Gary Dorning/La Trompeta
'Era imposible'
Los cohetes que necesitaban no existían. Los módulos necesarios, los rovers (vehículos a control remoto de todo terreno) y los motores de descenso de potencia variable, no habían sido inventados. No había computadoras inteligentes, rápidas y suficientemente compactas como para guiar una nave espacial, ni trajes equipados con enfriamiento con sistemas de soporte vital que pudieran funcionar esencialmente como una pequeña nave espacial de uno solo. La comida espacial de micro-gravedad y los sistemas de comunicación de la luna a la Tierra y viceversa, sólo existían en la imaginación de los entusiastas de la ciencia ficción.
Pero a pesar de todo esto, el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy le pidió al país el 25 de mayo de 1961 que enviara a un hombre a la luna y lo volviera a traer; y lograrlo dentro de una década.
“Cuando nos pidió hacer eso en 1961, era imposible”, dijo Chris Kraft, un ingeniero de la Fuerza de Trabajo Espacial de la nasa.
La ambición de Kennedy era “imposible” por una constelación de razones. Pero Kraft, y otros 400.000 científicos, ingenieros y técnicos hicieron de la meta de Kennedy su meta. Respaldados por 100 millones de contribuyentes estadounidenses, hicieron del sueño de Kennedy su sueño durante ocho años y dos meses. Y el 20 de julio de 1969, a las 4:17 p.m. hora del Este, el módulo lunar Apolo que llevaba a Neil Armstrong y Buzz Aldrin, reposó en la luna.
Armstrong descendió la escalera y se paró sobre la almohadilla en la base del pie del módulo lunar.
A unos 386.000 kilómetros de distancia, Kraft y unos 600 millones de personas alrededor del mundo lo observaban en una imagen granulada de televisión en blanco y negro. Kraft escribió en su libro, Flight: My Life in Mission Control [Vuelo: mi vida en el control de la misión]: “En ese momento, viendo en vivo con el resto del mundo, permanecí atento y dejé que cada segundo se grabara en mi memoria”.
Armstrong levantó su bota sobre la almohadilla y la extendió sobre un mundo en el que habían reflexionado miles de millones de personas por miles de años, pero que nunca había sido tocado por vida física. Era un reino donde ningún escarabajo había correteado alguna vez, ninguna hierba había brotado nunca, donde ni siquiera una bacteria había alguna vez vivido.
“Ningún músculo se contrajo”, escribió Kraft sobre los equipos que observaban desde el Control de la Misión de la nasa en Houston, Texas. “Ningún hombre o mujer se movió”.
Por toda la nación y alrededor del mundo la situación era la misma. La humanidad se quedó quieta, contuvo su respiración y levantó sus ojos.
A las 10:56 p.m., la bota de Neil Armstrong tocó el suave polvo en la superficie de la luna. La radio rasposa transmitió: “Es un pequeño paso para un hombre... Un gran salto para la humanidad”.
Aldrin cita a David
Poco después, Buzz Aldrin descendió y se unió a Armstrong. Los dos erigieron una bandera estadounidense, realizaron experimentos, recolectaron rocas, y rebotaron alrededor del paisaje lunar lleno de cráteres. Destaparon una placa construida sobre el módulo de descenso que permanece en la Luna. Armstrong leyó al mundo lo que la placa decía: “Venimos en paz de parte de toda la humanidad”.
Abajo, millones estaban pegados a sus televisores y radios. Durante el vuelo a casa del Apolo 11, oyeron a Aldrin decirles esto: “Personalmente, reflexionando en los eventos de los días pasados, un versículo de los Salmos viene a mi mente. ‘Cuando veo los cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo ¿qué es el hombre para que tengas de él memoria?’”.
Estas fueron las palabras escritas por David, el dulce salmista de Israel, miles de años antes, mientras miraba las estrellas y la misma luna que Aldrin acababa de pisar.
David estaba maravillado de la creación de Dios. Estaba cautivado por el lugar de la humanidad dentro de ella. Luego en los salmos, David notó que el mismo Dios que creó la luna y las estrellas también creó a la humanidad para “tener dominio” sobre gran parte de Su creación en la Tierra. El reflexionar sobre esto lo dejó atónito (Salmo 8).
