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¿Es el ‘privilegio de ser hombre blanco’ un hecho?
Casi dos docenas de demócratas están compitiendo para reemplazar a Donald Trump como el próximo presidente de Estados Unidos. Y a medida que luchan por el puesto más alto del país, promueven e impulsan en el discurso general, algunas ideas que hasta hace poco habrían sido consideradas asombrosamente radicales.
Una de estas ideas vino del candidato presidencial Beto O’Rourke en medio de una disculpa pública que dio por una broma inofensiva de que su esposa estaba criando a sus tres hijos “algunas veces con mi ayuda”. “Seré mucho más reflexivo en la forma como hablo de nuestro matrimonio”, dijo él, “y también la manera en la que reconozco la verdad, de la crítica de que he disfrutado del privilegio de ser blanco. Absolutamente. Innegable”.
Ah sí, el “privilegio blanco”. Ahora se nos dice que ser blanco automáticamente confiere ventajas injustas sobre una persona. No sólo eso: la masculinidad le da a una persona más ventajas injustas; la heterosexualidad da incluso más; y estar contento con su sexualidad biológica, es ser “cisgénero”; y tener riqueza. Se nos informa que la sociedad es una competencia, y que la gente que tiene estas ventajas está comenzando la carrera de 100 metros, con una ventaja de 50 metros.
Se nos informa que la gente con tales privilegios debe reconocer esto y disculparse. La sociedad debe otorgar un trato preferencial a las minorías, a las mujeres, a homosexuales y transgéneros. Debe castigar a los ricos y ayudar a los pobres. Entonces tendremos un mundo verdaderamente justo.
La candidata presidencial demócrata, Elizabeth Warren cree que la verdadera justicia requiere dar reparaciones a los estadounidenses negros. En una entrevista televisada en la alcaldía, ella le respondió a una mujer negra que pidió una “disculpa pública por 400 años de trabajo gratis” diciendo: “Creo que es hora de comenzar una verdadera conversación nacional sobre las reparaciones en este país. Y eso significa que yo apoyo el proyecto de ley en la Cámara de Representantes para nombrar un panel de expertos en el Congreso, de personas que están estudiando esto, que hablan de las diferentes maneras en que podemos hacerlo y que enviemos un reporte al Congreso, para que podamos como nación hacer lo que es correcto y comenzar a sanar” (énfasis añadido en todo).
De acuerdo con esta visión, los problemas que afligen a la comunidad negra hoy son los efectos residuales de una práctica que fue abolida hace más de 150 años. La solución es poner nuestra fe en un “panel de expertos congresistas” para decidir sobre las reparaciones. Entonces todos podremos simplemente aceptar lo que dicen los expertos, sometiéndonos unánimemente, dejar atrás por fin nuestro pasado de esclavitud y disfrutar de la armonía racial. ¿Quién podría imaginar que un plan tan maravilloso no pudiera funcionar?
O’Rourke y Warren son dos personas blancas renombradas que han tratado de minimizar el ser blancos. Infamemente, Warren se calificó a sí misma como una india americana; en 1996 ella fue catalogada como la “primera mujer de color” de la Escuela de Derecho de Harvard. Beto O’Rourke está usando un sobrenombre español, pero su nombre real es Robert Francis O’Rourke. ¿Por qué hacer estas cosas si ser blanco automáticamente les otorga privilegios tan preciados?
La verdad es que EE UU está lleno de gente blanca que trabaja duro, que lucha, que enfrenta contratiempos, que pierde oportunidades, que es pasada por alto, que es rechazada, que está endeudada, que debe esforzarse en trabajos triviales, que está de hecho atascada en las circunstancias, igual que las personas de raza negra, los hispanos y otros. Sin embargo están siendo instruidos sobre su “privilegio blanco”, por políticos, comentaristas de medios, académicos adinerados, celebridades y atletas profesionales. Se les dice que la sociedad carece de igualdad, que ellos tienen la culpa y que los políticos y burócratas necesitan normalizar artificialmente cualquier factor que otorgue a una persona una ventaja sobre otra.
Este pensamiento es insidiosamente erróneo. Cuanto más lo permitamos, más vidas individuales serán destruidas, y más vamos a destrozar a nuestro país.
Está mal porque es opuesto a la forma en que Dios piensa.
