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El tercer mandato de Barack Obama… y el cuarto

JULIA GODDARD/LA TROMPETA

El tercer mandato de Barack Obama… y el cuarto

Los problemas destructores de la nación que afligen a Estados Unidos no son los errores de un presidente senil. Son los aciertos de un malévolo presidente en la sombra.

El hombre que gobierna a Estados Unidos de Norteamérica en estos momentos es Barack Obama. Algunas personas están despertando a ese hecho y diciéndolo en voz alta… por fin. La Trompeta lleva más de una década advirtiendo sobre este hombre y sus motivaciones. Pero incluso ahora, se le subestima y es más peligroso de lo que la gente cree.

“Personalmente creo que Obama dirige la administración, no Joe Biden”. Obama “dirige las cosas tras bastidores”. Joe Biden es el “avatar presidencial” de Obama. Obama “ni siquiera tiene que levantar el teléfono porque toda su gente ya está dentro de la Casa Blanca”. “Joe Biden no está dirigiendo esa parte de su administración. Obama lo hace”. Obama “dirige la Casa Blanca y Biden es el títere”. Los funcionarios del Departamento de Justicia no están “protegiendo a Biden, están protegiendo a Obama”. Los estadounidenses están “viviendo el tercer mandato de Barack Obama”.

Estas son declaraciones recientes de Newt Gingrich, María Bartiromo, Lee Smith, David Garrow, David Samuels, Carole Lieberman, Ben Domenech y de The Dan Bongino Show.

Biden es el presidente de EE UU certificado por el Congreso. Su retrato figura en los libros de historia. Es el invitado de honor en los actos a los que asiste, a pesar de bromear diciendo que él sólo está acompañando a su esposa, a Kamala Harris o a cualquier otra persona. Técnicamente es candidato a la reelección, a pesar de que su campaña esencialmente no existe.

Es imposible pasar por alto el declive mental de este hombre. Ha pasado el 40% de su presidencia de vacaciones. A menudo parece cansado o confuso. Sin embargo, las cosas se están haciendo en la Casa Blanca. Se están imponiendo políticas impopulares, autodestructivas e inmorales más allá de la separación constitucional de poderes y de los controles y equilibrios, por no mencionar a decenas de millones de ciudadanos preocupados que se encuentran cada vez más endeudados y oprimidos por alguien con poder real.

El hombre que ejerce este poder no es el hombre de la Casa Blanca cuyas vulnerabilidades mentales, físicas, políticas y criminales están ahora plenamente expuestas. Es el hombre que se está aprovechando de estas vulnerabilidades entre bastidores.

“Solía decir, si pudiera llegar a un acuerdo en el que tuviera un doble, un testaferro o testaferra, y ellos tuvieran un auricular puesto, y yo estuviera simplemente en mi sótano en mi sudadera ojeando el material, y pudiera más o menos pronunciar las líneas pero que otra persona estuviera haciendo toda la charla y la ceremonia, me conformaría con eso porque encuentro el trabajo fascinante”. Eso es lo que Obama le dijo al humorista Stephen Colbert en noviembre de 2020. La gente se rio de ello en su momento, ¡pero la Trompeta advirtió que eso es exactamente lo que haría! Ahora algunos conservadores están señalando esta misma cita y diciendo que ha pasado de la ficción a la realidad.

Barack Obama, incluso después de quedar desempleado como presidente, pasó inmediatamente a utilizar agencias gubernamentales para espiar e inculpar a su sucesor, ¡el presidente en funciones de EE UU! Permaneció en Washington, D.C., saboteó la presidencia de Trump, parece haber ayudado a iniciar una crisis sanitaria mundial, casi con toda seguridad ayudó a impulsar los cambios electorales resultantes, falsificó las elecciones de 2020 y saboteó los intentos de investigar y sacar a la luz lo ocurrido durante esas elecciones, incluyendo la protesta del 6 de enero de 2021 y los estadounidenses que siguen en la cárcel como presos políticos a causa de ella.

