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El secreto perdido de la seguridad financiera

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El secreto perdido de la seguridad financiera

Cómo mantenerse estable durante tormentas económicas

R ecuerdo una noche muy estresante en mi vida hace algunos años. Había tomado algunas decisiones financieras imprudentes y estaba intentando elaborar mi presupuesto mensual. Iba línea por línea, calculando cuidadosamente cada gasto, pero por más que intentaba hacer malabarismos con todos los números, siempre me quedaba corto. Me quedé mirando el papel durante un buen rato, con el miedo haciéndome un nudo en el estómago.

Quizá se sienta identificado. Hoy la economía está en ruinas y la gente está ajustando sus presupuestos. Todas nuestras casas financieras están a punto de enfrentarse a un ajuste de cuentas.

Pensando en aquella fatídica noche, ¿qué podía hacer? No tenía más dinero, ni más opciones. Lo único que me quedaba era la fe.

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Creía en la Palabra de Dios, en Sus promesas. Me sentía como el necio del Salmo 107:17 que se había metido en problemas: “Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades”. Sin embargo, ante el verdadero arrepentimiento, Dios promete librarnos de cualquier problema: “Pero clamaron a [el Eterno] en su angustia, y los libró de sus aflicciones” (versículo 19).

La fe es el secreto de la seguridad financiera: Dios siempre nos cuidará si hacemos nuestra parte.

La Santa Biblia está llena de leyes y principios financieros que traen bendiciones cuando los obedecemos. También nos protegen de cometer errores catastróficos. El Salmo 37:23-24 dice: “Por [el Eterno] son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque [el Eterno] sostiene su mano”.

¡La Biblia contiene cientos de promesas! Es asombroso que el Creador Todopoderoso hiciera promesas férreas que podemos reclamar. Entre ellas se incluyen el Salmo 34:10, Mateo 6:31-34 y Filipenses 4:19. Dios proveerá todas nuestras necesidades, nos librará de todos los problemas, nos bendecirá y nos protegerá si cumplimos dos condiciones: obediencia y fe.

¿Qué es la fe verdadera? Hebreos 11:1 dice que “es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. La fe es la confianza en que Dios hará lo que dice que hará. No es una evidencia física que confirme que Dios cumplirá su palabra; la fe es nuestra evidencia. Creemos y estamos convencidos de que Dios cumplirá su promesa, así que actuamos en consecuencia y obedecemos a Dios sin importar las circunstancias físicas.

Cuando usted está en una tormenta financiera, es difícil ignorar la evidencia física de los números negativos y las dificultades. Aunque debemos arrepentirnos por desobedecer las leyes financieras de Dios y por los errores que hemos cometido, también debemos tener fe para creer en la palabra de Dios.

La fe es el ancla que lo mantiene estable en las tormentas financieras.

La última parte de Marcos 4 narra la historia de Jesucristo y los discípulos cruzando el mar de Galilea durante una gran tormenta. Cristo dormía plácidamente; los discípulos pensaban que estaban a punto de perecer. Cristo despertó, calmó la tormenta y preguntó: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?”. El Salmo 107:28-30 dice lo mismo. Dios calmará su tormenta si usted tiene la fe para actuar.

“¿Por qué tiene estos miedos y preocupaciones en su mente?” preguntó el difunto Herbert W. Armstrong. “Se encuentran con otro tipo de ‘olas’ que llenan el barco a punto de hundirse en el que están. (…) Y empiezan a temer y a preocuparse porque no pueden llegar a fin de mes, porque están a punto de perder su negocio o va a pasar esto o lo otro, o quizás alguien está muy enfermo y están desesperados, están al límite de sus fuerzas. (…) Si tuvieran fe, amigos míos, podrían librarse de estos miedos y preocupaciones; podrían encontrar el camino hacia la solución de todos sus problemas” (El Mundo de Mañana, 14 de junio de 1979).

He aquí cómo puede practicar la fe en la gestión de sus finanzas.

Obedezca las leyes financieras de Dios. Dios prohíbe la codicia y el materialismo. Él ordena que vivamos dentro de nuestras posibilidades. Él ordena que le demos el 10% de nuestros ingresos a Él. Se necesita fe para poner las instrucciones de Dios sobre nuestras finanzas por encima de todo lo demás en nuestro presupuesto, pero es la única manera de ser bendecidos financieramente. Para saber más, lea nuestro folleto gratuito The Financial Law You Can’t Afford to Ignore [La ley financiera que no puede permitirse ignorar; disponible en inglés].

Busque primero el Reino. Si priorizamos nuestra relación espiritual con Dios en tiempo y esfuerzo, Él bendecirá nuestros esfuerzos financieros. Se necesita fe para poner a Dios en primer lugar en un mundo ajetreado, eliminando las distracciones y evitando el materialismo.

Reclame las promesas. Cuando se enfrente a las tensiones y decisiones financieras cotidianas, incluya a Dios en su presupuesto. Ore para que le guíe y le dé sabiduría en sus decisiones. Tenga fe y reclame las promesas de Dios sobre la provisión de sus necesidades.

Crea en las profecías. Vivimos en un mundo inestable y volátil, pero Dios revela los acontecimientos futuros a través de la profecía bíblica. Si observa las noticias mundiales y tiene fe, los acontecimientos no le tomarán desprevenido y planificará su casa financiera en consecuencia.

Dios me libró de mi tormenta financiera, y Dios puede librarle a usted de la suya. La fe nos mantiene firmes en medio de la adversidad, elimina la incertidumbre sobre el futuro y nos permite confiar en Dios. Ahora tenemos la oportunidad de vivir por fe. “Por nada estéis afanosos [ansiosos, versión English Standard], sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).