticas contabilizan estos pagos como un “coste de hacer negocios”.
¿Y su médico? ¿Se preocupa por usted? Un informe publicado en la revista PLoS Medicine, muestra que los agentes de ventas farmacéuticas —básicamente traficantes de drogas con trajes Armani— se infiltran regularmente en los consultorios médicos. Entrenados en las técnicas de persuasión más eficaces, su trabajo consiste en aumentar las ventas de fármacos con dosis de manipulación finamente dosificadas. Y logran sus objetivos de ventas, aunque tengan que usar incentivos perversos.
Los médicos se han lucrado inmensamente con estos peligrosos medicamentos, afirma un informe de cnn titulado: “Mientras más opioides prescriben los doctores, más dinero hacen”. El resultado es que decenas de miles de estadounidenses mueren cada año por sobredosis de opioides recetados.
¿Qué puede hacer usted?
La industria farmacéutica quiere que usted se trague su versión de “cuidado de la salud”. Estas empresas saben que las enfermedades son causadas por malas elecciones alimentarias y un estilo de vida sedentario. También saben que no existe ningún fármaco libre de riesgos y sin efectos secundarios. Pero lo más importante, saben que las personas enfermas gastarán mucho dinero para comprar una “cura”.
Esto nos lleva de regreso a nuestra parte en este ciclo. Naturalmente, deseamos seguir haciendo las cosas fáciles y placenteras (comer lo que queremos, sentarnos por largos periodos de tiempo, etcétera). Hacemos esas cosas aun cuando sabemos que pueden dañar nuestra salud. Luego intentamos resolver el problema haciendo lo que nos resulta más fácil: comprar un medicamento.
Enfrentemos la verdad. Enfrentemos la causa real —y la verdadera cura— de nuestros problemas de salud.
En su folleto La pura verdad acerca de la sanidad divina, Herbert W. Armstrong hizo hincapié sobre el papel del Creador en la salud humana y la obediencia de Sus leyes de la salud: comer alimentos nutritivos, mantener buena limpieza e higiene, tomar el sol y aire fresco, hacer suficiente ejercicio y tener buen sueño, evitar lesiones corporales, tener una actitud mental positiva y tener presente a su Creador en todas las decisiones sobre su salud.
Nuestra sociedad industrializada e impulsada por beneficios económicos está en conflicto con estos principios de la salud. Pero usted puede evitar ser otra estadística más en la prescripción de medicinas. Estudie nuestro artículo reimpreso gratuito “We Are What We Eat” (Somos lo que comemos; disponible en inglés), siga las leyes de la salud del Creador, y obtenga y disfrute la salud buena y vigorosa para la que Él lo creó.