El teniente general Michael Flynn, ex asesor de seguridad nacional de Donald Trump, me dijo recientemente en el Trumpet Daily: “El 5 de enero de 2017, [es] la fecha oficial del inicio del golpe de Estado dirigido por Barack Obama contra Estados Unidos de Norteamérica para socavar a un presidente en funciones debidamente elegido, Donald J. Trump. Y aquí estamos, agosto de 2023, y aún seguimos en medio de ese golpe”.

EE UU sigue controlado por el instigador de ese golpe. Y ahora, a pesar de que los periodistas no han querido cubrir las acciones de Barack Obama desde que dejó la presidencia, la gente está despertando a lo que la Trompeta ha dicho todo este tiempo.

Preparativos para la batalla

Como señaló Samuels en su artículo “El factor Obama” del 2 de agosto en Tablet, los periodistas han tenido una “notable falta de curiosidad” por Barack Obama. Esto le ha ayudado en su intención de mantenerse alejado de los titulares, sobre todo en los dos últimos años, desde el pánico por el coronavirus, las elecciones presidenciales irregulares y la investidura de Joe Biden como presidente. Pero en los últimos meses ha habido indicios de que está dispuesto a volver a imponerse.

Tras regresar a la Casa Blanca y eclipsar llamativamente a Biden en abril de 2022, Obama entró directamente al centro de atención antes de las elecciones de mitad de mandato de noviembre para evitar que los republicanos ganaran escaños en el Congreso, haciendo campaña por los demócratas en Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, los mismos seis Estados manchados por el atroz robo de votos durante las elecciones presidenciales de EE UU de 2020. (En las elecciones intermedias de 2022, Arizona volvió a sufrir irregularidades en la votación en distritos de mayoría republicana).

Algunos comentaristas dijeron que Obama salvó a los demócratas apelando a los votantes moderados e indecisos y evitando el extremismo de muchos otros demócratas. Pero Obama no es así en realidad. ¡Él es mucho más extremista y mucho más destructivo!

Tras lograr el éxito en las elecciones intermedias, Obama comenzó a organizar “un puñado de reuniones privadas informales pero prolongadas con grupos de demócratas de la siguiente generación de la Cámara de Representantes esta primavera”, informó Político (22 de junio). Los periodistas siguen aportando pocos detalles sustanciales, pero lo cierto es que el hombre que vive en la mansión de Kalorama, de ocho millones de dólares, tiene más poder sobre el partido y el gobierno que el hombre que vive a un par de kilómetros, en la Casa Blanca.

El objetivo de Obama es retener la presidencia el próximo año, a través de Biden o de algún otro medio, y ganar tantos escaños en el Congreso como sea posible. El Washington Post informó que Obama se reunió con Biden en la Casa Blanca el 27 de junio para mantener una conversación privada sobre las elecciones de 2024 en la que subrayó “su preocupación de que Trump pueda ser un candidato más temible de lo que muchos demócratas creen” (2 de agosto).

Obama ha luchado contra el presidente Trump antes y está luchando contra él de nuevo con guerra judicial y otros ataques. Si tiene que hacerlo, robará las elecciones de 2024, como robó las de 2020. Como escribió Lee Smith el 7 de agosto, esta reunión del 27 de junio fue “la forma que tuvo Obama de señalar que pretende terminar lo que empezó un día antes de que el Congreso contara los votos del colegio electoral que confirmaban la victoria de Trump en 2016”.

Ya sea a través de Biden, Kamala Harris, Michelle Obama o cualquier otro medio, Barack Obama está trabajando en su cuarto mandato como el verdadero poder detrás de su partido.

Golpe traicionero

Para comprender lo que Obama está orquestando actualmente, hay que entender lo que ha hecho en el pasado reciente.

El 5 de enero de 2017, apenas dos semanas antes de la toma de posesión de Donald Trump, el presidente Obama se reunió en el Despacho Oval con sus principales responsables de inteligencia: el director del Buró Federal de Investigaciones, James Comey, el director de la Agencia Central de Inteligencia, John Brennan, el director de Inteligencia Nacional, James Clapper, el vicepresidente Joe Biden, el director de la Agencia de Seguridad Nacional, Michael Rogers, la asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice, y la fiscal general adjunta, Sally Yates. ¿De qué hablaron? Como escribe mi padre en Estados Unidos bajo ataque: “Estos altos funcionarios, dirigidos por Obama, estaban trazando estrategias sobre cómo continuar una investigación ilegal sobre el próximo presidente en ejercicio, ¡que sería su propio jefe! ¡Esto es traición!”.

