Melissa Barreiro/La Trompeta
Europa anhela reconstruir sus imperios
“Últimamente los imperios han cogido mala fama”, señala Eduard Habsburgo, culpando a películas como La guerra de las galaxias. Otros culpan al colonialismo británico. Muchos radicales en Estados Unidos van más allá y odian todo lo que sea antiguo o tradicional. Mientras tanto, el imperio contra el que lucharon el Imperio Británico y los estadounidenses despierta sentimientos de nostalgia. La nostalgia está creciendo en Europa. Es un deseo creciente de un imperio perdido y enterrado en las profundidades de la historia. Los centros de estudios, los políticos y los académicos están cada vez más deseosos de desenterrarlo, repararlo y reconstruirlo. Poco a poco, el Sacro Imperio Romano está emergiendo de nuevo de la clandestinidad.
En su libro de 2023 The Habsburg Way: 7 Rules for Turbulent Times [El estilo Habsburgo: 7 reglas para tiempos turbulentos], Habsburgo aboga por el renacimiento de los valores de la dinastía de los Habsburgo. Afirma que el Sacro Imperio Romano está inactivo pero sigue muy vivo en la actualidad. Lo que necesita es “un verdadero liderazgo general que encarne los valores tradicionales europeos, alguien como un emperador que ‘recuerde a la gente las cosas que les unían”. ¿Qué unía a la gente en el pasado? “Aunque había diferentes naciones en el imperio, el cristianismo, la idea intemporal del imperio y el propio emperador en sí eran los principios unificadores” (ibíd.). Por cristianismo se refiere, por supuesto, al catolicismo.
Habsburgo también recomienda The Habsburgs: Rise and Fall of a World Power [Los Habsburgo: Auge y caída de una potencia mundial] (también publicado como The Habsburgs: To Rule the World). Este libro hace hincapié en el aspecto religioso de la misión de la dinastía. La descripción del libro en Amazon afirma que el “poder duradero” de los Habsburgo estaba “impulsado por la creencia de que estaban destinados a gobernar el mundo como defensores de la Iglesia católica romana”.
La escritora neerlandesa Caroline de Gruyter también aboga por un nuevo Sacro Imperio Romano al estilo de los Habsburgo en su libro de 2022 It Won’t Get Any Better: A Journey Through the Habsburg Empire and the European Union [No habrá nada mejor: Un viaje a través del imperio de los Habsburgo y la Unión Europea]. Gruyter señala la larga duración de esta dinastía que gobernó desde el siglo xiii hasta 1918.
“La idea del imperio como forma organizativa de la política está disfrutando de una rehabilitación en Bruselas, impulsada por los filósofos de la corte del cuartel general Justus Lipsius y adoptada con avidez por los exponentes de una musculosa ‘Europa soberana’ que esté a la altura de China y Estados Unidos”, escribió Ambrose Evans-Pritchard para el Telegraph el 15 de junio.
Por supuesto, mirar al imperio de los Habsburgo como un modelo de estabilidad no es lo mismo que pedir la resurrección de la Inquisición (que fue casi igual de duradera), en la que el imperio, al servicio de los líderes católicos, ejecutaba a herejes, musulmanes, judíos y otros. La sola Inquisición española existió desde 1478 hasta 1834, abarcando más de tres siglos. Alabar la forma de gobierno del imperio no es lo mismo que alabar sus violentas ejecuciones y guerras. Pero ¿se puede tener una cosa sin la otra?
El colega de De Gruyter, Luuk van Middelaar, argumentó que la UE debería abrazar la “heroica misión civilizadora”. Dijo: “Quien piense que el bien puede imponerse en el mundo sin lucha ni uso del poder se equivoca. Puede que para eso haga falta un ejército, un Napoleón”.
Un renacimiento cultural
En 2018, la UE inició un nuevo proyecto para recordar el “patrimonio cultural” del Continente. Ese año, más de 6,2 millones de personas participaron en más de 11.700 actos organizados en 37 países para celebrar el “Año europeo del patrimonio cultural”. Desde entonces se han organizado miles de actos similares.