Una nueva palabra elegante
Entre aquellos que están cayendo presos de este error, se ha levantado una nueva teoría de justicia social. Un nuevo e impresionante término ha entrado al léxico público: “interseccionalidad”. Esto es esencialmente una matriz para medir la escala de su privación, y los beneficios que el resto de la sociedad le debe a usted.
¿Qué es interseccionalidad? La erudita feminista negra Kimberlé Crenshaw acuñó el término en 1989. Es un intento por categorizar y formalizar a la gente de acuerdo a su raza, género, edad, riqueza, clase, religión, discapacidad y orientación sexual en términos de qué tan desfavorecidos están en la sociedad. Este concepto permitió a las feministas negras argumentar que el movimiento feminista estaba ignorando los agravios raciales. Las mujeres blancas estaban en desventaja, dijeron, pero las mujeres negras estaban en doble desventaja.
¿Qué significa esto en el EE UU de 2019? Esto se está desarrollando en la política demócrata de una manera específica. El partido se está atacando a sí mismo. Los políticos de izquierda que son progresistas genuinos, incluso los revolucionarios innovadores, están siendo criticados por no ser lo suficientemente izquierdistas. ¿Por qué? Porque ellos carecen de la interseccionalidad apropiada.
El senador Bernie Sanders lideró la oleada socialista en las elecciones presidenciales de 2016. Agitó a multitud de jóvenes para que entraran a la política y abrazaran el pensamiento socialista de gastar y de gobierno en grande. Sanders vuelve a postular en 2020, pero muchos de la izquierda están menos emocionados esta vez. ¿Por qué? Como lo explicó Rich Lowry en Político: “En el lenguaje de la izquierda moderna, Sanders (un heterosexual y cisgénero), está sobrecargado por su absoluta falta de interseccionalidad” (20 de febrero).
La radio pública de Vermont le preguntó al senador Sanders cómo puede liderar un Partido Demócrata diverso, dado que él es viejo, rico, blanco y hombre. Él dijo: “Tenemos que mirar a los candidatos, ya sabes, no por el color de su piel, no por su orientación sexual o su género, ni por su edad. Quiero decir, pienso que tenemos que tratar de movernos hacia una sociedad no discriminatoria, que ve a las personas en base a sus capacidades, según lo que defienden”.
Sanders quiere mover a EE UU “hacia una sociedad no discriminatoria” basada en méritos y valores. La mayoría de los estadounidenses podrían decir que ya somos la sociedad menos discriminatoria sobre la Tierra, y en toda la historia. El problema para Sanders es que su partido político está lleno de reformistas que mueven a EE UU hacia una sociedad mucho más discriminatoria.
Previsiblemente, estas personas atacaron a Sanders por su declaración. Neera Tanden, del Centro para el Progreso de EE UU, publicó lo siguiente: “En un momento en el que las personas se sienten atacadas por lo que son, decir que la raza, el género o la orientación sexual no importan, no es malo, simplemente está equivocado”. La ex asesora de Clinton, Jess McIntosh escribió: “Este es un argumento generalmente hecho por personas que no disfrutan del respeto y una credibilidad descomunal por su raza, género, edad y orientación sexual”.
Las personas que están incluso a la izquierda de Bernie Sanders están transmitiendo que no quieren una sociedad donde uno sea juzgado por sus capacidades y por lo que defiende. Quieren una sociedad donde uno sea juzgado por la raza, el género y la orientación sexual. Quieren nivelar el campo de juego, lo que significa discriminar en esas áreas, otorgando ventajas a los que no son blancos, ni masculinos, ni heterosexuales, ni “cisgéneros”.
Entre menos blanco sea usted (lo menos privilegiado que sea de todas estas cosas), es más merecedor de los privilegios de reparación. Y más debe el gobierno ejercer su poder para quitarle a otros, y dárselo a usted. Discriminando ellos quieren solucionar la discriminación.
‘Un triste descenso al tribalismo’
El ideal verdaderamente liberal de EE UU es que la raza no debe importar. Martin Luther King Jr., un ícono entre los liberales, soñó con una nación donde la gente “no sería juzgada por el color de su piel, sino por la esencia de su carácter”. Sin embargo, aquellos que claman ser sus sucesores proclaman que la gente debería ser juzgada no por su carácter, sino por su color, como también por su sexo. Pero estos son realmente los aspectos más primitivos de la identidad de una persona. ¡Durante miles de años las sociedades humanas han estado discriminando y juzgándose entre sí, basados en estos atributos!