Al día siguiente, la cia publicó una evaluación de inteligencia en la que afirmaba que el presidente ruso Vladimir Putin ayudó a Trump a ganar las elecciones. Esto puso en marcha la investigación de Robert Mueller y todas las acciones legales posteriores contra Donald Trump y fue el medio para impedirle cumplir su mandato otorgado por más de 60 millones de estadounidenses.

Ese fue sólo el comienzo de la actividad traicionera de Obama. Esa reunión desencadenó una maraña de conflictos políticos y legales que persiguieron a Trump durante toda su presidencia. Y luego, Obama cometió más actos de traición para asegurarse de que Trump no obtuviera un segundo mandato, forzando su salida de la presidencia.

Utilizando una red de operativos políticos y la excusa de la alarma del coronavirus, Obama y su gente aumentaron drásticamente los votos por correo y disminuyeron drásticamente la verificación de las papeletas, lo que le permitió robarle las elecciones a Donald Trump en seis Estados disputados. La gente vio lo que estaba ocurriendo: un camión cargado de papeletas cruzando las fronteras estatales por la noche, máquinas de votación abiertas a la manipulación tanto a nivel local como a través de Internet, gente rechazando a los observadores electorales y continuando el recuento en secreto, alegando fugas de las tuberías de agua y otras excusas para paralizar el proceso de recuento.

El Dr. Peter Navarro, asesor del presidente Trump, redactó un informe de tres partes en el que detallaba las pruebas de este robo y planeó con el ex asesor de Trump, Steve Bannon, impedir que Joe Biden se apoderara fraudulentamente del cargo. El Congreso aún tenía que certificar la elección como legítima y legalmente vinculante, y unos 100 miembros de un total de 535 estaban listos para presentar pruebas de fraude y solicitar investigaciones. Con las pruebas a la vista del pueblo estadounidense y de sus representantes, el Congreso y en particular el vicepresidente Mike Pence podían negarse a certificar la problemática elección. Era una estrategia legal, constitucional y no violenta.

El ex jefe de la Policía del Capitolio, Steven Sund, confirmó recientemente que el fbi mantuvo a los agentes de la Policía del Capitolio en la ignorancia sobre los conocidos agitadores que se infiltraron en la protesta por la certificación de las elecciones del 6 de enero de 2021 en el edificio del Capitolio en Washington, D.C. También bloquearon el apoyo de la Guardia Nacional durante horas. Él está convencido de que los funcionarios de inteligencia conocían un plan para provocar violencia y ocultaron intencionalmente información que los agentes de policía necesitaban.

Senadores y representantes comenzaron a debatir las irregularidades y las pruebas dentro del Capitolio el 6 de enero de 2021. Después afuera estalló la violencia. Los manifestantes entraron al edificio fácilmente. Todos los miembros del Congreso fueron evacuados, y empezaron a ponerse nerviosos. La sesión se reanudó a las 8 p.m., y 127 miembros se opusieron a certificar el voto presidencial de Arizona junto con 145 respecto al de Pensilvania. Pero fueron superados en votos, las objeciones se derrumbaron, y a las 3:44 a.m., Pence, que cobardemente se había negado a intervenir para detener la certificación, anunció que Biden había ganado la presidencia.

Entonces, los izquierdistas radicales rápidamente impugnaron y acusaron a Trump por la violencia. Fue un claro intento de condenarle e impedirle volver a la presidencia. Sin embargo fue exonerado. La violencia no fue culpa de Trump: fue un plan de Obama. Trump necesitaba un debate pacífico de las pruebas y los hechos. Obama necesitaba una protesta.

Control de los medios

El presidente Trump intentó utilizar su plataforma en Twitter para advertir al pueblo estadounidense de lo que realmente estaba ocurriendo en la manifestación “Stop the Steal” [“Detengan el robo”] de ese día. Sin embargo, Barack Obama tenía el control no sólo de las agencias de inteligencia y de las partes clave de la protesta, sino también de las principales empresas tecnológicas de EE UU.