“Cuando no estemos preparados para amar nuestra cultura, entonces otros empezarán a definir nuestra cultura”, dijo el ex ministro de Defensa alemán Karl-Theodor zu Guttenberg en 2017 en respuesta a la crisis de los refugiados. “Y no puede ser nuestro objetivo dejar lo que creció durante siglos y que se ve en las torres de la iglesia, lo que se ve en la cultura de los clubes, lo que crece en una sociedad occidental judeocristiana, a otros que llegan a nosotros”.
Defender las tradiciones de una “sociedad occidental judeocristiana” suena atractivo. Pero ¿es ésa realmente la historia de Europa? Los líderes europeos y la Iglesia católica se han enfrentado repetidamente a los judíos. Los pogromos, las inquisiciones, las cruzadas y el Holocausto tuvieron como objetivo la vida judía e incluso trataron de aniquilar al pueblo judío. Esto ocurrió en nombre del cristianismo, en nombre de las iglesias e incluso en nombre de la cultura de club que excluía maliciosamente a los judíos. Esto forma parte de la historia de Europa tanto como las fases temporales de coexistencia pacífica. Muchos quieren pasar por alto lo grotesco al promover lo bueno. Pero ¿se puede tener lo uno sin lo otro?
La historia advierte contra la veneración de la herencia del Sacro Imperio Romano. Por ejemplo, Adolfo Hitler alababa a Carlomagno, gobernante de finales del siglo viii. Carlomagno se convirtió en un poderoso gobernante europeo, al igual que Hitler, y mató a muchedumbres de personas por su ideología, al igual que Hitler. Según el renombrado investigador medieval alemán Johannes Fried, las declaraciones de Hitler eran “una preparación para sus propios actos de violencia; alabar a Carlomagno era una estrategia de legitimación”.
Pocos llamarían hoy a Hitler un gran ejemplo para Europa. Sin embargo, alabarían a Carlomagno. La verdad es que la historia de Europa está llena de asesinos en masa que matan en nombre de la ideología y de una determinada religión.
Una amonestación a ser católico
Se han escrito muchos libros sobre la inmoralidad de algunos gobernantes Habsburgo, o la crueldad de la Inquisición y la Guerra de los Treinta Años. Pero el libro The Habsburg Way es diferente, y los tiempos que vivimos son diferentes. El comentarista político conservador estadounidense Michael Knowles lo calificó como “el libro de historia más importante aparecido en nuestros tiempos turbulentos”. En su prólogo, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, lanza un grito de guerra para luchar juntos por “preservar” el cristianismo en Europa.
El libro promete nada menos que “una hoja de ruta para sanar el mundo en que vivimos”.
Como afirma el autor: “En una época en la que todo valor cristiano está siendo cada vez más expulsado de la vida pública y de la política, los Habsburgo defienden cosas intemporales como la familia, la fe, la cohabitación pacífica de naciones y lenguas, y la coexistencia pacífica de diversas razas y culturas”. De hecho, la dinastía de los Habsburgo unió a un grupo diverso de personas bajo una misma fe: el catolicismo. De ahí que una de las siete amonestaciones de Eduard Habsburgo sea “Sé católico”.
Eso puede ofender a algunos, ya que “ser un gobernante católico significaba a menudo hacer cosas que parecen manifiestamente anticristianas, incluido tratar con dureza a otras confesiones cristianas”, señala el autor. De hecho, la tortura y matanza de otros cristianos es un tema delicado. “Pero en aquellos siglos pasados, la gente creía de verdad que sólo viviendo la fe católica se podía llegar al cielo, así que animar, de hecho exigir, a sus súbditos a ser católicos no sólo formaba parte de su deber como emperador, sino que era un acto de caridad porque ayudaba a otros a alcanzar la salvación eterna”. El autor hace un llamado a incluir la religión en la vida privada y en la política y pide perdón si de vez en cuando no es “tan diplomático o ecuménico como de costumbre”.
En otras palabras: se acabó el tiempo de persuadir a otras religiones; ahora es el momento de que los católicos defiendan lo que creen que es correcto.
