El suicidio autorizado por el Estado se convierte en la tercera causa de muerte en Quebec

Canadá sufrió probablemente un año récord de muertes por eutanasia el año pasado, según las estadísticas de Alberta, Ontario, Nueva Escocia y Quebec. Las autoridades sanitarias canadienses no darán a conocer su recuento oficial hasta dentro de unas semanas, pero las primeras estimaciones de la Coalición para la Prevención de la Eutanasia indican que en 2022 se produjeron 13.500 suicidios autorizados por el Estado. Esto supone un aumento del 35% respecto al año anterior y un máximo histórico. Sólo en la provincia de Quebec, el suicidio asistido representó el 7% de todas las muertes, lo que convierte a la eutanasia en la tercera causa de muerte después del cáncer y las enfermedades cardiacas.

Apoyo público: estas estadísticas son horribles, pero la eutanasia cuenta con el apoyo del público en Canadá. Según un informe del Instituto Angus Reid, 6 de cada 10 canadienses apoyan los suicidios sancionados por el Estado para las personas con una enfermedad grave e irremediable. Esta misma encuesta también reveló que 3 de cada 10 canadienses apoyan los suicidios sancionados por el Estado para quienes padecen una enfermedad mental. Y otra encuesta de Research Co. descubrió que casi 3 de cada 10 canadienses apoyan los suicidios sancionados por el Estado para los indigentes y los empobrecidos. Gran parte de Canadá ha perdido el respeto por la vida humana.

Relativismo moral: en la actualidad vivimos en un universo social diferente al de hace un siglo, un universo en el que las leyes de la moral están al revés. El aborto, el suicidio asistido, la promiscuidad sexual, el consumo de drogas y muchas otras prácticas que antes se condenaban ahora son aceptables. Esto sucedió porque la sociedad rechazó la ley bíblica y la ley natural en favor del relativismo moral. Después de que Charles Darwin publicara El origen de las especies en 1859 , la gente empezó a aceptar la noción de que conceptos como la moralidad y los derechos humanos eran en sí mismos subproductos de la evolución. Ya no ven el suicidio como un pecado contra el Creador de la vida. Lo ven como una elección que las personas deberían poder hacer por sí mismas.

Educación materialista: el difunto Herbert W. Armstrong advirtió sobre esta situación en su libro El misterio de los siglos de 1985, escribiendo: “Actualmente, la educación en el mundo civilizado ha llegado a ser enteramente materialista. La educación se ha reducido a una mezcla del agnosticismo de la evolución, la política y economía de Carl Marx y la moral y modelo social de Sigmund Freud. La educación superior permanece en total ignorancia del misterio del hombre y de la civilización humana”.

La generación nacida desde la muerte del Sr. Armstrong en 1986 está profundamente impregnada con los ideales de Darwin, Marx y Freud. Y ésta es la razón por la que una cuarta parte de los canadienses cree que los pobres deberían suicidarse.

Conozca más: lea “El arma más poderosa del mundo”.