Más que ninguna otra nación, EE UU ha sido un lugar donde la gente de cualquier raza y cualquier antecedente pueden tener éxito por sí mismos; educacional, vocacional, financiera, cultural y moralmente.
Los izquierdistas están desmantelando este ideal. Están convenciendo a la gente de que esta nación es realmente la más injusta y discriminatoria. Y de alguna manera, están persuadiendo a las personas de que la solución es exaltar la raza, el sexo y la clase como los aspectos determinantes de su identidad.
Ellos quieren más diversidad. No diversidad intelectual, no diversidad ideológica, ni diversidad de capacidad. No, ellos simplemente quieren diversidad de color de piel, sexo e “identidad de género”.
Este esfuerzo revolucionario de definir a nuestra tierra de oportunidades sin precedentes, como un país que victimiza a una mayoría literal de su gente (a los no blancos, las mujeres y muchos otros) ha sido sorprendentemente exitoso. Pero también está creando algunos problemas inherentes.
“Ahora la revolución no puede resolver su propia jerarquía de grupos auténticos de reivindicación”, escribió Victor Davis Hanson. “Así que se ha acordado una ‘interseccionalidad’ informal, en la que más de una docena (y con frecuencia grupos coincidentes de víctimas) están de acuerdo en que cada grado de masculinidad no blanca, añade autenticidad y se convierte en un multiplicador de fuerza del radicalismo de izquierda”.
“Entre los izquierdistas, Kamala Harris, como negra y mujer, triunfa sobre Cory Booker que es simplemente negro, quien triunfa sobre Elizabeth Warren, que está expuesta sólo como mujer, quien a su vez triunfa sobre Joe Biden y Bernie Sanders, que están a la inversa y en forma triple, como blancos, masculinos y heterosexuales” (American Greatness, 3 de marzo).
Hanson describió correctamente este desarrollo como un “triste descenso al tribalismo”. Eso es exactamente lo que es. No es progresista. No es sofisticado. No es justo y equitativo. Es tribal. Es primitivo. Es absurdo.
Y es terriblemente destructivo, tanto individual como nacionalmente.
Una mentira peligrosa
Hay innumerables factores que determinan el éxito o el fracaso en la vida. Esa es la razón por la que hay personas que logran superar tremendos contratiempos (disfunción familiar, pobreza extrema, falta de oportunidades, limitaciones corporales) y llegan a ser éxitos espectaculares. También por eso hay quienes tienen enormes ventajas y sin embargo llegan a ser fracasos impresionantes.
El éxito viene del trabajo duro. Viene de la diligencia y la disciplina, de conducirnos hacia la búsqueda de objetivos dignos, tomando buenas decisiones, viviendo de la manera correcta, teniendo la mentalidad correcta. Viene de superar obstáculos, una y otra vez, y a veces por azar. Pero el carácter determina lo que sucede cuando alguien atrapa una buena oportunidad ocasional, o cuando Dios abre una puerta.
Las personas que condenan el “privilegio blanco” están creyendo una mentira: creen que uno alcanza el éxito no subiendo a él, sino derribando a todos los demás.
Su mensaje es: enfóquese en lo que el mundo no está haciendo por usted. No tenga en cuenta sus bendiciones, sino quéjese de sus dificultades. No sueñe en posibilidades. No aproveche las oportunidades. ¡Abra sus ojos a todos los obstáculos que la gente está poniendo en su camino! Sus fracasos son la culpa de alguien más. ¡Encuentre gente a quien culpar! Tenga resentimiento contra aquellos con éxito. Ellos simplemente son injustamente privilegiados.
Este pensamiento aleja de las personas la energía por la responsabilidad, la auto-motivación, la resiliencia, el mejoramiento, el logro, la satisfacción y la felicidad; y las redirige hacia la insatisfacción, la envidia, la hipersensibilidad, la ofensa, el culpar a otros, la protesta y la destrucción. Los atrapa en sus fracasos.
Los izquierdistas radicales no quieren que las personas sean diligentes, disciplinadas, motivadas, ingeniosas y perseverantes, que se responsabilicen de sus propias vidas. Después de todo, si más gente se juzgara a sí misma y a otros, no por el color de su piel, sino por la esencia de su carácter, ¿para qué necesitarían al Partido Demócrata?