Celebrando a los emperadores
Si Carlomagno, Otto el Grande o Napoleón Bonaparte vivieran hoy, serían reconocidos como dictadores intolerantes y sanguinarios. Con las armas modernas, probablemente serían incluso más peligrosos que Adolfo Hitler. Carlomagno ordenó infamemente ejecutar a 4.500 sajones en un solo día (toda una hazaña antes de la invención de la pólvora y el gas venenoso). Sin embargo, los europeos celebran a tales líderes.
Carlomagno | En 2018, la catedral de Aquisgrán celebró durante una semana un festival dedicado a su fundador: Carlomagno, que unió a los europeos a través de la guerra, el exterminio y la conversión bajo pena de muerte y sentó las bases de la perdurable dinastía de los Habsburgo. Uno de los galardones más prestigiosos de la Unión Europea en la actualidad es el Premio Carlomagno, concedido a las más altas élites que contribuyen de forma especial a la unidad europea. Carlomagno es considerado el modelo a seguir por los emperadores posteriores. La Corona Imperial del Sacro Imperio Romano se hizo en su honor.
Cuando el canciller austriaco Sebastian Kurz ocupó la presidencia rotatoria de la UE, hizo de esta corona el elemento clave del programa cultural de Austria. Actualmente, la corona está siendo sometida a una investigación de tres años para desvelar más datos sobre ella. Recientemente se completó una restauración de seis años del castillo que albergó esta corona durante los días del Sacro Imperio Romano y los días de Adolfo Hitler. Es un símbolo apropiado de lo que muchos desearían para todo el imperio.
Otto el Grande | Muchos alemanes siguen viendo su historia de forma crítica, pero en 2023 celebran a Otto el Grande. El emperador romano y rey del Imperio franco oriental murió hace 1.050 años, el 7 de mayo de 973.
“Otto i, de la dinastía de los Liudolfing, no fue un regente cualquiera”, señaló Die Welt en honor a su aniversario, “es históricamente tan importante como Carlomagno. El gobernante unió sobre todo a las distintas tribus en la lucha contra los magiares, que llevaban décadas saqueando y asesinando por toda Europa. En la batalla del Lechfeld, cerca de Augsburgo, se dice que Otto blandió la ‘Santa Lanza’ contra las hordas salvajes en 955, un arma que ahora se exhibe en el tesoro de Viena y que se dice que contiene un clavo de la cruz de Cristo”.
Otto el Grande sentó las bases del Sacro Imperio Romano de la nación alemana. “Sus súbditos le alabaron como ‘cabeza del mundo entero”, concluyó Die Welt. Ser “la cabeza del mundo entero” es exactamente el objetivo declarado del Sacro Imperio Romano y de la Iglesia católica.
Maximiliano y Leopoldo | En 2019, Austria celebró el “Año maximiliano”, en honor al 500 aniversario de la muerte del emperador del Sacro Imperio Romano Maximiliano i. La Iglesia católica y las autoridades austriacas organizaron más de 100 misas de celebración y otros actos. El servicio católico de noticias Crux escribió en su momento: “La decisión del país de honrar públicamente a un antiguo gobernante católico, que murió el 12 de enero de 1519, marca un cambio notable en la cultura austriaca dominante, que en las últimas décadas ha intentado distanciar al país de su pasado cristiano y de su historia nacional”.
Austria incluso organizó una exposición especial, “El nuevo santo del Emperador: Maximiliano i y el margrave Leopoldo iii en tiempos de medios cambiantes”, que mostraba cómo Maximiliano i veneraba a Leopoldo iii (1073-1136), gobernante de Austria. La página web The World of the Habsburgs [El mundo de los Habsburgo] explica: “El monarca gobernante se veía a sí mismo como sucesor de los santos, cuyos relicarios servían como atributos en el acceso del gobernante como signo de soberanía legítima, divinamente ordenada”.
Esta es una visión profunda de la historia sobre por qué los líderes europeos honran a los emperadores del pasado.
