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Enseñando a los niños anarquía y rebelión
El 15 de marzo en Estados Unidos, niños y adolescentes rechazaron el gobierno y la ley—y fueron alabados por los adultos por ello. Más de 100.000 jóvenes faltaron a la escuela y se unieron a las protestas por el cambio climático en los 50 Estados. El movimiento de huelgas estudiantiles por el cambio climático es inspirado por Greta Thunberg, una activista sueca de 16 años que, desde el pasado agosto, se ha ausentado de clases todos los viernes para protestar frente al Parlamento sueco. Thunberg ahora es una celebridad del cambio climático que viaja por el mundo dando conferencias y entrevistas.
En Gran Bretaña, el 15 de febrero, miles de estudiantes abandonaron la escuela y se lanzaron a las ciudades de todo el país para protestar por la supuesta inacción contra el cambio climático de la primera ministra Theresa May. En Londres se reunieron en la Plaza Trafalgar y otros sitios emblemáticos. Marcharon enojados, gritaban y portaban carteles y placas llenas de calumnias groseras, consignas irracionales y opiniones ridículas. Algunos llamaron a los miembros del parlamento “criminales”; otros demandaban “cambio de sistema, no cambio climático”. Adolescentes insolentes se retorcían como sanguijuelas sobre la Columna de Nelson y la escultura de Churchill, profiriendo condenas horrorosas a Theresa May en una escena de total incivilidad, anarquía y rebelión.
Pero lo que fue realmente espantoso fue la respuesta de los adultos. Las redes sociales explotaron con mensajes de apoyo, elogios y admiración de miembros del Parlamento, celebridades, periodistas y personalidades de los medios. Muchos saludaron a los niños como abnegados, maduros y valientes.
“Greta Thunberg abrió el camino”, escribió el columnista Jonathan Freedland de Guardian. “Los niños faltando a clases para tomar el liderazgo moral son una acusación a la complacencia adulta” (énfasis mío en todo). ¿El liderazgo moral? ¿Cómo es que faltar a clase de matemáticas para marchar con sus compañeros en protesta por una causa fundamentalmente errónea es tomar el “liderazgo moral”?
Thunberg cree que los gobiernos occidentales no han hecho nada para combatir el cambio climático. Esto es una falsedad fácilmente demostrable. Cientos de leyes y políticas se han impuesto para proteger el medio ambiente y prevenir el cambio climático. Esa es la razón por la que las emisiones de carbono en Gran Bretaña ahora están en su nivel más bajo desde 1888. Pero estos niños no estaban interesados en hechos, en ciencia o evidencia. No estaban interesados en una discusión o debate racional. Ellos no presentaban soluciones.
“Tal es el estado de patas arriba de nuestro mundo, que los niños son ahora los adultos y los adultos son los niños”, escribió Freedland. ¿De veras? ¿De qué manera se comportaron estos niños como adultos maduros? “Ha recaído en aquellos tan jóvenes (a los que no se les ha confiado decidir qué pueden comer o cuándo pueden ir a la cama) sonar la alarma sobre la crisis que más importa: la crisis del clima”. Hay mucha locura que desempacar aquí, y no por ello menos importante que esta es la crisis “que más importa”. ¿Pero qué hay de su reconocimiento de que estos niños son demasiado inmaduros como para comer responsablemente o ir a acostarse—pero respecto al cambio climático, son la autoridad moral?
“A primera vista la reacción [hacia los niños protestando] seguramente tiene que ser una de alegría sin límites”, escribió Freedland. Mmm, creo que no. Todo lo que vi fue rebelión, anarquía y falta de respeto.
Si usted quiere ver a un adolescente valiente y maduro, ignore a los rebeldes trepando por la base de la Columna de Nelson y eche una mirada hacia arriba. Horacio Nelson tenía 13 años cuando dejó a su familia y se alistó como marino en la Armada Británica. En el mar vivió en cuartos estrechos con una dieta que la mayoría de nosotros consideraríamos incomible. Ése es un adolescente que muestra madurez y sacrificio.
Muchos elogiaron estas protestas como una parte poderosa de la educación de estos niños. ¿Pero educación en qué? Aprendieron que pueden faltar el respeto al gobierno, a la autoridad y a la ley sin consecuencias, y ganar así el aplauso de la sociedad.
Cuando las personas rechazan a gran escala la autoridad y la ley, la sociedad fracasa. Estas protestas son una señal de la erosión de nuestros principios fundamentales y el desmoronamiento de nuestras naciones. Son una advertencia de futuros trastornos, anarquía y colapso.
Éstas traen a la mente la profecía registrada en Isaías 3:1-4, donde Dios promete eliminar a los líderes de calidad de los modernos israelitas (principalmente Gran Bretaña y EE UU). En lugar de “el valiente y el hombre de guerra”, estas naciones serán guiadas por niños: “Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos [bebés] serán sus señores”.
Herbert W. Armstrong escribió sobre la dramática influencia de los jóvenes en la sociedad en su libro de 1978 La dimensión desconocida de la sexualidad. “Pero ¿por qué? ¿Cuál es la causa de todo esto?”, preguntó él. “La verdadera respuesta es ésta: ¡Este mundo ha perdido algo y necesita recobrarlo urgentemente! ¡Ese ‘algo’ es el conocimiento de, respeto por y obediencia al gobierno y la ley de Dios!”.
Escuchar, escuchar. Eso es precisamente lo que necesitan estos jóvenes rebeldes.
El Sr. Armstrong continuó: “¿Por qué existe tanta violencia e inmoralidad? ¡He aquí la causa! La naturaleza humana—que es vanidad—¡sin ningún propósito, y ausencia de entrenamiento y disciplina parental!... ¡Los jóvenes de hoy no tienen nada por lo cual vivir! ¡Ni esperanza! ¡Ni futuro! Son más prósperos que nunca antes, ¡Ellos están aburridos! Ellos son rebeldes. ¡El espíritu de rebelión está en el aire! ¡Ellos resienten toda autoridad!
El Sr. Armstrong tiene razón. Nuestros estudiantes no necesitan un día fuera de la escuela. Ellos necesitan más entrenamiento y disciplina parental. Necesitan esperanza y propósito; necesitan un futuro. ¡Necesitan la ley de Dios y el gobierno de Dios, lo que significa que ellos necesitan el amor de Dios! ▪