Fue Michelle Obama quien, el 7 de enero de 2021, exigió a Twitter que prohibiera el acceso al presidente de forma permanente. Twitter obedeció en 24 horas. Bloqueó la cuenta, incluidas todas las publicaciones anteriores del presidente Donald Trump, aislándole de sus 88 millones de seguidores. (Biden, que supuestamente recibió 81 millones de votos, sólo tenía 20 millones de seguidores).

El empresario tecnológico Elon Musk, que nunca ha sido partidario de Trump, calificó de “locura” la decisión de Twitter de vetar a un presidente en ejercicio. Estaba tan enfadado por éste y otros ataques a la libertad de expresión que gastó 44.000 millones de dólares el pasado octubre para comprar Twitter y abrir su código informático subyacente para que los usuarios pudieran comprobar por sí mismos cómo los ejecutivos de Twitter determinaban lo que veían y cómo limitaban el alcance del contenido conservador.

Al hacer públicos documentos internos de Twitter, Musk y un equipo de periodistas independientes demostraron que Twitter y otras compañías de Silicon Valley eran básicamente filiales del fbi y otras agencias federales. Pero Musk se abstuvo de revelar quién inició ese acuerdo. Los hechos, sin embargo, son que Twitter comenzó en 2006 y se hizo popular en 2007. Barack Obama asumió el cargo en 2008 y, al final de su presidencia en 2016, la plataforma de medios sociales se había convertido en un arma. Así es como lo resumió Lee Smith: “Una industria que abarca a toda la sociedad diseñada para dar forma a las elecciones y censurar, hacer propaganda y espiar a los estadounidenses nunca fue simplemente un arma para perjudicar a Donald Trump. Fue diseñada para reemplazar la república” (Tablet, 5 de enero).

En algún momento entre la toma de posesión de Obama en 2009 y el inicio de la Primavera Árabe en 2011, Obama había ganado el control de las agencias de inteligencia de EE UU y lo estaba haciendo con las corporaciones tecnológicas. Pudo utilizar a la cia y al fbi para inculpar falsamente a Trump de haber robado las elecciones de 2016, mientras él mismo se preparaba para robar las elecciones de 2020. Una vez conseguido esto, utilizó su control sobre Silicon Valley para sacar a Trump de Twitter, Facebook y otras plataformas.

Antiguos alumnos de Obama

Fue Biden quien se trasladó a la Casa Blanca, pero la “administración Biden” demostró rápidamente ser más obamista que la administración Obama.

Tras la toma de posesión de Biden el 20 de enero de 2021, antiguos funcionarios de Obama empezaron a ocupar puestos clave bajo su mando. El editor de Spectator USA, Freddy Gray, escribió que mientras los jefes de campaña de Obama solían quejarse de los acólitos de Clinton en la administración Obama, ahora “son los miembros de la campaña de Biden los que se quejan cuando el Equipo Obama regresa” (28 de noviembre de 2020).

Muchos, incluyendo al director en funciones de la Inteligencia Nacional, Richard Grenell, advirtieron de que Susan Rice (parte integrante de la conspiración de Obama del 5 de enero) sería una especie de presidenta en la sombra que Obama utilizaría para manejar a Biden. Esta evaluación resultó ser aún más correcta de lo que él temía. Como directora del Consejo de Política Interior desde 2021 hasta 2023, Rice dirigió un equipo de una docena de empleados del ala oeste de la Casa Blanca. Político informó de que el “alcance de su feudo” era notable. Ella controlaba un “portafolio en expansión” que abarcaba desde la vigilancia y la justicia racial hasta la deuda de los préstamos estudiantiles, la inmigración y la atención de salud. Rice ejercía mucha más influencia sobre la política interior de EE UU que Biden; por lo tanto, el hecho de que renunciara a este cargo el 26 de mayo puede indicar que Obama ya está haciendo los preparativos para un nuevo títere.

Sin embargo, Rice no fue la única que manejó a Biden. El secretario de Estado Antony Blinken, la vicesecretaria de Estado Wendy Sherman, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos Victoria Nuland, el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan, el asesor adjunto de Seguridad Nacional Jon Finer, la fiscal general adjunta Lisa Monico y otros desempeñaron papeles clave en el equipo de Obama.