Los líderes izquierdistas tienen la audacia de afirmar (basados en una breve lista de marcadores de identidad superficiales) que ellos saben exactamente quién es privilegiado y quién es marginado en la sociedad. De alguna manera pueden medir cuánto éxito o fracaso de cada individuo se obtuvo, y cuánto fue obtenido injustamente por la intolerancia hacia otros. Y con su infalible sabiduría, ellos (y sus grupos de expertos) establecerán puntajes, resolverán injusticias de generaciones sepultadas hace mucho tiempo, negarán los efectos de todos los prejuicios y parcialidades. Ellos pueden hacer todo esto, sin estar sesgados en cualquier decisión que les dé más votos y mayor poder.
Si simplemente cedemos más del poder que tenemos sobre nuestras propias vidas y se los damos a ellos... finalmente EE UU puede ser una tierra de justicia para todos.
Esto es arrogancia a una escala épica. Más allá de eso, llevar a cabo estas fantasías utópicas requeriría un nivel inimaginable de poder autoritario. Es más que ilusorio creer que los grupos burócratas y paneles de expertos del Congreso (y finalmente sus agentes armados) realmente harán del mundo un lugar mejor al elegir ganadores y perdedores basados en la identidad.
El autor real
Lo concreto es que, si quisieran, virtualmente todos podrían enfocarse en cuán injusta es la vida. La naturaleza humana es experta en encontrar maneras en que la vida debería darnos una mejor mano de cartas. Eso es porque la naturaleza humana está bajo el dominio del príncipe de la potestad del aire, Satanás el diablo (Efesios 2:2). Ese modo de pensar viene directo del diablo.
A Satanás le gusta proveerle a la gente excusas por sus fracasos. Él quiere que dejen de lado la responsabilidad que les permitiría aprender de los errores y armarse de la determinación para superar las dificultades y los desafíos. Él quiere que la gente piense que el mundo es injusto, siempre negándoles los beneficios que de otra manera caerían en sus regazos.
Pues bien, el mundo sí es injusto. ¡Este es el mundo de Satanás! ¡La verdadera igualdad de oportunidades nunca ha existido en ninguna sociedad en la historia humana!
Irónicamente, EE UU se ha acercado más que cualquier otra sociedad alguna vez lo ha hecho a ofrecer igualdad de oportunidades; sin embargo, la gente está siendo engañada para verlo como el país más desigual e injusto en la historia. Este es un notable triunfo propagandístico de Satanás, destinado a fracturar nuestra sociedad y a volvernos unos contra otros para despedazarnos.
Tristemente, esto es exactamente lo que estamos haciendo. Y entre más creamos ese terrible error —entre más tratemos de “sanarnos” exigiendo disculpas por los privilegios y reparaciones por los errores del pasado— más destructiva se volverá esta tendencia. Sólo observe. Mire los frutos.
Considere cómo esto ilustra el contraste colosal entre el pensamiento de Satanás y el de Dios. Satanás se fija en todas las formas en que estamos irremediablemente en desventaja. Dios, quien hizo a Su imagen a todas las personas, de todas las razas, hombre y mujer, quiere que todos superemos cualquier desventaja que podamos tener y que seamos exitosos. Y Él tiene un plan a largo plazo para ayudarnos a lograrlo.
Dios es el único que puede juzgar las ventajas y desventajas que hemos tenido en nuestras vidas. Dios es quien creó al hombre y a la mujer, razas hermosas, recursos y riqueza con los que podemos trabajar. Él es quien juzga a cada persona con justicia perfecta. Considere la historia de los talentos en Mateo 25 y la historia de las minas en Lucas 19. Lo que le importa a Él no es la educación, las oportunidades de carrera o el dinero que recibimos, sino la esencia de nuestro carácter. Todos somos diferentes en raza, sexo, origen, capacidades mentales, salud, físico, ubicación y otros aspectos. Sin embargo, todos somos iguales en términos de desarrollar virtud divina. Por último, todos tenemos la misma oportunidad de vivir vidas de carácter piadoso.
Dios le da a cada persona una medida de recursos para ver lo que haremos con aquello. Él quiere que asumamos la responsabilidad por nosotros mismos, que hagamos lo mejor con las oportunidades que tenemos, que aprovechemos al máximo las bendiciones y privilegios que Él provee, que conquistemos los obstáculos que se interpongan en nuestro camino. ¡Él quiere que la esencia de nuestro carácter crezca y crezca y crezca! Porque en el futuro, Él tiene la intención de dar a todas las personas mucha más responsabilidad, bendiciones y privilegios, ¡y Él está preparando para ese futuro emocionante a todos aquellos que acepten el reto hoy! ▪