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Judah, lion

Dominio público

El sendero a la ruina de Israel

El camino de menor resistencia ahora está conduciendo a un fin catastrófico.

Podría sorprenderle usted que el emblema antiguo de la bandera de Judá no era la estrella de David que adoptaron los sionistas hace 60 años para el estado judío. Antiguamente el emblema era un león rugiendo. Arriba de esa imagen, de acuerdo a la Enciclopedia Judía, había una inscripción tomada de la Biblia en Números 10:35 donde dice: “Levántate, o Eterno, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen”.

El símbolo de la tribu de Judá traza su origen desde el libro de Génesis y el gran patriarca Jacob. En una profecía fantástica, Jacob reunió a sus 12 hijos para decirles “lo que os ha de acontecer en los días [postreros]” (Génesis 49:1). Jacob le dijo a Judá que, “Tu mano [estará] en la cerviz de tus enemigos (...) Cachorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como León, así como León viejo: ¿quién lo despertará? (Versículos 8-9). Con estas características de León, a menudo Judá tomaba la posición delantera cuando marchaban contra los enemigos de Israel.

Moisés también le identificó estas habilidades de guerrero cuando antes de morir, él le dio bendiciones similares al cuarto hijo de Lea: Permite que las manos de Judá le sean suficientes para defender su causa, y que tú, Dios, le ayudes en contra de sus enemigos (Deuteronomio 33:7). Las manos de Judá con la ayuda de Dios fueron suficientes en contra de sus enemigos.

Inclusive en tiempos modernos Dios ha levantado el espíritu guerrero del León de Judá para asegurar su independencia en 1948 y para prevenir su destrucción en 1967, y nuevamente en 1973. Dios ha hecho esto no porque los judíos son sus favoritos o porque Dios toma lados en disputas internacionales. ¡Dios les ha ayudado porque se los prometió desde hace milenios!

El establecimiento del estado judío tuvo que suceder en nuestro día, dado que Dios dijo que ocurriría en estos días postreros. La unificación de Jerusalén bajo el León de Judá en 1967 también tenía que suceder por lo que Dios ha profetizado.

Sin embargo, si todo esto tenía que suceder (y con la bendición y protección de Dios en todo momento), ¿qué es lo que está sucediéndole a Judá ahora?

Un alto precio

En 2006, en una caseta de vigilancia en la frontera de Israel con Gaza, durante un ataque llevado a cabo por tres grupos terroristas palestinos, dos soldados israelitas fueron muertos, uno más fue herido y otro (Gilad Shalit) fue capturado. Esta era la primera vez que un soldado israelí había sido tomado vivo por los palestinos desde 1994; esto resultó ser una bonanza para Hamás.

Ellos la colectaron la semana pasada cuando finalmente llegaron a un acuerdo con Israel, de intercambiar a Shalit (luego de cinco años en cautiverio) por 1.027 terroristas palestinos. De éstos, 280 tenían cadena perpetua por asesinato, según se informa, por haber matado a más de 500 israelitas.

Después del acuerdo de la semana pasada, Khaled Mashaal, jefe de Hamás, se jactó de que “los palestinos liberados regresarán a las armas”. Una asesina a sangre fría ya se registró para otra misión terrorista. Wafa al-Bis quien fue arrestada en 2005 en un cruce fronterizo entre Gaza e Israel con una bomba escondida en su ropa, fue uno de sus terroristas liberados. Sus intenciones eran de hacer estallar la bomba en un hospital israelita pero cuando los soldados israelitas la detuvieron, ella trató sin éxito de volarse con ellos en vez. Bis ahora dice que tiene intenciones de volver a lo mismo.

¿Qué está sucediendo con Israel? ¿Cómo es posible que sus líderes sean tan ciegos a lo obvio, de que este intercambio no solamente subirá el precio en negociaciones futuras sino que además pone a los soldados israelitas y a la población civil en mayor riesgo, y que solamente conducirá a más secuestros y asesinatos?

Se reportó que Ahmed Jabari (comandante militar de Hamás) dijo lo siguiente: “Nosotros continuaremos secuestrando a soldados y oficiales israelitas mientras haya prisioneros palestinos en cárceles israelitas”. El programa Al-Aqsa de televisión de Hamás anunció por el aire que solamente se necesitaban seis cautivos israelitas más para asegurar la libertad de los 6.000 palestinos que aún quedan en prisiones israelitas.

El Ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, dijo que tal intercambio desigual de prisioneros no sucederá otra vez, y que Israel va a tener una política más severa en cuanto al intercambio de prisioneros. ¿Creerán eso los terroristas de Hamás? No es probable.

Isi Leibler en el Jerusalem Post escribió que, “El intercambio de 1.027 terroristas incluyendo a los asesinos en masa más crueles y bárbaros y los cerebros de ataques terroristas grandes, además de seis terroristas árabe-israelíes, a cambio de un sólo soldado israelita, equivale a una victoria contundente para Hamás y el terrorismo mundial. Esto también transmite una cantidad de otros mensajes desconcertantes que indudablemente regresarán después para acosarnos”.

 Estos “mensajes desconcertantes”, de acuerdo a Leibler, son los siguientes: 1) El terrorismo es mucho más eficaz que la negociación; 2) Secuestrar a más israelitas pagará grandes dividendos al final; 3) Reclutar terroristas se acaba de hacer mucho más fácil ahora que los asesinos de sangre fría pasan a la lista de los “candidatos a salir libres”; 4) la Autoridad Palestina ahora está reemplazada oficialmente por Hamás (el rostro dominante del pueblo palestino); 5) La Hermandad Musulmana (la cual negoció el intercambio de prisioneros) acaba de fortalecer su posición ya prominente en Egipto posterior a Mubarak.

¿Será que los líderes de Israel no ven cómo esto envalentona a sus enemigos? ¿Acaso no ven ellos que al escoger el camino de menor resistencia ahora, están garantizando unas consecuencias catastróficas a la larga?

La época de la derrota

“La época de las derrotas se fue, y la era de las victorias ha llegado”, dijo del Secretario General de Hezbollah, Hassan Nasrallah, ante una multitud de libaneses aplaudiendo luego de un intercambio de prisioneros en julio de 2008. Aquel intercambio consistió de cinco terroristas por los restos de dos israelitas muertos. A luz del intercambio reciente, los negociadores israelitas deberán estar considerando aquello como una ganga.

El discurso de Nasrallah sobre “la era de las victorias” fue un gran contraste a la oratoria en 2005 de Ehud Olmert cuando dijo que Israel estaba “cansada de ganar”: “Estamos cansados de pelear; estamos cansados de ser valientes”, dijo Olmert al Foro de Políticas de Israel. “Estamos cansados de ganar, estamos cansados de derrotar a nuestros enemigos”.

Ahora es el primer ministro Benjamin Netanyahu es el que está cansado de pelear para ganar. En 1995 Netanyahu escribió que “la liberación de prisioneros solamente envalentona a los terroristas dándoles la idea de que aunque sean apresados, sus castigos serán breves”. Peor aún, escribió él, los intercambios desiguales solamente le dan alientos al “chantaje que se supone sería eliminado”.

No obstante, Netanyahu la semana pasada describió el intercambio desigual como uno de los logros más significantes de su liderazgo. Pero Netanyahu confesó: “Es difícil ver que los malhechores que asesinaron a nuestros seres queridos queden libres antes de cumplir completamente sus sentencias”. Pero éste fue el “mejor acuerdo” que Israel pudo conseguir, dijo él. Además, dijo que no había garantía de que este tipo de tratos sucedería en el futuro.

Si él estaba preocupado entonces que el precio por Shalit solamente subiría, espere hasta que él comience negociaciones en la siguiente ronda de secuestros.

Israel está en el camino a la ruina, y tiene el pie del acelerador a fondo. El orgulloso rugido de león que Judá una vez tuvo, ahora es solamente un ronroneo parecido al de muchos gatos inofensivos que merodean por las calles de Jerusalén.

Esto también fue profetizado. Así es, el mismo Dios que ayudó a establecer el estado judío en los tiempos modernos también profetizó que Israel sería mortalmente herido por un proceso insolvente de “paz” (Oseas 5:13). Precisamente, el mismo Dios que arregló para que Israel ganara el control completo de Jerusalén en 1967 también profetizó que los judíos después perderían la mitad oriental de su ciudad capital (Zacarías 14:1-2).

Estas profecías son seguras, y pronto impactarán a toda persona sobre la Tierra porque Jerusalén es el polvorín que hará estallar la Gran Tribulación, que fue profetizada que ocurriría justo antes de que el Mesías ponga sus pies sobre del Monte de los Olivos. Para más información acerca de estos diversos eventos, todos los cuales están profetizados en la Biblia, lea Jerusalén en profecía.

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