Las mismas personas que trajeron la Primavera Árabe y el acuerdo nuclear con Irán volvieron para traer la desastrosa retirada de Afganistán, y están trabajando en un nuevo acuerdo nuclear no oficial con Irán y en una renovada oposición al Estado de Israel (artículo, página 9). El equipo de Obama simplemente se ha vuelto más audaz en su ataque contra EE UU ahora que pueden utilizar a Joe Biden como chivo expiatorio cuando necesitan eludir responsabilidades.

Guerra legal radical

Obama también está detrás de la guerra jurídica diseñada para impedir que Trump ocupe la presidencia. Es posible que esté implicado en el intento del fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, de acusar a Trump de 34 delitos graves basados en una irregularidad contable que normalmente se trata como un delito menor. Sin embargo, Obama está sin duda detrás de los intentos del fiscal especial Jack Smith de acusar a Trump de 40 delitos graves relacionados con el manejo indebido de documentos clasificados y de cuatro delitos graves relacionados con las protestas del 6 de enero. Y es probable que esté detrás de los intentos de la fiscal de Distrito del Condado de Fulton, Fani Willis, de acusar a Trump y a otras 18 personas de 13 delitos graves relacionados con los esfuerzos por sacar a la luz el robo electoral en Georgia.

Smith, en particular, es un firme partidario de Obama, cuya esposa, Katy Chevigny, ha hecho grandes donaciones tanto a la campaña de Obama como a la de Biden. Fue productora de Becoming, un documental íntimo sobre la vida, las esperanzas y las aspiraciones personales de Michelle Obama. Smith es claramente un fiscal parcial más interesado en ayudar al aliado político radical de Obama, Merrick Garland, y a mantener a Trump fuera de la papeleta en las elecciones de 2024 que en hacer justicia.

La primera acusación de Trump se diseñó para resaltar el hecho de que Trump había sobornado a una actriz de cine para adultos, y para ocultar lo que la nación estaba descubriendo sobre la implicación de Hunter Biden en las redes de tráfico de personas de Europa del Este. La segunda acusación de Trump se centraba en que Trump se había llevado algunos recuerdos a casa, justo cuando la nación se estaba enterando del tesoro de documentos clasificados de Joe Biden en el Penn Biden Center. La tercera y cuarta acusaciones contra Trump están diseñadas para encubrir las elecciones robadas.

Esto hace que la tercera y cuarta acusaciones de Smith sean las más importantes. La tercera acusa a Trump de difundir a sabiendas información falsa sobre las elecciones en un intento malicioso de provocar una insurrección violenta contra el gobierno de EE UU. La cuarta acusa a Trump y a 18 cómplices de instar a los funcionarios del Estado de Georgia a enviar electores falsos a Washington, D.C. Las acusaciones son falsas, pero especialmente significativas debido a que la 14ª Enmienda de la Constitución de EE UU prohíbe a cualquier persona culpable de insurrección contra el gobierno de EE UU ocupar cargos públicos. El objetivo de Obama es impedir que el pueblo estadounidense vote por Trump haciendo que sea ilegal incluso que se presente a las elecciones.

El profesor de Derecho de la Universidad George Washington, Jonathan Turley, calificó este intento de mantener a Trump fuera de la papeleta electoral utilizando la 14ª Enmienda como la “teoría constitucional más peligrosa” que había escuchado en décadas. Si los candidatos de la oposición pueden ser excluidos de sus cargos por cuestionar la legitimidad de una elección, entonces EE UU ya no es una república constitucional. Es una tecnocracia despótica dirigida por los aliados de Obama en la tecnología, los medios de comunicación, las finanzas y la política.

Victor Davis Hansen expuso este argumento poco después de que el fbi de Biden allanara la casa de Trump en Mar-a-Lago el 8 de agosto de 2022. “No creo que sigamos siendo una república”, dijo. “Yo diría que estamos en una transición hacia una democracia radical, y con eso quiero decir que lo que cualquiera quiera hacer un día cualquiera, si tiene el poder o los votos, lo hace. (…) Si quiere una orden judicial para una operación en particular del fbi, puede encontrar un juez y hacerla”.