También existen paralelos entre la veneración de los Habsburgo por Leopoldo iii y el nivel de poder del Sacro Imperio Romano. Cuanto más veneraban a Leopoldo, más poderoso y violento se volvía el imperio en sus enfrentamientos con sus oponentes y enemigos, incluidos los turcos musulmanes, los reformadores protestantes y los judíos.
En 2018, Guttenberg fue invitado a hablar en un festival con motivo de la tradicional fiesta regional austriaca de San Leopoldo. Dijo: “En Alemania, no sería posible imprimir San Leopoldo en la portada de la invitación. Tendríamos un debate de un mes sobre a quién podríamos pisar al hacerlo”. A él y a otros les gustaría revertir la cultura alemana y europea para celebrar ese patrimonio mucho más abiertamente.
Pero Guttenberg puede ser parcial. En 1663, San Leopoldo fue promovido como patrón en todas las tierras de Austria por su homónimo, Leopoldo i, que también elevó a la dinastía Guttenberg a la categoría de Reichsfreiherr (Barón del Imperio). Eduard Habsburgo llama a Leopoldo i el “pináculo de la fe católica en tierras de los Habsburgo”. Mientras tanto, el propio Guttenberg es descendiente de otro Leopoldo: el emperador del Sacro Imperio Romano Leopoldo ii (1747-1792).
Napoleón | El 5 de mayo de 2021, Francia conmemoró el bicentenario de la muerte de Napoleón Bonaparte. En respuesta a las críticas, el presidente francés Emmanuel Macrón dijo: “Napoleón es parte de nosotros”.
Eso resume la forma en que muchos europeos abrazan a sus gobernantes del pasado: enfóquese en lo bueno; ignore lo malo.
Pero ¿puede alabar lo uno y pasar por alto lo otro?
Precedente peligroso
En la Trompeta citamos a menudo a Otto von Habsburgo. Herbert W. Armstrong, redactor jefe de nuestra revista predecesora, La Pura Verdad, se reunió con él y discutió algunas de estas ideas. El sueño de Habsburgo era revivir el antiguo imperio en forma de Unión Europea. Pero mientras que la unión pretende unir a sus Estados miembros bajo un solo gobierno, hoy falta algo: el papel de la Iglesia católica. Esto hizo que el Sr. Armstrong escribiera: “Sólo de una manera puede llevarse a cabo este resucitado Sacro Imperio Romano: mediante los ‘buenos oficios’ del Vaticano, uniendo de nuevo la Iglesia y el Estado, con el Vaticano a horcajadas y gobernando (Apocalipsis 17:1-5)”.
La Biblia revela que esta unificación de las naciones europeas bajo el techo de un solo líder y a través de la Iglesia católica está a punto de producirse. Será una resurrección del “viejo imperio”.
“Y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo” (Apocalipsis 17:10). Este versículo es clave para comprender el momento de la próxima resurrección del Sacro Imperio Romano. En su artículo “El Sacro Imperio Romano sale a flote, ¡en grande!, Gerald Flurry, redactor jefe de la Trompeta, escribió: “Dios dice que después de que hubieran caído cinco, Él enviaría a un hombre a la escena: Herbert W. Armstrong” para explicar esta profecía (la Trompeta, noviembre-diciembre de 2018).
El Sr. Armstrong explicó por primera vez esta profecía durante los días de Adolfo Hitler. Él era el “uno es” en el versículo 10. El último rey sobre la última resurrección del Sacro Imperio Romano “aún no ha venido”.
Ahora estamos viendo cómo este imperio revive por última vez. “Y notablemente”, continuó el Sr. Flurry, “mientras lo están reviviendo, los europeos están haciendo algo que nunca habían hecho desde la vil y asesina sexta cabeza: ¡Están publicitando el Sacro Imperio Romano! Ellos no publican lo que hizo Adolfo Hitler; demasiadas personas recuerdan esa historia sangrienta. En cambio, lo disfrazan con la tradición de Carlomagno. Sin embargo, ¡es la misma historia! No murieron tantas personas en el primer Reich porque entonces no tenían la misma tecnología militar. ¡Pero es la misma ambición!”.