Mil años después, el apóstol Pablo citó algunas de esas mismas palabras en su carta a los Hebreos. Pablo le dio un significado adicional, mostrando que no era solo la creación terrenal lo que el Creador planea darle al hombre. Dios pondrá “todo en sujeción” bajo la humanidad, escribió Pablo. “Esta sujeción del universo al hombre implica no dejar nada que no sea sujeto a él. Pero aún no hemos visto el universo sujetarse a él” (Hebreos 2:8; Weymouth New Testament).
Dios hizo el universo entero para el hombre. Todo será puesto bajo el control de la humanidad. Esto es lo que estas Escrituras revelan.
En El increíble potencial humano, el fallecido Herbert W. Armstrong escribió sobre la profunda verdad contenida en este pasaje: “Para aquellos que están dispuestos a creer lo que Dios dice, el mismo Creador nos está señalando que Él ha decretado que el universo entero, con todas sus galaxias, con sus innumerables soles y planetas, todo será puesto bajo el dominio del hombre. (…) Vamos a recibir jurisdicción ¡sobre el universo entero!”
Este pasaje deja en claro que “aún no” está bajo la jurisdicción del hombre. Sino que lo estará en el futuro.
Esta Escritura en Hebreos no es ningún malentendido. No es una hipérbole. La Biblia contiene numerosas escrituras que muestran que el plan del Creador para el hombre incluye todo el vasto universo. Él tiene un trabajo del tamaño del universo para el hombre.
Revirtiendo la ‘magnífica desolación’
El mundo lunar por el que Armstrong y Aldrin caminaron era estéril. Es una “magnífica desolación” lo llamó Aldrin. El resto del universo está igualmente sin vida. Pablo escribió que la creación entera ahora está en “esclavitud de corrupción”; dijo que está figurativamente “gimiendo” esperando la “redención” de la humanidad (Romanos 8:21-23; versión rsv).
La expectativa es fuerte porque después de la “redención”, ¡el hombre revertirá el deterioro!
El Sr. Armstrong explicó: “Este pasaje indica precisamente lo que todos los astrónomos y la evidencia científica señalan: que los soles son bolas de fuego que emiten luz y calor, pero los planetas, con excepción de la Tierra, se encuentran en un estado de muerte, corrupción y vacuidad; pero no para siempre…”. Él escribió que el universo está “esperando” para que la humanidad “imparta vida a miles de millones de planetas muertos, así como la vida ha sido impartida a esta Tierra”.
Volveremos la presente “magnífica desolación” en magníficas biósferas y ecosistemas. El hombre vivificará los planetas. Nuestro futuro está fuera de este mundo.
‘¡Levante sus ojos!’
El jefe editor de la Trompeta, Gerald Flurry, escribió en julio de 2009 sobre el descenso lunar. Enfatizó que éste unió e inspiró al mundo porque brevemente “proyectó la visión de la humanidad a más allá de esta Tierra”.
Esta visión está basada en las enseñanzas de la Biblia. A través del profeta Isaías, Dios dijo a los seres humanos que miraran más allá de nuestro humilde planeta para que lo veamos a Él y Su Poder: “Levantad en alto vuestros ojos”, afirma Isaías 40:26, “y mirad quién creó estas cosas”.
Durante aquel momento, en ese verano de hace 50 años, la gente de todo el mundo levantó su mirada a 386.000 kilómetros de la superficie de la Tierra. Lo que estaban viendo era un atisbo del Dios Creador. Contemplaron la obra de Sus manos. Recibieron un anticipo en blanco y negro del futuro de la humanidad, lleno de color y lleno de vida, llevando la vida al universo.
Dios hizo la luna (Génesis 1:14-16; Jeremías 31:35) y el vasto universo (Isaías 45:18). Él creó a la humanidad a Su propia imagen y dotó al hombre con el impresionante poder de la mente modelada según la Suya (Génesis 1:26-27; Job 32:8). Este poder de la mente puede hacer una idea imposible, posible; tal como transportar a un hombre a la luna y regresarlo.
En aquel día de 1969, no fue Neil Armstrong, Aldrin, todos los científicos ni EE UU cuya gloria estaba en radiante demostración. Era la de Dios. Esta es la razón por la que, mientras sus ojos estaban alzados, las personas del mundo bastante humilladas ante eso, quedaron en gran manera unificadas. En algún nivel, especialmente para aquellos que consideraron lo que Aldrin recitó del Salmo, vieron un atisbo del Todopoderoso y Su plan para la humanidad que abarca todo el universo. ▪