Esta es una descripción chocante del EE UU de Obama, pero es acertada. El fbi ha tenido a Trump en la mira en numerosas ocasiones. El 9 de agosto de 2018, el fbi allanó la oficina de Michael Cohen, el abogado de Trump. El 4 de mayo de 2021, el fbi allanó el apartamento de Rudy Giuliani, otro abogado de Trump. El 9 de septiembre de 2022, el fbi allanó los domicilios de 35 altos cargos partidarios de Trump, entre ellos el ex estratega de Trump Steve Bannon. Y el 14 de septiembre de 2022, el fbi incautó el teléfono de Mike Lindell, un partidario de Trump que intentaba denunciar el fraude electoral.

Un régimen que utiliza agentes armados para atacar a sus oponentes políticos es una dictadura al estilo del Tercer Mundo. Sin embargo, así es como funciona la administración Obama. Se obedece al presidente en la sombra o se sufren las consecuencias.

Amarga aflicción

Debemos ver la dimensión espiritual aquí. Efesios 6:12 dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. La Biblia está llena de pasajes de este tipo.

Los frutos sugieren fuertemente que el joven Barack Obama cayó bajo influencias malignas temprano en su vida y que un espíritu malévolo le está dando poder ahora para desestabilizar a EE UU. Satanás es real, y mi padre muestra en Estados Unidos bajo ataque cómo Satanás está dando poder a Obama para transformar fundamentalmente a EE UU al echar por tierra las verdades morales y legales (Daniel 8:12). Este desastre se destaca en Amós 7:1-2, que describe al Israel del tiempo del fin (EE UU y Gran Bretaña principalmente) como “pequeño” o “débil” debido a este ataque satánico. Sin embargo, Dios también promete liberar a EE UU de esta calamidad.

“¡Nuestro pueblo recibió las bendiciones de la primogenitura gracias al gran Abraham, el padre de los fieles, que obedeció y estuvo dispuesto a sacrificar incluso a su propio hijo por Dios!”, escribe mi padre. “Lamentablemente, le han dado la espalda a Dios y siguen al diablo. El desastre del que se habla en Amós 7:1-2 es el primer mandato presidencial de Barack Obama. El versículo 4 describe su segundo mandato presidencial. Y ahora se puede añadir su tercer mandato en el que es el titiritero del régimen de Biden. ¡Esto molesta terriblemente a Dios! Obama tiene demasiado poder y Dios va a tener que hacer algo. Ya ha empezado a actuar”.

La administración Obama-Biden robó las elecciones de 2020 utilizando votos por correo fraudulentos, pero la Biblia profetiza el regreso de Trump al poder. Mi padre explica que Trump es un tipo moderno del rey Jeroboam ii, que salvó a Israel de Siria.

“Porque [el Eterno] miró la muy amarga aflicción de Israel; que no había siervo ni libre, ni quien diese ayuda a Israel; y [el Eterno] no había determinado raer el nombre de Israel de debajo del cielo; por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo de Joás. Los demás hechos de Jeroboam, y todo lo que hizo, y su valentía, y todas las guerras que hizo, y cómo restituyó al dominio de Israel a Damasco y Hamat, que habían pertenecido a Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?” (2 Reyes 14:26-28).

Hace seis años, Dios utilizó a Trump para salvar a EE UU de la administración radical de Obama que pretendía transformarlo en una dictadura socialista. Pero Obama volvió rugiendo. Así que Trump tendrá que luchar y guerrear para recuperar el cargo que le robaron en las elecciones de 2020. La “barrida de Green Bay” que el equipo de Trump intentó aplicar el 6 de enero de 2021 fue la salva inicial de esta lucha, pero fue sofocada por las fuerzas de Obama. El equipo de Trump tendrá que redoblar sus esfuerzos para sacar a la luz el atroz robo electoral.

Siga atento a las declaraciones que haga Trump, a los mítines que celebre y a los ataques que los izquierdistas sigan montando contra él. ¡Seguimos creyendo que Trump va a volver!